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Capitulo 4 || Puras malas noticias

-Si lo que quieres, es pasar desapercibida, lo que debes de hacer es oscurecer tu cabello, no volverlo más claro.

Los recién llegados se dieron la media vuelta con bastante impresión al oír aquella voz, ya que, de todas las personas que esperaban encontrar, él era el menos pensado.

-¿Cómo es posible?

-Deberías de preguntar eso, por tu esposo, no por mí.

Mine llevó sus ojos a El Cid, que aún mantenía sus manos de guía en la silla de ruedas donde Agatha observaba todo como si fuera ajena a la situación.

-Él tuvo buenas intenciones, siempre.

-Dile eso a la psiquis de Degel.

-¿Dónde está él?- Finalmente habló Rose.

-Eso es algo que no te interesa. Tu fuiste la que más daño le hizo.

-Que coraje el tuyo, para decirme eso sin titubear.

Quiso salirse con todo lo que deseó decirle tiempo atrás y también varias cosas más que mantuvo atoradas en su garganta durante veinte años, pero el grito desde la planta alta, le impidió a cualquiera decir ni media cosa más.

-¡Kardia! ¡Ven rápido! ¡Algo malo pasa!-Kardia no preguntó, solo corrió escaleras arriba y desapareció en el pasillo que daba a las habitaciones de esa planta.

La imagen de Camus, desde la punta superior de las escaleras, viéndolos con un enojo mezclado con pena, los dejó con el alma impactadas. Ese niño acabó siendo igual a Degel a pesar de todo y daba bastante miedo. Para El Cid, ver a ese jovencito, fue un rápido viaje en el tiempo y volver a ver al Diamonds veinteañero, el día que acudió a ellos, ofreciéndoles ayuda. Una gran nostalgia lo invadió de inmediato, al revivir esos años felices, pero también se preguntó si Shura había acabado pareciéndose a él o se había llevado más rasgos de su madre. Sabía que iba a ser muy difícil y conflictivo ese reencuentro, pero estaba muy ansioso por volver a ver a su hijo.

-Esto no será nada fácil.- Dijo Celintha mientras revolvía su bolso y acababa sacando su móvil. -Hasgard habló con Aldebarán del asunto y, aunque está un poco enojado conmigo, le dijo que me dará una oportunidad para hablar a solas y que le explique, que fue lo que pasó.

-Pues bien por ti, Celintha. ¿Pero qué se supone que voy a decirle yo a Ángelo?

-Que eres su hermana. ¿Qué más quieres decirle?

-Que gran idea, Agatha... Ahora veo porque todos te odian.- A pesar de que le dolió ese ataque, no le respondió, solo llevó su mirar hacia otro lado, pero Gioca no estaba dispuesta a ser ignorada en sus preocupaciones. -Él ni debe de recordarme, seguramente ni tiene registro alguno de nuestros padres y ni debe de entender cómo fue que llegó hasta donde llegó, estando solo y sin ayuda. Yo tuve una vida un poco más calma y acomodada de lo que él la tuvo, a pesar de ser hermanos. ¿Cómo siquiera puedo mirarle a la cara y decirle que somos iguales, aunque mucho no me interese?

Por estar gesticulando de manera exagerada y no viendo lo que pasaba a su alrededor, se sorprendió mucho cuando un bolso bastante pesado, le cayó en la mano derecha y por eso, casi se va de cara al piso.

-¿¡Qué demonio pasa!?

-Mejor cuida tus modales y comienza a hacer con más ímpetu, tu trabajo. Si no, le diré a Lord Belier que eres pésima y te acabará despidiendo. Debes de saber, y si no lo sabes mejor que te enteres ahora, que él y Lord Libe, detestan a la gente incompetente que no sabe seguir ordenes, aunque sean simples. Así que mejor empieza a comportarte como debes.

-¡¿Pero quién demonios te crees que eres para hablarme así?!

Al escuchar que le hablaban en ese tono, tono que el sueco odiaba que utilizaran contra él, pero que amaba usar en otros, para que negarlo, Dite sacó sus ojos de su teléfono y dirigió su furia a quien le había acabado de gritar, pero quedó totalmente sorprendida cuando puso sus ojos sobre la muchacha, aunque fue por algo totalmente distinto a lo que todos creyeron que le provocaba ver a Gioca.

