HARRY POTTER Y SU AMIGO PELIRROJO Hermione, 1º año
Tenía la cabeza apoyada en la ventana del compartimiento del Expreso de Hogwarts. Notaba un cosquilleo en la barriga, los nervios por llegar al colegio mágico por primera vez. A mi lado estaba sentado un chico llamado Neville Longbottom, y en el asiento de enfrente dos llamados Seamus Finnegan y Dean Thomas. Los tres eran muy simpáticos, aunque yo me había tirado lo que llevaba de viaje hablando con Neville y Seamus con Dean, que parecían haberse hecho íntimos. Ahora estaban jugando a los naipes explosivos, así que yo decidí contemplar el hermoso paisaje.
-¡Oh, no!- exclamó de repente Neville-. ¿Dónde está Trevor? ¡Me he distraído un momento y ya no está!
Lo miré. Trevor era su sapo, el cual había tenido agarrado fuertemente durante todo el viaje. Neville se levantó torpemente y comenzó a buscarlo por el compartimiento, pero su sapo no aparecía.
-Tranquilo, Neville, no puede andar muy lejos- intenté calmarle.
-Esto... Hermione- dijo Dean señalando la puerta. Esta estaba un poco abierta, por lo que el sapo podría haber salido de allí.
Neville comenzó a hipar.
-¡Mi abuela me va a matar!- sollozó-. Me lo había comprado este año y me había dicho que tuviera cuidado.
Dicho esto comenzó a llorar desconsoladamente bajo la mirada de asombro de los otros dos chicos. Yo me levanté.
-Tranquilo, Neville. Yo iré a buscarlo- le dije en tono convincente. Le puse una mano en el hombro para tranquilizarlo.
-Gra...gracias.
Sin más salí por la puerta y me dirigí al compartimiento de al lado. Allí había tres chicas: dos de ellas eran gemelas de origen indio y la otra tenía una larga melena rizada color castaño claro y vestía un poco hortera.
-Perdonad, ¿habéis visto un sapo? Un chico llamado Neville Longbottom ha perdido uno- dije.
-¿Un sapo?- preguntó la que vestía hortera-. Puaj, qué asco.
- Sí, que asco- exclamaron las gemelas al unísono.
Puse los ojos en blanco y repetí:
-Vale, ¿pero lo habéis visto?
-No- contestaron las tres a la vez, y siguieron charlando.
Le di las gracias y fui al siguiente, donde había dos gemelos pelirrojos y un chico negrito que parecían no tramar nada bueno. Tras preguntar en otros cuatro compartimientos sin que nadie supiera nada de Trevor, llegué al último de ese vagón.
-¿Alguien ha visto un sapo? Un chico llamado Neville ha perdido uno- pregunté ya cansinamente.
El compartimiento entero estaba lleno de golosinas y envoltorios, y había un chico de pelo negro y gafas redondas pegadas con celo y otro pelirrojo.
-No...- me contestó el pelirrojo encogiéndose de hombros.
Pero yo ya no le prestaba atención. Acababa de darme cuenta de que tenía su varita en la mano y con ella apuntaba a una sucia rata. Me emocioné. Claro que yo ya había probado algunos trucos, pero ver a otros haciendo magia era emocionante.
-¡Oh!, ¿estáis haciendo magia? ¡Vamos a verlo!- exclamé sonriente desde la puerta.
El pelirrojo parecía desconcertado, pero después de carraspear comenzó:
-Rayo de sol, margaritas con mantequilla...-eso no tenía mucha pinta de ser un hechizo, la verdad- volved amarilla a esta ratilla.
La rata se asustó y se escondió, pero para nada se volvió amarilla. Yo lo miré divertida. Al chico se le habían puesto las orejas coloradas.
-¿Estás seguro de que eso es un hechizo? Porque no parece muy efectivo- dije.
Entré en el compartimiento y me senté frente al niño de las gafas mientras sacaba mi varita. Ambos parecían extrañados y el pelirrojo, no sé por qué, molesto. Ahora los sorprendería con un pequeño truquillo que había aprendido.
-Yo solamente he probado unos cuantos muy sencillos, pero me han funcionado- expliqué-. Por ejemplo- apunté las gafas rotas del niño-. ¡Oculus reparo!
Con un ruidito, las gafas se arreglaron al instante. Ambos se quedaron con la boca abierta, y yo me sentí orgullosa
-Es bueno, ¿a que sí?- entonces el moreno se quitó las gafas con la boca abierta y...- ¡Oh, cien centellas! ¡Eres Harry Potter!- exclamé.
Eso sí que era emocionante. A pesar de ser hija de muggles, había estudiado muchísimo las cosas del mundo mágico y sabía lo famoso que era Harry Potter y su historia. Su nombre salía en tres de los libros que había leído.
-Soy Hermione Granger- me apresuré a presentarme con mi sonrisa más amplia para que se llevase una buena impresión de mí, pero entonces recordé a su amigo pelirrojo-. ¿Y tú eres...?- le pregunté con desgana viendo cómo comía como un bruto.
Tras unos segundos me contestó con la boca llena:
-Em... Ron Weasley.
-Un placer- mentí con la nariz arrugada.
Entonces volví a dirigir mi atención a Harry Potter.
-Los dos deberíais poneros ya las túnicas, estamos a punto de llegar- le recomendé. Por supuesto que yo ya tenía puesta la mía.
Me levanté y, justo antes de salir por la puerta, me detuve y me volví a mirar a Ron Weasley.
-Tienes sucia la nariz, por cierto- obviamente, comiendo como comía...-, ¿lo sabías? Justo aquí- me señalé la nariz.
Él me miró con desprecio y se limpió bruscamente la nariz con la mano. Aquel niño no era de mi agrado, y creo que ya los dos nos habíamos dado cuenta. Así que, con la cabeza bien alta, me giré y seguí buscando a Trevor por el tren.
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