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Capitulo 24 || Recuperar la calma... A medias.

Zaphiri entró corriendo a la sala de emergencias y varias enfermeras lo recibieron con algunos papeles entre sus manos, pero al ver quien era el que lo acompañaba, entrando con la cabeza gacha y algo visiblemente apenado mientras su padre lo guiaba, tomándole de la mano, hizo que todas las personas que se acercaron, volvieran en sus pasos y esperaran el momento justo para entregarle los casos que necesitaban atención inmediata.

-June.- La rubia detrás del mostrador de recepción no dudo en prestarle toda la atención que el mayor demandaba y tomó un anotador para tener en claro todo lo que se le iba a pedir. -Análisis de sangre completos. Rayos X en brazos, piernas, pecho completo y columna, tomografía computarizada, resonancia magnética, gammagrafía ósea con radionúclidos, tomografía por emisión de positrones y reserva, por si acaso, el quirófano, primero para dos biopsias, una con aguja fina y otra con aguja gruesa y dependiendo de esos resultados, vuelve a reservarlo para una biopsia por incisión y otra de escisión.

La jovencita solo se quedó mirando, habiendo anotado solo el pedido de los análisis y rayos x, sabiendo que eso era viable y hasta entendible, pero todo lo demás solo eran pedidos de un padre desesperado por la salud de su hijo, que las palabras de un más que excelente médico que jamás había perdido los estribos.

-¡De prisa, June!

-Papá, estás exagerando y mucho.- El escalofrío que le dio la mirada de su padre, le hizo arrepentirse un breve segundo de decir aquello, pero si aquella chica no le salía decírselo, alguien más debía de hacerlo. -¿No crees que es mejor solo los análisis o los rayos x? Ya con eso último es suficiente.

-¡Tú te callas y te sientas ahí! ¡Y tú llama al piso de hemodinamia y que preparen todo para tratar a mi hijo lo más pronto posible!

-Doctor, perdón que se lo diga, pero concuerdo con su hijo. Está exagerando en demasía.

-¿Disculpa? ¿Vas a dejar que mi hijo se muera?

June iba a responderle, pero las alarmas de emergencias sonaron y por los alto parlantes sonaron los nombres de Zaphiri y otros dos médicos más.

-Que te encuentre haciendo todo lo que pedí que te haga.- Solo le dijo al menor, antes de abrazarle fuerte, dejando atrás el enojo leve que se había tomado y acabar por darle un beso en la frente a la par que le volvía a susurrar que todo estaría bien. -Vendré lo más pronto posible.

Sus pies se dirigieron al cuarto de descanso que todos los médicos compartían y de allí sacó su guardapolvo, su gafete de identidad, su estetoscopio y, sujetándose el cabello lo más rápido y prolijo posible, casi corrió hasta la puerta en donde llegaban las ambulancias y, por ende, se recibían las emergencias, encontrándose allí, a los otros dos colegas que habían sido llamados junto con él, una experta en cirugía general y ortopedia y otro, un neurocirujano que estaba comenzando a tomar gran renombre.

-Sonia. Minos.- Los saludó de esa escueta manera, apenas si se les unió

-Zaphiri.- Replicaron ambos, al mismo tiempo, al verlo llegar, dándole una leve sonrisa, de parte de la mujer.

-¿Qué tenemos?

-Esto es mío, primero y principal. Herido de bala en hombro, pierna derecha y colapso pulmonar por derramamiento interno de sangre.- Dijo separando las carpetas y entregando las correspondientes a cada hombre. -Minos, tienes un herido de bala también, pero aquí va lo interesante, decapitación interna por dicho accionar.

El peliblanco dejó salir una sonrisa entre incrédula y de satisfacción, ya que jamás antes había tenido que acudir a un caso así para resolverlo y poder tomar bajo su control uno, le daba una completa marca perfecta a su historial como médico, ya que no habría enfermedad o padecimiento que él no haya atendido y solucionado. Una evidente alegría lo invadió, pero cuando vio quien era su deseado y tan esperado paciente, se quedó helado.

-Albita...- Solo susurró sin dejar de ver los escasos informes que habían obtenido mediante entrecortadas comunicaciones con los paramédicos.

-¿Yo que tengo?- Comentó el otro pelinegro, desviando su vista de su compañero, hacía las papeletas de la mujer.

-Encontraron a tu paciente perdido, así que irá a área critica, ya tienen todo listo allí. Recíbelo, mira en que condición está y da las indicaciones que falten, ya que han preparado lo esencial para su condición, unos módulos de sangre para transfusión y los químicos de la radiación que le corresponde, no más que eso.

-Creo que, el que tengan ya listo lo segundo, me deja un tanto más tranquilo, ya que ya ha perdido dos sesiones y no es nada bueno.- Apenas dejó comentado mientras hacía lo mismo que Minos y hojeaba los papeles recién entregados.

-¿Quién es tu paciente?- Fue el otro hombre quien habló, luego de que pudo desprenderse del estupor en que se metió a sí mismo.

-Shijima... ¿Grad?

-¿Qué pasa, Sonia?

