Caparazón de dolor
Le costó recuperar el aliento tras el orgasmo. Sentía un zumbido en su cabeza tras la euforia, y sus músculos seguían débiles.
Agradeció el clima frío, que los envolvía en una suavidad acogedora. Se acercó a Seere y lo atrajo hacia su pecho, como si quisiera asegurarse de que todo aquello era real. Seere correspondió sin dudar, descansando la cabeza sobre su hombro, en una tranquilidad que Owayne jamás había conocido.
—Ha sido perfecto —susurró, su voz llena de una sinceridad que se sentía en cada palabra.
Seere no respondió de inmediato. En su lugar, jugaba distraído, trazando círculos en el pecho de Owayne o enrulando suavemente su cabello entre los dedos.
—¿Sabes? —dijo Owayne, pensativo—. Pasé mucho tiempo intentando encontrarte para agradecerte como debía... Y cuando finalmente lo hice, es irónico que no te reconociera.
Seere, al escuchar esto, se acomodó en su pecho y sonrió, pero esta vez la sonrisa era diferente, como si todo lo que habían vivido los hubiera moldeado aún más.
—Tampoco te reconocí de inmediato —admitió, con una ligera risa—. Pero mira, aquí estamos, ¿no?
Owayne asintió lentamente, comprendiendo que, a pesar del tiempo perdido, el destino los había reunido en este preciso momento. Sintió una paz extraña al pensar que el reencuentro era más importante que cualquier olvido.
—Estoy feliz de haber vuelto a encontrarte —dijo, y esas palabras sonaron más sinceras de lo que pensaba.
—Yo también —respondió Seere con una sonrisa tranquila.
Owayne, con una sonrisa cómplice, se acercó y unió sus labios con los de él.
Las manos de Seere ascendieron hasta su cuello, y Owayne entrelazó sus dedos con los suyos, sintiendo cómo todo lo que había sido antes se desvanecía, reemplazado por la serenidad de ese momento.
El beso se alargó, más pausado, más lento, hasta que se separaron, respirando con dificultad, con los corazones latiendo al unísono.
—Lo siento... ¿querías decir algo? —preguntó Owayne, notando que Seere había estado pensativo.
Seere lo miró fijamente por un momento, como si dudara de algo.
—He estado pensando... ¿Alguna vez has considerado irte y dejar todo atrás?
Owayne lo miró, su corazón se aceleró por un segundo, pero se obligó a responder con calma.
—Lo hice una vez, cuando me fui de casa... —dijo, su voz bajando, como si esa parte de su historia aún le doliera—. Pero ahora sé que no podría. Estoy bien con todo: la universidad, el trabajo, tú.
Su respuesta pareció no convencerlo, pues su rostro pareció desilusionado. Owayne quiso preguntar el por qué, pero antes de emitir alguna palabra Seere habló.
—Te estás apañando las sábanas —dijo, como un intento de aligerar la atmósfera, pero Owayne notó que su mente seguía en otro lugar.
Entonces, sin poder evitarlo, sus labios se acercaron una vez más.
—Te amo —susurró, acariciando suavemente su rostro con el dorso de su mano—. Podría estar toda la vida así y no me cansaría.
Seere, esta vez, rió de forma más suave, casi en un suspiro, como si las palabras hubieran resonado en su pecho de una manera que solo él podía entender.
—También yo —dijo, con un tono que Owayne podría reconocer siempre como sincero.
Owayne, con una sonrisa, ajustó las mantas y las cubrió a ambos. Sintió el pulso en sus oídos y miró a Seere antes de que el sueño los reclamara. Por primera vez, todo parecía estar en su lugar, tal como debía ser.
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Una fría sensación le invadió entre sueños y en cuanto abrió los ojos Seere no estaba a su lado. Se levantó, sin molestarse en vestirse por completo, y lo buscó en el baño, pero no había rastro de él.
Con algo de inquietud, se vistió rápidamente y bajó a la planta baja, donde se encontró con Demian.
—Demian, ¿has visto a Seere?
—Salió más temprano. Debe estar por regresar, falta poco para que su turno comience —respondió su jefe con la misma tranquilidad de siempre.
Owayne asintió, dispuesto a regresar arriba, pero algo lo detuvo. Por fin había resuelto muchas cosas, pero aún había algo dando vueltas en su cabeza.
