Capítulo 35 🦊 El primer novio de Kash - Parte 1
#ViernesDeRTR
Capítulo dedicado a Pimentelondra por, literal, comentar todos los párrafos del capítulo anterior.
Para celebrar haber entregado todos nuestros trabajos y haber hecho los exámenes a tiempo, los chicos quedaron de verse en la cafetería The Moment Coffee a modo de despedida. Como soy una persona que se queja hasta por los codos, la idea de «celebrar» antes de tiempo significaba un mal presagio para mis notas, pero Houston y Vea prácticamente me arrastraron lejos de mi dormitorio, por lo que no me quedó de otra.
—Tengo que confesar que estoy un poco aterrado —comenta Houston luego de nuestra charla sobre los planes que haremos en las vacaciones.
—¿Tan mal te ha ido en el semestre? —Todos miramos a Vea como pidiéndole que sea más discreta con sus preguntas, pero ella es incorregible y se ríe con cierta malicia que disfruta.
—No es eso. Bueno, ni mal ni bien.
—Sí, esas ojeras hablan por sí solas.
—Vea... —La mirada de regaño de Kash es la única que puede controlar, de cierta forma, a la chica amante de los libros—. Yo veo a Houston igual de guapo que siempre.
El impacto que sobresalta nuestra mesa es unánime. Bueno, casi, porque ni Nathan ni Kash parecen darle la misma connotación que Vea, Houston y yo le damos. Si a mí se me ha revuelto el estómago al escucharla decir eso, no quiero imaginar lo estreñido que se debe haber puesto Houston al recibir tal cumplido.
—¿Qué? —inquiere Kash, tan inocente y fuera de onda que me resulta algo cómico.
Ay, chiquis, si supieras...
—¿Crees que estoy... bien? —Se atreve a preguntarle Houston con la voz algo pausada y encogiendo los hombros mientras se señala.
—Sería una mentirosa si digo que no. Eres muy lindo —responde Kash con total naturalidad.
Que sea tan directa deja a Houston impactado, al menos lo suficiente para que se la quede mirando con una cara de espanto que poco a poco se va transformando a una de incredulidad y luego de alegría.
—Tú también eres linda —declara.
Kash alza las cejas en sorpresa.
—Oh, pues... gracias —dice en un tono bajito y se lleva un mechón de cabello detrás de la oreja para darle un largo sorbo a su malteada.
Houston solo la observa algo atontado por haber conseguido una reacción así de Kash. Debe estar viviendo una telenovela en estos momentos. ¡Él y Kash podrían robarme el protagonismo de este libro!
—Houston —llama Vea.
Pero, como en toda historia, la antagonista se hace presente.
—¿Sí? —Por fin desvía la mirada de Kash.
—Pareces un tomate —señala a modo de burla.
—Y tú una zanahoria —la acuso antes de que se le ocurra soltar el secreto (no tan secreto) de mi amigo—. En fin, ¿a qué le tienes miedo? —pregunto a Houston, volviendo al tema principal.
Houston me mira como dándome las gracias por haber intervenido antes de tiempo y yo me echo flores al saber que valió la pena venir a beber calorías si le pude salvar el pellejo. Bueno, exagero, pero ya me entienden.
—A mi ex.
—Cierto... Había olvidado lo de tu ex.
—¿Qué pasa con tu ex? —interroga Kash, que ha dejado de lado su malteada y ahora devora unas galletas con glaseado, las cuales aprovecha de comer Vea.
—Es que tendré que volver a verlo —dice con la aflicción evidenciándose en su voz.
—No tienes por qué, es decir, ¿no se supone que es un ex? —interviene Vea mostrando un raro interés en la situación. O quizá le está dando el peso que merece, al fin.
—Se supone. Fue él quien me cortó, pero en estos últimos días no ha dejado de intentar ponerse en contacto conmigo.
—Ah, no, papito, si te cortó que soporte —se exalta Vea y me da gracia verla tan indignada.
—¿Todavía sientes algo por él? —pregunta de pronto Kash, aunque con cierto cuidado en el tono de voz.
Houston la mira a los ojos y abre los labios. Se me sobrecoge el corazón al pensar que lo negará y dirá que quien le gusta actualmente es ella, que no puede entender por qué razón, pero que ella lo hace sentir así; sin embargo, se arrepiente y desvía la mirada a su pajita. La agarra y revuelve lo que le queda de malteada.
