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Rompiendo el caparazón de desamor


Desde el comienzo de su incipiente relación, dos semanas habían transcurrido entre conversaciones furtivas y encuentros esporádicos. Owayne anhelaba el momento en que pudieran pasar más tiempo juntos, sin embargo, el vaivén de sus horarios disonantes había sido un obstáculo que parecía conspirar para mantenerlos separados.

Pero ese día finalmente los cambios en los horarios laborales les habían concedido una oportunidad cuando, además de coincidir para tener los mismos descansos, Demian les asignó la tarea conjunta de hacer compras para la funeraria.

Aunque el supermercado no era el lugar que Owayne había imaginado para pasar tiempo juntos, la experiencia no dejó de ser especial. Pese a que Seere no expresaba entusiasmo, su simple presencia le traía una sensación de conexión. Owayne se sentía cómodo, como si una paleta de colores disolviera la soledad que solía teñir su vida.

Sus nuevos días no se sentían solitarios y vacíos: ahora cada cosa común parecía extraordinaria en su compañía. Owayne suspiró al aire y dejó la bolsa que sostenía sobre el carrito de compras. Al acercar su mano a la de Seere y unirla, notó cómo el otro se apartaba instintivamente.

—Lo... siento. Creo que no debí hacer eso —desvió la mirada, arrepentido.

Dio unos pasos más cuando sintió la mano de Seere sujetarse a la suya y frenó, sabiendo que seguramente le sería difícil expresar aquella muestra de afecto.

—No es que me moleste, pero no estoy acostumbrado a ello —confesó bajito, recargando su mejilla sobre el carrito de compras—. Lamento si es problemático.

—Estoy feliz de poder estar a tu lado, así que te aseguro que procuraré ir a tu ritmo —musitó Owayne con suavidad, mientras soltaba suavemente la mano de Seere.

Una sensación de calma llenó el aire entre ellos, y Owayne sonrió con ternura, sabiendo que este momento era igual de especial incluso sin el contacto físico.

Seere le miró confundido y entonces él le obsequió una sonrisa, transmitiendo su comprensión y su disposición a esperar todo el tiempo que fuera necesario para que Seere se sintiera cómodo en su presencia.


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Con las compras terminadas, las tenues gotas de lluvia salpicando el techo del auto y la persona que quería a su lado, Owayne se sentía rodeado de felicidad.

—Deja de dibujar cosas en los cristales —regañó a Seere con tono amable—, la gente te mira como si no fueras normal.

—Obviamente, ¿por qué querría serlo?

—De verdad que eres todo un caso —se rindió.

Seere apartó su vista con una gran sonrisa y recargó la cara sobre su mano. Owayne le miró un instante y regresó la vista al semáforo que continuaba en rojo.

—Por cierto, ¿puedo hacerte una pregunta? —inquirió de pronto.

—Ya lo estás haciendo —masculló el otro con burla—. Adelante, puedes hacer las que quieras.

—No lo sé, en realidad quiero saber muchas cosas, quiero conocer más de ti.

—Nunca he sido bueno hablando de mí —confesó Seere, evitando la mirada de Owayne—. No creo que haya algo demasiado emocionante.

Owayne no pudo evitar reír.

—Ahora sí estás sonando como alguien normal.

Seere sacudió la cabeza y le dio un suave golpe con sus nudillos.

—Eres insoportable.

—Uno de mis encantos —le sonrió mientras ponía el coche nuevamente en marcha—. Ya que estás de buen humor, supongo que comenzaré el interrogatorio con tu familia.

Las cejas de Seere se arquearon. Su rostro cambió y, a pesar de que no dejó de sonreír, un dejo de seriedad pudo notarse.

—¿Qué te gustaría saber? Mi madre ya murió al igual que mi padre —la sonrisa vaciló, aunque solo fuera por un segundo.

—Vaya, lo siento —se disculpó Owayne, apenado y nuevamente detuvo el coche, obstaculizado por un semáforo rojo que se vislumbraba enseguida—. Sé que no se puede comparar, pero también perdí a mi madre, así que entiendo el peso que puede tener esa pérdida.

—No pretendía compararlo. En mi caso no es como que extrañe a alguno de ellos —musitó con un aire de nostalgia a pesar de que su rostro se mantenía inexpresivo—. Mi madre era una prostituta de la cual mi padre se enamoró a pesar de tener una familia, tal vez por eso nunca fuimos especialmente cercanos.

—Ya veo. ¿Hay alguien más en tu vida que sea cercano? En mi caso, tengo a mi padre, aunque nuestra relación no es tan estrecha. Mi hermano, en cambio, es alguien muy especial.

Seere asintió enseguida, si bien,su mirada se tornó distante por un momento, una sonrisa nostálgica precedió su respuesta.

—También tengo un hermano mayor. Es una buena persona, aunque hemos tomado caminos diferentes en la vida. A veces es complicado entendernos, pero aun así, lo aprecio. Así que no te preocupes, no es como si me sintiera solo o sin familia.

Owayne sonrió con calidez y colocó su mano sobre la de Seere que descansaba en el asiento.

—Incluso si así fuera, ahora estamos juntos, así que puedes estar seguro de que no te sentirás solo nuevamente.

Un momento de calma envolvió la atmósfera del auto. Seere miró hacia abajo, sintiendo la cálida presencia de Owayne y sujetó su mano de vuelta.

—Gracias, Owayne.

Owayne observó cómo el rostro de Seere se iluminaba con una sonrisa sincera, y su corazón se llenó de gratitud al sentir el cálido contacto de sus manos.

En ese instante, un sentimiento de complicidad y conexión se afianzaba entre ellos y, aunque al regresar a su trabajo, las cosas se mantuvieron casi inalterables, ambos sabían que su relación poco a poco avanzaba.


