Capítulo 39 🐰 La coincidencias no existen
#ViernesDeRTR
Capítulo dedicado a lectora_131
Tardo más de lo debido en procesar la advertencia que ha disparado Bonnie. Para ser sincera, esperaba todo menos que lo dijera en medio de la fiesta. Y me preocupa que tenga el descaro de hacerlo a unos pasos de Chase y Houston. Esto demuestra que ya no le importa lo que ellos digan, y eso la hace más terrorífica. Sus dedos siguen enterrados en mi piel; quiere hacerme daño.
—No sé qué estás planeando y por qué suenas tan llena de odio —digo firme y aparto mi brazo—, pero no me dejaré intimidar de nuevo por ti o por quién sea. Déjame en paz.
Una risita histérica se le escapa. Pestañea y su rostro se transforma por completo. Ya no luce como alguien que busca amenazar, sino como la encantadora niña del programa de TV que le robó el corazón a todos.
—Solo te estoy saludando, no tienes que ser tan... —hace un repaso a mi atuendo con los ojos, sin mover un pelo— amargada.
—Por favor, Bonnie... Estás estudiando Actuación, pero tu práctica es tan deficiente que deberían reprobarte.
A juzgar por cómo su sonrisa de suficiencia y actitud pedante flaquea, esta discusión me la llevo yo. Su mandíbula está más apretada que antes y sus manos en un puño.
—Si no tienes más que decir, volveré con los chicos, yo sí tengo personas a las que les importo de verdad y sin chantajes.
Ni siquiera espero una respuesta de su parte, sigo mi camino sin mirar atrás. Espero que con demostrarle que ya no le temo se deshaga de cualquier pensamiento malicioso, aunque viendo cómo ha insistido en fastidiarme, lo dudo. Bonnie se está volviendo un grano en el trasero más molesto que los ejercicios de Física.
A unos pasos me encuentro con Nathan.
—¿Qué quería Bonnie?
Esperaba que no me hubiera visto hablando con ella, pero supongo que no corro con suerte.
Eso nunca, chica.
—Me estaba saludando, no nos vimos en la tarde.
Sí, claro, como si fuéramos dos grandes amigas. Lo malo de ser una mala mentirosa es que los nervios siempre terminan por delatarme, y juzgando la expresión de Nathan no se ha tragado mis palabras. Dándome algo de crédito, hay muchas razones para no creerlo.
—Nathan, ¿puedo hacerte una pregunta?
—Por supuesto.
—¿Por qué estás actuando tan extraño desde que volviste de las vacaciones? —Como no dice nada, busco ser más específica—. En la cafetería lanzaste algunas indirectas y hoy también. No sé qué está pasando contigo o qué es lo que buscas, tampoco es que vaya a obligarte a contarlo, pero... no sé, no me gusta.
—¿Cómo esperas que actúe?
Una contra pregunta no es lo que esperaba.
—No lo sé —digo contrariada por lo imprevisible de su respuesta—, pero no como el villano de una peli, eso es seguro.
Consigo sacarle una sonrisa torcida.
—Es difícil no serlo teniendo en cuenta que la chica que me gusta está enamorada de mi medio hermano. Sé que no debo forzarte y que tanto tú como él son libres de actuar como se les plazca, pero no puedo poner buena cara.
El remordimiento me llega como una furiosa ventisca. Quizá estoy sospechando de Nathan en vano.
—Lo siento —pronuncio, cabizbaja.
—No importa, intentaré no ser tan yo.
—Sé tú mismo, con una dosis menor de comentarios sarcásticos e indirectas raras. Ya sé que le quito lo bueno a la vida, pero es a favor de una buena convivencia.
Aprieta los labios al mismo tiempo que asiente.
Seguimos el camino hasta visualizar a Chase haciendo fila frente a la barra.
—¿Dónde estaban? —pregunta Chase al vernos llegar a su lado.
—Es que se me enredó el vestido en el tacón... —Espero que se trague mi mentira y que Nathan no intente corregirlo. Como Chase no luce muy convencido de mi evidente mentira, decido tomar ventaja—. ¿Por qué? ¿Me extrañaste?
—Pensé que estabas huyendo de tus responsabilidades.
—¿Cuáles?
—Las de cuidar a Houston cuando se emborrache —se burla.