—No lo sé, estoy confundido. Mis compañeros de colegio quieren juntarse, él estará ahí y me da miedo que al momento de vernos mis sentimientos vuelvan.
—Dile que ya estás saliendo con alguien —propone Vea—. Kash puede ofrecerse como voluntaria, ¿verdad?
—Yo iré con Michi a Hazentown, ¿recuerdas?
Ah, claro, no les dije: al final Kash decidió ir conmigo y pasar la semana de Navidad y Año Nuevo con Vea.
—Uhm, cierto. Pero no te has negado —canturrea meneando las cejas.
—Houston es mi amigo, si necesita mi ayuda no me negaré a dársela —responde Kash y empiezo a creer que realmente lo ve de esa forma.
—Si algo aprendí, aunque no lo llevé a la práctica, es que debes poner límites y dejarlos establecidos desde ya —tomo la palabra—. Él se intenta acercar, bien, si no hay nada pendiente dile cuáles son tus límites y no dejes que lo traspase por ti, por él y por la convivencia con sus amigos. Si insiste, golpéalo.
Siento que he dicho algo que vale la pena a juzgar por el rostro de Kash y Houston. Con que así de sabia debe sentirse Anne cada vez que me aconseja, ¿eh?
—O dile que ya estás saliendo con alguien —insiste Vea.
—¿Eso realmente funciona? —pregunto.
—¿Te funcionó a ti? —inquiere de vuelta.
Miro de reojo a Nathan, que hace rato lleva mirando por la ventana. La calle parece más interesante que nuestras discusiones disfrazadas de charlas. No he olvidado que casi insinúo que estaba conociéndolo cuando me sentí presionada. Eso sí fue un desliz.
—No.
—Es que tú eres muy obvia y tu ex vive bajo tu mismo techo, literal —se justifica—. Con su supuesta nueva pareja no. Nada duele más que decirle a tu ex que ya lo superaste y eres feliz con otra persona. Propongo que Nathan saque las fotos.
—¡Que Nathan sea el novio! —manifiesta Kash con los ojos brillantes porque una de sus fantasías se cumpla— Claro que si él quiere...
—Paso —dice Nathan y Kash forma un puchero al ver sus sueños destruidos—. A Houston le gusta la idea de que seas tú —le explica y luego le lanza una mirada intensa a mi amigo.
—Mejor le hago caso a Michi —habla él con las mejillas ligeramente sonrojadas porque, pese a no estar prestando atención, Nathan se ha dado cuenta también del dilema por el que pasa Houston—. Seamos realistas, no me creerá lo de mi nuevo noviazgo y, es cierto, necesito enfrentar mi miedo y ponerle un límite.
Temprano por la mañana, Kash y yo (y los gatos) tomamos un bus a Hazentown. Ella se ha afanado el asiento de la ventana porque quiere ver por la ventana y, a medida que nos acercamos a la ciudad, se apega al cristal totalmente embobada por lo que enseña la carretera. Al llegar a la terminal de buses, me confiesa que se siente un poco nerviosa porque conocerá a mis padres, pero le digo que debe estar tranquila ya que ellos no han puesto pegas cuando les comenté si podía quedarse con nosotros.
Mis padres en todo este tiempo no han cambiado en absoluto. Mamá sigue igual de dramática, gritando mi nombre por lo alto buscándome entre la multitud, y mi padre sigue siendo su mayor soporte. Verlos en la distancia es tan extraño; han pasado meses de conexiones por internet y echo en falta un abrazo de ellos. Apenas tengo la oportunidad, me dirijo hacia ellos —con Pato en la mochila para mascotas— y los abrazo. Por más que intente no echarme a llorar, las lágrimas se me escapan por sí solas mientras mi madre y mi padre me dicen cosas al oído. Yo solo quiero permanecer fundida en la calidez del abrazo y no soltarlos nunca, pero recuerdo que no he venido sola.
Al dar un paso atrás, busco a Kash. Ella está a unos pasos de nosotros, admirando la escena con una sonrisa, pero con la mirada triste. Se me rompe el corazón al pensar en su familia y lo lejos que está de ella, así que la tomo del gancho para decirle que estoy con ella y la acerco a mis padres.
