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Especial 4 || Natassia en el país de los hielos.

-¿Qué lees?

Degel trató de acomodarse en la cama sin moverse lo máximo posible, al meterse entre las sábanas, ya que la rubia llevaba un punto crítico en su estado, que cualquier situación, según su médico, podía llevarla al término de su embarazo, cosa que ninguno de los dos quería, al menos no en el momento, ya que aún le quedaban, por lo menos, unas dos semanas y media más antes de la fecha en que les dijeron, el niño nacería.

-"La caída".- Dijo apenas, dándole una gran sonrisa, mientras sus ojos se posaban en el francés acostado a su lado.

-Albert Camus. No te hacía lectora de esta clase de cosas.

-No lo soy mucho, pero solo por el hecho de que esta clase de autores eran considerados de "lectura ligera" por varios de mis profesores, y eso que recién iba en primario, por eso le tomé cierta clase de rechazo. Aunque ahora que le doy la oportunidad, se ve bastante interesante sus historias y dialéctica. Tal vez, el que prácticamente me hayan obligado a leerlo a tan corta edad, fue lo que me impidió disfrutar de sus obras.

-Me alegra mucho, entonces, que le des una chance a sus escritos. Camus es uno de mis escritores favoritos y siento que sus libros merecen ser leídos por todos. Se que son bastante pesados y hasta muy poco llevaderos, por su estatus de filósofo y que el tema del existencialismo siempre estuvo presente en todo lo que hacía, pero...- Dejó de hablar tan pronto como se dio por enterado de la manera en que Natassia lo miraba y no pudo evitar que sus mejillas se pusieran algo rojas, aunque eso sí fue algo que no supo porque le sucedió, pero quería evitar verse tan avergonzado frente a ella. -Lo siento, me dejé llevar por mi estúpido y poco lógico fanatismo por un tipo que escribe libros. No quise aburrirte con lo que te decía, ni mucho menos, meterte mis ideas y gustos por los ojos...

-Llamémosle así.- Fue lo único que dijo la rubia, apenas si Degel le dejó un mínimo de lugar para decir una palabra y aunque todo lo que tuvo de parte del hombre fue una mueca de confusión, le agrado un poco eso, ya que le daba más espacio para continuar hablando ella acerca de esa propuesta. -Tenemos una cuestión a resolver y esa es que aún no sabemos cómo se llamará nuestro hijo y aunque todos los nombres que venimos manejando, terminan por dejar de gustarnos por cualquier razón, podemos estar silenciosamente de acuerdo en que el niño pasará más tiempo sin nombre, que dentro de mí, pero ya que me dices que Albert Camus es tu escritor favorito y te ves tan emocionado hablando de él que, me parece que ese sería un buen nombre para nuestro hijo, ¿No te parece? Además, piénsalo de esta manera, ¿Cuántos niños conoces, que se llamen "Camus"?

El francés se quedó pensativo y en completo silencio mientras su pareja hablaba, pero más porque no podía creer lo que se le estaba ofreciendo. Era un sueño bastante descabellado para él, el llamar a un hijo futuro, con el nombre propio de otra persona que él mismo admiraba tanto como a su padre y por dicha razón, nunca se atrevió a decirle nada, pero que, por una espontanea conversación en la que pudo sacar a relucir sus admiraciones por el escritor francés, uno de sus más locos e imposibles sueños podían hacerse realidad.

-Camus Diamonds...- Susurró con una leve sonrisa pegada a sus labios.

-Me gusta cómo suena. Muy distinguido, ¿No lo crees?

-La verdad es que si, pero te aceptaré tu pedido con una sola condición.

-¿Cuál sería?

-Que también lleve tu apellido, junto al mío.

Ahora eran las mejillas de Natassia las que se tintaban en un total carmín, pero más pronto que nada, sus ojos se humedecieron y unas pocas lágrimas la abandonaron, pero fueron apenas contadas, ya que los pulgares de Degel se apresuraron a la tarea de impedir que su llanto avanzase, junto a un par de besos que la rubia recibió y correspondió de muy buena gana.

Muchas palabras y actos bastaron esa noche y las que vinieron, al menos del lado de la pronta llegada del bebé de ambos, por lo que solo se dedicaron enteramente a pasar los días y esperar el final de tan larga travesía, cosa que pasó apenas unos doce días luego de decidir el nombre.

La tarde del siete de febrero fue la mejor para la vida de ambos, sobre todo para Natassia ya que, tenía la egoísta felicidad de ya no tener que cargar con tantos dolores y molestias, aunque cuando vio el rostro de su hijo, por primera vez, supo que cada dolor, por más mínimo que haya sido, durante todos esos nueve meses y hasta las horas previas a dar a luz, valieron totalmente la pena, ya que su pequeño Camus era lo más hermoso que había podido tener entre sus brazos, aunque ese amor que sentía solo era sobrepasado por la bella imagen que Degel le proporcionaba, al tener al pequeño recién nacido entre sus brazos, con el pánico impreso, en todos los colores posibles, en su rostro, pero no dejando ver nada más que no fuera una enorme sonrisa de alegría y una pequeña risita luego de decirle "yo soy tu papá", ya que apenas si dijo eso, murmuró un leve, pero bastante audible "soy papá".