-Hace unos días atendí a una niña con el mismo apellido, por una quebradura. Debe ser casualidad.- Fue lo último que dijo, ya que las ambulancias llegaron con los pacientes y Defteros entró casi corriendo con Degel en brazos, exigiendo ayuda, sin ver que Zaphiri estaba cerca suyo y no se dio cuenta de ello, ya que apenas si enfermeras se acercaron al francés, él se retiró del lugar. -Bien caballeros, nos vemos más tarde.

-El que salga último, paga la cena.

-Que, claramente, serás tú, Minos.

El noruego solo miró al pelinegro y luego de murmurar algo en mezcla de francés, mezcla de noruego, siguió a los paramédicos y enfermeras que se llevaban al área de cirugía al sueco.

-Suerte con tu hijo, creo que eso es lo que más necesitas. Se que estará bien, pero un poco de apoyo y buenas palabras siempre son más que bienvenidas.

Zaphiri solo la miró de una manera muy tierna, lleno de un brillo algo extraño en sus ojos y no contuvo su impulso de abrazarla. Sonia había sido un apoyo muy grande cuando comenzó a trabajar, ayudándole a pasar buenos años cuando era residente y, sobre todo, agradeciéndole que le haya ayudado a adoptar a Illias e Issac, por eso siempre le agradecía cada gesto o palabra que tenía para con él, ya que muy directamente no podía hacerlo, al menos el apoyo emocional le era muy importante.

La mujer, casi de su misma edad, con unos rebeldes mechones rosas en algunas partes de su cabello, lo abrazó con mucha más fuerza y, luego de apretarle las mejillas como una hermana mayor haría con su hermanito, se dirigió a tratar su emergencia, cosa que Zaphiri también copió, sin darse cuenta de que, junto a Issac, un muy enojado señor Mikaelis, poco más y escupía bilis por su boca, de la rabia y celos que ver esa escena le provocó. Poco le importaba al otro hombre que el jovencito le dijera "es mi tía Sonia", es más, solo aumentaba su malestar, ya que, si era "tía Sonia", tenía que ver ¡Y mucho! Con su zafiro negro y vaya que no iba a estar dispuesto que se lo volvieran a arrebatar de su lado.

*

*

*

Los asuntos en Rusia le habían tomado más de lo que creyó, pero si apenas pudo acomodar todos sus compromisos, no dudó ni medio segundo en tomar un vuelo de regreso a Paris, y vaya que sentía que bien había hecho, ya que apenas si volvió a pisa la casa de los Belier-Libe, el silencio pesado y el ambiente asfixiante le dio a entender más que demasiado bien, que nada estaba bien en absoluto.

-¿Qué está pasando?- Dijo entre susurros, pero fueron lo suficiente como para que Mu lo oyera.

-Quisiera yo saberlo.- Comenzó a decirle mientras se acercaba con su pequeña Raki en brazos. -Pero no puedo ni quiero meterme en asuntos que no me corresponden, por lo que solo le diré mi situación personal.

-Oigo entonces.

-Al parecer, mi suegro está vivo y mi padre tiene mucho que ver en su huida.

-¿Dohko?

-No, no, él en absoluto no. No sería capaz.

-¿Lord Belier?- Dijo incrédulo.

-Si y yo estoy tan sorprendido como usted.

-Pero ¿Qué fue lo que hizo?

-Ya quisiera yo saberlo, pero Shaka me dijo que me contará todo apenas si regrese de ver a su padre, pero más que eso no me ha comentado. Aunque siento que lo peor no es eso, sino lo que pasó luego de que Shaka y Shion se fueran.

Surt le hizo una seña con la mano, como animándolo a continuar con su relato, aunque se notaba que le estaba costando bastante al otro joven hablar, por más que se esforzaba en hacerlo. Quiso detenerlo cuando vio que parecía demasiado para procesar, sea lo que sea que quería decirle, pero Mu le dijo que no, que se lo diría ahora y así, por favor, comenzara a solucionar problemas desde allí, por más egoísta que fuera.

-Le conté a Dohko solo la pequeña parte que Shaka me contó, pero parece que fue suficiente y...- Contuvo el aire y las lágrimas por un breve momento, buscando más coraje para hablar, cosa que hizo sin titubear apenas si consiguió autocontrolarse. -Dohko se fue de la casa y me dijo que dudaba mucho volver pronto.

El joven psiquiatra dejó salir su más incrédula mirada, sin dejar de procesar y trabajar a toda la velocidad que su cabeza podía. Él siempre supo que el silencio y la calma, en un lugar en extrema urgencia y problemas constantes, no era nunca nada bueno, y vaya que tenían razón nuevamente, sus instintos.

Pensó que aquellos dos hombres nunca le darían razón para una terapia, pero ahora, definitivamente, ellos serían los primero en su lista. Lo sentía por Degel y Camus, pero si una raíz real del problema real, era el mismísimo Shion Belier, entonces debía de apurarse a, o curarlo y salvarlo, o cortarlo y condenarlo. Sea cual sea y como sea que acabara, sabía que el camino estaría llenó de minas y bombas, dispuestas a dar más de una sola explosión por segundo, cada una.  

*

*

Perdón que sea corto, pero como en el próximo voy a tomar a Regulus, Sisifo, Aspros y, sobre todo, Natassia, muchos problemas se descubrirán y quiero hacerlo largo. Más que nada para hablar de la señora madre de Camus.

¡Besos! ¡Les quiero! 

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