Rompiendo el caparazón de inseguridad
De un momento a otro, la atmósfera se sintió densa, como si el aire mismo se hubiera vuelto más pesado. Owayne sintió una urgencia repentina de decir algo, de romper el silencio incómodo, pero sabía que debía ser cauteloso.
—¿Es por el trabajo? —se aventuró a preguntar, con un atisbo de preocupación en su voz—. Lamento no haber preguntado si, como empleados, podíamos tener una relación.
—No, no es por eso —musitó Demian con suavidad, como si pudiera leer los pensamientos de Owayne antes incluso de que fueran formulados en palabras.
—Entonces, ¿por qué? —Owayne insistió, sintiendo cómo la tensión se acumulaba en el aire.
Demian se tomó un momento antes de responder, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.
—No me malinterpretes, Owayne. Me alegra que Seere finalmente haya encontrado a alguien con quien relacionarse. Pero apenas le conoces, no entiendes lo frágil que puede ser y lo fácil que sería herirle, y herirte a ti en el proceso.
Owayne se sintió momentáneamente aturdido por la franqueza de Demian. Se mordió el labio inferior, tratando de encontrar las palabras adecuadas para responder.
—Entiendo que hay mucho sobre Seere que aún no conozco, pero ¿cómo podría conocerlo si me rindo antes de intentarlo? No ganaré nada si simplemente doy marcha atrás sin haberlo intentado.
—No digo que no debas intentarlo, Owayne. No soy nadie para impedirte eso. Solo ten en cuenta que, aunque Seere pueda parecer fuerte por fuera, hay heridas que van mucho más profundo de lo que imaginas —dijo Demian con una mirada reflexiva, como si recordara algo doloroso—, así que considera cuidadosamente qué partes de Seere son las que deseas conocer.
Owayne calló, ¿Qué otra cosa podía hacer? Era tan evidente que no sabía nada de Seere, y por mucho que odiara admitirlo tal vez Demian tenía razón.
—Aunque entiendo lo que dices, no podría no intentarlo. Quiero conocer a Seere, con todas sus facetas.
Una sombra de nostalgia cruzó el rostro del mayor.
—Comprendo tu determinación, pero ilusionarte solo hará las cosas más difíciles. Seere ha mantenido su distancia durante mucho tiempo. Ha construido un caparazón a su alrededor que nadie ha logrado atravesar, y a menos que tú seas una excepción, lo mejor sería que reconsideres estar con él.
Demian observó a Owayne con una preocupación genuina. Sus ojos reflejaban una compasión que no estaba exenta de sus propios pesares.
Owayne supo que no revelaría más de lo que ya había dicho, pese a que deseaba entender las razones detrás de sus palabras.
Owayne estaba a punto de hablar, pero el sonido de alguien cruzando la entrada le impidió decir algo más. Ambos se giraron para ver a Seere que recién entraba a la funeraria, ajeno a la tensión que había interrumpido.
—¿Me he perdido de algo? —inquirió Seere al notar las miradas de los otros dos sobre él.
—En absoluto —se apresuró a responder Demian, con un tono que intentaba sonar despreocupado pero que revelaba una leve tensión en su voz—. Solo conversábamos mientras esperábamos que algún trabajo se solicitara.
Seere los miró de regreso, escudriñando sus rostros con suspicacia.
—Parecen muy tensos para lo tranquilo que se ve el sitio.
—Demasiado tranquilo, desgraciadamente lo único muerto en este lugar es el negocio —intentó bromear Demian, pero su risa forzada, solo aumentó la incomodidad en la habitación—. ¿Entendieron? Lo único muerto es... —al ver que ninguno reía, carraspeó y cambió de tema—. No hay pendientes urgentes, así que pueden retirarse. Les informaré si surge algo.
—Si tú lo dices —respondió Seere todavía con incredulidad—. Estaré en mi habitación. Avísame si me necesitas antes de que mi turno comience.
—Seere, espera —llamó Owayne, pero sus palabras parecieron desvanecerse en el aire, ya que Seere continuó avanzando hacia la habitación, como si estuviera en otro mundo.
