Capitulo 3 || El amor de una madre. La desesperación de un hijo.
"Cuando las cosas van mal, cuando te enojas más y la vida no te va bien.
Te hace querer llorar, agobiarte y gritar "¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?".
Cuando estás sintiendo que todo está al revés, y vas con un ceño desagradable que duele tanto por dentro. No puedes distinguir lo malo de lo correcto y sientes que no tiene sentido la vista tan horrible que tienes.
Pero recuerda esta canción y veras que no durará mucho. Todo va a estar bien.
Ahora, si pierdes tu concentración, esos sentimientos de miedo comenzaran a crecer. Pero con un pequeño "foco de enfoque" puedes volver a tener el control. Solo inhala y exhala. Recuerda, nada dura para siempre, incluso los peores sentimientos siempre pueden mejorar.
Sé que es difícil cuando te desmoronas, pero sigues siendo bueno por dentro. Solo recuerda estos pasos y respira hondo y bien para que todo salga bien.
Todo va a estar bien."
Calvera sonreía de manera enorme y satisfactoria, mientras veía como su niño y el pequeño mejor amigo de este, saltaban a su alrededor, sobre la cama, mientras ella les cantaba con mucha alegría y dulzura esa canción. A pesar de su palidez, las enormes ojeras y que suspiraba constantemente debido a que le faltaba mucho el aire todo el tiempo, la mujer no daba señal de querer cortar el divertimento de los niños y hasta trataba de unírseles en el máximo que pudiera, pero sus energías se iban hasta permaneciendo sentada entre almohadones. Pero parecía que a los niños no les importaba, porque el simple acto de la mayor, impulsándolos o moviendo las colchas para que saltaran más alto, los hacía estallar en más estruendosas carcajadas de las que ya llenaban el ambiente.
Kardia y Degel simplemente los miraban desde la puerta, sonrientes y con una mueca de paz enorme, como siendo totalmente ignorantes a lo que el futuro les deparaba con respecto a Calvera, y por primera vez, no tuvieron miedo y mostraron su amor mediante el simple y casi inocente acto de estar abrazados y tomados con firmeza de la mano, mientras miraban con amor y adoración a esas tres personas que estaban dentro de esa habitación.
Calvera llevó sus ojos a esos dos que la miraban desde el marco de entrada y les sonrió aún más que antes, susurrando totalmente en consciencia, aquello que repetiría en un coma casi total y profundo.
"Quiéranse y no se separen". Fue su susurro. Degel solo sonrió para entrar en la habitación y llevarse a los niños, para dejar a solas al matrimonio, que compartieron uno de los escasos y contados momentos en soledad que tendrían y que podrían disfrutar en plenitud..."
A ese vídeo, corto pero lleno de emociones incontrolables, le siguió una carta de puño y letra de su madre, en la papelería personal suya, que llevaba su nombre, firma y sello, lacrado y a contra luz, de su bufete. Al parecer, Calvera quería asegurarse de que su hijo viera que ella había escrito eso y no había sido alguien más, y que mejor manera de lograr eso, que, entregándole un papel que gritaba, a todas señas y luces, que ella era la mente y las manos detrás de esas líneas.
"No te hablaré de lo que pasará ahora, eres muy pequeño y seguramente no habrá manera o palabra que te hagan comprender que es lo que me acaba de pasar, pero si te hablaré, creyendo y viendo al joven adulto, maduro y responsable que sé que te convertirás algún día.
Estas listo para todo lo que se te venga. Es tu elección como enfrentar cada situación. Es tu destino todo lo que tengas que batallar así que prepárate para ello. Si te caes y debes de enfrentar al duro suelo, incluso si te arrastra y te deja profundos raspones en su agarre, hay una cuerda muy delgada e invisible que siempre será lo que te ayude y te obligue a volver y mantenerte en pie. El recuerdo de la caída nunca se irá, no te lo niego, pero de ser un gran e insoportable zumbido, llegará el momento en que solo se convierta en un sonido muy suave, que te hará querer llorar, que te hará llorar y eso es lo mejor que puedes hacer. No luches contra eso, porque si duele, lo mejor es dejarlo salir para que no duela más. Llora, hijo mío. Llora y limpia la tierra que se quede pegada a tu rostro debido a la caída, para que, con el rostro inmaculado y libre de pesar, veas que todo está mejor luego de dejar ir esas lágrimas y dolor que te acechen y agobien en ese momento.