—Mamá, papá, ella es Kash, mi amiga que les comenté.
La tensión en su cuerpo se hace evidente. Su brazo se vuelve rígido y su sonrisa mucho más forzada.
—Hola, mamá y papá de Michi.
Me rio de solo pensar que Kash se atreve a hacer tantas cosas sin titubear, pero que la presente a mis padres parece ser su punto débil. Nunca la había visto tan nerviosa el instante que mi mamá le da un abrazo y mi papá la mano como saludo.
—Lamento tanto ser una molestia, pero...
Mamá chasquea la lengua y agita una mano.
—No eres ninguna molestia, será bueno tener a alguien más en la casa.
—Cualquier amiga de Michi es bienvenida —añade papá. Parece un discurso ensayado recientemente, aunque sé que lo dicen de verdad.
—Ajá, puedes preguntarle a Anne cuando la conozcas —digo yo, recordando las veces que Anne se ha quedado en casa.
—¿Anne? ¿Tu amiga de la que me hablaste?
—Sí, te encantará conocerla. Estoy segurísima que se llevarán bien.
—¿Tú crees?
—Sí, te lo juro por la garrita.
En lo que mamá se ocupa de saludar a Pato y conocer a Pocky caminando detrás de nosotros, papá nos guía hacia los estacionamientos donde aparcó el auto familiar.
—Deben estar hambrientas... En casa dejé preparada una lasaña de carne que sabe exquisita —dice frotándose las manos al saborear mentalmente la comida.
—Yo nunca he probado la lasaña —confiesa Kash.
—Vas a babear, las pastas que prepara papá son las mejores.
Él se echa a reír.
—Cómo se nota que nos has echado de menos, eh —dice y me abraza por la espalda.
De camino al departamento tratamos de poner al día a mis padres sobre el sistema de estudio en la universidad y la clase de transporte que conecta los campus, además de comentarles sobre los lugares más emblemáticos hasta cierto punto en el que Kash deja de darle peso a lo conocido para enfocarse en las calles de Hazentown. Mis padres y yo le enseñamos algunos puntos de referencias.
Lo primero que hago al llegar al piso es ir a mi cuarto y recostarme en mi cama. La habitación está tal cual la dejé, con mis viejos trofeos en las repisas, mis imágenes sobre constelaciones, mi bella colección de libros sobre ciencia espacial y Más allá de la Tierra, la ropa que descarté en el armario... Incluso al respirar puedo oler... un evidente olor a guardado, pero también a los años de mi juventud donde todo lo que me preocupaba eran los estudios.
Inconscientemente voy al ventanal y lo abro. Mi balcón, donde pasé horas mirando el cielo, sigue igual de asombroso. Me apoyo en la baranda para mirar la distancia de la calle, luego, por una cosa de costumbre, volteo hacia el ventanal vecino.
Me pregunto si Chase está en su habitación. Se supone que se vino unos días antes, pero no sé si seguirá viviendo al lado o...
—Wow... —exclama Kash desde mi espalda— Qué vista más asombrosa.
No digo nada, estoy tratando de que mi corazón se desacelere. Por un momento pensé que aparecería Chase, igual que en los viejos tiempos.
—Desde aquí me gustaba espiar a las personas.
De pronto, los arañazos en la espalda me recuerdan que Pato también debe sentirse nostálgico. Lo dejo salir, para sorpresa de Kash, y él no tarda en entrar a mi habitación para ir con papá y mamá.
—¿Pato no huye? —pregunta Kash con asombro.
—Nah, está acostumbrado a andar de balcón en balcón, es como uno más para todas las familias del edificio.
—Ojalá Pocky se desenvolviera así, pero por su discapacidad es mejor tenerla dentro.
—Sí, entremos para que la puedas sacar y se acostumbre al piso.
Eso la entusiasma y se mete a mi cuarto. Yo, antes de entrar, miro hacia el ventanal vecino con la esperanza de que Chase todavía aparezca, pero pronto caigo en cuenta de lo que estoy haciendo. Soy una idiota que no aprende a soltar, así que enojada me meto sin más.
Pocky es igual que Kash, no tarda en ganarse el cariño de todos y acostumbrarse a ir por el piso como si viviera desde hace años. A papá le encanta su pelaje y a mamá le da ternura que vaya tras Pato, alegando que le hubiera gustado tener nietos gatunos.
