Rompiendo el caparazón de monotonía
La sinfonía de tonos sepias y ambarinos del otoño envolvía cada rincón, creando un lienzo vibrante. Las hojas caídas que danzaban con la brisa, parecían estar atrapadas en una acuarela en movimiento. El aroma terroso del follaje impregnaba el aire, agregando un toque nostálgico a la escena.
Entre las calles de ese pintoresco escenario, Owayne caminaba hacia su trabajo con paso tranquilo. El crujido suave de las hojas bajo sus pies le recordaba los cambios que había experimentado en los últimos días. Aunque había atravesado una montaña rusa de emociones, un sentimiento de bienestar comenzaba a florecer en su interior.
Una risa se dibujó en sus labios cuando escuchó los pasos de Carly acercándose, seguramente para pedirle por enésima ocasión que la ayudara a salir con Demian.
—No seas insistente, Carly, ya me han llamado la atención por un malentendido.
—Tú no seas un pésimo amigo, debiste decirme antes que este era tu trabajo. Creo que a partir de ahora vendré a verte todos los días.
Owayne rio y sacudió la cabeza, divertido. Sentía una alegría genuina al compartir esos momentos que antes no hubiera imaginado.
—¿Y qué se supone que le diga? —Dio media vuelta y comenzó a caminar hacia atrás— "Oye, jefe, tengo una amiga a la que le doblas la edad, ¿no estás interesado?". Seguro que para mañana mismo te consigo una cita.
—¡Owayne, cuidado! —advirtió Carly, pero fue demasiado tarde, el aludido había tropezado con un chico.
Pero no era un chico común, sino alguien con una apariencia poco convencional: cabello teñido de verde, múltiples tatuajes, ropas de cuero y estrafalarios objetos metálicos en púas.
—Lo siento —se disculpó enseguida—, estaba distraído.
—No hay problema —acotó el chico con amabilidad—, ¿puedo ayudarte con algo? —Owayne le miró confundido, lo cual no pasó desapercibido por el otro—. Oh, espera, parece que me he equivocado. Yo trabajo en este lugar —señaló hacia la funeraria
Owayne, esta vez, no pudo articular ni una palabra. No lo había visto antes y, según su conocimiento, no habían contratado a nadie nuevo.
—¿No podrías haberte quedado donde estabas, imitación barata del Joker? —cuestionó Carly. Su tono sonaba irritado y su vista se dirigía al nuevo chico.
—Oh, vaya, pero si es la zorra pelirrosa —le devolvió él con burla— ¿No habías dejado de acosar a Demian?
—¿Yo qué? —exclamó el aludido, justo saliendo de la funeraria—. ¡Jake, Owayne, parece que ya se han conocido! Me parece perfecto, ya que hoy serán compañeros de turno. Por cierto, Carly, hace mucho que no te veía por aquí.
Mientras Demian se alejaba para hablar con la chica, un breve silencio se instaló entre los dos restantes. Owayne aprovechó ese momento para organizar sus pensamientos, y dos conclusiones claras surgieron en su mente. La primera era que el chico que acababa de tropezar trabajaba en Eternall. Y la segunda era que este enigmático chico también conocía a Carly, lo cual despertó su curiosidad.
—Así que eres el nuevo —habló finalmente el chico—. Soy Jake. Principalmente trabajo como transportista, pero estuve fuera de la ciudad unos días.
—Encantado, soy Owayne.
—Lástima que no estuve aquí en tu primer día. Te perdiste nuestra gran bienvenida.
La expresión en su rostro hizo que Owayne supiera que probablemente era mejor que así hubiera sido. Ambos entraron al establecimiento y la sonrisa de Jake se ensanchó cuando vio a Seere sentado en las escaleras, con un grueso libro en la mano.
—Tanto tiempo, dulzura. Seguro que me extrañaste —dijo Jake con una sonrisa socarrona mientras se acercaba a Seere.
Seere cerró el libro de golpe y evitó el contacto físico al golpear la mano de Jake, haciendo que su teléfono cayera al suelo.
—Maldito Seere, deja de hacerte el difícil —se quejó Jake mientras se frotaba los nudillos adoloridos.