—¿Sabes, Demian? —exclamó y en cuanto el mayor gruñó indicándole que continuara, suspiró—. Cuando estaba en el hospital escuché que hablabas con Seere.
—Vaya, me pregunto cuál de todas las conversaciones —comentó al aire, como si no tuviera idea de lo que hablaba Owayne.
Owayne apartó la vista, intentando encontrar las palabras adecuadas.
—Lo que quiero decir es que... me pareció entender que tú y él... tuvieron algo.
—Tal vez.
—Entiendo —pronunció con un halo de decepción.
—Tal vez pudo ser así —completó—, pero no lo fue. Seere llegó casi al tiempo que yo perdí a alguien importante, mi hermano Gerard.
—Lo lamento... No tenía idea.
Demian negó con un movimiento de cabeza, sonriendo con ironía.
—No es algo que suela mencionar. Gerard era mucho menor que yo, no teníamos el mismo padre, pero sí la misma madre. Fue idea suya que abriéramos la funeraria —dijo, con una sonrisa cargada de nostalgia—. Nunca fue muy fuerte. Tras una operación quedó en coma, y yo me aferré a una esperanza tonta de que despertaría... pero no fue así.
—Lo siento mucho —repitió Owayne, sintiendo que no había palabras suficientes.
Demian sonrió con amargura.
—Cuando Seere llegó era un muchacho esquivo, pero en su interior podía ver cierta bondad que me recordaba a Gerard, así que hice todo cuanto pude para intentar curar sus heridas, así como tú.
—Cuando dijiste que alguien intentó volverse cercano a Seere...
—Bien, ya fue suficiente charla —exclamó, dando una palmada en sus rodillas para luego levantarse—, ve a apresurarte.
—Gracias. Y de verdad lo lamento. Sé lo que es perder a alguien cercano. El cielo debe ser tan afortunado por tenerlos.
Una inesperada sensación se coló en el interior de Demian y sin que lo pidiera sus ojos se aguaron. Owayne le dedicó una sonrisa amable en la que fue capaz de ver el recuerdo de su hermano, y tras ello se marchó.
—Vaya que debe serlo —susurró—. Y yo también lo soy, porque es como si parte de ti viviera en nosotros.
Cuando Owayne regresó a la habitación, notó que había una nota en el buró. Algo en su interior dolía y se negaba a mirarla, pero con las manos temblorosas alcanzó la hoja y la comenzó a leer.
"Hola, Owayne, seguro que estarás confundido. Encontrarte con esta nota que parecería no tener sentido. A decir verdad, la escribo para el día en que me vaya, así que podrás entender a donde van estas palabras.
No te hagas ideas extrañas, es solo algo que debía pasar. Hay un proyecto importante en el extranjero al que no puedo negarme. Lo siento mucho.
Sé que esto no era lo que esperabas, y lamento cualquier dolor que pueda causarte. Pero, por favor, aléjate de los problemas. Quiero verte bien cuando regrese.
Gracias por estar conmigo y por seguir intentándolo. Gracias por tu paciencia y por las veces en que pudimos reír. De corazón te agradezco por enseñarme que el dolor, compartido es menor.
Gracias por todo, también ha sido difícil para mí el decidir marcharme, más porque lograste volverte alguien cercano. Y eso es algo que no cambiará con toda la distancia.
Ojalá que yo también haya podido hacer por lo menos un buen cambio en tu vida, y logrado que seas, aunque sea una infinitésima parte de lo feliz que me has hecho.
Y por favor no dejes de sonreír, el mundo necesita más personas como tú"
Cerró su mano hasta que sus nudillos se marcaron blancos. Sentía que el aire le faltaba, las lágrimas luchaban por salir, y un grito quedaba atrapado en su garganta. Dobló la carta y se dirigió a la puerta. Pero antes de llegar, esta se abrió, y Seere entró.
—¿Seere? —dijo Owayne, tratando de ocultar el rastro de sus lágrimas—. ¿Dónde estabas? Me asustaste.
—Lo siento —murmuró Seere mientras cerraba la puerta detrás de él—. No debí hacer esto así.
—¿Por qué? ¿Por qué te marchas? ¿Acaso hice algo mal?
—Owayne, no es eso.
—Ni siquiera me avisaste algo.
—Owayne, sobre eso...
—Entiendo si estás confundido, en serio lo lamento, pero esta nota...
