Corte especial || Feliz y accidentado cumpleaños, Camus
Camus estaba tirado en su cama, recién llegado de su trabajo, cargando un cansancio que no experimentaba desde aquella vez que Milo le disparó en el hombro y había pasado días sin dormir del dolor. Pero en ese momento actual, estaba tratando de recuperarse de lo que había sido la celebración por el cumpleaños de su padre, apenas dos días atrás, pero, aunque había sido un festejo dentro de todo tranquilo, ya que se sentían muy "grandes" para llevar el ritmo de hace años atrás, él sentía que habían estado de juerga durante una semana entera y, por ende, no podía levantarse de la cama por más esfuerzo que hiciera.
No culparía a su padre, a su suegro ni a su esposo... Bueno, tal vez a su esposo sí, pero quienes más tenían la "culpa" del asunto, eran esas tres cabecitas que se aparecían por la mitad, a los pies de la cama.
-Papi...- Fingió estar dormido, porque, aunque los amaba más que a su vida misma, de verdad que necesitaba dormir. -Papito...
Se dio media vuelta y quedó con la cara aplastada en la almohada. Tal vez así lo dejarían un momento tranquilo, pero bien sabía que así no iba a ser.
Rápido se dio cuenta de que estaba correcto en sus suposiciones y pensamientos.
-¡A él, mini copias de papá!- Gritó la pequeña pelinegra, subiéndose a la cama de un solo salto.
Bastiann y Alexandros se miraron con algo de desgano, porque mucho no les gustaba que su hermana mayor siempre les diera ordenes, pero por una simple mirada, los gemelos se pusieron de acuerdo en su accionar.
-¡¿Pero que demon...?!- Fue el único grito que se oyó de parte del francés al sentir como los tres niños caían sobre su espalda, pero el llanto de la niña lo hizo olvidarse del reto que quería darles por portarse tan bruscamente. -¿Calvera, qué te pasa? ¡¿Qué le hicieron a su hermana?!
Los niños solo miraban casi perplejos a su padre, sin decir palabra y sin transmitir culpa o algo parecido, más simplemente se bajaron de la cama y se fueron corriendo por el mismo lugar por donde llegaron.
-Ya, pequeña, ya no llores.- Camus obvio el hecho de perseguir o pedirle a los otros dos niños que regresaran y se disculparan con su hermana, ya que ahora consideraba primordial el hacerle pasar el susto y la pena a la pequeña. -Te prometo que hablaré con ellos y haré que se disculpen contigo. Si tengo que castigarlos, también lo haré.
-Papi...- Apenas dijo, mientras se secaba las lágrimas con las mangas de su camisa, ya que aún llevaba su uniforme escolar. -No pasa nada, no te enojes.
-¿Cómo no quieres que me enoje? Te lastimaron y no pueden portarse así contigo.
-No importa, en serio, ya no me duele.- Le dijo mientras intentaba sonreír lo más grande que pudiera. -Además, creo que pude hacer lo que papá nos pidió.
El pelirrojo la miró con extrañeza, pero sin dejar de sonreírle, si Milo estaba atrás de ese ataque, entonces iba a arreglar primero las cosas con él antes de sus hijos.
-¿Dónde está papá?
-En la sala, con mamá.
-Está bien, vamos con él.- Acabó por salir de entre las sabanas, se arregló la ropa e hizo lo mismo con las de su hija, para después tomarla de la mano y bajar con calma las escaleras.
Al final de estas, Milo y Shaina estaban esperándolos y detrás de ellos, los gemelos, totalmente asustados porque rápido les había llegado el castigo.
-Vayan con su madre.- Apenas si dijo Milo, poniendo toda la seriedad posible en su voz. -Nosotros ya vamos. Tengo que hablar de algo con su padre.
Ninguno de los tres niños dijo nada, Calvera solo se soltó de la mano de su padre para irse con su madre y marcharse de allí.
-Es igual a mi madre, con sus comentarios.- Dijo el rubio riendo mientras metía sus manos en los bolsillos.