No importa si te sientes mal, ¡adelante! ¡adelante! ¡adelante! ¡Aquí viene tu momento de ser mucho más fuerte de lo que siempre fuiste! Corta con toda la desesperación que te flagele y vence a todo lo malo que se te venga encima, porque yo creo en ti. Tu madre siempre creerá en ti. Aunque no esté a tu lado físicamente, estate seguro que siempre creeré en ti y en todo el poder y la fuerza que tengas, en tu cuerpo, tu mente y tu alma.
Si te lastimas, incluso si duele, ¡no tienes más remedio que levantarte! No importa cuántas veces te caigas, tienes algo que proteger.
Siempre tendrás algo que proteger.
Se que podrás conquistar el mundo si te lo propones, porque tienes el valor y la fuerza necesaria para lograrlo. No me verás, pero no dudes de que siempre estaré a dos pasos detrás de ti, para sostenerte antes de que caigas, para darte un empujón para que te levantes, para susurrarte lo mucho que te amo y lo orgullosa que me siento de ti.
Me tengo que ir, pero eso no quiere decir que dejaré de amarte. Eso es algo que nunca podría dejar de hacer. Te amo y te protejo incluso desde antes de que nacieras, incluso desde antes de conocerte tu linda carita, y no veo razón para dejar de hacerlo ahora.
Cada paso que des, ten la seguridad de que tu mamá estará junto a ti, acompañándote, en todo momento.
Siempre estaré cuidándote, Milo. Nunca lo dudes.
Te amo y siempre lo haré.
Mamá."
Apenas si bajó sus manos, reposándolas en su regazo, Krest llevó sus brazos hacía su nieto, envolviendo sus hombros y acercándolo a sí, haciendo que apoyase la cabeza en su pecho, cosa que, si apenas sucedió, el menor rompió en un llanto desgarrador y doloroso, que salió con mucho más desespero por el simple hecho de que estaba siendo contenido durante el desarrollo de las acciones anteriores. El mayor de cabellos oscuros, si bien se mantenía calmo, no se podía sentir indiferente al terrible dolor que su pequeño estaba sintiendo y unas cuantas lágrimas bajaban lentas de sus ojos, enturbiados y llenos de un dolor parecido al que el rubio menor torturaba.
-Ella te amo. Ella te ama. Creo que es lo único que debes saber en este momento.
-¡Pero yo no quiero saber nada si me va a destrozar! ¡Yo quiero a mi mamá, abuelo! ¡¿Por qué Aioros y Aioria pueden tenerla y yo no?! ¡¿Tan mal hijo fui para que la castigaran de esa manera?!
Un agarre mucho más fuerte que antes fue la simple respuesta silenciosa que tuvo en ese momento, y así continuó mientras no se calmó, pero cuando eso pasó, Krest volvió a hablarle, pero esta vez con más calma y casi en susurros, para así tratar de llevarle total calma de una buena vez, después de tantas emociones juntas que tuvo que pasar.
-Nunca sabremos como es que el destino actúa, pero lo que sí sabemos es que siempre será caprichoso, cruel e injusto. También estoy de acuerdo contigo, siempre creeré que tu mamá no mereció lo que le pasó, pero la vida, el destino, el universo o quien sea que maneje nuestras existencias, decidió que ella ya no debía formar parte de este plano. Ella te quería más que a su vida misma, lo sabes y siempre te lo recordaré para que nunca lo olvides, y mientras eso se mantenga vivo, mientras todo lo que ella significaba y todo lo que la caracterizaba, siga vivo, ella nunca se irá del todo y si lo piensas todavía más profundamente, ella no se fue, simplemente cambió de plano.
-Eso es lo que papá siempre dice.- Dejó salir mientras se limpiaba las lágrimas con las mangas de su camisa y se separaba apenas de su abuelo. -Papá me dice que, quiere mucho a Degel y le agradece vivir un amor como siempre deseo, pero que mamá siempre será su primer y gran amor, la persona de la que siempre estará enamorado y a quien siempre llamará "esposa". Kardia siempre me dice que él aún está casado con mamá, pero que en este momento, se encuentran separados por un plano diferente, pero que no será eterno, porque algún día volverá a estar con ella.
