Rompiendo el caparazón de inexpresividad
El suave compás de la respiración de Seere llenaba la habitación en silencio. La luz de la luna se filtraba a través de las hendijas de las contraventanas, pintando una escena cautivadora que Owayne no podía dejar de admirar. Con delicadeza, acarició la mano de Seere con el pulgar, como si temiera que aquel momento hermoso pudiera desvanecerse.
Su corazón tambaleó cuando los labios de Seere se curvaron en una sonrisa para luego pronunciar con suavidad:
—Vuelve a dormir. Todavía no ha amanecido.
Y ante aquella visión, Owayne sonrió con timidez.
—Claro, es solo que no pude conciliar el sueño nuevamente. Todo esto me parece demasiado bueno para ser real.
De repente comenzaron a abrirse los azulados ojos tras las espesas pestañas, y Seere le miró adormilado. Con una mano acarició su mejilla.
—¿Se siente irreal?
Owayne sonrió ante su gesto tierno y disfrutó el breve instante en que sus miradas permanecieron conectadas.
—Para nada —Owayne respondió rápidamente—. Solo me parece increíble tener la oportunidad de estar al lado de la persona que me gusta.
Owayne retiró con una caricia un mechón de cabello y se acercó lo suficiente para que sus respiraciones se mezclaran. Inclinó su rostro y dejó que sus labios trémulos rozaran con los de Seere. Tras unos segundos, abrió los ojos nuevamente.
—Sigo sin entender qué hice para gustarte —susurró Seere. Su voz fue apenas audible en la suave penumbra de la habitación.
—Y yo sigo sin entender por qué no podrías gustarme. Sé que intentas parecer duro, pero en el fondo eres amable y te preocupas por otros.
—Tal vez. Por eso jamás se me había pasado por la cabeza gustarle a alguien —confesó mientras se acomodaba más cerca en el cálido abrazo de Owayne.
—Eres el tipo de persona que podría gustarle a todo el mundo.
—Aunque si hubiera sido cualquier otra persona... —dijo y bostezó— supongo que le habría rechazado.
El susurro de sus palabras se mezclaba con la calma de la noche y en medio de la serenidad en la habitación Owayne no pudo evitar reflexionar.
—Siendo ese el caso, me hace feliz pensar que no soy "cualquier persona".
Cuando ladeó su cabeza, Seere ya se hallaba durmiendo nuevamente. Cada centímetro de su cuerpo se iluminó con ternura al pensar que la realidad había superado sus fantasías. Y arrullado por la tranquilidad, se dejó envolver también por el sueño.
En cuanto abrió los ojos nuevamente, se sorprendió al ver que Seere ya se hallaba despierto, algo inusual puesto que el maquillista solía despertarse hasta tarde.
—¿Tienes planeado salir? —preguntó aferrado a las cobijas y luego rodó hacia el otro lado—. Todavía es temprano para que te levantes.
—En realidad pasan de las ocho.
Owayne abrió los ojos con sorpresa, y tras maldecir su suerte, corrió a vestirse. En pocos segundos, daba vueltas por la habitación, arreglando su cabello y poniéndose los pantalones. Tomó su bolso dispuesto a salir cuando Seere sujetó su brazo.
—Seere, si fuese otro día estaría bien, pero tengo una prueba y... —el pelinegro hizo un gesto con la mano restándole importancia a lo que tuviera que decir y comenzó a quitarle su camiseta—. Espera, qué...
Seere le mostró la hora en el teléfono, apenas pasaban veinte minutos de las siete. Owayne suspiró aliviado y notó que su camiseta estaba al revés. Avergonzado se la quitó para acomodarla de nuevo.
—De verdad eres tan distraído —se burló el maquillista.
—Y tú eres tan inmaduro —respondió, tratando de disimular su propia vergüenza con una leve reprimenda.
—En realidad sí saldré. Supuse que podría acompañarte una parte del camino.
En ese momento, la mente de Owayne se volvió un revoltijo de pensamientos. Salieron juntos de la habitación y emprendieron el camino por las húmedas calles, adornadas con charcos y hojas caídas. Owayne se arrepintió de no haber usado algo más abrigador, pero en cuanto notó que Seere apenas iba cubierto dejó de quejarse.