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Después de las extensas clases, Owayne finalmente salió de la escuela. Al lado de la puerta principal, vio a Seere, quien aparentemente lo había estado esperando.

Una sonrisa iluminó su rostro al ver que Seere lucía más atractivo de lo habitual y miraba a su alrededor, como si tratara de encontrarlo con la mirada.

—¿Seere? ¿Qué haces aquí? —preguntó Owayne, sorprendiéndolo desde atrás y tratando de ocultar su alegría al verlo.

Seere sacó las manos de sus bolsillos y lo tomó del brazo para llevarlo consigo hasta un taxi.

—Decidí hacer algo especial hoy. Anda, sube.

Owayne, al principio, simplemente obedeció y subió al taxi. Sin embargo, a medida que avanzaban, la curiosidad le ganó y no pudo contenerse. A pesar de las numerosas preguntas que hizo, Seere solo respondía con evasivas, dejándole claro que el destino era una sorpresa.

—Vamos, solo dame una pista —rogó Owayne a punto de rendirse.

—Bien, la pista es que hemos llegado —anunció Seere, justo cuando el conductor frenaba.

Owayne miró con los ojos algo más abiertos de lo normal el cementerio frente al cual se encontraban. No tardó en reconocerlo: era el lugar en donde descansaba su madre.

Incapaz de pronunciar una sola palabra dirigió la vista al maquillista, y este, percibiendo su desconcierto, anticipó la pregunta no formulada con una expresión comprensiva.

—Pensé que deberíamos visitar a alguien importante para ti. Supuse que te gustaría verla.

Owayne, todavía asombrado, preguntó con un susurro:

—Pero ¿Cómo lo supiste?

—Digamos que he prestado mucha atención a los detalles que compartes conmigo. No fue sencillo, pero después de buscar un poco, finalmente di con el lugar.

Antes de salir del taxi, Seere sacó dinero para pagar al conductor. Descendieron del vehículo y comenzaron a caminar entre las lápidas, rodeados por la quietud del lugar.

—Vaya que ha sido una sorpresa, pero debiste avisarme, no traje siquiera un ramo.

—Seguro no le molestará. Además, no creo que a alguien le guste que llenen su tumba con las flores que no le dieron en vida.

Owayne asintió y se detuvo frente a una tumba.

El ocaso tiñó el cielo de un hermoso naranja con lila, como si la propia naturaleza rindiera homenaje al momento. A Owayne le pareció que era perfecto para aquel reencuentro, y regresó la vista a Seere, detallando sus irises que reflejaban los colores del atardecer.

Tragó saliva para evitar llorar, quitó con cuidado unas hierbas que estaban creciendo sobre la lápida y se arrodilló frente a ella.

—Hola, mamá... Ha pasado tanto tiempo, demasiado tal vez. Quería venir antes, pero no sabía cómo hacerlo después de todo lo que ha pasado. Cada vez que pienso en lo mucho que te extraño, siento un nudo en la garganta y me dolía pensar en tu rostro afligido cada vez que lloraba.

Owayne dejó que la brisa de la tarde llevara sus palabras antes de continuar.

—Pero ahora siento que puedo liberar un poco de ese peso. Aprecio todo lo que hiciste por mí, tus consejos, tu apoyo incondicional. La vida no ha sido fácil sin ti, pero ahora tengo más personas en mi vida con quienes compartirla —tomó a Seere de la mano—: él es una de ellas, es Seere, mi novio, tal vez saber que soy gay no es lo que esperarías pero estoy seguro de que lo habrías aceptado.

El sol se ocultó por completo en el horizonte, sumiendo el lugar en una suave penumbra. Owayne miró a Seere con gratitud y amor.

—Hola —saludó Seere tímido—, habría sido un honor conocerla. Aunque tal vez mi aspecto no la hubiera convencido, puedo asegurarle que me estoy esforzando por ser lo suficientemente bueno para Owayne, así como él lo es para mí.

—Puedes descansar en paz, mamá. Estoy feliz y en buenas manos. Gracias por todo —pronunció finalmente, permitiéndose liberar esas palabras que había guardado por tanto tiempo.

Seere colocó una mano en su hombro y Owayne la sujetó con fuerza, no quería parecer débil pero no pudo evitarlo. El escozor golpeó férreo en sus orbes y las lágrimas se deslizaron por sus mejillas.

Seere, preocupado por si había hecho lo correcto, lo rodeó con sus brazos.

—Lo siento, Owayne. No quería causarte dolor. Si preferirías no haber venido aquí...

—No lo sientas —interrumpió Owayne, su voz entrecortada por el llanto, pero llena de sinceridad—. Esto... esto era necesario. De verdad necesitaba hacer esto. Gracias por traerme.

Seere asintió, entendiendo las palabras de Owayne, pero aún sintiéndose preocupado por haber desencadenado tantas emociones.

—Deberíamos regresar. —Owayne sugirió después de unos momentos, intentando recobrar la compostura—. Gracias a ti, siento que he liberado un peso que no creía capaz de soltar.

En el trayecto de vuelta, la atmósfera se volvió más tranquila. Owayne, aunque aún con los ojos enrojecidos, se sentía en paz consigo mismo.

—¿Sabes? Hay algo más que me gustaría hacer —musitó de pronto Seere, atrayendo la atención de Owayne—. Podríamos visitar la tumba de la última persona con la que salí. Quiero que conozcas a Taylor.


Gracias a todas las personitas que se pasan por esta historia, me hace feliz ver que hay a quienes  les gusta  aun cuando al principio creí que no llegaría a tanta gente ha tenido una buena aceptación.

Gracias de verdad por continuar esperando actualizaciones, aun con mis desordenados tiempos, ustedes son mi inspiración para hacerlo mejor <3


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