El mayor miró con ligera impresión a quien tenía frente a él, porque de verdad estaba sorprendido de escuchar que Kardia aún sentía un profundo y total amor por aquella con quien hizo una vida. Krest, desde que se volvieron a encontrar, por más que siempre escuchó al griego hablar de manera tierna cada vez que se refería a Calvera, nunca creyó que él la siguiera amando tanto a su niña, que la siguiera considerando su esposa y que esperaba encontrarla cuando a él también le llegase la hora. Le sorprendió sobremanera darse cuenta de que Degel sonreía como un tonto cuando escuchaba a Kardia hablar así de la faltante pelinegra, y aunque eso no podía explicárselo a sí mismo, tampoco era como que buscaría una razón. Si lo hacía, por algo con sentido era, y si para él mismo estaba bien y podía vivir con eso, entonces no iría a pedir cuentas acerca de ese lado en particular de la relación entre los otros dos mayores.
-Tu padre la quería mucho, se le notaba y no hay que decirlo tampoco, pues viste como es tu abuela, y, así y todo, él no temió enfrentarse a ella para decirnos, seguro y estoico, que quería a Calvera como su esposa y que no importaba cuanto tiempo le tomase ni cuantas trabas nosotros pusiéramos en el medio del camino, él iba a casarse con nuestra hija y nos dejaba a saber que no existía oportunidad ni manera de hacerle cambiar opinión.
-Doy fe y Camus también te lo podrá decir, que soy igual a papá en ese aspecto. Recuerdo que cuando reaparecí ante Degel, le estuve gritando durante media hora que me iba a casar con su hijo, quisiera o no quisiera, y Degel solo me gritaba que no iba a permitir que los Mettaxas les sigamos desgraciando la existencia a los Diamonds, que me alejara de su hijo porque no iba a dejarme lastimarlo como Kardia lo lastimó a él. Ese día, el lado paternal de Degel afloró de tal manera que ninguno de los dos podía creerlo, ¡Mucho menos cuando agarró a Camus del brazo y lo acercó a él, abrazándolo! Y continuando con los gritos de "¡Pasé mil cosas para siempre verlo sonreír sincero y no voy a permitir que tus intentos falsos de Romeo, le hagan llorar algún día!". Fue bastante tenso, pero gracioso también, no lo negaré... Pero, sobre todo, fue importante, porque fue ese día que comenzamos a descubrir que, todo lo que creíamos saber sobre Degel, era mentira y que él era una persona totalmente diferente a lo que creíamos.
-Supongo que todos vivimos una mentira acerca de quién era realmente el diamante carmesí mayor. Bueno, no todos, porque tu madre fue la única que pudo ver quien era él realmente y siempre que pudo, lo protegió y le dio ayuda.
-Hasta el día de hoy creo que lo hace... A ella se la llevó el cáncer y ahora él... Creo que haberlo descubierto ahora es una ayuda muy grande, de parte de ella. Siento que es como si dijera, "no pudieron ayudarme a mí, porque era tarde, así que ayúdenlo a él, que todavía están a muy buen tiempo."- Un corto silencio los rodeo, pero fue quebrado por un nuevo sollozo del menor, que nuevamente fue cobijado entre los brazos de su abuelo, acallando con rapidez el dolor que nuevamente estaba comenzando a sentir. -La extraño a horrores y sé que no voy a poder verla nunca más, pero sé que nunca me voy a olvidar de ella y que... La voy a volver a ver pronto...
Krest sonrió con satisfacción al oírle decir eso, pues bien sabía que se refería al nacimiento de su bisnieta, a quien, de un momento a otro, pasaron de llamarla todo el tiempo "Mika" a llamarla "Calvera". Una idea de Camus que fue bien tomada por todos y todos los bienes que ya tenía la criatura, a pesar de que aún no había nacido, ya figuraban a nombre de Calvera Mika Elizabeth Diamonds Mettaxas Mikaelis. Un nombre ridículamente largo para todos, pero que creían necesario ya que era la tan esperada unión que se había pospuesto por tantos años.