—Toma —exigió Seere extendiendo su bufanda. Owayne, sin terminar de concebir todas las atenciones por parte de su novio tomó la prenda, intentando descifrar en su mirada la aprobación de este—. Estoy acostumbrado al frío así que no importa, úsala.
—Gracias —exclamó antes de colocarla en su cuello. Acarició su cabello como agradecimiento cuando una voz le hizo apartarse nuevamente.
—Ey, ustedes —Owayne se giró notando a dos sujetos que los miraban de forma burlesca—. ¿A dónde con tanta prisa, par de maricas?
—Quién sabe, quizás a un motel cercano ¿están interesados en unírsenos acaso? —inquirió Seere, desafiante.
Las risas de los tipos se detuvieron y los miraron con asco.
—¡Maldito cabrón de mierda! —gruñó el otro sujeto, agarrándolo del hombro— los putos como ustedes no nos gustan.
—Si no les gusta pueden regresar por donde vinieron —espetó Owayne con acritud y agarró su brazo, apartándolo de mal modo de Seere—. Ándate con cuidado si no quieres tener problemas.
Pudo ver la furia en los ojos de los otros dos, pero les sostuvo una penetrante mirada hasta que desistieron y se marcharon.
—Vaya, ¿quién diría que tenías un lado que no se deja pisotear? —comentó Seere en cuanto quedaron solos nuevamente.
—He tenido que soportar insultos peores desde hace mucho. Pero esto es simplemente injusto.
—¿El qué? —Los ojos azules de Seere se posaron intrigados sobre Owayne.
—Que tú también debas pasar por ello por mi culpa. No quiero arrastrarte a eso.
—Si es el precio de estar contigo, entonces no me importa.
Pese a que las palabras de Seere intentaban mostrar cierta indiferencia, para Owayne fueron todo lo que necesitaba.
—Estás de muy buen humor para haberte levantado temprano.
—Duermo hasta tarde porque me cuesta mantenerme dormido, me despierto cada treinta minutos y hay un horrible lapso después de las tres de la mañana en el que me es imposible volver a conciliar el sueño.
—Pero anoche no despertaste una sola vez... —musitó Owayne sorprendido, y pronto conjeturó lo que significaba— ¿estás diciendo que logré que durmieras bien? ¡Pasaste una buena noche durmiendo conmigo!
—No dije eso, idiota —protestó frunciendo el ceño, con un apenas perceptible carmín adornado su nariz y sus mejillas.
Owayne no pudo esconder la felicidad que le invadió. Sonrió ampliamente, le sujetó y tras colocarle nuevamente la bufanda, dio un beso en su frente para despedirse.
—De acuerdo, si no lo fue prometo hacer que el resto de las noches que pases conmigo lo sean. Aquí me quedo, te veo por la tarde.
Y con esas palabras, se marchó con una sonrisa amable hasta que Seere desapareció de su vista. En ese momento, más que nunca, Owayne sintió la certeza de que estaba dispuesto a darlo todo por esta relación y a hacer que funcionara.
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El aula comenzaba a llenarse a unos minutos de que la clase iniciara. Owayne, en su asiento habitual, conversaba entre risas con Chris. Este, al notar que su amigo estaba más animado le dirigió una mirada sagaz.
—Vaya, hoy te veo de muy buen humor. ¿No me digas que mi consejo funcionó?
Owayne se ruborizó ligeramente y respondió apenado:
—Algo así.
—¿Eso significa que arreglaste las cosas con Seere? —preguntó Chris, arqueando una ceja con curiosidad.
Owayne asintió, sintiéndose extraño al tener esa conversación con su amigo.
—En realidad, salió mejor de lo que pensé. Ahora estamos saliendo.
Chris, en tono de burla, comentó:
—En ese caso, deberías lucir más feliz, ¿no?
—Es solo que... bueno, sabes que durante mucho tiempo tú fuiste mi...
—Lo sé, lo sé —interrumpió Chris con una risa amistosa—. Pero eso ya es parte del pasado, ¿no? Estoy feliz por ti.