Houston le levanta el dedo corazón detrás de una expresión de pocos amigos.
Durante los siguientes minutos nos dedicamos a esperar que nos sirvan las bebidas y consolar a Houston. Él nos dice que sabe que un rechazo no es malo, los tuvo de pequeño y también sufrió por ellos. Y aunque es comprensivo sobre lo que dijo Kash, eso no quita lo doloroso.
—Es que pobre, nunca ha gustado de nadie y nadie ha gustado de ella, no sabe cómo actuar ante esa situación —es lo que dice luego de beberse al seco el primer vaso.
Se ha saltado la etapa de la negación y ya ha entrado en la del remordimiento.
—Creo que debiste esperar hasta después de la fiesta para decírselo... ¡Eh!
Ah, pero para quitarle el vaso a Chase no tiene remordimientos. De nuevo se lo toma al seco. Le dirige una mirada a Nathan y luego a su vaso.
—Él no tiene alcohol —le digo viendo sus intenciones—. Y beber no te hará olvidar lo que pasó mañana cuando estés con resaca. ¿Es que no aprendiste nada?
Houston se lamenta con un resoplido muy sonoro.
—Lo sé, y Chase tiene razón: no debí decírselo esta noche... —Baja la cabeza, arrepentido.
—Ya sé que soy un genio.
—Según recuerdo tú hiciste lo mismo, ¿recuerdas? Para colmo fue en tu cumpleaños.
Adoro bajarlo de su nube.
—Ya, fue un mal momento. También recuerdo que lo hice porque tú pensaste que no quería besarte.
—No querías.
—Quería, y mucho. ¿Iba a hacerlo después de haber sido besado por otra chica? No. Buscaba algo especial, hacerlo por un juego no lo sería.
Tiene razón, pero me niego a dársela.
—Mejor iré a ver cómo está Kash.
Encontrarla junto a Vea es más complicado de lo que esperaba. Hay demasiadas mesas con snacks, demasiadas personas con hambre y demasiada oscuridad. Me agacho mesa por mesa buscándolas, pero solo dos con un par de parejas haciendo travesuras y snacks tirados.
Hasta que consigo dar con Vea. Sale de debajo de una de las mesas, coge snacks y vuelve a meterse.
Antes de que baje el mantel logro agacharme y meter la mitad del cuerpo.
Kash suelta un grupo ahogado al verme y Vea por poco tira la comida.
—¡Al menos avisa que vas tras nosotras! —me riña Vea luego de inhalar y exhalar un par de veces para calmarse.
—Lo siento.
—¿Qué tal está Houston?
Miro a Kash y ella baja la mirada. Luce como si hubiera estado llorando.
—Está bien, no te preocupes.
—Siento que va a odiarme para toda la vida... —Flexiona las piernas y esconde la cabeza entre ellas.
—No te odia. Al contrario, sigues gustándole —mencionar aquella palabra solo provoca que quiera hacerse un ovillo—. Dijo que fuiste muy amable al expresarte.
—Pobrecito... —murmura mientras Vea le da palmaditas en la espalda y come con la otra—. La expresión que puso cuando le dije que lo veo como un amigo fue... ¿De verdad está bien?
Asiento y quedamos un instante en silencio. Bajo las mesas hay una oscuridad tranquilizadora en la que apenas podemos distinguir nuestras expresiones y la música se escucha lejana. Es como tener nuestra propia burbuja.
—Escucha, Kash —Me adentro y me siento al otro lado de ella—: No soy una experta en relaciones o el amor en sí, apenas he tenido un novio y ni siquiera duramos tanto, por eso puedes o no hacer caso a lo que te diré. La cuestión es que puedo empatizar con lo que estás sintiendo. A mí me rechazaron una vez y hubiera deseado que lo hicieran con las palabras que tú le dijiste a Houston. No fuiste grosera, fuiste agradecida. Y, lo más importante es que fuiste sincera. No deberías sentirte mal por expresar cómo te sientes, mucho menos cuando lo haces de buena forma. Houston no te va a odiar por eso.
—La herida ya está hecha, ¿qué más da?
—Te prometo que le hubiera dolido más que mintieras por lástima.
—En eso debo darle la razón a Michi —se une Vea—. Si mentías, no solo hubieras herido a Houston, también te hubieras herido a ti. Hiciste lo correcto para ambos. O imagina salir con él y luego enamorarte de otra persona... ¡Una mierda, eso es mucho peor!