-No lo olvides nunca, hijo. Tu mamá puede haberse ido, pero su amor por ti, por todo y todos los que ella consideraba su familia, no desaparecerá nunca.- Le dio un beso en la frente y Milo no pudo hacer más que sonreír mientras una pequeña risilla, que contagió a su abuelo, se le escapaba. -Y como bien dijiste, pronto ella regresará al lado de todos nosotros y volveremos a ser tan o más felices de lo que éramos hace poquito más de veinte años.
El abrazo y el silencio continuó en esa habitación, dejando atrás el desespero y la angustia de un primer momento en el total olvido, pero del otro lado de la puerta, un Camus, envuelto en un completo mar de lágrimas, deseaba poder saber que su propia madre, fuera un mínimo parecido a lo que Calvera era, pero lo único que sabía acerca de Natassia, era que estaba más que dispuesto a venderlo a Shijima con tal de tener algo de dinero que le facilitara la vida. Ese único hecho, solo hacía que le doliera el corazón y sintiera todavía más dolor y algo de envidia por la infancia de su pareja, porque mientras Milo tuvo mil besos y abrazos mientras pudo, él solo fue ignorado y nunca nadie cercano de su misma sangre, se preocupó por él. Aunque más tarde se dio cuenta de que Degel siempre estuvo protegiéndolo, de manera un tanto cruel al hacerlo siempre a un lado, pero no iba a discutirle que fue realmente efectivo casi el ciento por ciento del tiempo.
Pero eso no iba a dejarle en paz la cabeza y el sentimiento de querer saber más lo embargó en su totalidad, por lo que, aunque se sentía un poco mal de molestar a su padre justo después de que regresaba de su quimio y estaba en su habitación descansando y recuperando fuerzas, dirigió sus pasos hacía aquella parte de la casa, pero cuando estaba por llegar al recibidor, para tomar camino hacía las escaleras que daban a la planta alta, vio la reja principal de la casa abrirse y entrar un auto un tanto llamativo, pero más por su tamaño un tanto más grande de lo común, que por algo como su color negro opaco o sus vidrios totalmente polarizados. Se quedó detrás de la puerta, tratando de ver lo máximo que se pudiera, porque, a pesar de que estaba en la entrada, no podía ver muy bien lo que pasaba, pero si, más por parecido que por conocimiento personal, pudo darse cuenta de quienes se podían tratar, además, Arhkes estaba entre todas esas personas que llegaban y eso solo significaba que una posible matanza se acercaba.
Pensamiento que se le hizo todavía más factible cuando, el desgraciado y supuesto primer muerto, ayudaba a cierta belleza rubia a bajar del auto, cargándola entre sus brazos, mientras otra morena de largo cabello atado con varias trenzas, envueltas en especies de blancos vendajes, acomodaba una silla de ruedas al lado de su, aún posible, esposo, para que él, de manera inmediata, acomodara allí a la que llevaba entre sus brazos, quien sonreía mucho, al parecer, se había logrado acostumbrar a llevar una vida así.
-Van a matarlos cuando los vean...- Murmuró apenas el galo, pero luego reparó en algo mucho más importante que la posible reacción de sus compañeros, incluso algo que le importó mucho más que la reacción de su prometido, cuando este se diera cuenta de que todos, menos ellos y el italiano, recuperarían lo que era el mayor anhelo del momento para el pequeño rubio heleno. -Papá...
Dejó de perder el tiempo y se echó a correr escaleras arriba. No sabía si estaba en conocimiento de lo que abajo sucedía, pero si acababa siendo como lo imaginaba y no lo estaba ni enterado de la supervivencia de todos esos recién llegados, sabía que Degel iba a sufrir mucho con lo que vería, y por el delicado estado que llevaba debido a la leucemia, sabía que ni Kardia mismo podría sacarlo del pozo depresivo en el que caería, cuando volviera a ver a toda esa gente.
Sobre todo, cuando sus ojos volvieran a posarse en Agatha Rose...
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Es como que... don borrego no tuvo paciencia con nadie (básicamente porque le estuvieron viendo la cara de... borrego gordo, durante mucho tiempo) y los arrastró a todos a su casa...
Cuando los niños los vean... Eso estará interesante xD
¡Besos! ¡Las quiero!
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