—Maldito Jake, deja de hacerte el valiente o te dejaré incapaz de tener descendencia. Oh, lo olvidaba: los homosexuales no se reproducen, irónicamente, se propagan.
—Tan impetuosos como siempre —se quejó el jefe que recién entraba—. Jake, sé un buen chico y no asustes a Owayne en su primera guardia juntos.
—Sí, sí. Supongo que el rojito no tiene una habitación asignada para las guardias así que estaremos en la mía.
Jake hizo un gesto para que lo siguiera, y Owayne miró confundido hacia Demian, quien asintió para indicarle que estaba bien. Ambos se dirigieron a las habitaciones de arriba hasta llegar a una lúgubre alcoba, tapizada de carteles oscuros, con sillones negros de cuero y un gran televisor.
—Adelante. Tal vez no te lo dijeron, pero Demian nos asignó una habitación para hacer más cómodas las guardias. Funciona como un apartamento, por lo que, si lo consideras, podrías mudarte para acá.
—Algo me comentaron —contestó Owayne con cierta intriga.
—La línea telefónica está conectada para todas las habitaciones, pero si no estás de guardia puedes desconectarla —continuó con la explicación—. Eso sí, la capilla está justo al lado así que te tendrás que acostumbrar a escuchar los llantos de las personas.
—Los he escuchado alguna vez. ¿Te costó acostumbrarte?
El chico se encogió de hombros.
—Antes trabajaba en una ambulancia, así que supongo que no fue tan difícil el cambio.
—Me da un poco de envidia. Soy tan lento con esto que debo de ir acompañado con un veterano, espero no causarte problemas.
Los ojos de Jake se encontraron con los de Owayne y su dedo huesudo chocó contra su frente.
—La verdad me sorprende lo bien que lo has llevado —dijo en voz baja—, la mayoría de nuevos no llegan a la semana. Sé que no me equivoco: tienes madera para este negocio.
Owayne levantó el rostro y le sonrió de vuelta.
—Gracias, me esforzaré.
—¡Vaya, ya es hora! —exclamó Jake tras mirar su reloj—. Puedo encargarme de la primera mitad de la guardia, pero dime qué te resulta más cómodo más cómodo para descansar.
—En realidad, planeaba permanecer despierto durante las doce horas.
—¡Qué responsable! —satirizó— de acuerdo, me mantendré despierto contigo.
—Gracias, supongo. Será más llevadero completar el turno con algo de compañía.
Jake tomó un abrigo color camel y el uniforme de la funeraria: un saco y un pantalón negros. Se dirigió al baño de su habitación y, cuando volvió a estar frente a Owayne, este apenas podía creer lo distinto que se veía. Jake incluso lucía bastante apuesto.
Jake lo observó por un momento desde su lugar y luego sacó un paquete de cigarrillos de su bolsillo trasero.
—¿Tienes fuego? —preguntó mientras tomaba uno.
Owayne asintió, sacó un encendedor y se lo arrojó. Él, agradecido, le extendió la cajetilla.
—¡Vaya, uno que no es tan delicado! —comentó con una risa en cuanto Owayne aceptó uno.
—¿Disculpa? —preguntó confundido el otro antes de encenderlo.
—Nada, es solo que Seere es toda una princesa cuando se trata de fumar —dijo para posteriormente dar una enorme bocanada e invitarlo a unirse a él en el balcón.
Desde ese sitio, podía contemplar la ciudad iluminada extendiéndose ante ellos, con las luces de los edificios y las calles pintando un hermoso paisaje urbano.
El turno transcurría apacible; después de algunas conversaciones, ya pasaba de la media noche. Jake encendió el televisor, que a esa hora estaba lleno de infomerciales que se repetían. Owayne supuso que, al menos así, no se distraería en caso de que surgiera trabajo.
—Entonces te gusta Seere, ¿no? —Owayne se tensó al escuchar esas palabras salir de su boca.
—¿Qué? N-no —susurró avergonzado por la sorpresa.
El fresco aire nocturno acarició su rostro y la anterior vista que hasta ese momento le había parecido mágica, ahora se veía común.