Quedó solo nuevamente con Demian, quien con una expresión más gentil se acercó a él y le sonrió.
—Deberías ir con él. Seguro que te necesita.
Tras la sugerencia de Demian, Owayne se quedó un momento atónito, sorprendido por el giro repentino en las palabras de su jefe. Sin embargo, tras un instante de reflexión, asintió, comprendiendo que Demian no tenía malas intenciones, sino posiblemente todo lo contrario. Con ese pensamiento en mente, se apresuró a alcanzar a Seere.
Al entrar a la habitación lo notó sentado sobre la cama, su figura estaba envuelta en sombras alargadas que se proyectaban desde la ventana. El resplandor del sol, ahora cubierto por nubes grises, apenas lograba filtrarse a través de las cortinas, sumiendo la habitación en una penumbra taciturna. La mirada de Seere parecía más triste que antes, perdida en sus pensamientos.
—Tardaste mucho —señaló Owayne, sin saber cómo iniciar la conversación—. ¿Está todo bien?
—Sí, lo está —respondió el otro, cortante, como si no tuviera ánimos para conversar.
Owayne se mordió el interior de la mejilla y permaneció en silencio una vez más, sin saber qué más decir para mejorar su humor.
—Lamento si te incomodo —musitó apenado—. La gente suele fastidiarse porque hablo demasiado, así que, si prefieres que me quede callado, solo dímelo.
—No me incomodas. Adelante, ¿qué quieres preguntar? —respondió Seere, mostrando un destello de apertura.
Owayne decidió dar un paso adelante y se sentó en el borde de la cama, enfrentando las sombras de su propio desasosiego.
—No quiero preguntar —confesó—. Quiero que seas tú quien decida compartir tu día a día conmigo.
Seere suspiró profundamente, su mirada se perdió en el horizonte que se extendía más allá de la ventana. El viento soplaba suavemente afuera.
—Fui al cementerio, si eso es lo que querías saber —dijo Seere, con su voz suave y distante—. Quería visitar la tumba de la última persona con la que salí.
Owayne sintió como si el suelo se desvaneciera bajo sus pies. Tragó saliva con dificultad, intentando controlar el nudo que se había formado en su garganta. Los pálpitos resonaban en sus oídos y se preguntó si eso era lo que Demian había querido decirle.
Un torrente de emociones lo abrumó. Seere nunca hablaba de su vida y, ahora que lo hacía, se arrepentía de no haber conocido tantas cosas antes y de permitir que el muro que los separaba se hiciera más grande.
—Lo lamento.
Seere le miró brevemente, sus ojos expresaban melancolía y resignación.
—No importa, eso fue hace mucho, y no era como si hubiera pensado que duraría para siempre desde el principio —agregó, su voz apenas más que un susurro, sonó como si estuviera atrapado en sus recuerdos.
Owayne se quedó sin palabras por un momento y Seere al caer en cuenta, se levantó de la cama.
—Ha sido una tontería mencionarlo, solo olvida lo que dije, ¿sí? —sugirió Seere, como queriendo dejar atrás el momento incómodo.
Owayne negó con la cabeza y sintió el irrefrenable impulso de hacer algo, decir algo, para aliviar el dolor que veía en los ojos de Seere.
—Te agradezco por compartirlo conmigo —respondió, esforzándose por encontrar las palabras adecuadas—. Sé que no es fácil hablar de esto, pero quiero que sepas que, incluso si no tengo las respuestas, siempre estaré aquí para escucharte. Si alguna vez sientes la necesidad de exteriorizarlo, confía en mí. A veces, solo hablar puede aliviar un poco el peso que llevamos dentro.
Una sonrisa, aunque a medias, se dibujó en los labios de Seere, como si las palabras de Owayne hubieran disipado un poco de la oscuridad que lo envolvía.
—Gracias, Owayne. Eres más comprensivo de lo que merezco.
Owayne negó con la cabeza.
—No hay nada que merezcas que no esté dispuesto a ofrecerte. Solo correspondo a lo que tú has hecho por mí y quiero que sepas que estoy dispuesto a esforzarme para que esta relación funcione.
