Capitulo 1
Aclaración: Esta historia, la hago para, por así decirlo, salir del cliché entre Mario y Peach, como el resto de las historias que se han hecho de ellos, espero su apoyo y apreciación a esta historia.
¿?: Hablando ... Hablando/(Pensando) (Pensando)/ Habilidades, Poderes, Etc.
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Nuestra historia comienza en el legendario Reino Champiñón, donde la noche envolvía el territorio en un manto de paz, las estrellas parpadearon cautelosamente en el firmamento, como luciérnagas danzantes, mientras una brisa fresca y perfumada susurraba entre las hojas de los árboles, creando un concierto natural de susurros.
Sin embargo, en medio de esta escena paradisíaca, nuestra atención se centra en la modesta morada compartida por dos valientes hermanos, Mario y Luigi, conocidos por su coraje y determinación en la lucha contra el mal. Su hogar, aunque sencillo, estaba lleno de recuerdos y momentos compartidos, reflejando la fuerza de su vínculo fraternal.
En el interior de la habitación de Mario, un ambiente de tensión y angustia impregnaba cada rincón, la luz de la luna se filtraba a través de las cortinas de su ventana, proyectando sombras danzantes en las paredes, creando un ambiente casi fantasmagórico que parecía cobrar vida propia.
El fontanero de gorra roja yacía sobre su cama, con su rostro contorsionado en una mueca de dolor y desesperación, sus sábanas estaban completamente revueltas, reflejando el caos emocional que lo atormentaba incluso en sus sueños, gotas de sudor perlaban en su frente, mientras sus manos se movían de manera errática, como si tratara de alejar algo que solo existía en su mente perturbada, debido a que la pesadilla lo tenía en su firme agarre, sumergiéndolo en un torbellino de terror y angustia que parecía ser interminable.
En su pesadilla, Mario avanzaba por un sendero pedregoso y lodoso, empapado por una lluvia incesante que parecía intensificarse con cada paso que daba, el frío se filtraba a través de su icónico traje, haciéndolo estremecer de pies a cabeza, a lo lejos, la silueta del castillo de la Princesa Peach se vislumbraba entre la niebla y la lluvia, casi como un espejismo en el horizonte.
De repente, el fontanero de gorra roja se detuvo en seco, allí parada frente a el estaba su amada Peach, dándole la espalda, su cabello rubio ondeaba al ritmo del viento, y su vestido rosa se pegaba a su cuerpo debido a la humedad, sin embargo, la princesa parecía completamente indiferente al clima hostil.
Por un instante, todo parecía normal para Mario, pero ese sentimiento duró poco, con un movimiento lento y casi robótico, Peach giró para hacerle frente al fontanero, cuando sus ojos se encontraron, el corazón de Mario casi se detuvo, etrás de esos ojos que alguna vez fueron cálidos y llenos de vida, ahora había un vacío inquietante, su rostro estaba pálido, como si su alma hubiera sido extraída.
Lo cual hizo que Mario sintiera un fuerte escalofrío recorrer su columna vertebral, algo estaba terriblemente mal, pero no podía articular qué era exactamente.
La expresión en el rostro de su amada cambió drásticamente, convirtiéndose en algo inquietante y perturbador, una sonrisa burlona se dibujó en sus labios, mientras sus ojos seguían transmitiendo esa frialdad escalofriante que helaba la sangre, haciendo que Mario se quedara paralizado, e incapaz de mover un solo músculo, mientras su corazón comenzó a latir con fuerza en su pecho.
Mientras tanto, "Peach" se acercaba a él paso a paso, Mario sintió una mezcla de confusión y miedo, cuando la princesa se detuvo frente a él y, sin decir una palabra, colocó sus manos en las mejillas del fontanero, antes de que pudiera reaccionar, lo besó apasionadamente en los labios, inicialmente, Mario se sorprendió ante la inesperada acción por parte de su amada, pero rápidamente la sensación se volvió desagradable, al sentir una punzada aguda atravesar el centro de su pecho, como si alguien le clavara un cuchillo frío y afilado.
Conforme el beso se prolongaba, el dolor punzante en el pecho de Mario, se intensificaba, una sensación de frío abrumador invadió su cuerpo, conforme la frialdad se apoderaba rápidamente de él, esto lo hacía sentir como un cadáver, sin mencionar que sus latidos cardíacos se aceleraron de manera alarmante, sus rodillas comenzaron a temblar además de sentir cómo el mundo a su alrededor comenzaba a desvanecerse, mientras en su mente, una voz distorsionada y malévola de su amada resonó: "Mario~, Mario~, Mario~ ¿Qué crees que has hecho?, ahora eres mío para siempre~..."
Con un último grito ahogado, Mario despertó de golpe, empapado en sudor y respirando con dificultad, la pesadilla había terminado, pero el malestar y la confusión persistían, este se incorporó lentamente, sintiendo aún el eco del beso traicionero y el dolor en su pecho, sabía que algo terrible se avecinaba, y que ya no habría vuelta atrás.
Lentamente, el fontanero se sentó en el borde de su cama, pasando sus manos temblorosas por su rostro en un intento desesperado de limpiar el sudor frío que lo empapaba, las secuelas de la pesadilla continuaban persistentes en él, aferrándose a su mente como una sombra oscura y tenaz, este respiraba con dificultad, tratando de calmar su corazón que aún latía con fuerza en su pecho.
Agrietó un suspiro pesado, dando gracias en silencio por no haber despertado a Luigi con su grito angustiado, si había algo que odiaba, era mentirle a su hermano menor cada vez que viene a verlo cuando lo escucha gritar en medio de una pesadilla de ese calibre, sin embargo, no quiere preocuparlo más de lo necesario, sabiendo que su carga emocional ya es demasiado pesada.
Mario se pasó las manos por el pelo despeinado, intentando ordenar sus pensamientos, ante la imagen de su amada Peach, con esa expresión inquietante y sus ojos vacíos, la cual, todavía se encontraba fresca en su mente, sin mencionar ese beso traicionero que le provocó un dolor agudo en el pecho... ¿qué significaba todo eso exactamente?, ¿era solo una pesadilla o había algo más detrás?, sea cual fuera su significado, sabía que tarde o temprano lo descubriría y no de la buena manera.
Con dificultad el fontanero se levantó de su cama, sintiendo aún sus piernas débiles, caminó hacia la ventana y apartó las cortinas, dejando entrar aún más la luz tenue de la luna, para así mirar hacia el horizonte, donde el castillo de su amada Peach se elevaba majestuoso, iluminado por las estrellas, un escalofrío recorrió su espalda mientras recordaba la sensación del cuchillo atravesando su corazón.
Sabía que no podía guardarse esto para sí mismo mucho más tiempo. Tenía que hablar con alguien, encontrar respuestas, pero ... ¿con quién? ... ¿aquién podía confiar en medio de este caos emocional?, sus ojos se posaron en una pequeña fotografía sobre su mesita de noche, donde se le veía a él y Luigi, sonriendo felices en una vieja aventura que hicieron juntos.
A pesar de haber salvado incontables veces al reino y a la princesa de las garras del malvado Bowser, el corazón de Mario estaba en cierto modo... roto, ¿la causa?, quizás sería la falta de reciprocidad en su amor hacia Peach, lo cual lo consumía lentamente, como un fuego que devoraba sus entrañas, cada noche, cuando el silencio invadía su humilde hogar, los recuerdos de los momentos compartidos con ella se aferraban a su mente, recordándole la imposibilidad de hacerla suya.
La mirada del fontanero se posó en las paredes adornadas con trofeos y condecoraciones obtenidas tras arriesgar su vida por el bienestar del reino, sin embargo, en ese momento, todos esos logros parecían insignificantes frente al dolor que sentía en su corazón, debido al anhelo de un amor que parecía estar fuera de su alcance, dejándolo vacío y desesperanzado.
Con otro suspiro lleno de resignación, Mario se dejó caer en su cama nuevamente, cubriendo su rostro con sus manos temblorosas, las lágrimas comenzaron a fluir silenciosamente, mojando sus dedos, mientras su mente se llenaba de pregunts como: ¿por qué le había tocado sufrir así?, ¿acaso no había demostrado su valor y dedicación por el reino y por la princesa?, ¿era esto un castigo del destino por haber soñado con algo imposible?.
Un sollozo ahogado escapó de sus labios, mientras sentía que su corazón se partía en pedazos, como si una mano invisible estuviera presionando sobre su pecho, la pesadilla aún resonaba en su mente, con esa imagen de Peach sonriendo de manera burlona mientras lo besaba con traición y con intención de arrebarle más que la vida, sino también su libertad.
Mario supo en ese momento que no podía seguir así, tenía que encontrar una respuesta, una solución a este tormento emocional que lo aquejaba, pero ¿a quién acudir?, ¿quién podría entender el dolor que sentía?.
¿?: Eres ... patético - una voz muy familiar resonó en la habitación de Mario.
Tras escuchar la voz, el fontanero se sobresaltó y se reincorporo de golpe sobre su cama, con su corazón latiendo con fuerza en su pecho nuevamente, y mirando hacia el frente, este puso observar el origen de dicha voz, sin embargo, este se quedó paralizado al observar quién se encontraba parado frente a su cama.
Era el mismo, pero ... no el Mario que todos conocían, en lugar de vestir su icónico traje de fontanero, su otro yo, llevaba puesto un elegante traje, sin embargo, su mirada estaba llena de desprecio y desilusión hacia el Mario real.
Mario: ¿Quién eres tú? - pregunto, con su voz temblando ligeramente.
¿Mario?: Jejeje - soltó una carcajada cruel ante la pregunta - Soy la versión de ti que podría haber sido, Mario, la versión en la que no eres un cobarde, un perdedor que persigue un amor imposible, en otras palabras, la mejor versión de ti.
Mario: - se pone de pie rápidamente enfrentándose a su doble - ¡No soy un cobarde!, ¡he luchado por este reino, por la princesa Peach!, ¡he arriesgado mi vida incontables veces!.
¿Mario?: Sí, y todo para nada - respondió con ironía - La princesa nunca te amará, lo sabes, nunca serás más que su leal sirviente, su perro guardián, solo necesita tirar de la correa o lanzarte un hueso, y ahí vas corriendo hacia ella sin dudar, ¿acaso no ves que es inútil persistir en este sueño?.
Mario: - aprieta los puños, sintiendo la ira y el dolor mezclarse en su interior - ¡Cállate!, ¡no sabes nada de lo que hablas!, ¡ella!... ella me necesita, el reino me necesita."
¿Mario?: El reino te necesita, sí - admitió el doble con una sonrisa burlona - Pero no como un héroe, sino como un tonto útil, alguien que siga ciegamente órdenes, que arriesgue su vida sin pensar, ¿y para qué?, para que al final, todo siga igual.
Las palabras del doble golpearon a Mario como puñetazos, el sabía que había una parte de verdad en ellas, aunque no quería admitirlo, ¿realmente todo su esfuerzo, todos sus sacrificios, habían sido en vano?, ¿era solo un tonto útil para el reino, un juguete desechable?.
Mario: No... no puedes estar en lo correcto - murmuró, con su voz quebradiza - Tengo que creer que mis acciones tienen sentido, que valen la pena.
¿Mario?: - sacude la cabeza, en desaprobación - Entonces sigue siendo el mismo perdedor de siempre, el mismo Mario que sueña con un amor imposible y que se conforma con las migajas de atención que le dan.
Con esas palabras, el doble desapareció, dejando a Mario solo en su habitación, con su corazón roto y su mente llena de dudas, él sabía que tenía que enfrentar esa realidad, aunque fuera doloroso, por otro lado, algo le decía, que más temprano que tarde, en y su doble, volverían a hablar.
Continuará...
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