—¡Dime que es una broma! —exclamó Jake mientras arrojaba su cigarro y ponía una sonrisa burlesca— Seere es tan ordinario, ¿cómo puede gustarte alguien así?
—Te equivocas —hizo un esfuerzo por recuperar la compostura—, Seere me agrada, pero no me gusta de esa manera.
—Sí, claro —sus ojos brillaron traviesos—. Deberías ver tu cara justo ahora. Que afortunado nuestro maquillista prodigio, incluso alguien tan raro como él puede tener algo que otros ven.
—No —respondió en voz baja—. No es raro.
Bajó del borde de la barandilla y puso un mechón de cabello tras su oreja. Mientras se dirigía nuevamente al interior, notó de soslayo a Jake detrás de él.
—Está bien que seas gay, pero eres tan ridículamente indeciso que le das mala fama al resto.
—No recuerdo haber mencionado que lo fuera, aunque si lo inferiste por esta conversación debo aceptar que eres bueno.
—Así que he acertado —soltó dirigiéndole una sonrisa arrogante y lasciva—. Y ya que dices que no tienes nada con Seere supongo que estás disponible.
Owayne retrocedió por instinto mientras agitaba los brazos en señal de negación.
—Me halaga en serio, pero, en realidad, ya salgo con alguien.
—¡Qué lástima! —susurró con picardía y volvió a erguirse. Luego entrecerró los ojos, como si lo analizara, y finalmente soltó una risotada—. Bien, eso no quita que pueda enseñarte algunas cosas.
—Estamos en medio del trabajo y... —Cuando los labios de Jake estuvieron a escasos centímetros de los suyos casi se atragantó con su propia saliva.
—Corrección: estamos en medio del trabajo, solos. Hay muchas cosas interesantes que podríamos hacer.
Owayne no pudo responder ya que fueron interrumpidos por unos golpes impetuosos en la puerta. Jake la abrió rápidamente y se encontró con Demian, quien le entregó las llaves del negocio.
—¿Es mucho pedir un poco de silencio, par de bestias en celo?
—Le quitas lo divertido al turno —respondió Jake, con una nota risueña en su voz.
—¡Par de mocosos! Apenas molesten de nuevo y los sacaré de una patada.
Ambos estallaron en risas en el momento en que Demian se marchó, liberando así la tensión que se había acumulado. El sonido llenó el espacio con un alivio momentáneo, en complicidad.
—Bueno, ya escuchaste al jefe. Supongo que será un turno normal y aburrido —susurró Jake con fingida tristeza—. Pero, ya que me agradaste, te mostraré un secreto para acercarte a Seere.
—Pero ya te he dicho que salgo con alguien.
—Nunca dije que lo conquistarías —su burla avergonzó al otro, quien tuvo que apartar la cara, ruborizado—. Tal vez has notado que Seere mantiene muros a su alrededor por alguna razón y aleja a las personas, pero sé cómo atravesarlos, ¿quieres que te lo diga?
Jake enarcó las cejas, con el rostro lleno de expectación, y Owayne rendido, no tuvo más opción que rendirse y seguirlo. Bajaron por las escaleras hasta el primer piso. Dio un paso atrás al mirarlo salir, pero finalmente lo imitó. Preguntó a dónde se dirigían, pero él solo soltó una risita y cerró la puerta con llave.
—¿Por qué estamos afuera? —insistió.
—Ya lo verás —soltó Jake con una risa socarrona.
El cielo estaba nublado y una brisa fresca hacía que Owayne temblara. Pasaron unos minutos, y antes de que Owayne cuestionara nuevamente la razón de estar afuera, pudo divisar un automóvil.
—Bueno, el resto te toca a ti —soltó Jake y apretó su mejilla para luego subir al coche.
Los ojos de Owayne siguieron el recorrido del vehículo que se alejaba y, en medio de la nube de confusión, solo pudo preguntarse qué demonios acababa de pasar y si se trataba de alguna especie de broma. Pensó en tocar el timbre, pero al imaginar a Demian, prefirió pensar que la broma de Jake no duraría mucho.
Un pequeño crujido resonó cuando se sentó en las escaleras de la entrada, y de inmediato notó lo heladas e incómodas que eran. Se abrazó para darse algo de calor hasta que sintió una bufanda en su cuello. Sorprendido, levantó la vista y se encontró con Seere.