Kash por fin levanta la cabeza.
—Ya lo hay —confiesa.
Mi corazón se acelera. ¿Será que por fin mis especulaciones son ciertas?
—¿¡Te gusta alguien y no me lo has contado, maldita!? —La indignación de Vea podría atravesar la Exosfera— ¿Quién es?
—Nathan —dice sin percatarse de que el mantel se ha levantado. Intento detenerlo, pero ella pronuncia—: Me gusta Nathan.
El rostro de Nathan aparece dentro de la mesa.
El silencio es absoluto.
Nadie se mueve.
Kash se cubre la boca al darse cuenta de que acaba de confesarse a Nathan sin querer y él, que está a gatas justo frente a ella la observa sin pestañear.
—Esto se puso interesante —Vea rompe el silencio echándose un par de papas fritas a la boca.
—¿Oíste lo que dije? —pregunta Kash a Nathan.
Es impresionante que a pesar de lo obvio se atreva a hablarle, yo hubiera salido corriendo a esconderme en el baño.
—Sí, llevo un rato fuera de la mesa —admite Nathan con su tono de voz usual.
—Ay, Dios... —Kash vuelve a esconderse entre sus piernas y empieza a gimotear.
—¿En qué momento llegaste? —cuestiono.
—Venía detrás de ti, pero no te has dado cuenta.
—Y te has quedado afuera como todo un chismoso —acusa Vea—. Bueno, al menos dinos qué te parece.
—¿El qué? —inquiere.
—Tanta inteligencia y no puedes deducirlo... ¡Sobre la confesión de Kash, hombre!
Antes de que Kash reclame por la impertinencia de Vea, Nathan responde:
—Ya le he gustado a otras personas, no es para tanto.
Eso ha sonado como un «no me interesa». Es el polo opuesto a Kash; mientras ella intentó ser cuidadosa, él dispara esto.
—¿Ves? Por eso no quería escucharlo —se lamenta Kash—. Lo siento, Nathan.
—¿Por qué? —pregunta él.
—Por si te he incomodado.
—Está bien —dice sin inmutarse.
Quiero darme un golpe en la cabeza.
Todo en esta noche está saliendo mal para los demás, excepto para mí y Chase, lo que es extraño porque somos expertos en acarrear mala suerte.
A la hora de que Kash se anima a salir de la mesa y volver a reunirnos para ver quién ganó el premio a mejor disfraz, Houston está demasiado borracho para procesar lo que pasó. Habla incoherencias, menciona cosas y es el causante de las miradas recelosas del resto, por lo que no nos queda de otra que llevarlo a la residencia.
Ash, su compañero de cuarto no puede creer dos cosas:
1. Que Houston llegue borracho.
2. Que tres chicas entren a su dormitorio.
—No, no, no, me rehúso a que entren chicas —repite por segunda vez desde que abrió la puerta.
Ni Kash ni yo le prestamos atención, nos preocupa más Houston que insiste en decirnos que no necesita ayuda para acostarse, que está dentro de sus cinco sentidos, y en disculparse con Kash.
—Cálmate un poco, alteradito, no venimos a verte —le contesta Vea a Ash.
—Aun así, es un dormitorio de chicos.
—Y venimos a salvarle el culo a tu compañero de dormitorio. —Vea cruza los brazos sobre el pecho y apoya la cadera en una pierna— ¿Tienes algún problema? —inquiere, altanera.
—Sí.
—Suéltalo, entonces.
—Son chicas.
—Qué observador.
—Y son peligrosas.
—Lo único peligroso es dejar a Houston con un loquito como tú.
—Dejen de discutir —interviene Chase, quien por fin ha logrado sentar a Houston en la cama—. ¿Qué edad tienen?
Ash frunce el ceño y abre la boca para responder:
—La suficiente...
—Para decir tonterías —concluye Vea en tono de burla.
—Qué bonito, ya se complementan —dice Kash.
Tanto Ash como Vea la miran como si hubiera soltado la mayor aberración que pudo emitir un ser humano.
—Qué asco —suelta Ash—. No.
La paciencia llega a su límite y da un paso para arremeter contra él, pero Kash y yo conseguimos retenerla a tiempo.