Owayne le sonrió, agradecido por su apoyo. Estuvo a punto de expresar su sentir cuando de repente, unas manos suaves cubrieron sus ojos. Chris rió con complicidad y añadió en tono lúdico:
—Parece que los dejo solos. Mi clase está por comenzar. Diviértanse, chicos.
Mientras Chris se alejaba, Owayne tomó con delicadeza las manos que aún le cubrían.
—Ya sé que eres tú, Carly —rio—. ¿Qué sucede?
En cuanto la chica retiró sus manos, Owayne notó sobre su escritorio un chocolate con una nota que decía: "¿Me perdonas?"
—Es mi manera de disculparme por lo de ayer. Aunque si me hubieras dicho antes de tus preferencias habríamos evitado el malentendido. ¿Perdonarías a esta distraída chica?
—No tengo nada que perdonar —dijo con amabilidad mientras partía el chocolate para compartirlo—. No tenías malas intenciones.
—No, pero Vanessa fue muy pesada —masculló mientras se llevaba el dulce a la boca—. Quiero que sepas que, aunque estoy sorprendida, no comparto su opinión.
Owayne, al escuchar esas palabras, se dio cuenta de que, de alguna manera, había causado un distanciamiento entre ellas.
—Te lo agradezco, pero me siento mal por hacer que perdieras una amiga.
—En realidad, prefiero tener amigos verdaderos como tú. No tienes que disculparte, ¿de acuerdo? —contestó Carly jugueteando con la envoltura.
—También lamento haberme ido sin ti. No estaba en mi mejor momento.
La sorpresa inicial de Carly se transformó en un gesto de comprensión cuando sus miradas se encontraron.
—Lo sé, tonto. —La chica le dio un codazo cariñoso—. Por cierto, me gustaría conocer a tu pareja si es que tienes una. Espero que sea agradable, si no nos llevamos bien, ambos pelearemos por ti y estoy en desventaja.
Owayne soltó una risilla al pensar en cuál sería la cara de la chica al saber que se trataba de Seere. Aunque prefirió no mencionarlo y esperar un momento adecuado para decírselo.
—Tranquila, estoy seguro de que se llevarán bien.
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La tarde caía con un manto dorado sobre la ciudad cuando Owayne cruzó el umbral de la funeraria. El sol, que se ocultaba lentamente en el horizonte, teñía el cielo de tonos naranjas y rojos. La suave luz crepuscular, parecía sumirlo todo en una calma serena.
Owayne hizo una seña de saludo a Demian, quien estaba detrás del mostrador, al mismo tiempo que le indicaba que estaba listo para suplirlo como recepcionista.
—Owayne, bienvenido —saludó de regreso Demian—, te esperaba más tarde.
Owayne sonrió y se quitó los guantes para acariciar sus mejillas que se encontraban rosadas por el frío.
—El entrenador canceló la práctica de hoy —le explicó mientras guardaba sus pertenencias dentro del escritorio.
—Ya veo. Supongo que entonces puedo aprovechar para discutir un asunto importante que quería tratar contigo.
Cuando Owayne volvió a mirar a Demian, este estaba demasiado cerca, lo que le hizo sobresaltarse. Retrocedió un poco y asintió.
—Claro, ¿pasa algo malo? —preguntó preocupado.
—En absoluto. Me enteré de que Seere y tú comenzaron a salir.
Owayne sintió la incomodidad crecer a su alrededor cuando el gesto amigable de Demian se volvió más inquietante. Sus ojos se estrecharon levemente, observando cada movimiento de su jefe con cautela.
—¿Seere se lo ha dicho?
—En realidad solo lo estaba suponiendo, era cuestión de tiempo —musitó Demian, haciendo que la intranquilidad del más joven aumentara—. Me da gusto por ti, pero espero que esos sentimientos tuyos desaparezcan pronto.
Hubo silencio. Sin aliento, Owayne no atinó a responder enseguida. Sus puños se apretaron e inclinó un poco la cabeza, negándose a aceptar lo obvio.
—¿Qué intenta decir?
—Si no te ha quedado claro, creo que lo mejor es terminar con esa relación.
«Que sea una broma» rogó mordiendo su labio inferior, pero la mirada seria e inconcusa que Demian le dedicó le hizo saber que no era así.
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