—Owayne, escucha. —Alzó más la voz para frenarlo y finalmente poder hablar —. Al principio en verdad pensé en marcharme, pero no pude. No podía irme así, sin más.
Seere se puso de puntas y depositó un beso corto y sencillo en los labios de Owayne.
—¿Te quedarás?
Seere negó y la esperanza que le quedaba se esfumó ante ese gesto.
—Pero ¿por qué?
—Porque es una oportunidad que solo se da una vez en la vida —explicó Seere, separándose de él.
—Entonces iré contigo.
—Cuando te pregunté si dejarías todo, tú contestaste que no podrías. Sería egoísta pedirte que abandones lo que amas solo por ir conmigo.
—Tú eres todo, cuando contesté que no podría dejarlo todo es porque no podría dejarte a ti.
—Y no lo harás, no realmente. Solo será un año.
—Un año es demasiado —sostuvo, sintiendo como sus ojos volvían a cristalizarse.
—Lo sé —admitió Seere con una sonrisa melancólica—. Pero si me quedo ahora, siempre me preguntaré qué habría pasado si hubiera tomado esta oportunidad.
Owayne cerró los ojos. Si lo retenía ahora, ¿qué pasaría en el futuro? ¿Qué clase de amor era ese si no podía dejarlo ser libre?
—Quiero que brilles, Seere. Quiero que hagas todo lo que sueñas. Solo... prométeme que, cuando regreses, seremos los mismos. No importa cuánto cambien las cosas, quiero que sigamos siendo tú y yo.
—Siempre seremos nosotros.
La sonrisa de Owayne se hizo más pequeña, más melancólica. Lo soltó con cuidado, como quien deja ir algo precioso pero frágil.
—Entonces no hay nada más que decir. Sé increíble, Seere. Yo estaré aquí, esperándote.
Estaba por besarlo cuando la voz de Angel les hizo sobresaltarse.
—Seere, eres un idiota, niño tonto ¿por qué no me dijiste antes que pensabas marcharte? —Angel gritaba, mostrando el mensaje que Seere le había enviado.
—Angel, lo siento, no creí que fuera necesario. Estuvimos mucho tiempo separados así que seguro no sentirás mi ausencia. Especialmente ahora que tienes a Neal.
—Un momento, no metas a Neal en esto.
El ceño de Angel se frunció, pero Seere solo le dedicó una sonrisa amable mientras extendía la mano y tocaba su mejilla.
—Ya debo irme, por cierto, hoy te ves linda en verdad —susurró quitando un mechón rubio de su frente y haciéndola sonrojar—. Cuídate.
Angel, avergonzada, tapó su rostro con ambas manos, sintiendo como un calor se apoderaba de este y lo teñía de carmín.
—¿Linda?
Se dirigieron a la salida, donde Demian les sonrió, Owayne supuso que Demian ya sabía que Seere se marcharía, incluso desde antes que él.
—¿Puedo quedarme con Yeot mo? —preguntó.
—¿Estás seguro? Tienes la universidad, el trabajo, más ahora que no estaré, no quiero que sea una carga para ti.
Owayne negó con la cabeza, sonriendo apenas.
—No sería una carga. Me haría bien tenerlo cerca, como si una parte de ti se quedara conmigo.
Los ojos de Seere se suavizaron, y asintió con una sonrisa.
—Sé que lo dejo en las mejores manos. Te lo encargo mucho.
—No tienes que preocuparte por eso. Te esperaré. Ambos te esperaremos.
—Lo sé. Y no habrá día en que no desee que la espera termine.
Seere se quitó la bufanda para colocarla en el cuello de Owayne, depositó un corto beso en sus labios y tomó su maleta, comenzando a andar por las calles revestidas de hielo que comenzaba a fundirse.
Owayne le sonrió una vez más, recordando la frase de Demian, que incluso el corazón más oscuro podía iluminarse. Y le hacía feliz saber que, aunque la despedida era inevitable, había logrado compartir un poco de su felicidad con Seere.
Le miró marcharse, y sonrió porque sabía que al final de la espera Seere estaría ahí, listo para escribir más páginas de su historia juntos.
FIN
De corazón, mil gracias, no tengo como expresar lo feliz que me ha hecho ver el recibimiento de esta historia, cada que leía sus lindos comentarios, o cuando veía que la historia comenzaba a crecer. Espero haber cumplido sus expectativas y no olviden seguir la segunda temporada que la próxima semana estará lista.
Nos leemos pronto.
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