—Mira nada más, las chicas te han salvado tu peludo culo.
Para ser sincera, nunca la había visto tan enojada. Aunque es entendible, el chico es un idiota.
Con Houston acostado, Chase y yo vamos al dormitorio de las chicas para buscar a Pato y mis cosas. Nathan ya se ha ido a su departamento después de dejarnos en el estacionamiento de la residencia de Houston, así que los dos tendremos que caminar a la residencia.
Voy cargando mi mochila y Chase va cargando a Pato.
—Sigo preguntándome por qué, de alguna forma, siempre que vamos a fiestas acaban mal —comenta a medio camino.
Yo me pregunto lo mismo.
—Ve el lado positivo, al menos estamos sobrios —digo, recordando a Houston—. Y la compañía es buena.
—Sí, Pato suma muchos puntos.
Yo poniéndome en plan romántico y él sale con Pato.
—Hablo de mí —hablo con obviedad.
—Ah, sí, tú también.
Abro la boca, ofendida, y él se echa a reír.
—Te odio.
Amenazo con darle un manotazo y él se adelanta unos pasos para evitarlo. No lo persigo por el amor que le tengo a Pato y porque me quedo como una idiota de pie, mirando el cielo.
—Va a llover.
Chase levanta la cabeza.
—Cierto; será mejor que nos apuremos, no quiero arruinar este bigote seductor.
Con eso la sonrisa me acompaña incluso al llegar a la residencia. Saludamos al nuevo recepcionista, Marco, que está reemplazando a Will por sus vacaciones, y pasamos por el pasillo hacia mi habitación.
—Espera.
Chase extiende su brazo hacia el lado impidiendo que siga avanzando. Con precaución baja a Pato y camina en dirección a la puerta de mi dormitorio.
—¿Qué pasa? —pregunto e intento asomarme por el lado.
No hace falta que responda, enseguida me doy cuenta de que la puerta está entreabierta. Un miedo me invade; dentro están mis cosas de valor, mis apuntes, mis ahorros, mi ropa.
Chase me entrega a Pato y se dispone a entrar. Empuja la puerta hasta el final, revelando el desastre que hay en el interior. Camas deshechas, armarios abiertos, ropa tirada en el suelo, fotos esparcidas, cuadernos abiertos y tirados en el suelo, el arenero de Pato desparramado, más hojas esparcidas... Es como si un huracán hubiera pasado por nuestro dormitorio.
Me cubro la boca para no dar un grito de espanto y entro para comprobar que no se hayan llevado mi laptop, y por suerte lo encuentro debajo de la cama, tal cual lo dejé. Lo que no está en su lugar son algunas de las fotos que pegué en la pared, las de mis padres, las mías y las de Anne. Están arrugadas, en el suelo, tiradas igual que la basura.
—¿Quién pudo hacer esto? —pregunto con un nudo en la garganta.
Chase recoge algunas hojas del suelo y las deja sobre mi escritorio.
—Si la memoria no me falla, Bonnie dejó la puerta cerrada, así que quien sea que haya entrado tuvo que hacerlo por la fuerza.
—¿Cómo lo sabes?
—Coincidimos al salir de los dormitorios —explica.
Bonnie es mi primera sospechosa, pero ella también ha sido víctima de quien entró.
Miro la puerta y su cerradura.
—No parece que la hayan forzado.
Chase sigue mi mirada y asiente.
—Es cierto, pero el cerrojo de estas puertas es muy simple, pudieron entrar con alguna tarjeta o clip.
—Pero... ¿por qué? Si querían robar se hubieran llevado mi laptop.
—Quizá vinieron por otra cosa. Iré con el recepcionista, no es posible que algo así ocurra en sus narices y no lo haya captado.
Voy detrás de él. Quedarme sola en el dormitorio me causa un temor extraño. Siento como si la persona que entró pudiera estar oculta.
El nuevo recepcionista no se cree lo que Chase le cuenta y dice tener que mirarlo con sus propios ojos. Va al dormitorio y lo primero que hace es sospechar de nosotros. Luego me acusa de haber dejado la ventana abierta.
—Imposible hacerlo con este frío. Además, yo pasé toda la tarde en la residencia donde están mis amigas.
—Hay que revisar las cámaras.