—¿Eres idiota?, estamos a -3° y tú sales desabrigado —le regañó mientras giraba la llave en la cerradura y en cuanto la puerta se abrió volvió a dirigirse a él—. Anda, entra.
—Jake se tuvo que retirar así que lo acompañé, pero me he quedado afuera —mintió.
Seere le miró escéptico, pero no dijo nada más.
Entraron nuevamente y caminaron en silencio, esta vez hasta llegar a la habitación de Seere. Owayne miró a su alrededor, apreciando la estética única . El olor característico del incienso y los libros antiguos llenaba el ambiente. Los estantes repletos de volúmenes y figuras creaban un ambiente acogedor.
—Adelante, lamento el desorden, pero al menos es un lugar tranquilo —dijo Seere mientras cerraba la puerta tras de sí. Su voz resonaba suavemente en la habitación, añadiendo un toque de serenidad al aire.
—Oh, no, de hecho me sorprende lo bien que se ve. Solo me preguntaba, ¿no es tarde para que tú también estés fuera? —inquirió mientras le devolvía su bufanda.
—Solo llevé a pasear a mi wistar —le mostró un roedor que, tras escuchar su voz, se levantó. Lo colocó en la cama y corrió hacia Owayne, subiendo a sus piernas.
—No sabía que tenías una, es linda. ¿Cómo se llama? —preguntó Owayne con curiosidad.
—Yeot mo gora... pero no deberías repetirlo significa "que te follen" en coreano, solo llámalo Yeot mo. Algún estudiante de psicología lo desechó y entonces me encargué de cuidarlo.
—¡Lo sabía! Aunque te muestras duro, sí tienes un lado amable.
—¿Qué te digo? Con algo debo limpiar mi conciencia luego de patear niños en el parque —respondió Seere con una pizca de ironía.
—Deberías invitarme alguna vez —dijo apenas audible y colocó con cuidado al roedor en la pecera—, tal vez todavía haya espacio para cuidar roedores como buena acción.
—Seguro, ¿por qué no? Además, le agradas —señaló a su mascota que se hallaba en dos patas, recargada del cristal—. Seguro no tendrá problema en ayudarte a neutralizar el peso de las malas acciones.
Owayne sonrió. Le gustaba el modo en que se sentía tras descubrir más allá de lo que los demás veían.
—Juguemos después Yeot mo, ya debo irme, aún tengo una guardia que terminar.
—¡Owayne! —le detuvo Seere—. No sé por qué lo has cubierto, pero ambos sabemos que Jake no regresará. Algunos turnos de la noche son pesados, así que no puedo dejarte solo. Será mejor que lo supla y le cobre el día después.
—A decir verdad, no tengo idea de por qué se marchó —confesó—. Además, mencionó algo sobre la bienvenida de los novatos, ¿no se refería a esto?
—Jake y Boris son unos pesados —inspiró por la nariz y expulsó el aire a modo de suspiro—. Cada vez que alguien comienza a trabajar Boris le envía al almacén, y Jake, escondido en un ataúd le da el susto de su vida.
—¿También lo hicieron contigo?
Seere negó.
—Llegué aquí antes que Jake. Boris ya estaba, pero era más serio en ese entonces.
—Menos mal, ya suficiente seriedad hay contigo, no me imagino el ambiente si él también lo fuera.
Para su sorpresa, Seere sonrió a medias, pero ese simple gesto hizo que su cuerpo reaccionara por completo.
El turno transcurrió tranquilo. A diferencia de Jake, Seere no era muy expresivo y tener un tema de conversación era complicado. Antes de hacer un último intento notó que el maquillista ya dormitaba al otro lado del sillón. Le cubrió con una manta y pasó la mano por su cabello.
—Tal vez no era el tiempo correcto, pero incluso si no hay oportunidad sería interesante conocerte más.
Se puso sus audífonos y tomó asiento, tratando de descifrar el sentimiento de mirar a Seere durmiendo tranquilamente, la paz de su sonrisa y las galaxias que veía cuando el chico dejaba notar que, a su manera, él también tenía un lado amable.
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