-Es tu madre.- Retrucó el francés, haciendo referencia al episodio con el piano, hacía unos 7 años atrás, haciendo que su esposo solo riera más.
-Como sea... Desde que empezaron a crecer que no puedo darte un cumpleaños normal. Pensé que este año iba a ser la excepción, pero parece que está arruinado nuevamente.
-No lo tomes así, amor. Son niños, hay que entenderlos. Además, si ustedes están conmigo, no lo consideraré un cumpleaños arruinado.
-Aunque lo digas así, no logras ponerme mejor. De verdad que hace años y quiero sorprenderte y no puedo hacerlo.
-No te desanimes. Ya tendremos más celebraciones.
-Pero ya no quiero esperar más.
-¿A qué te refieres?
-Se suponía que ellos te iban a entretener un tiempo mientras Shaina y yo arreglabamos todo, pero Alex y Bastiann siguen demostrando que son dignos hijos míos y me tiraron abajo los planes.- Sacó sus manos con una bolsita de terciopelo azul oscuro y la abrió en ese mismo momento, ya que de verdad ya no soportaba las ansias. -Hace tres años que cargo con esto y... Hace tres cumpleaños tuyo que vengo con ganas de pedírtelo nuevamente, pero parece que nuestros momentos de romance se acabaron cuando los niños aprendieron a caminar.
Camus se enterneció totalmente y se lanzó sobre su esposo, sintiéndose mucho más enamorado de lo que jamás podría estarlo.
-La primera vez no esperaste nada para pedirme matrimonio. ¿Por qué ahora sí?
-Porque quiero que sea el mejor cumpleaños que puedas tener en la vida.
-Ay Milo...
Solamente se abrazaron con mucha más fuerza y amor. Milo estaba a punto de llorar de alegría al ver que Camus seguía amándolo con la misma fuerza que años atrás, incluso hasta más y que no le reprochara nada acerca de esa situación, lo hacía quererlo todavía más, por ser tan suave con su torpeza e impulsividad.
-¿Entonces?
-¿En serio quieres que te dé respuesta?- Cuestionó sonriendo.
-¡Si! ¡Ya dinos si te casas con nosotros o no!
Ambos mayores se dieron media vuelta y vieron de nuevo esos tres pares de ojitos asomándose hasta la nariz, detrás del sofá y muy detrás de ellos, Shaina aguantando una carcajada.
-¿Con ellos también?
-Es que era el trato. Ellos te distraían mientras Shaina y yo preparábamos todo, pero con la condición de que ellos también entraban en la propuesta.
Camus estalló en una risa escandalosa mientras unas lágrimas de alegría salían de sus brillantes ojos.
-Si, niños.- Dijo finalmente mientras recuperaba el aire perdido. -Me volveré a casar con su papá y también con ustedes.
Las malas caras quedaron en el pasado en un solo segundo y los pequeños fueron corriendo hacía sus papás, que los abrazaron con fuerza mientras le llegaban besos de parte de los menores, que no tardaban en devolver.
En ese momento, algo en Milo se calmó y sonrió aliviado, ya que por fin pudo darle un buen regalo de cumpleaños a su amado diamante rojo y aunque fue algo accidentado, la enorme sonrisa y el brillo en la mirada de Camus, le daba la calma de que no le importaba en lo más mínimo, porque fue muy feliz de todas maneras.
Y al final, era eso lo que contaba.
-Feliz cumpleaños, mi amor.- Le susurro al oído, recibiendo un fuerte beso en los labios, seguido de un dulce "gracias".
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Camino al trabajo se me ocurrió esta idea, con vista al futuro de nuestros tortolitos, pero cuando me senté a escribirla, no salió como esperaba 😑
Pero al menos salió algo 😅
Decidí subirla aquí como para descomprimir la presión que quedó de antes x)
¡Feliz cumpleaños, Camus! Y Milo, el próximo a darle año, solo traba la puerta de la habitación y ya, pídeselo después de darle amor xD es más fácil, menos accidentado y sin niños llorando.
En el próximo capitulo ya volvemos a la programación habitual 😁
¡Besos! ¡Les quiero!
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