Chase habla en un tono casi demandante que no le hace gracia al recepcionista. Es un hombre viejo y, a juzgar por su escepticismo, muy desconfiado. No sé cómo hacerlo entrar en razón y explicarle que no hay motivos por los que yo desordene mi dormitorio. Y quiero suponer que Bonnie tampoco tiene sus razones.
—Para revisar las cámaras necesito un permiso —dice el recepcionista.
—O sea que puede andar un ladrón por ahí y no lo sabremos porque no podemos revisar las cámaras —increpa Chase, molesto.
—Son órdenes que acato.
—También tienes la orden de vigilar quién entra y quién sale de la residencia. No hacerlo es motivo de despido.
El tono de voz de Chase es cada vez más cortante, pero da resultados. El recepcionista dice que nos permitirá ver las cámaras unos minutos. Mientras el recepcionista busca las grabaciones, Chase llama a Bonnie para explicarle lo que pasa.
—Lo he encontrado —dice el recepcionista, interrumpiendo la llamada.
En el video del pasillo se ve que una persona con capucha negra y barbijo para caminando muy deprisa, mira hacia los lados y luego se detiene a mirar la cámara. Con la calidad de la imagen es imposible saber quién es, pero si de algo podemos estar seguros es que sabía perfectamente dónde está cámara. Le da la espalda y, después de unos segundos, abre la puerta. Tras media hora, sale con la cabeza gacha.
No había motivos para entrar... O tal vez sí, pero no lo sabemos aún.
—¿Cómo que entró alguien? ¿¡Quién!? —exige saber Bonnie apenas entra a la residencia.
Está alterada, agitada, y a juzgar por su cabello, ha venido casi corriendo. Dos chicas que reconozco de una fraternidad la tratan de calmar en vano.
—No lo sabemos —respondo con un dejo de pesimismo que la hace fruncir los labios—. Era una persona encapuchada.
Hecha una fiera se dirige al dormitorio, con las dos chicas siguiéndola detrás. Chase y yo también vamos tras ella para que Pato no vaya a escapar.
Con una mano en la boca y la mirada de horror, pasa por encima del desastre y se sienta sobre la cama. Sus sollozos son audibles y no hacen más que despertar la compasión de las otras chicas.
—Dios... Mi ropa, ha revisado mis cajones, mi velador... Debe ser el tipo del que te conté en la fiesta —se dirige a Chase.
¿Ellos hablaron en la fiesta?
—Jack Sparrow —deduce él, aunque no luce muy seguro de su respuesta.
—Sí, te dije que está obsesionado. Tal vez me vio contigo, se puso celoso y quiso venir aquí a amedrentarme.
—Eso no explicaría por qué también revolvió mis cosas.
Mis suposiciones no parecen de su agrado, en su lugar, permanece callada mientras gimotea, ganándose más palabras de consuelo por parte de las chicas.
—No puedo seguir en este dormitorio, no estoy segura —pronuncia entre llantos.
Miro a Chase. Él está muy serio, apoyado en el marco de la puerta, observando la escenita que Bonnie se ha montado. Su sobrerreacción no se la come ni con patatas. Y yo menos después de lo que dijo en la fiesta.
—¿Sabes quién es el chico? —le pregunta, cruzándose de brazos.
—Por supuesto —responde ella como si la pregunta la ofendiera. Hasta las lágrimas se le han borrado—. Se llama Jason Mitchell.
—Bien. Al menos tenemos el nombre del principal sospechoso, eso servirá para que la policía, o quien sea que se haga responsable en estos casos, hable con él. Ahora lo único que queda es arreglar este desastre.
—Yo haré eso mañana —dice Bonnie mientras se seca un par de lágrimas—, no puedo estar aquí, me da miedo. Buscaré un sitio donde quedarme y...
—Puedes quedarte con nosotras por esta noche —ofrece una de las chicas.
Aquel gesto la conmueve, o eso es lo que quiere hacerles creer. No deja de darles las gracias incluso cuando se marchan del dormitorio.
Chase y yo quedamos con mal cuerpo, sin saber qué hacer o qué decirnos. Cierra la puerta a su espalda y camina hacia una de las fotos arrugadas que yace en el piso. La toma y la estira, sonriendo luego.
—Pensé que la habías tirado.
Me entrega la foto. Es la que nos tomamos cuando fuimos a ver por primera vez a Noah Mars.