-¡Por dios, que desalineada! ¡¿Cómo pudieron dejarte entrar, viéndote así de... Así?!

-¿¡Qué tiene de malo en cómo me veo!?

-Pues, en primera, te pareces al vagabundo de mi novio, y en segunda...- Cayó en un solo segundo al mismo momento en que se acomodó uno de los mechones que le caían en los hombros, y vio a las demás personas que estaban allí. Los reconoció a todos de inmediato, pues antes de separarse, meses atrás, Shion les entregó a todos, sobres con fotos antiguas de todas las familias implicadas en el asunto por lo que no le fue difícil reconocer a los padres de Shura, la madre de los gemelos, la madre de Aldebarán... Y su madre...

Cortó con los pocos pasos que la separaban de ella, y aunque Agatha lo miraba con una enorme sonrisa, llena de brillo, Dite tensionó su mandíbula y su mano abierta con mucho odio, fue a parar a la mejilla de su madre.

-¡Porquería! ¡Basura inmunda!- A esa cachetada le siguieron varias más y algunos otros golpes con el puño cerrado, también golpeando a Mine o El Cid, que se ponían en medio para lograr que la situación se calmara, pero tratar de parar todo, solo lo hacían enfurecer más. -¡¿Eres consciente de todo lo que provocaste?! ¡¿Tienes mínima idea de todo lo que provocaste con tu mierda?!

-¡Dite, basta! ¡Respétame un poco!- Gritaba mientras le tomaba de una muñeca, pero no podía sostener la otra. Esa era una situación en las que odiaba estar en aquella silla, y no poder defenderse como quisiera. -¡Deja de comportarte así!

-¡¿En serio crees que tienes la autoridad para decirme u obligarme a decir algo?! ¡¿Tienes idea de lo que fue vivir con ese hombre?! Tienes idea de lo que fue verlo volverse loco por "tu muerte", lo que fue para mi enterarme que fue lo que te había pasado y vivir largo tiempo culpando, acusando sin escrúpulos ni voz tambaléate a Degel ¡Cuando tú fuiste la que provocó todo esto! ¡Sabes cómo odie a ese pobre hombre, cuando tu fuiste la loca responsable de todo esto!

-¡Tuve mis motivos!

-¡Y a mí que me importan tus motivos!

Levantó su mano nuevamente para volver a golpearla, pero la Acubens se llevó esa acción y su mirar quedó ladeada, con sus ojos cerrados con fuerza. No iba a decir nada acerca de eso, pero definitivamente, se las iba a cobrar.

-¿Qué está pasando aquí?- Shion y Dohko se aparecieron por la puerta lateral del salón y Dite se sintió muy mal, no por su madre, porque sentía que se lo merecía, pero si se sentía mal por esos dos hombres y se arrepintió de inmediato por haber armado semejante escándalo.

-Lo lamento, señores.

-¿Dónde está Ángelo?

-Cardinale se sentía mal por el viaje y él se ofreció a llevarlo al hospital. Quise ir con ellos, pero estoy demasiado cansado por tanto viaje así que me dijo que viniera aquí, que él se ocupaba de todo.

-Vete a tu cuarto a descansar, entonces.

-Si, Lord Libe. Con permiso.

-Propio.

Tomó nuevamente su bolso y se fue escaleras arriba, no sin antes darle una última mirada de mala gana a su madre, que se sobaba la mejilla que había recibido el mayor golpe, y no le dio ni la más mínima pena que estuviera en silla de ruedas. Lo que si le estrujó el corazón a más no poder, fue cuando se adentró en el pasillo y vio a Camus con una mueca de derrota total y los ojos completos en lágrimas. Su pánico se hizo presente cuando se dio por enterado que las manos y la camisa que el pelirrojo traía, llevaban grandes manchas de sangre.

-¡Camus! ¡¿Camus que te pasó?!

El pequeño galo no le dijo nada, solamente se arrojó a los brazos de su amigo y comenzó a llorar como si fuera un niño pequeño. Dite lo comprendió y se llamó al silencio, lo único que hizo fue apretarlo todavía más contra su cuerpo y dejar que se desahogara. Ya habría tiempo para descubrir el porqué de esa situación, pero si lo que el diamante quería hacer ahora, era llorar y no decir ni media palabra, él lo dejaría hacer.