Un cosquilleo recorrió su estómago en el momento que notó a Seere a escasos centímetros de su rostro.
Owayne sintió el palpitar de su corazón tan fuerte que casi podía escucharlo, Seere acercaba más sus labios, pero justo antes de unirlos definitivamente, se separó.
—También me esforzaré para que funcione. Gracias.
«Como no amarte y estar dispuesto a hacer que funcione si lo dices así» pensó Owayne y dejó que una sonrisa se curvara sobre su rostro.
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Seere no profundizó mucho más en el tema; lo único que Owayne pudo discernir ahora era que el nombre de su ex pareja era Taylor. Al parecer, estaban cerca de la fecha del aniversario luctuoso, lo que explicaba la visita al cementerio.
Aunque la conversación no se extendió, debido a que su turno llegó enseguida, la comprensión se tejió en el silencio. Incluso si persistían preguntas sin respuesta, Owayne se convenció de que, con el tiempo, podría conocer más a Seere y ayudarle en aquellos aspectos de su pasado que aún guardaba con recelo.
Owayne ordenaba algunos papeles a unos minutos de completar su turno. Esperaba a que Demian regresara cuando notó que Seere dormía sobre uno de los sillones de la recepción, un gesto inusual que dejaba entrever su agotamiento no solo físico, sino también emocional.
Comprendiendo el peso que llevaba consigo, Owayne se acercó con cuidado, procurando no perturbar su descanso. Se sentó a su lado y revolvió sus oscuros cabellos.
—¿Crees que pueda ayudar a sanar tus heridas? —le susurró. Pero Seere se hallaba profundamente dormido—. Bueno, no lo sabremos si no lo intento. —Sonrió mientras continuaba acariciando su cabello.
El sonido de la puerta al abrirse fue apenas perceptible. Demian entró sin mirarlos directamente, sobando su cuello.
—Aún están aquí, deberían ir a descansar —murmuró con tono cansado.
—Ya estábamos por marcharnos —indicó Owayne en un susurro.
Demian se acercó, confundido por el tono cuidadoso de Owayne, y su mirada recorrió la sala hasta detenerse en Seere. Un suspiro escapó de sus labios, y por un momento, su expresión se suavizó.
—Así que este año tampoco fue la excepción —murmuró para sí mismo, antes de dirigirse a Owayne—. Supongo que ya habrás pensado en lo que te dije.
Owayne abrió los ojos con sorpresa al sentir la mirada de Demian sobre él. Luego, apartó el rostro, desviando la vista hacia el suelo por un momento antes de volver a encontrarse con los ojos de Demian y asentir.
—Lo he hecho —susurró tan bajo como pudo, luego su expresión pareció más determinada cuando añadió—: Al final he decidido que mi respuesta es la misma: quiero ayudar a sanar sus cicatrices.
Demian cerró los ojos y dejó escapar un suspiro, sacudiendo levemente la cabeza hacia él.
—Hay cicatrices que a veces no deseamos que sanen —expresó con un semblante nostálgico.
Un caprichoso silencio los envolvió. Owayne miró las hojas que arrastraba el viento a través de la entrada y suspiró.
—Sanar las cicatrices no significa olvidar el pasado —manifestó al fin—. Pero quiero que Seere sea capaz de recordar sin sentir dolor.
—Y seguramente Seere te ha hablado sobre Taylor. Antes de ti hubo alguien que...
—Lo sé —esbozó una sonrisa con tal seguridad que incluso Demian se sorprendió—. Pero también sé que vale la pena intentarlo. Incluso si termino herido, al final no todo es dolor, ¿cierto?
El semblante de Demian se relajó. Le asintió mostrando una sonrisa, que para Owayne significó un triunfo.
—Si esa es tu decisión, suerte con ello...
Esa noche su corazón se sintió tan lleno de emociones que le embriagaban, siempre los pensamientos y palabras de otros habían hecho ruido en su cabeza, pero esta ocasión era distinto, al lado de Seere se sentía seguro y en paz.
Y si era innegable cómo mejoraba con la llegada de Seere a su vida, estaba seguro de que también podía hacer grandes cosas por él.
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