Natassia no pudo resistir esa dulzura que sus ojos presenciaban, Degel realmente amaba a ese niño, parecía que lo adoraba y juraba protegerlo más de lo que podría importarle su misma vida y solo entonces sus pocas dudas recurrentes se desvanecieron por completo y volvía a sentir que al lado de aquel francés, nada malo podría pasarle nunca.

La felicidad que ambos sentían parecía más que imposible de superar, pero la voz de la mujer llamando al pelirrojo, le hizo elevarse aún más allá de esa felicidad que le rodeaba al tener, finalmente, a su hijo entre ellos.

-Si.- Fue lo único que le dijo y él entendió perfectamente lo que se refería.

*

*

Una semana después de que Camus nació, Degel y Natassia rompieron ese primer contrato infame en el que ella le entregaba a Camus, ante cualquier alteración en la vida que llevaban, y ella debía marcharse sin pedir nada a cambio, cosas que fueron idea de la propia rubia, cabe recalcar, y a pesar de toda la imposición que pudo poner Degel sobre el asunto. Pero ahora, dicho papel era cosa del pasado y, con el primer mes de vida del pequeño Diamonds, Natassia caminaba hacia el final de un camino de jazmines, con un sencillo vestido de color marfil y un ramo de apenas cinco rosas blancas en sus manos, al encuentro de aquellos dos que se habían transformado en los hombres que amaba más que a nada ni nadie en el mundo. No pudo contener la risa al ver como Degel se balanceaba sin control, de un lado a otro y sus manos estaban totalmente sudadas, al momento en que tomó las de ella, pero no iba a permitir que cosas tan banales les dieran el sentir de que todo podía arruinarse. No ese día.

La ceremonia pasó en calma y ajena a los ojos de todos, tal y como ellos lo deseaban, ya que no querían que nada ni nadie les destruyera la magia que ambos deseaban para ese instante, por lo que los únicos que estuvieron allí, fueron los padres de Natassia, que habían regresado a la vida de la joven más que felices de verla recuperar un buen rumbo en la vida, cosa que los distanció en un comienzo, el pequeño Camus, quien se pasó todo el rato dormido y ajeno a lo que acontecía a su alrededor, y aquella que acababa de ser contratada para ayudar a Natassia y cuidar de Camus cuando ambos no pudieran, una joven estudiante de psicopedagogía, Shaina Rasalhague.

El día fue el más maravilloso para la vida de todos los que compartieron con la nueva feliz pareja de casados y, a viva voz o por lo bajo, pero todos deseaban que la felicidad estuviera presente en la familia siempre. Shaina era quien más esperaba aquello, ya que veía día a día la lucha que llevaba la mujer con sus adicciones, contra las que luchaba más que ninguna otra persona que conociera, y la admiraba mucho por eso, porque se notaba que quería lo mejor para sacar adelante, no solo por sí misma, sino también por su esposo e hijo, y cada día parecía que se superaba para un mejor camino, pero sucedió el día en que los gritos de Degel se comenzaron a oír por toda la casa, poco importando que sean las altas horas de la madrugada y ella, por obvias razones, tuvo que correr de la habitación que le habían dado para ocupar en la casa, hasta la de Camus y tomarlo en brazos, ya que el escándalo lo había despertado y allí se quedó hasta que el silencio volvió a reinar por completo, pero ni así tenía fuerzas para salir de allí y dejar al pequeño solo, aunque finalmente tuvo que hacerlo, pero recién al otro día, cuando un nuevo escándalo se hizo presente y ella, lo único que pudo hacer fue mirar por la ventana como los señores de la casa se marchaban y horas después solo Degel regresaba, hecho un mar de lágrimas y se iba directo a encerrarse a su despacho, pero saliendo varias horas después, buscándola directamente a ella, evitando decirle algo en ese instante, pero pidiéndole charla un mes después de lo acontecido, ya que tenía que hablarle de algo muy importante.

-Solo lamento tener que hablarte de esto ahora. Aunque siéndote sincero, hubiera preferido no tener que hablarte jamás, ya que pensé que, estando ya casado con Nat, el problema se desaparecería totalmente, pero parece que todo empeoró.

-¿Dónde está la señora, señor?- Tenía muchas preguntas, pero esa es la que más le urgía saber, ya que los gritos que le prevalecían de la noche en cuestión, eran los de ella, junto con su llanto, mezclado con los ruegos y también, llantos de Degel.

-En Amiens.

-¿¡El hospital psiquiátrico!? ¿¡Pero cómo es posible!?

-Es entendible que te alteres tanto, porque, aunque no lo demuestre, también estoy más que destrozado mentalmente, pero, antes de contarte porque está allí, necesito que me hagas un favor.

-Lo que sea.

-Más bien, es una promesa más que un favor, y te lo pido más que nada porque ella me pidió que te haga este pedido.

-Señor, ya le dije que lo que sea que necesite de mí, lo tendrá, pero por favor dígame que hace la señora Natassia allí.

-Está allí por culpa del hombre que dice ser el padre verdadero de mi hijo.

-¿A qué se refiere?

-Shaina.- Evitando totalmente responderle su cuestionamiento, al menos en ese momento, fue directo a la cuestión que, tanto él, como Natassia, comenzarían a exigir de ella. -Si tu deseas seguir al lado de esta familia, necesito que me prometas que estarás ciento por ciento dispuesta a transformar, no solo tu vida en una completa mentira y que cada una de las palabras que salgan de tu boca, sean tan firmes y sólidas, como para mantener la falacia que te pediré que lleves delante de ahora en más. Es lo único que te pido para quedarte aquí, porque si no eres capaz...

-Le mentiré a quien sea y a quien quiera, sobre lo que me diga, pero por favor, no me aleje del lado de Camus.

-A él es quien más deberás engañar... ¿Aun así estás dispuesta?

La pelinegra pareció dudarlo un segundo, pero no titubeó al momento de volver a demostrar su lealtad para con el hombre.

Degel quiso sonreír, porque ahora tenía un gran apoyo para proteger muchísimo más a Camus cuando ni él o Natassia no tuvieran ni media oportunidad de hacer algo, en algún futuro, pero no pudo hacerlo, porque al final, estaba a punto de desprenderse totalmente de su hijo y eso era algo que no quería, pero si al final era por su bien, no podía ir en contra de lo que su esposa le había pedido hacer.

Pero eso era algo en lo que no podía detenerse y se dedicó a contarle a Shaina lo que había en el pasado de su familia, ignorando totalmente lo que estaba pasando en Amiens en ese mismo momento.

*

*

Shijima había averiguado donde estaba su "pequeña zorra" y no había perdido tiempo en sobornar enfermeros para metérsele en la habitación en mitad de la noche y golpearla hasta cansarse.

-¿¡De verdad crees que no soy capaz de hacerle nada a ese bastardito!?

-¡Degel no va a dejar que le hagas nada y yo mucho menos!

-¡Te encerraste aquí dentro para evitarme, amparándote en tu maldita adicción, pero ya ves que ni así me fue impedimento para encontrarte! ¡Ahora dime donde mierda está el niño!

-¡No lo haré! ¡Y ya te dije que no vas a tocarlo! ¡Degel es su padre y la única manera de que lo saquen de su lado, es yo dando poder legal, hablado y escrito, diciendo que tú eres su padre y que te lo entrego, pero ya te dije que eso jamás sucederá porque Degel es su padre!

El pelirrojo mayor de los Diamonds estaba al borde de su paciencia y volvió a caerle a golpes, al punto en que ya no pudo distinguir las lágrimas de la sangre que salían de los ojos contrarios.

-Escúchame bien una sola y última cosa. Se muy bien que en dos días te van a sacar de aquí y que vas a volver con el estúpido de mi hermano, pero te quiero dejar en claro que, apenas pongas un pie fuera de aquí, voy a estar en la puerta de este mugre hospital, con un abogado, para exigirte un ADN, para demostrar que ese mocosito bastardo es mío y a ustedes dos no les va a quedar otra opción más que entregármelo.

-¿Y qué clase de mala vida eres capaz de ofrecerle? ¡Con Degel no le falta nada! ¿¡Qué te hace pensar que dejaré que te lo lleves para arruinarle la vida, como arruinaste la mía!?

-¡Tu vida la arruinaste tu misma al elegir seguirme! ¡Sabes que yo nunca te obligué a nada!- Le dio un último golpe con el puño cerrado con mucho odio y se dispuso a salir, no sin antes dejarle bien sabido de que, luego de verla a ella, iría directo con su hermano. -Se que está allí y no me voy a detener hasta tenerlo conmigo. Se los voy a quitar y nada me va a impedir hacerlo.

La dejó en medio de un charco de sangre y lágrimas, desesperada de no saber que poder hacer para proteger a las dos personas que más amaba en el mundo, pero al tener un claro en su mente, se dio cuenta de que le dijo que iba a presentar un abogado apenas si saliera, porque sabía bien que, para una prueba de ADN, necesitaba la firma de aprobación de ambos padres, por lo que era obvio pensar que, si uno no estaba de acuerdo, no sucedería. Ella podía negarse, sabía que Degel lo haría también, entonces no habría problema alguno, pero también sabía que Shijima podía presentar algún amparo judicial y obligarlos, por lo que tenía que ser muy, demasiado, extrema en su decisión.

Ya lo lamentaba, pero también tenía que admitir que ya no lo soportaba.

Tomó la sabana que cubría su cama y comenzó a destrozarla en varias tiras.

Amaba a su esposo y a su hijo, pero no podía someterlos a tal situación.

Aunque nunca pudo saber que su decisión, fue peor que negarse a las exigencias eludibles de Shijima.

*

*

*

¡Hola! ¡He vuelto! 😄
Bueno, no aburrire con los detalles de mí "desaparición", solo dejaré a saber dos cosas...

1: Shaina es una mentirosa.
2: Shaina es una mentirosa. (Por si no quedó claro)

El próximo capítulo es el final de este especial, pero no será la última vez que sabremos de Natassia.

¡Besos! ¡Les quiero!

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