Durante la cena mis padres me ponen al tanto de la situación familiar entre mi prima Margo y su esposo, luego hablan sobre trabajo y nosotras sobre nuestras amistades en la universidad.
—El hijo de Margareth llegó hace dos noches —comenta mamá en modo confidente pese a que es imposible que Chase o incluso el conserje George la pueda escuchar—. Me lo topé abriendo la puerta y me saludó como si nada hubiera pasado.
Quiero blanquear los ojos, pero delante de mamá eso significa mandarme de una patada de vuelta a Atkins.
—Ay, mamá... —balbuceo—. Déjalo ya.
—Espero que no te lo hayas encontrado en la universidad, Michi, mira que suficientes disgustos te hizo pasar tu ex.
—¿Chase? —pregunta Kash, confundida.
—¿Lo conoces? —pregunta mamá, prestándole más atención a ella que a la lasaña.
—Sí, estamos todos en un grupo de chat.
Ay, no...
—Eh... —Kash se da cuenta de que ha hablado demasiado cuando yo me pongo una mano en la frente que suena igual que una cachetada—. Cr-creo que me confundí. Yo me refería a Shane... Sí, Shane.
Pero es tarde para arreglarlo; mamá me está mirando con esos ojos acusadores que me llevan a esconderme debajo de la mesa... mentalmente, porque en realidad me quedo quieta con una sonrisa de «la he cagado» que mi santa madre reconoce al instante.
—Ay, lo siento, Michi —dice Kash, contrariada por haberme delatado.
—Michelle Geraldine, ¿sigues en contacto con él?
Que mi mamá diga mis dos nombres significa que esto es serio.
—¿No se los conté? —finjo demencia. En realidad, a mis padres les omití todas las cosas que ocurrían con Chase y, en caso de escaparse alguna, no le di la suficiente importancia para no llegar a este momento.
—¿El qué?
—Pues... Él y yo somos amigos.
—¿Amigos? —pregunta papá.
—Buenos amigos —corrijo sintiendo que las mejillas me van a estallar por lo tensas y rojas que están.
—Michi, ese chico te hizo llorar como no lo hizo nadie nunca, ni siquiera yo regañándote, ¿y me dices que eres amiga de él?
La pregunta es un puñal al corazón. ¿Por qué cuando lo dice de esa forma me hace sentir idiota?
—Tú sigues hablando con su madre —defiende papá, que en discusiones suele ser bastante imparcial.
—Mi problema es con el hijo, no con ella —se defiende mamá—. Ese chiquillo de sonrisa encantadora fue capaz de hacer llorar a Michi una vez y puede hacerlo por segunda vez.
Ah, sí, porque mi madre no sabe que en realidad Chase fue quien me rechazó de niña.
—Mamá, ese asunto ya es pasado —farfullo, poniéndome a la defensiva—. Pasado pisado, ¿entiendes?
—¿Acabaron mal? —pregunta Kash con sus ojos rasgados muy abiertos.
—Nunca terminamos oficialmente —soy sincera, pero vuelvo a dirigirme hacia mi mamá—. El punto es que tenía razones de peso para hacerlo, y admitió que no fue la mejor forma de decírmelo.
—Ni el momento.
—Cometió errores y lo entiendo, pero si yo lo supe comprender y acepté sus disculpas, no entiendo por qué razón no lo harías tú.
—Es que estás enamorada y cuando uno está enamorado perdona todo —replica.
—Cierto. En esto tengo que apoyar a tu madre —me dice Kash y yo, toda ofendida, abro mi boca a más no poder—. Pero, si me permiten dar mi opinión aunque sé que es irrelevante, lo que he visto de él, me hace pensar que es un buen chico. Cuando Pato se perdió él ayudó a encontrarlo y, para su cumpleaños —me señala con la mano—, a mi amiga y a mí nos habló maravillas de ella. Fue muy honesto y lindo.
Y te regaló el libro que no podías comprar.
Cierto.
Para disminuir la repentina tensión en la mesa, y porque no quiero que la lasaña de papá se convierta en diarrea nerviosa, suspiro y me torno seria. Quiero ser honesta con mis padres.
—Yo sé que se preocupan por mí y que relacionarme con Chase es extraño a estas alturas, pero creo que ya estoy grande para saber qué es lo que me conviene. Ya no soy una niña.
Lo último parece calmar los ánimos de mamá.
—Al final harás lo que quieras —dice—, solo te pido que seas precavida.
—Lo soy —le aseguro para su tranquilidad.
Si llegara a enterarse que «olvidaste» usar condón...
Shh... Eso es otro tema.
Terminamos de comer y ayudamos a recoger la mesa y lavar los trastes. Como estamos demasiado cansadas, Kash y yo nos vamos a mi cuarto para armar el sofá cama donde Kash dormirá.
—Chase necesitará de un milagro para que tu madre lo quiera —comenta mientras colocamos las sábanas.
—Con mamá lo tiene simple, con Anne no tanto... —digo pensando en lo peor.
—¿Es extraño ser amigo de tu ex?
—La mayoría de las parejas al terminar se llevan mal. Bueno, no sé de estadísticas sobre el tema, pero supongo. Chase y yo terminamos mal, pero fue por algo anexo a nuestra relación.
—Ya veo...
—Estás planeando dibujarnos, ¿cierto?
Alza las cejas en sorpresa.
—¿Cómo lo sabes?
—Lo presiento —murmuro entrecerrando los ojos.
—Bien, lo admito, sí pensé en incluirlos como personajes secundarios en mi novela gráfica.
—Voy a cobrarte los derechos de autor. Ahora sí que lo haré.
Me lanza un almohadón como venganza.
—No tendrás pruebas —dice—, todo lo que hablamos es anecdótico.
—Qué astuta.
Nos reímos cuando Pocky y Pato sabotean nuestra labor al subirse al sofá y ponerse a jugar. Tras unos minutos de lucha, ganamos la batalla y nos echamos encima de nuestras respectivas camas, agotadas.
—¿Cómo lo estará pasando Houston con su ex? —pregunta Kash de pronto.
La miro de reojo; tiene la mirada puesta en el techo y el brillo de la bombilla se le refleja en los ojos dándole un aspecto nostálgico, como si quisiera llorar.
—Si es inteligente, pasará de él.
—Se veía afectado por eso. Lo entiendo, enfrentar a una persona con la que ya no te llevas es cuestión de valientes. Ojalá estuviéramos con él como ustedes estuvieron conmigo.
—Conozco a Houston, es un chico fuerte que no se dejará achacar fácilmente. Allá tiene a todos sus amigos, a su familia, no está solo. Y, en el hipotético caso de que acabe mal, estaremos con él apoyándolo.
—Sí... —susurra y sonríe—. Siempre.
—¿Todavía fantaseas con él y Nathan?
—Ya no tanto. Sí es extraño usarlos para inspirarme de ellos para mis dibujos, ya parezco una pervertida acosadora.
—Un poco —admito—, pero lo entiendo.
—Aparte de eso, yo... —Se queda en silencio y luego niega con la cabeza—. No importa.
—Puedes decírmelo —insisto. No lo haría si no fuera porque me cosquillea el estómago tan solo al pensar que Kash podría sentir algo por mi amigo—, prometo guardar el secreto.
—Es que ya no los shippeo tanto.
—¿No? ¿Por qué?
Se encoge de hombros.
Parece que la respuesta verdadera se la guarda para ella misma. De lo que no tengo dudas es que he tocado una fibra sensible que ha calado en su psique, pues se queda pensando el resto de la noche mientras yo empiezo a leer el libro que Chase me regaló. No tardamos en conciliar el sueño.
Al día siguiente lo primero que hago al despertar es salir al balcón a estirar la espalda.
No mientas.
Bueno, no mentiré. En realidad, salgo con la intención de encontrarme con Chase por esas casualidades de la vida. Desde que se despidió de mí en la universidad diciendo no he recibido ni un miserable mensaje de él, y todo el mundo sabe que soy demasiado orgullosa para ser yo la que tome la iniciativa.
El problema es que han pasado más de doce horas desde que llegamos y él ni siquiera ha asomado un pelo. ¡Ni siquiera he visto o he escuchado ruido desde su balcón! ¿Dónde está? ¿Salió? ¿Está enfermo? ¿Está preparando un plan para salirse con la suya sobre lo de Bonnie? Es que no es justo dejarme con esa incertidumbre.
Si lo está haciendo a propósito juro que no le hablaré por el resto de mis días.
No creo que dure tanto, pero lo intentaré.
Sola en el balcón, con Kash durmiendo rodeaba por Pocky y Pato, pienso en lo patética que debo verme anhelando el encuentro con Chase y decido volver a dentro. Pero, antes de correr el ventanal para meterme, recuerdo todas las veces que Chase me escribió en el cristal. Nunca borré nada, no me atreví. Tampoco me tomé la molestia de leerlos.
Al acercarme a ellos ahora solo encuentro algunas marcas que el polvo no ha borrado.
Ni siquiera puedo leer echando el vaho.
Lo que sea que Chase escribió en el cristal, ahora son palabras perdidas en el tiempo.
—¿No se suponía que los habías limpiado, mentirosa?
Mierda.
Es que deberían darme el premio por hacer el ridículo.
Quiero golpearme la cabeza con el cristal tan fuerte hasta perder la memoria. Pero no puedo, es tarde y debo enfrentar la realidad, o sea, que Chase me haya pillado en mi estado más anhelante y delirante por sus estúpidos mensajes. Así que, con lo que me queda de dignidad y orgullo, volteo hacia el balcón vecino. Mi cuello está tan rígido que parezco una máquina a la que no le han echado aceite en años.
Ya veo venir su palabrería arrogante y su estúpida sonrisa. Y no me equivoco, ahí, estampada en el rostro, su condenada sonrisa de suficiencia.
—Los limpié. ¿Acaso los ves? —señalo el cristal polvoriento.
—No.
Sonrío, victoriosa.
—Lo que veo es a una persona desesperada intentando leer mensajes que el polvo ya ha borrado.
No quiero sonrojarme, pero mi sistema simpático me odia.
—Desesperada es decir mucho. Y no, solo veo los rastros que quedan de los que borré y...
Me muerdo la lengua y maldigo entre dientes. Esto me pasa por mentirosa. Lo peor de todo es que mi excusa es pésima.
—¿Quieres que le eche un vistazo a tu pobre lengua? Se te traba mucho —continúa fastidiándome, como si no tuviera suficiente con el mordisco que me he dado.
—Vete al diablo —farfullo dispuesta a correr la ventana de una vez por todas, pero Chase se adelanta a mis movimientos y da un salto hacia mi balcón. Mis nervios se disparan al tenerlo tan cerca y acorralado entre el semimuro y yo—. ¿Qué tramas?
Mi pregunta se ahoga junto a todos mis pensamientos pendencieros cuando me abraza sin ninguna excusa aparente.
—Bienvenida a casa, Michi —susurra contra mi cabello.
Su aliento me ha calentado la cabeza. Al menos, lo suficiente para que consiga perder el juicio y que todo mi cuerpo se caldee.
—Ya no importa lo que dijeran esos mensajes en el cristal, los realmente importantes serán todos los nuevos que escriba a partir de ahora —dice y lleva un dedo a la ventana para comenzar a escribir.
Todavía apegada a él, trato de leer lo que su dedo va dejando rastro.
Primero escribe una T.
Luego una E.
Las siguientes letras no me dejan ver hasta que termina.
Tengo hambre
—Bobo.
Me separo de él antes de ponerme de mal humor.
—¿Esperabas algo más romántico? —pregunta en el tono sugerente que me pone los pelos de punta.
—Algo más interesante.
—Lo siento, escribir una teoría científica cuesta demasiado.
Voy a regañarlo, pero el grito histérico de Kash me paraliza.
—¡Ladrones! —chilla con Pocky sostenida en un brazo y señalándonos.
La pobre acaba de despertar y nos ha encontrado de pie fuera de la ventana.
Qué lindo inicio de día...
—Kash, Kash —la llamo antes de que mis padres entren al cuarto—. Soy yo. Ah, y Chase.
Él le hace una seña desde afuera.
—Oh, cierto, son vecinos.
Deja a Pocky libre y se lleva una mano al pecho para respirar con calma justo el instante en que mamá entra al cuarto con un rodillo en alto. Al darse cuenta de lo que pasa, baja las defensas y niega con la cabeza. Kash le sonríe con culpa, pero se pone firme cuando mamá atraviesa el cuarto, tira de mí al interior y cierra la ventana, dejando a Chase solo en el balcón.
—¡Mamá!
—Nada de «mamá», Michi. Quizá tú lo has perdonado, pero yo sigo enfadada con él.
Resoplo hasta quedarme sin aire y me siento sobre la cama. Mamá sale de la habitación diciéndonos que vayamos a desayunar.
—Lo siento, Michi —murmura Kash.
—No te preocupes —le digo, aprovechando de acariciar a Pato que también ha despertado.
Los golpes en el cristal indican que Chase sigue afuera. Nos pone una carita triste y luego se marcha a su balcón.
—En fin... —vuelvo a suspirar— ¿Te gustaría conocer a Anne?
Kash asiente y vamos juntas a desayunar. A mis padres no les gusta que revise el celular mientras estoy comiendo en la mesa, por lo que tengo que esperar a terminar para escribirle a Anne. Ella, tan caprichosa como siempre, me reclama por no haberle avisado ayer que estaba en casa, pero dice que vendrá a buscarnos para dar un paseo.
Pasada una hora en la que Kash y yo dedicamos a arreglarnos, Anne me mensajea diciendo que está esperándome afuera, irónicamente en el mismo sitio donde Mika aparcaba a la espera de Chase.
—Con que tú eres la chica que me está reemplazando... —dice en cuanto salimos del edificio. Nos está esperando apoyada en su auto nuevo; un auto de segunda mano que brilla más que mi futuro—. Al menos tienes buen estilo.
—Anne, eres boba —la regaño.
—Solo bromeo, todos saben que soy irremplazable.
—Qué vergüenza. Kash, no le prestes atención, Anne está loca.
—Vaya, vaya, Michi usando una enfermedad mental como insulto. La universidad sí que te ha cambiado.
Lejos de poder regañarla por actuar con antipatía y celos, no me aguanto más y me lanzo sobre ella para abrazarla. Huele y luce tan bien como en el colegio, pero ahora que sus contrariedades y problemas sobre el futuro se han marchado y está trabajando en lo que siempre quiso, luce mucho más radiante.
Las dos chillamos de emoción hasta soltarnos.
Anne se seca unas lágrimas rebeldes y saluda a Kash con un beso en la mejilla.
—Eres la chica más hermosa que he visto en mi vida —le dice Kash al verla mejor. Sus ojos son tan brillantes como los de una caricatura.
Anne se sorprende y me mira como buscando en mí una respuesta a la declaración de Kash. Yo la miro como diciendo: «sí, así es Kash, muy sincera».
—Ya me agradas —responde Anne con un dejo de escepticismo.
—Lo digo en serio. ¿Podría usar tu apariencia como referencia para un personaje de mi novela?
—Solo si te animas a posar para mi marca de ropa.
Esa propuesta no esperaba que la dijera tan rápido.
—Hecho —responde Kash sin pensarlo.
Anne alza las cejas en sorpresa y coloca ambas manos en sus caderas.
—Qué fácil fue.
Nos subimos al auto y antes de que Anne lo ponga en marcha nos hacemos la pregunta del millón.
—¿A dónde vamos?
Pero no hay respuesta porque la puerta trasera se abre de pronto. Kash grita del susto, pero consigue calmarse al ver que se trata de Chase.
—¿¡Qué diablos!? —suelto sin pensar.
—Necesito su ayuda —dice en un evidente tono de preocupación.
__________________________
Michi y Chase están en Hazentown y eso significa que muchas cosas van a pasar *guiño, guiño* Nos les diré cuales, peeero sí les diré que en el próximo capítulo habrá cameos.
Adivinen de quién... o quiénes jijij
Cómo le irá a Houston con su ex?
Será que Kash está sintiendo cosas por él? :O
Por qué ese título?!1!
Qué está tramando Chase?
Lo sabremos el próximo viernes :3
Gracias a las personitas que se preocuparon por mí y me aconsejaron cosas para tomar. La verdad es que sigo enferma, pero me siento mucho mejor :)
Les quiero contar que ya tengo la idea para la portada de OTR~ Ojalá les guste :D
La pregunta random de hoy es: si los obligaran a vivir en un libro, ¿de qué género sería?
Los jamoneo mushiiiiu y no olviden bañarme :D
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