*

*

Dormitaba, pero su cabeza lo traía con espanto a la realidad apenas si todos esos meses de desesperación se volvían a hacer presente. Los espasmos siempre le habían dado una pequeña molestia, cada que los tenía, pero ahora tenía la mente y el cuerpo tan derrotados, que el temblor más simple, le eran la peor tortura existente. Trataba de mantenerse calmo, pero el disgusto que su estómago estaba transitando debido a las drogas de la quimioterapia y la radiación lo hacían ponerse peor de lo que creyó, sumado al dolor en su cintura por la punción de médula que le habían practicado, previo a la entrada a la quimio, sentía, a cada segundo, que iba a desmayarse del dolor.

No estaba teniendo un día en paz desde el diagnostico, siendo sincero, parecía que Kardia era quien no se lo hacía fácil, porque revivió sus antiguos miedos y estaba todo el tiempo sobre él, tratando de hacerle sentir mejor, como lo hizo con Calvera y solo entonces la comprendió, y más de una vez quiso decirle que se largara y lo dejara en paz un momento, pero algo sucedía y necesitaba de su pareja para que le ayude a buscar un poco de calma ante lo que sea que le estuviera pasando.

Y ese día era algo que nunca le pasó, pero que le espantó muchísimo más de lo que creyó. Una pequeña tos mutó con rapidez a un asqueroso ardor en su garganta y fueron pocos los segundos que pasaron para acabar vomitando una gran cantidad de sangre. Kardia, que estaba preparando la ducha para el francés cuando eso comenzó, corrió de regreso fuera del cuarto de baño y se quedó shockeado al verlo mucho más pálido que de costumbre y con la boca repleta de sangre.

La situación había encontrado un poco de calma en el justo momento en que Agatha y los demás llegaron, pero el grito con desesperó de Camus lo llevó a ver de nuevo a su Degui llorando a más no poder mientras seguía vomitando sangre con desespero.

-Voy a morirme, Kardia...- Apenas dejaba salir con angustia.- No lo soporto más.

-No, mi amor, no vas a morir. Scarlet dijo que estabas a tiempo, por lo que ibas a estar bien. No nos mintió y nos dejó aviso de que iba a ser doloroso, pero nos dijo que estarás bien.

-¿Dónde está él?

-Shion dijo que lo llamaría, pero mientras tanto, mandó a buscar una enfermera, para que estés con más cuidados de los que yo puedo darte.

-Pero no te alejes.

-Nunca, mi diamante.

Apoyó su cabeza en el hombro del rubio y trató de buscar calma entre el suave aroma a vainilla de las cortas hebras sedosas que tanto amaba acariciar, a pesar de todo el tiempo transcurrido. La calma se les desapareció ya que alguien tocó a la puerta y ambos le dieron permiso de entrar a su visitante.

-Lamento interrumpir, pero...

-¿Nos traes una imagen nueva de nuestra nieta?

Shaina sonrió y con algo de pena negó, pero les dejó a saber que en cuatro días tenía su chequeo por el quinto mes de embarazo, así que pronto tendrían aquel pedido.

-Venía a decirles que ya llegó la enfermera que el doctor Aeneas mandó y dejó dicho que él llegara en una hora, más o menos.

-Perfecto, hazla pasar.

-De acuerdo. Con permiso.

-Gracias, Shaina.

La calma volvió y siguió así para Degel, incluso cuando la enfermera que su médico había mandado simplemente y de la nada, le dijo que debía de ponerle una intravenosa para pasarle complementos y vitaminas para recuperarse de la pérdida de sangre por vómitos que había tenido. A ambos lo sorprendió la forma directa y sin rodeos en la que dijo aquello y aún más sorprendidos los dejó cuando le tomó de la mano y en menos de dos minutos, ya tenía la aguja puesta y su mano totalmente vendada con cintas hipoalergénicas para asegurarse de que no le diera alguna alergia ni nada parecido.

-Se nota que lleva tiempo haciendo esto. Ni sentí cuando me puso esto.