—Quise quemarla después de... Bueno, ya sabes, pero tiene demasiado valor sentimental para mí, así que la imprimí junto con las otras fotos.
Me siento sobre la cama y miro el desorden que hay. No tengo ganas de hacer nada.
—Quiero ser Bonnie y escapar de mis problemas —ironiza Chase.
Al menos consigue sacarme una sonrisa.
—¿Le has creído lo del chico?
Como respuesta mueve la cabeza a los lados, indeciso.
—¿Tú?
—Yo no —respondo—. Creo que esto lo planeó ella. No sé cuál sería la razón, pero creo que ella fue quien mandó al chico.
—Pero... ¿arruinar sus propias cosas?
—Para no ser descubierta, supongo.
—Eso sería ir a un nivel de maldad muy alto.
Entiendo la incredulidad de Chase, pero después de lo de Pato y con lo que me dijo en la fiesta, me deja claro que Bonnie arriesgaría todo con tal de verme mal. Aun así, no le digo nada.
El resto de la noche nos dedicamos a ordenar mis cosas, reunir los papeles, recolectar las fotos tiradas, ordenar la cama y barrer la arena para gatos. Tomamos un descanso de diez minutos y llevamos mi ropa a la lavandería. Somos los únicos locos a las tres de la mañana, disfrazados y esperando que la secadora termine mientras contemplamos cómo la lluvia cae por una pequeña ventanilla que da a la calle.
El timbre anunciando que acabó suena y es como si mis neuronas recién se conectaran.
Dejo escapar un grito ahogado que pone a Chase en alerta.
—¿Qué ocurre?
—Ya regreso —le digo y salgo corriendo hacia el dormitorio.
Busco mi laptop y la enciendo mientras pido para mis adentros que mis suposiciones sean desacertadas.
Pero no.
—Michi, ¿qué pasa? —pregunta Chase al llegar a la puerta.
—Mi trabajo —pronuncio, sintiendo una impotencia enorme—, en el que he trabajado todos estos días para la charla a finales de curso, ya no está.
El odio que siento en mi interior se convierte en una bomba a punto de ser detonada. Sin pensarlo dos veces agarro unas tijeras, la ropa de Bonnie y se la hago añicos. Lo mismo con su maquillaje y todo lo de ella que encuentre.
Chase observa la escena con los ojos muy abiertos.
—Michi...
—No digas nada —le freno antes de que me dé algún discurso moral—. Solo le estoy demostrando que yo también sé jugar sucio.
—Si llega a enterarse de que fuiste tú...
—Que se entere, es lo que quiero. Pero ¿va a tener pruebas? Pues no. No puede señalarme. O sí, puede hacerlo, pero, así como yo no tengo pruebas para demostrar que ella mandó a esa persona a robar mi trabajo, ella tampoco puede demostrar que yo fui la que destruyó sus cosas. Estamos empatadas.
__________________________
Genteeeee, estamos a punto de llegar a los 52 millones de lecturasss y quería proponerles algo. Si comentan muuucho este capítulo y los que siguen, les hago alguna de estas opciones:
1. Una maratón
2. Subo especiales
3. Una entrevista a los personajes
Comenten cuál les gustaría más y la doñita aquí se los cumplirá. Pero ojo pirojo, solo si comentan harto jiji
Bueno, volviendo al capítulooooooooo
Michi se nos está rebelando :O y con razón, se han metido con una de las cosas más importantes para ella.
¿Se imaginan que bonnie no tenga la culpa? uuuhhhh ahí les planeo la duda
Kash se declaró indirectamente D:
¿Alguna vez les ha pasado?
"Conocimos" a Ash y tuvo su peleita con Vea, ¿será que algo pasará ahí? :O
Destrozos, robos... Michi está enojada y su venganza no quedará ahí. La coneja también es vengativa, cuidaoh
Como ya estamos en la recta casi final, les quiero comentar que estoy dudosa en cuanto a ciertas cosas que pasarán por el final. Lo tenía planificado, pero no sé, no estoy 100% convencida. No sería la primera vez que cambio el final de una novela, pero necesito que mi cabezota piense bien.
No se asusten, no mataré a nadie... de momento ;)
jjsjsj
los jamoneo intensamente 2
Muak!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro