Capítulo 8
BLAKE
Un día después y seguía sin tener rastros de Kasie. En serio, no entendía qué le costaba recibir un favor ni tampoco por qué le había afectado el hecho que se lo propusiera. Solo había querido intentar llevar la fiesta en paz con aquella tía de ojos azules por segunda vez, pero una vez más me había demostrado que eso no era factible, y yo no era el problema.
Esa chica se estaba pasando del límite, ya iban dos veces que hacía uso de la violencia hacia mi persona; y no dudaría dejarle en claro con quién estaba tratando si intentaba volver hacerlo. Aunque debo admitir que en parte admiraba el comportamiento de la ojiazul, no era como la gran mayoría de chicas que había conocido.
Era una chica de lo más autoritaria que defendía sus opiniones con fiereza y firmeza, no dejaba que alguien influyera en sus decisiones. Pero, era muy fría, distante y confiada.
Por lo general, las chicas con las que pasaba el rato podían cambiar su punto de vista muy fácil si es que el entorno en el que se encontraban se oponían a esto por lo que llegaban a ser bastante sumisas lo cual era en verdad molesto por si me lo preguntan. En cambio, yo sí me mantenía firme con mis opiniones e ideas sin importarme lo que pensaran los demás, incluyendo mi padre.
Decir que no me interesaba lo que mi padre opinara de mí sería mentir porque sí lo hacía, o al menos un poco; sin embargo, nadie iba a evitar que cumpliera mis metas por mucho que la persona que lo hiciera fuera alguien importante para mí. Ojalá pudiera ver a mi a mi madre, ya que era en estos momentos en los que realmente la necesitaba.
Salí de la ducha bloqueando cualquier pensamiento de mi mente.
Me sequé con mi toalla para luego vestirme e ir a las afuera de mi cuarto.
Caminé hasta llegar a la biblioteca puesto a que tenía que estudiar para mi examen de italiano, y en aquel momento mi cuarto no era un buen lugar para poder repasar. Me dirigí hacia una mesa vacía y levanté la silla llevándola un poco hacia atrás para poder sentarme.
Abrí el cierre de mi mochila sacando mis apuntes y poniéndome a leer cada uno de estos con total concentración.
Levanté la vista de mis anotaciones encontrándome a Kasie parada frente a la mesa donde estaba.
-¿Qué? .-le pregunté de mala gana.
Kasie me observó con cara de poco amigos.
-Esto es para ti.-me dijo, con voz seca, entregándome un sobre color canela.
La miré mitad confundido, mitad intrigado y abrí el sobre encontrándome en este: billetes.
-Bien.-le dije simplemente, y guarde el sobre en mi mochila. No revise la cantidad que había porque me parecía de mala educación y en parte porque no necesitaba nada de ello.
-Solo he podido conseguir cubrir la deuda del carro y del veinte por ciento de la renta de la habitación.-dijo dejando de observarme a los ojos.-En serio, quiero pagarte lo faltante es solo que no he podido conseguir nada más, y no voy a poder conseguir dinero pronto.-dijo en voz baja sin todavía mirarme a la cara.-Pero voy a pagar mi deuda.
Asentí, y luego se me ocurrió una idea en la cual los dos podríamos salir beneficiados.
-¿Qué opinas de los favores? .-le pregunté cruzando los brazos y acostándome en el respaldar de mi asiento a la espera de su respuesta.
La observé atentamente, pude notar por la expresión surgida en su rostro que estaba completamente confundida pero después, me miró como quien estuviese pidiendo que me explicara. Pero, no pensaba hacerlo hasta que respondiera mi pregunta.
La chica pareció comprender luego de unos segundos que no pensaba decir nada más.
-Que en algunas circunstancias pueden llegar a ser aceptables. Si estás pensando en hacerme un favor pues no lo necesito.-me dijo fríamente.
No pude evitar mirarla divertidamente por su ocurrencia.
-No pienso hacerte ningún favor.-declaré sin rodeos. Kasie se encogió de hombros como quien le diera igual.-Estaba pensando que en lugar de que me pagues el treinta por ciento faltante podrías hacerme tres favores, cada favor equivaldría el diez por ciento.-le propuse.
Kasie se quedó pensativa por unos segundos.
-Bien, pero te voy avisando que no cuentes conmigo si es un favor extraño o perverso.-me dijo seriamente, lo que hizo que me preguntara cómo me tenía catalogado aquella chica.-Entonces, ¿Cuáles son? .-me preguntó refiriéndose a los favores y negué con la cabeza.
-Te lo diré cuando necesite un favor.-me limite a decir.
Asintió en respuesta para luego darme la espalda y caminar cada vez más lejos de donde estaba yo.
Pose mi vista de nuevo en mis apuntes con la intención de volver a estudiar, sólo que dejé de hacerlo una vez que até cabos a lo que me había dicho Kasie.
Me paré de mi asiento con la esperanza de encontrarla por algún lado de la biblioteca, tenía que estar aquí porque no menos de cinco minutos que estaba parada frente a mí. La busqué con la mirada por aproximadamente unos cinco minutos hasta que la encontré sentada en una de las mesas de al fondo del local.
Fui hacia donde estaba para preguntarle:
-Entonces, ¿no tienes nada de dinero?
Me miró boquiabierta y ofendida, no había sido mi intención que mi pregunta sonara tan engorrosa e irritante.
-No, no tengo ni un centavo.-dijo en voz baja y a la defensiva.
-Vale.-contesté.-El primer favor que me harás será recibir el dinero que me has entregado.-le informé de manera firme, me di cuenta de que, Kasie, iba a protestar por lo que me adelanté.-Tenemos un trato, no lo olvides.-le recordé.
Frunció el ceño y me siguió de mala gana hacia donde la llevaba. Cuando llegamos a la mesa donde había estado sentado saqué de mi mochila el sobre que me había entregado y se lo devolví.
-No lo necesito.-me dijo fríamente cruzándose de brazos porque era una total orgullosa.
-Pues me importa un bledo si lo haces, es uno de mis favores y lo tienes que aceptar.-le dije sin rodeos, su reacción fue de fastidio, estaba seguro que se había enfadado porque yo tenía razón.
Soltó una risa burlona y clavó sus ojos en los míos.
-Nadie me dice lo que tengo que hacer.-me dijo con altanería. Pero, que complicada.-Solo voy a recibir el puñetero sobre porque tenemos un trato y no lo hago porque tú me lo dices, ¿entiendes?
-Solo tómalo.-dije burlonamente a la par que me sentaba en la silla para poder estudiar.
Kasie cogió el sobre color canela por fin e hizo lo menos esperado. Abrió el sobre y me lanzó todos los billetes a la cara.
¡¿Qué cojones le pasaba?!
-No necesito tu puto favor.-me dijo echando chispas por los ojos.-Es más no voy a hacerte ningún favor, voy a pagarte.-dijo secamente, pero firme.
Me causó gracia.
-Oh, enserio, ¿Cuando? .-le pregunté con ironía. Sus ojos me lanzaron dagas al recordarle que no tenía dinero para hacerlo. Sí quería pagarme genial, pero lo iba a hacer con mis términos y condiciones.-Bien, pero tienes hasta el próximo domingo para hacerlo, o de lo contrario me vas a deber el doble. Entonces, ¿trato?
Se puso recta, me miró fijamente a los ojos y proclamó:
-Claro.
Debo admitir que no me lo esperaba, pero con esta chica nada es predecible.
-Bien, puedes retirarte, voy a estudiar.-le dije frunciendo el ceño por lo poco que la podía moldear. Me puse de pie y me dirigí frente a ella poniéndome demasiado cerca a su cara.-No vuelvas a faltarme el respeto.-le dije refiriéndome a la vez que me lanzó los billetes.-O de lo contrario vas a saber con quién te estás metiendo.-le advertí.
Kasie retrocedió unos cuatro pasos.
-¿Con quién me estoy metiendo? .-repitió sin dar crédito.-¿Me estás amenazando? .-me encaró sin levantar la voz. Yo negué con la cabeza, no le estaba amenazando, le estaba advirtiendo.-Entonces, ¿Por qué suena como una amenaza? .-contraatacó enarcando una ceja.
-Llámalo como quieras, solo no te metas conmigo porque no te conviene.-le dije observándola detenidamente, Kasie tenía la mandíbula tensa probablemente por mi advertencia, y avanzó dos pasos hacia mí.
-Lo mismo va para ti, Blake.
Se dio la vuelta y la miré hasta que se alejó por completo de mi vista. Me dejó boquiabierto, era la primera chica que había tenido el valor de encarame.
Me dirigí de vuelta a la mesa donde estaban mis cosas, y guardé mis apuntes en mi mochila.
Acto seguido, salí de la biblioteca todavía sorprendido rumbo a mi cuarto. Cuando entre a mi cuarto solo encontré a mi compañero de piso más no a Liam, pero eso ya me lo esperaba.
-¿Qué tal te fue con Liam? .-le pregunté a George.
Hizo un gesto de "más o menos" con la mano.
Liam era el novio de George desde hace un par de semanas, el único problema era que él aún no se había animado a comentarle a sus padres sobre su orientación sexual.
Prendí la luz del cuarto, agarré mis apuntes y me puse a estudiar en mi cama.
-¿Qué tal te va con Bianca? .-me preguntó y lo miré de mal humor porque no me gustaba hablar del tema.
Bianca había sido una de las chicas con las que follaba, pero dejé de hacerlo cuando aquella tía me contó que se había enamorado de mí. No entiendo cómo pudo llegar a sentir cosas por mí si yo le había explicado desde un inicio que no buscaba nada serio e inclusive le había dicho que lo "nuestro" no era exclusivo.
-La vi la vez pasada y le dejé en claro que no busco nada fijo con ninguna tía.-le comenté a mi amigo de ojos color marrón claro.
Mi amigo volvió a lo que sea que estuviera haciendo antes de que llegase, y yo me puse a estudiar de una vez por todas.
Dos horas más tarde acabé de estudiar y guardé mis anotaciones. Me puse de pie para cepillarme los dientes, ponerme mi pijama, y, por último, programar una alarma para las siete y media de la mañana del día siguiente.
Ring.. Ring..
La alarma me despertó como me lo esperaba. Inmediatamente, me paré de la cama para guardar en mi mochila los libros de los cursos que tenía el día de hoy. Luego, me vestí : un polo negro, un pantalón blanco y un par de zapatillas de marca sneakers. Me llevé mi mochila y salí de mi habitación.
Caminé llegando a la entrada de la biblioteca de la NYU, entré en esta porque tenía que devolver un libro que había pedido prestado y como las puertas de dicho local abrían a las siete en punto decidí venir. Fui hacia donde se encontraba la bibliotecaria y le devolví el libro, me di media vuelta encontrándome con Kasie.
La observe detenidamente, tenía el cabello suelto, llevaba puesto un short amarillo fosforescente y un bivirí blanco que dejaba espacio a la imaginación. En otras palabras, estaba guapísima. La chica notó que le estaba comiendo con la mirada porque se puso una casaca color azul que le cubrió desde la cintura hasta el cuello.
-Joven, ya puede retirarse de la fila.-me dijo la bibliotecaria guardando el libro que le había devuelto. Asentí y no se me pasó desapercibido la sonrisa burlona de aquella chica.-¿Qué te causa tanta gracia? .-le pregunté frunciendo el ceño.
-Creo que no escuchaste, pero es mi turno.-dijo pasando de mí. Generalmente, era yo quien pasaba de las tías y no al revés.-Buenos días, he venido porque quiero que me preste este libro.-le explicó a la bibliotecaria, una señora de aproximadamente treinta años y de cabello castaño.
La señora asintió e hizo todo el proceso de préstamo de un libro en menos de cinco minutos, le entregó el libro y pude visualizar el nombre, era: La piedra lunar.
Ese libro en serio era una gran novela, fue escrito por William Wilkie Collins.
-Gracias, lo entregaré puntual.-le prometió, se giró y me observó.-¿Se te ofrece algo? .-me preguntó con cara de pocos amigos.
Creo que no era tan predecible, es decir, en algunas circunstancias atinó sus reacciones frente a diversos hechos, pero en otras no. Aunque, creo que normalmente es lo segundo.
-Déjame pensarlo.-le dije placenteramente observándola a la cara.-Sí, tú sin la casaca.-bromeé a medias haciendo que me lanzara una mueca de disgusto.
Kasie me dio la espalda caminando hacia otro lado, y yo fui directo a una silla para sentarme y luego saqué mis anotaciones poniéndome a estudiar italiano segundos más tarde.
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