Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 16 🦊 ¡Todo terminó, señores! No hay escapatoria

#ViernesDeRTR



Capítulo dedicado a Ominonna porque sus comentarios me han hecho muuuuy feliz y son una gran motivación para continuar con la historia <3




Anne debe estar bromeando.

—¿Un empujón? —pregunto y ella asiente, animada— ¡Acabas de sentenciar mi muerrrrte, Anne Collins!

—No exageres tanto, lo único que hice fue apresurar un poco las cosas. Si quieres besarlo, y él te quiere besar a mí, no hay nada ni nadie que los detenga ahora. Y tú acabas de decir que lo quieres besar, ya tienes la excusa perfecta.

Y lo dice tan campante, como si me estuviera contando lo que puso en la lista de compras. Todavía no puedo procesar que acaba de delatarme... Es inconcebible. ¡De mala persona!

—Te odio —digo desde mi más profundo resentimiento.

—Me amas —contradice ella, sacando su lado más soberbio. Sabe que mis palabras son vacías en realidad.

—Sí, y también te odio.

—Escucha, Michi, ya se acaba el año, si te avergüenza lo que pase con Chase, pues piensa que dejarás de verlo cuando nos graduemos.

—¡Estás borracha!

—¡Tú igual!

—Noooo, ya no —me pongo en un pie para demostrarlo—. ¿Ves? Esa llamada me ha quitado todo. Y es oficial: ya no somos amigas.

—Veremos cuánto aguantas sin mí.

—¡Y tú sin mí!

Pongo mi dedo índice en alto para hacer una lista con los motivos por los que Anne no podría vivir sin mí, pero me detiene.

—Shhh, calla, está sonando mi celular.

Antes de responder se acomoda el cabello y se aclara la garganta, como si eso ayudara a que sus palabras no salgan arrastradas. Se tarda tanto que me pone nerviosa.

¿Y si es Chase?

—¿Aló? Sí, sí... —pausa dramática— El karaoke en la calle Ellroy, el de la esquina. Sí. Uhm... La verdad es que no.

—¿Quién es? —me acerco para escuchar, pero Anne se hace a un lado.

—La sala seis... No, siete.

Cuelga y toma aire.

—¿Quién era? —insisto.

—Chase, viene a por ti.

—¡Ay, no!

Me pongo de pie y miro hacia todos lados sin saber qué hacer. Quizá debería salir huyendo antes de que llegue. Esconderme en el baño es una buena solución. O tal vez debería empezar a ordenar un poco. No, no, mejor planear una buena excusa para decirle. ¡Eso! Puedo decirle que Anne y yo apostamos, perdí y me pidió que dijera todas esas barbaridades.

Simple.

Te pondrás nerviosa y terminarás delatándote.

No, voy a hacerlo bien. Es cuestión de estudiar las palabras que usaré, como en las exposiciones.

Alguien golpea la puerta.

—¿Tan rápido llegó?

Anne se arrastra por encima de la mesa, carcajeándose.

—Es Jared.

—Ja. Oficialmente eres parte de mi lista de traiciones. Estás justo debajo de Pato.

Vuelve a reírse en lo que abre la puerta.

J.J. aparece del otro lado de la puerta con una mueca de confusión. Alterna la mirada entre Anne y yo, luego mira el desastre que tenemos en la sala.

—¿Pueden explicarme cómo dos personas causaron esto? —dice más arrugado que antes.

—Imagina lo que pueden hacer tres —ataja Anne y lo tira por la ropa hacia el interior de la sala.

Resulta que J.J. es un aguafiestas y nos pide que terminemos con la fiesta antes de que tengamos problemas, pero Anne logra convencerlo para que cante al menos una canción. Como es de esperarse, J.J. es todo un cantante y se las ingenia para sonar bien. Anne y yo no podemos decir lo mismo cuando decimos cantar una última canción.

Luego me van a dejar a mi departamento. Los dos se aseguran de que llegue a mi piso.

—Estoy bien, estoy bien —les digo frente a mi puerta cuando intento meter la llave por cuarta vez en la cerradura—. Es que estas llaves se agrandan un poco más con el tiempo. Son de muy mala calidad. Por eso. Y no entran por eso. Ah, y también porque la cerradura se encoge. Por eso.

—Deja que lo haga yo —se ofrece J.J., alargando sus manos en mi dirección.

—¿Estás dudando de mi autosuficiencia?

—No, pero sí de tu movilidad.

—¿¡Qué!? Para que sepas, puedo hacer esto y muchas cosas más. Mira, no estoy borracha —me vuelvo a poner en un pie—. Puedo equilibrarme, ¿ves? Así que me parece una falta de respeto que dudes de mis capacidades.

—Oye —llama Anne. Sus toques en mi espalda me hacen perder el equilibrio—, no armes un escándalo, recuerda que Chase vive al lado.

Basta con que mencione al diablo para volver a mis cabales.

—Además, tus padres deben estar por llegar.

Y eso sirve para que despierte del todo.

—Lo había olvidado. —Meto la llave en la puerta y abro—. Será mejor que entre rápido y me haga la dormida.

—Pero antes podrías darte una ducha —propone J.J., a lo que respondo con una mirada austera—. Lo digo para que despiertes.

—Bueno. Gracias por traerme. Los quierrroo muchoooo —los abrazo a ambos por el cuello—. No se olviden de mí cuando se reconcilien y luego se casen, ¿sí?

—Entra ya —me apresura Anne y de un empujón me mete al departamento.

Les hago una última seña y cierro.

Lo primero que hago, es correr a mi habitación y cerrar la ventana con seguro. Pato se espanta al verme tan apresurada, pero no hay tiempo para consolarlo. Si mis padres se enteran de que salí de casa en pleno castigo, me mandarán a otro planeta de ser necesario.

Tomo una ducha con agua fría que me despierta del todo y luego me cepillo los dientes, para que el aliento a cerveza de fresa no me delate.

Decido repasar un poco para el examen del próximo martes, pero mi cabeza empieza a elucubrar en mi contra. Me lleno de cuestionamientos, de posibles encuentros, repito una y otra vez mi momento de pena, formulo alguna excusa para decirle a Chase en caso de que, no sé cómo, abra la ventana. Planeo una forma de escape en caso de que me lo tope en el ascensor.

Luego pienso en que no es nada de otro mundo querer besar a alguien, es decir, es algo que todo el mundo hace, ¿verdad?

Bueno, la cosa cambia cuando esa persona en el ser que dices detestar desde toda la vida.

Maldita sea...

Esto es un Chase - 1 y Michi - 0.

¿Cómo se supone que viviré ahora?

Mi orgullo. Mi lindo orgullo ha sido atacado y no lo voy a permitir. ¡Primero muerta que admitir la verdad!

Lo mejor es evitarlo hasta que nos graduemos.

—¿Michi?

Esa es mi madre. Golpea la puerta de mi cuarto y abre sin esperar mi permiso o darme tiempo para mentalizarme.

—Hola, mami.

Tiene esa cara de desaprobación y desconfianza con la que no ha dejado de mirarme desde que volví del cumpleaños de Chase. Puedo aguantar cualquier cosa, menos esto. Tengo el presentimiento de que me dirá: «resulta que casualmente pasamos de casa de Margo a un karaoke y te vimos salir a tropezones del lugar».

Por favor, que al menos esta vez la suerte esté a mi favor.

—¿Qué estás haciendo?

—Estudio para una prueba —respondo, intentando no abrir la boca demasiado.

No dice nada. Tampoco cambia de expresión. Lo que noto es que sus fosas nasales se mueven, como si tratara de olerme.

—¿No saliste a ningún sitio a escondidas?

Una gota gorda me recorre la espalda.

Tengo que mentir.

Va a descubrirte. ¡Siempre te descubre!

Trago saliva, pero mi garganta emite un sonido extraño. Toso para disimular mi nerviosismo y sonrío.

—Nope, a ningún sitio. Anne vino a verme un momento para decirme que volvió con su exnovio. Bueno, novio ahora. Pero ni siquiera pasaron, fue cuestión de minutos y ya.

Ensancho la sonrisa y me quedo quieta, con todos los músculos de mi cara tensos.

—Porque si saliste, olvídate de ir a la fiesta de graduación. ¿Escuchaste?

¿Premio o castigo?

—Fuerte y claro, mami.

Ese «mami» parece que ya no le gusta demasiado.

Cierra la puerta y me derrito sobre la silla. Pero vuelve a abrirla y me tengo que enderezar a una rapidez alucinante.

—Tu prima te manda muchos saludos —dice.

—A-ah... Qué linda ella —vuelvo a toser—. Gracias.

Una última mirada de advertencia y cierra.

—De la que me he librado... —le susurro a Pato y coloco una mano en mi pecho para que el corazón no se me vaya a salir del tórax.

Un problema menos; falta el otro.

Usar el traje de Tonino Pizza con el sol por todo lo alto del cielo es una pesadilla. Tengo puesta una playera y unos pantalones cortos, algo fresco para pasar la tarde; y también me he mojado todo el cabello con agua fría. Pero, aun así, estoy sudando como en una maratón.

Es lo que me toca.

En realidad, hoy no trabajaba, pero me tomé el día para compensar los días siguientes, dado a que ya estamos por los exámenes finales en Jackson. Además, hoy llegué tarde.

Verán, mi único problemita es que mi plan de escape se ve truncado con facilidad. Estar en este traje es como ser una superestrella, soy tan llamativa como una estrella fugaz, por eso a Chase no se le dificulta dar conmigo.

Por la mañana, saliendo de saca, me lo tope en la puerta. Me espanté tanto que salí huyendo por las escaleras hasta el segundo piso. Me oculté un buen rato ahí. Bueeeno, un poco mucho. Por eso llegué tarde al trabajo.

No pude darle una excusa buena al gerente, así que me mandó de patitas a la calle y con el traje en la mano.

—¿Qué haces aquí? ¿No tienes otras cosas que hacer? No sé, ¿tomarte fotos para lencería o algo?

—Eso era una broma, buscaba hacerte reír. Y lo conseguí.

Enrojezco y mi cuerpo lo invade el calor, por suerte estoy dentro del traje, porque de lo contrario me delataría yo solita. ¿Es que tiene que ser así? Una tratando de evitarlo y odiarlo, y él diciendo esas cosas lindas. No puedo, Martha.

Chase hace una seña de paz a modo de saludo. Ahora que estamos de frente me doy cuenta de que viste un estilo muy relajado: pantalones cargo de color, una camiseta larga y ancha con estampado, y un bucket que lo protege del sol. Se ve demasiado bien como para que nos encontremos cuando yo estoy vestida de una tonta pizza.

—Hola, Michi —su voz es tranquila, profunda. Es una flecha que me llega justo al corazón.

Mis nervios se disparan, las cosquillas en mi estómago.

—Si estás aquí por lo de la llamada tengo que decirte que fue una apuesta Anne y yo estábamos jugando y me pidió que te dijera algo vergonzoso Ella tuvo que llamar a su ex y yo tuve que decirte lo del beso.

He hablado tan rápido que ni siquiera sé lo que he dicho con exactitud. Termino agitada y mucho más nerviosa que antes, porque Chase se dedica a mirarme en silencio, serio y con las manos en los bolsillos.

—Entiendo —asiente, lento. Es asombroso, Chase es bueno en todo, incluso escuchando la verborrea que he soltado—. ¿Y el discursito de antes?

¿Desde dónde escucho?

Anne, te odio.

—Para darle más drama —me excuso al instante—. Tenía que ser creíble.

Si hay algo que amo de estar nerviosa, es que a veces suelto lo primero que se me viene a la cabeza y la improvisación se me da de maravilla, como con mamá anoche.

—Ya veo.

Eso es lo único que dice. Pero está de pie, sin moverse, mirándome como si tratara de escudriñar en mis pensamientos. Mirándome a través de las aceitunas. Esto es torturador. ¡Es casi cruel! ¿Por qué está callado?