-Atendí a la señora Calvera, cuando fue diagnosticada y ya llevaba casi diez años en mi puesto. Creo que eso es una pauta clara de hace cuanto estoy trabajando. Iré a hablar con los señores de la casa, para entregarles estos papeles que me dio el doctor, así que, con su permiso.

La mujer se retiró, pero dejó una estela de confusión rodeando al griego.

-Pero yo no recuerdo haberla visto el día que Calvera se desmayó y tuve que llevarla al hospital.

-Tal vez, fue en la primea noche que estuvo allí.- Le comentó con calma, mientras trataba de acomodarse mejor en la cama y así tratar de que su cintura no doliera tanto. -Recuerda que Calvera fue atendida en urgencias, antes de ser transferida a otra área de cuidados.

-Posiblemente. Pero ya, no quiero pensar en eso- Volvió a la cama, se recostó y, a pesar de que Degel lo miró con mala cara, volvió a moverse y acostarse sobre el pecho del heleno. -Se que no te perderé a ti y eso es lo único que quiero pensar ahora.

El francés no dijo nada, solamente se quedó en silencio, mirando a través del cristal de la ventana y suspirando cansado al oír el escándalo que se volvía a formar en la planta baja. La primera vez, no supo porque era, así que aún estaba ajeno al hecho de que Agatha estaba viva y cerca de él, pero está vez si escuchó claro los gritos que le pedían a su hijo, que mantuviera la calma y se detuviera.

-¿Quieres que baje a ver que le pasó?

-No, déjalo. Si explotó, seguro que es porque ya llegó a su límite y entonces no hay quien lo pare. Déjalo y que se vaya a golpes con quien sea que tenga que hacerlo, yo lo conozco y esa es la única forma en que se vuelva a calmar.

-Entonces duerme. Creo que eso te hará bien.

-¿No te vas a ir si me duermo?

-Si te duermes, con más razón me quedaré aquí.

El francés solo sonrió y enterró más su rostro en el pecho de su amante. Por primera vez en todo el día, se sentía bastante feliz.

Quién no estaba tan feliz era Camus, que apenas si vio a quienes le arruinaron la vida a su padre, quiso matarlos, pero todo se detuvo cuando Shion dio un grito y todos se quedaron en silencio absoluto.

-¡¿Qué manera de comportarse es está?!

-¡Lord Belier, ellos son unos desgraciados!

-¡Y tu más por ponerte a hacer esto, sabiendo el estado de tu padre!

Iba a responder, pero se volvió a llamar al silencio al ser consciente de que el mayor tenía razón, su padre estaba muy mal y él se soltaba con un comportamiento nada calmo y poco propio para la situación, por lo que solo bajó la cabeza y se sentó al lado de Milo.

-Bien, ahora que la cordura ha regresado, o al menos eso quiero pensar... Milo, ven conmigo. Tu abuelo, Dohko y yo necesitamos hablarte.- El nombrado miró a sus compañeros y luego a su prometido, quien le tomó de la mano, pero el rubio mayor le dio a entender que eso no era algo en lo que él tenía que estar involucrado. -Luego hablarán, pero ahora ven con nosotros.

Así lo hizo, sin pedir explicaciones de nada ni sin mirar a nadie más, solo siguió los pasos de Shion hasta su despacho, en donde ya los esperaban los otros dos nombrados.

-Te diré esto directamente, Milo, porque no hay otra manera.- Dijo Krest, bastante decaído por lo que cargaba.

-De acuerdo. ¿Qué sucede?

-Tu abuela...

-¿Ahora que hizo? ¿Demandó a mi padre porque se hizo el muerto?

-Está muerta.

Algo se removió en su interior, pero lejos de sentirse tranquilo, una extraña inquietud se presentó en el fondo de su pecho. Pero no era calma, para nada...

Era el sentir de que todo se iba a poner muchísimo peor de lo que ya estaba...

*

*

*

Lo siento porque sea tan cortito, pero creo que es mejor así, así vamos directamente a lo importante

Nota de buena noticia, Garnet al fin hizo algo bueno... ¡Y encima a medias porque una de las suyas se mandó!

¡Besos! ¡Las quiero!

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