—¿No dirás nada más? —cuestiono con cierta timidez. Tal vez está tan enojado que no quiere hablarme para no mandarme al carajo. O tal vez esta es su forma de sacarme la verdad.

La maldita verdad que me niego a reconocer.

—¿Hay algo que quieres que diga?

Astuto.

—No, pero usualmente bromearías con lo que pasó; te burlarías o harías un comentario arrogante.

Se inclina hacia mí y saca un volante.

—No voy a presionarte —dice y se marcha.

Eso me deja pensando.

¿Presionarme? ¿Qué quiere decir con eso?

Bueno, ya sé a lo que se refiere.

Los días siguientes Chase ni siquiera me miró. Es como si yo no existiera. Es como en los viejos tiempos. Y lo siento extraño. Quiero pensar, tal vez, que mi mentira fue demasiado y que he roto una ilusión al decirle que era una apuesta. Si de verdad le gusto, entonces jamás debí poner la palabra «beso» y «apuesta» en una oración, porque es un acto cruel. No obstante, es Chase, ¿de verdad se tragó con patatas mi mentira?

Tal vez me ha ignorado porque prefiere disipar los rumores de su cumpleaños. Pero de ser así, no tiene sentido, pues, en primer lugar, desde que advirtió al tal Zachary no me han molestado y, en segundo, no pasaría de mí cada vez que coincidimos en el balcón. Es verme y huir. Empiezo a creer que mis granos lo asustan o algo, porque no es normal que salude con un ademán y se encierre en su cuarto.

El martes, al volver de clases, se me ocurrió meter en su cuarto a Pato como infiltrado. Lo dejé en su balcón y él se metió en el cuarto de Chase. Me metí a mi habitación corriendo para que no me descubriera y me puse en el hueco de la cortina a espiar hacia el balcón vecino. Chase salió con Pato en brazos, lo dejó en el semimuro que divide nuestro balcón y ya. O seeeea, nada de aparecer en mi balcón o golpear.

Y hoy, jueves, nos encontramos en el ascensor. Me sentí una idiota cuando lo vi, porque apreté la correa de mi bolso con fuerza y le sonreí con más ánimos de los necesarios. Ponme unas orejas y una cola y me veía como un perrito al ver a su dueño. Cuestión que me saludó, normal, y me dijo que tenía una mancha de pasta dental en la mejilla. Luego salió a encontrarse con sus amigos. Y ya. Nada más.

—Es que no me parece normal. No puedes ir por la vida, desesperarme, darme los mejores momentos de mi vida y luego mostrarte indiferente. Eso es cruel.

—Tienes razón.

—Pero... no sé qué más hacer. Cuando dijo «no presionar», no esperaba que se tratara de eso. Es decir, él y yo podemos ser amigos, ¿no?

Houston se acomoda en su escritorio. He tenido que hablarle a él, en vista de que sigo resentida con Anne. Además, sé muy lo que ella me diría si le digo lo que siento.

—El problema es que él, además de ser tu amigo, quiere ser algo más para ti. La fórmula es simple. ¿Por qué no le dices la verdad y ya?

—Porque es contradictorio... y absurdo. Imagina querer besar a la persona que te rompió el corazón antes.

—Pero ya está arrepentido y quiere arreglar las cosas. Lo intentó. Y ahora te está dando tu espacio para que puedas reflexionar.

—O sea que no está molesto.

—Nop, apuesto a que, si vas con él en este preciso instante y le dices la verdad, se pondrá muy feliz.

—¿Y si no? ¿Y si dice que en realidad todo fue una apuesta? ¿Y si me guarda resentimiento? Houston, mira mis ojeras, no puedo dormir pensando en que le mentí.

—No lo sabrás si te quedas cuestionándote todo el tiempo. Todavía recuerdo cuando me di cuenta de mi orientación sexual. ¿Recuerdas cuándo fue?

—Sí, en una fiesta. La misma donde conocí a Chase.

—Me sentí tan nervioso porque no quería besarme con ninguna chica, quería que me tocara con un chico, y sentía que eso era tan extraño... Me daba miedo pensar que salía de la normativa de los demás, que no formaría parte de esas familias idílicas que las revistas, y que estaba dejando de lado las creencias de mi familia. Y me cuestioné demasiado. Lo negué demasiado. No quería fallarle a mi familia.

Recuerdo bien aquella época, los dos estábamos pasándola mal.

—Entonces conocí a mi novio y pude entenderme. Con su ayuda y la de mis amigos aprendí que esto no se trata de «bueno» o «malo», lo que está bien o mal, sino que se trata de vivir la vida con amor propio y amor hacia los demás. Aprender a conocernos y no despreciar ni negar lo que sentimos.

—¿Por qué siento que me estás lanzando una indirecta?

—Porque eso es lo que hago, Michi. Si quieres admitir que te gusta el chico, ve y hazlo. No dejes que la duda te consuma. Admitir que sientes cosas por él...

—No siento cosas por él...

Su mirada inquisidora hace que me silencie al instante.

—Bueno, tal vez un poquito.

—Admitirlo no es el fin del mundo. Puedes ir y descubrirlo, así como hice yo.

—Pero comparar lo que te pasó a ti con lo mío...

—Ya sabes a qué me refiero —zanja—. Michi, que te guste alguien no es el fin del mundo.

Eso me recuerda a lo que me dijo Chase.

Todo me recuerda a él, cielosssss.

Al terminar la videollamada, siento que algo va a pasar. Es ese tipo de sensación que se te aloja en el pecho y va creciendo cada vez más cuando recaes en ella.

Me dirijo a su balcón. Afuera la puesta de sol luce hermosa y ha teñido el edificio de un cálido color naranja. Una suave brisa es acompañada de algunas hojas sueltas de cerezo.

Busco a Chase entre la cortina. Está en su escritorio, con los cascos puestos.

—Chase... —le llamo.

No responde, parece demasiado concentrado en su computadora.

—¡Chase! —hago un segundo intento.

Nada.

Golpeo el cristal. Recién entonces Chase se percata de que llevo toda una eternidad llamándolo. Se quita los audífonos y levanta su trasero de la silla.

Al verlo caminar hacia mí comienzo a ser víctima del arrepentimiento. Los nervios se vuelven mi peor enemigo cuando hace el amago de abrir el ventanal, pero yo se lo impido. El estruendo que provoca el forcejeo lo deja algo confundido, pero desiste y relaja los hombros al quedarse de pie, mirándome con confusión y a la espera de mis explicaciones.

Es la hora.

Es ahora o nunca.

Es momento de armarse de valor.

Respiro profundo y exhalo el aire en el cristal, empañándolo. Con mi dedo índice hago escribo las palabras que no me atrevo a decirle a la cara, pero que siento desde lo más profundo de mi corazón. Palabras que necesito decirle porque ya no puedo soportar este sentimiento.

Me gustas.

Coloco el punto y lo miro con los ojos brillantes y mi pecho comprimido. Mientras Chase lee lo que escribí, me doy cuenta de que estoy temblando. Son dos palabras, algo corto, pero vaya que me ha costado admitirlas.

Al terminar de leer, se acerca al cristal y escribe:

Y tú a mí :)

Me muerdo los labios para reprimir la sonrisa, pero es imposible contener la felicidad que este corto momento me está dando. Lo siento como un paso gigantesco, un momento único y especial. Un instante que me deja una duda.

—¿Y ahora qué? —le pregunto.

De pronto, Chase abre el ventanal. Verlo frente a mí, sin que nada nos separe, me pone el corazón a mil. Su figura es imponente. Quiero retroceder, huir, esconderme en mi habitación; pero también sé que debo seguir enfrentando mis temores y darle la cara de una buena vez.

A él y a lo que siento.

Y resulta fácil si lo miro a los ojos y él me mira, intenso, transparente, determinado. En una cámara lenta lo veo inclinarse sobre mí al mismo tiempo en que toma mi cara con ambas manos y sus ojos se cierran. Su acercamiento disminuye hasta desaparecer por completo. Con suavidad deposita un beso sobre mis labios. Es corto, tierno, igual que la caricia de la brisa veraniega.

Una vez se aleja para ver mi reacción, sostengo su mano, me pongo de puntillas y lo beso de vuelta, cerrando mis ojos con fuerza. Puedo sentir cómo sus músculos se tensan, pero luego logra reaccionar. Su respiración choca contra mi arco de cupido, pero sus labios lo humedecen con delicadeza. Lo hace lento y suave, se toma su tiempo. Y yo agradezco que me lleve por un beso diferente a como creí que sería, porque es mucho más adictivo. Sabe a dulce. Malvaviscos. Eso lo hace mucho más delicioso. Baja sus manos y me rodea con sus brazos, apegándome más hacia él y yo busco la mejor posición para dejar mis brazos. Es alto y de hombros anchos, perfectos para apoyar mis manos. Esto se siente perfecto.

En busca de aliento, reposa su labio sobre el mío.

—Me gustas tanto, Michi —pronuncia bajito, solo para mí, y me abraza.

Yo lo abrazo por debajo de los abrazos porque temo que en cualquier momento mis piernas, temblorosas y débiles, me fallen. Apoyo mi cabeza en su pecho. Su corazón late con fuerza.

—Vaya, vaya... ¿Será que Chase Frederick está nervioso?

Busco su expresión y me doy cuenta de que se ha sonrojado.

Eso me deja sin aliento.

—No puede ser... —consigo pronunciar dentro de mi asombro.

Incluso doy un paso atrás para corroborar que mis ojos no me fallan, pero él me atrae hacia sí y vuelve a besarme. Esta vez lo hace con mucha más intensidad. Sus movimientos rápidos y profundos. Buscan más de mí. Y yo se lo permito, porque me gusta cómo se siente besarlo. Me gusta el intercambio de energía que nuestros cuerpos se entregan. Y me gustan las vibraciones que su cuerpo me produce. Algo interno, que estaba sellado en mí, se libera. Es electricidad pura y adictiva. Quiero que sus besos recorran cada parte de mi cuerpo y sus manos me acaricien con la misma delicadeza que lo están haciendo en este instante.

—¡Mami, mira! ¡Esas personas están peleando! —grita una voz desde mi derecha.

Chase y yo nos separamos, descubriendo que quien nos ha interrumpido es el pequeño vecino de Chase. A su lado, su mamá nos mira horrorizada.

—No mires, Rick —le dice al niño, cubriéndole los ojos para luego llevarlo dentro.

Chase y yo volvemos a mirarnos y sonreímos.


__________________________________

weeeno, aquí está el esperado beso. El primero, pero no él último. ¿Verdad, Felixcito? 7u7

No digan quién es Felix, pero los que sabemos, sabemos *guiño, guiño*

La verdaaad es que quería poner un poquito de intensidad las cosas, pero creo que nuestra Michi no aguantaría tanto dulzor en una tarde *guiño, guiño*

Además, este es el primer paso para eso *guiño, guiño*

bueno ya paro.

les quiero contar que cuando terminé el cap, le di a guardar y se me pegó el word y literal me salía que no respondía T-T Y de la nada, el programa se cerró. Grité tan fuerte del susto, pero de la nada apareció de nuevo el documento

Yo les dije que esta historia está maldita xD

en fin, hablando del cap:

¿esperaban ese besito o ya estaban perdiendo la fe?

Anne ¿heroe o villana? xD

¿será que la indiferencia es la estrategia de Chase? porque le funcinó ah

y como preguntas random: 

¿cómo fue su primer beso? cuenten el chisme *guiño, guiño*

¿y el último?

y una más random que se me acaba de ocurrir:

¿qué estación del año es en sus países?

Yo me woa comer, miren que son las 11 de la noche en mi país (chilito) y ando de niñera, pero por escribir me olvidé de darle once a mi hermano xD 

en fin, recuerden bañarse <3

Los jamoneo pero no los oenomaj (?




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro