Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 19 || Ayuda familiar.

La noticia de la desaparición de Degel corrió como polvo en el viento y el acoso de la prensa ahora estaba sobre Camus, que no podía con la presión de todo lo que estaba ocurriendo y en más de una ocasión se encontró a sí mismo, pensando en si su padre se habría sentido de la misma manera cuando Milo lo había secuestrado, más de un año atrás.

Ese era otro tema que lo tenía devastado y sin poder encontrar descanso. No podía estar con Milo todo el tiempo que quisiera, porque la policía lo demandaba en un lugar fijo todo el tiempo, por si, quien sea que había secuestrado a Degel, se comunicaba con él, ellos podrían rastrear la llamada y tratar de dar con su paradero, pero aunque lo sabía necesario, detestaba esa imposición, porque sabía bien que si era Albafica quien se lo llevó, no llamaría para pedir un rescate o algo así, simplemente se quedaría en las sombras y trataría de que Degel nunca se le escapase, a pesar de que era muy obvio que necesitaba ayuda médica, tarde o temprano, sabía muy bien que haría todo lo posible por evitar eso de alguna estúpida manera y así evitar que nadie lo quitase de su lado.
Los mensajes y llamadas con su pareja no le eran suficientes, pero para nada y, de alguna manera, eso le hacía sentirse aún más solo de lo que jamás se sintió.
Todos los días unas enormes ganas de llorar lo invadían, pero en ese preciso instante, esas sensaciones le ganaban y se quebró, llorando de la peor manera en que jamás lo había hecho. Solo quería estar con su padre, quería recuperarlo y que ya se acabase de una vez toda esa tortura, pero parecía que todo estaba más para empeorar que para terminar, y el ver a Cardinale ir a paso directo a él le hizo reforzar ese pensamiento, pero cuando lo tuvo frente suyo, pudo notar que tal vez iba con una mirada muy diferente a la que siempre lo veía.

-A esta altura, prefiero, quiero y deseo pensar que Dite es lo único que tengo en esta vida, al final de cuentas, siempre fue así. Pero ahora, en este preciso momento, quiero obligarme a pensar por un segundo de otra manera.- Le comenzó a decir apenas si llegó hacía él, sin mediar palabra antes de esas. -Tú, Dite y yo somos hermanos. Lo queramos o no, lo somos y justamente son los hombres que, de verdad o mentira, han sido nuestras figuras paternas en nuestras existencias y algo les debemos por todo lo que han hecho por nosotros.

-No ha sido ninguna mentira lo que Degel ha hecho por mí, pudo haber sido cruel, pero no una mentira, pero si te doy la razón de que debo de retribuirle, al menos en una pequeña parte, todo lo que él ha hecho por mí.

Se quedaron un momento en silencio, evitándose las miradas, pero tratando de no ignorarse de alguna manera, aunque Camus se puso bastante más incómodo cuando el menor se sentó a su lado, también apoyándose en la pared y estirando sus piernas, copiando la posición que el pelirrojo tenía. Iba a comenzar a hablarle de manera inmediata de lo que lo traía hacía él, pero darse cuenta de las ligeras similitudes que ambos compartían, primero lo hizo detenerse en esa cuestión.

-Se que te molesta hablar de este asunto, pero, ¿De verdad no eres hijo de Degel?

-¿Tú si de verdad lo eres?- Contraatacó más que enojado mientras prendía y apagaba la pantalla de su teléfono.

-Te soy sincero, no me interesa, pero para nada, quien es y quien no es mi padre o mi madre. Ya te lo dije, considero a Dite como mi única familia y no quiero pensar en más que en eso. El día que no lo tenga a él, será cuando de verdad me desespere y de media vuelta el cielo, el mar y la tierra para encontrarlo.

-Que yo sepa, no hiciste mucho de eso cuando desapareció, junto conmigo.

-No lo hice porque Albafica fue rápido en el asunto y me dijo que se habían disgustado y que Dite se había marchado con Ángelo, pero no te niego que me sentí solo y perdido sin él, aún teniendo esa explicación. Incluso cuando regresó seguí sintiéndome así, porque estaba tan enojado con él, que no quería ni hablarle, por haberme dejado de lado tanto tiempo. Sobre todo por lo que se hablaba en las noticias sobre su caso, eso sólo me hacía sentir peor, ya que no podía hacer nada para que dejarán de hablar de esa manera, ya que Albafica me habia prohibido hacer cualquier cosa. Sea como sea, no tener a mi hermano, fue algo muy duro.

-No sabría cómo responderte a eso, ya que no tuve un hermano con quien sentirme así.- Le comentó después de quedarse mirándole un momento, con algo de nostalgia.

-Bueno...- Dudó un momento en seguir hablando, pero ya estaba allí y, por primera vez, no se estaban gritando ni agarrándose a golpes, así que debía aprovecharlo. -Puedes tenerlo ahora, aunque sea un momento.

Camus lo miró nuevamente con muchísima molestia, pero Cardinale le detuvo todo intento de nueva pelea, y le intentó explicar a lo que se refería.

-Si realmente soy hijo biológico de Degel, eso quiere decir que el doctor Aeneas me pedirá pruebas de sangre para saber qué tanta compatibilidad tenemos y así hacer la operación. Camus, lo que vengo a pedirte es que, por un momento, olvides los celos que tienes por esta situación entre Degel y yo, y aceptes por un instante que tal vez sea yo la única persona que podría salvarle la vida a tu padre, porque es así, es tu padre y siempre será así, yo no aparecí para quitarte nada, porque de haberlo querido, lo hubiera hecho hace muchísimo tiempo, créeme.

-¿A qué te refieres? ¡Y para que lo sepas, no estoy celoso de ti!

-¡Si que lo estas y mucho! Ahora cierra la boca y déjame que te explique. Yo puedo ser callado y parecer tonto por eso, Camus, pero luego de compartir una noche de galas y celebraciones con Degel y Albafica, me encontré haciendo más ademanes dignos de Diamonds que de Poisson, y supe que eso no podía ser casualidad. Ahora confirmo que las dudas que esa noche me nacieron, no eran infundadas y había muchísimo más de lo que podía verse. Pero eso no importa ahora, lo que importa es que tú me aceptes, al menos por un día, una semana o un mes, como tu hermano, como hijo de tu padre y me permitas salvarle la vida, si es posible hacerlo.

El francés solo se quedó mirándole por unos cortos segundos, asimilando todo lo poco que se acababa de enterar, ya que, al parecer, Cardinale ya los había dejado a todos como tontos, dándose cuenta de media verdad y no haciendo nada para confirmar o desechar sus dudas. Cardinale podía haberlos arruinado hace mucho tiempo, en eso tenía razón, pero no había hecho nada nunca, cosa que reforzaba lo que venía diciendo desde que todo ese tema estalló, él no quería nada de los Diamonds, no quería ser reconocido ni nada por Degel, él solo quería estar con Dite porque era lo único que lo mantenía cuerdo en esta vida que le tocó vivir y si ser un Diamonds lo alejaba del rubio, entonces no quería nada de esa otra familia.

Cardinale, ni en ese momento actual ni en ningún otro momento por venir, quería algo de su "real" familia, solo le pedía un momento de hermandad a Camus para no sentir que no estaba metiéndose en asuntos de extraños, sino que estaba interviniendo en asuntos personales familiares y estaba en todo su derecho de opinar y actuar.

-Seamos hermanos un momento, entonces.- Le dijo, no tan convencido, pero si con la voz sin temblar ni dudar.

-Me alegra que lo aceptes, aunque tengo dos cosas que pedirte.

-Escucho.

-La primera, no quiero que esto lo sepa nadie, jamás.

-Más que aceptado. ¿Cuál es la segunda?

-No seré el tío de tu hija.

-¡Eso dalo más que por hecho! No dejaré que Calvera se dé por enterada de estas cosas, algún día.

Ambos, sabían que eso último era más para descomprimir el asunto, pero algo de verdad tenía, ya que, si todo salía bien, como lo esperaban, no seguirían adelante con eso de la hermandad, y sus vidas continuarían como si nada, como antes.
Suspiró con algo de alivio, cuando el pequeño Poisson lo dejó solo tan rápido como le hizo compañía, ya que algo bueno finalmente había pasado, tenían la médula para salvarle la vida a Degel, pero todavía pasaba algo extremo malo, que era que el mayor seguía sin aparecer y si no se apuraban a dar con él, podría ser que tanto plan con Cardinale, no serviría para nada.

No quería pensar en encontrar muerto a su padre, así que, mandando al demonio las indicaciones de la policía, fue hasta su cuarto, tomó una chaqueta y decidió irse al hospital para acompañar a Milo. Ya lo había dejado demasiado tiempo solo y ya no quería seguir en esa situación y, aunque le disgustaba un poco, quería dejar de pensar en el tema que lo atormentaba con respecto a su padre, así que prefirió irse con Milo y que los problemas ajenos lo atormentaran.

-El próximo que diga que la vida de un niño rico es fácil y libre de desastres, juro que le romperé la cara.- Gruñó para sí mismo mientras encendía su automóvil y se marchaba de la mansión y Shion junto a Dohko lo observaban desde uno de los balcones principales de la residencia, con mucha pena y hasta preocupados, ya que tenían en sus manos el, quizás más grande, secreto que Degel cargaba y les daba mucho, muchísimo miedo, sobre como Camus reaccionaría a eso.

*

*

*

La imagen que veía una y otra vez era la de él mismo, bajo un cielo estrellado en una noche fría, los primeros días de invierno. Su cabello estaba corto y de color negro, lo que quería decir que la situación que su mente creaba era de un tiempo previo a que regresara a la vida de su hijo y su pareja, pensamientos que se vieron confirmados cuando, en ese recuerdo, él se puso de pie y comenzó a caminar con calma todo el borde del rio Sena, con los ojos impregnados con una leve cortina de agua salada, de la que él quería convencerse que era la brisa helada dándole de frente en el rostro lo que le provocaba aquellas lágrimas, pero decidió enfrentar la realidad cuando una joven voz a lo lejos gritó un nombre que, hacía muchos años no oía, pero que le dio los seis años más intensos, pero hermosos de su vida.

-¡Milo, si te caes, te juro que no me tiraré al agua para sacarte!

Se giró con tristeza y miró con mucha nostalgia a esos dos jovencitos que estaban en el puente, como uno de ellos se veía bastante molesto y el otro reía despreocupado ante las advertencias y casi amenazas del otro.

-Milo... Tan lindo nombre.- Se dijo para sí mismo, con una triste sonrisa mientras volvía sus pasos, una vez más, dispuesto a marcharse, ya que, hasta el cabello rojo de aquel jovencito le recordaba a aquello que perdió junto a su hijo y la imagen de dos adolescentes tan enamorados, le hacía mucho mal, ya que le recordaba sin parar aquello que tanto había amado y perdido, aunque esa voz, una vez más lo hizo voltearse con rapidez y asombro.

-¡Milo Maxemilian Mettaxas Mikaelis, te juro que si te caes al agua, voy a dejar que te mueras, por imbécil, así que ya bájate de ahí!

Eso no podía ser una coincidencia, definitivamente no. El estupor y la sorpresa no se le pasó en ningún momento, pero tuvo la fuerza suficiente como para echarse a correr, mientras verdaderas y grandes lágrimas bajaban sin control por sus ojos. Sentía rabia, por eso lloraba, porque le había creído a Shijima cuando este le dijo que a Milo lo habían encontrado muerto, pero allí estaba, con aquel niño de cabellos de fuego que no acabo siendo otro más que Camus, cosa que lo hizo enfurecer más, ya que creyó que Degel se había olvidado de todo lo que en Grecia ocurrió, tal y como Shijima también le dijo, pero en realidad su adorado francés, se había hecho cargo, al parecer, de su hijo, sino, no podía explicarse como era que esos dos estaban juntos. Tenía que ser así, Degel tenía que haber criado a Milo y eso sólo hizo odiar mucho más al Diamonds mayor, mucho más de lo que ya lo odiaba.

Corrió por todo el borde, rodeando el río, pero cuando estaba por alcanzarlos, fue cuando el recuerdo real se distorsionó y vio con horror como su hijo caía al agua y Camus simplemente se quedaba en la barandilla gritando su nombre desesperado. Él no dudo un solo segundo y se arrojó a las agua del Sena, sin importarle el invierno y el frío, y trato de sacarlo de allí, pero allí estaba nuevamente, la distorsión de las imágenes y en medio de esa oscura noche, pudo sólo distinguirse a si mismo bajo el agua mientras comenzaba a sentir un fuerte dolor en su cabeza y todo su entorno se teñía de rojo. De inmediato supo que ese rojo era sangre y que ese dolor, era los que experimentó luego, durante su rehabilitación.

¿Qué estaba pasando? ¿Porqué una realidad, una situación que de verdad había vivido, ahora se transformaba en algo que no le gustaba y sólo le hacía doler? El respirar se le dificultaba cada vez más mientras permanecía bajo aquellas, ahora tibias, aguas y vio su salvación al mirar para arriba y ver una luz en la superficie, junto a una mano que se metía y estiraba hacia él. No dudo en tomarla y dio una fuerte bocanada cuando estuvo en la superficie nuevamente y trató de encontrar una rápida calma, pero le fue imposible cuando vio quien le había sacado de su ahogo.

-¿Calvera?

La morena sólo le dio una sonrisa mientras se abrazaba a él y lo apretaba con fuerza contra si misma. Kardia no podía más con sus emociones y sólo pudo atinar a devolverle ese gesto, abrazándola con la misma pasión, amor y posesividad con la que lo había hecho tantas veces en el pasado.

-Mi morena hermosa... ¿De verdad eres tú?

-Sabes bien que soy yo, si no hay otra persona en este mundo que te salve la vida cuando te pones a hacer estupideces.

Una sonrisa cargada en sinceridad se le pudo escapar finalmente, entre tanta confusión y sólo por eso, menos ganas de soltar a su gran amor tenía, aunque ella tenía unas ideas muy diferentes.

-Escucha, bicho, tengo que pedirte algo.- La tristeza con la que le habló, lo hizo alarmarse y permitió que ella se alejara un poco de su pecho, como se dio cuenta de que estaba tratando de hacer.

-¿Qué es lo que pasa? ¿Estás bien?

-Kardia, estoy muerta. ¿Cómo es posible siquiera que "este bien"? No estoy bien, pero tampoco estoy mal. Soy una presencia etérea e inalterable a impulsos y situaciones externas, pero no voy a detenerme en eso, tengo que decirte algo importante y más te vale que me pongas atención y me hagas caso, por sobre todas las cosas.

-De acuerdo, lo haré. Sólo dímelo.

-Tienes que volver.- Fue tan directa en su pedido, que dejó muy confundido al griego, pero no tardó mucho en darse cuenta de a que se refería.
Ella estaba muerta y si él podía verla, hablarle, tocarla y sentirla, entonces eso sólo significaba que también estaba en esa condición.

-No.- Fue la única palabra que pudo salir de su boca, sólo para lograr que su esposa se enojara.

-¿¡Cómo que no!? ¡Como se nota que tienes mal el cerebro! ¿¡Cómo que no vas a volver!?

-¡Estoy contigo finalmente y después de tanto! ¿¡Cómo siquiera puedes pedirme que te vuelva a dejar atrás!?

-¡Por que tenemos un hijo que no puede estar solo en este mundo y que te necesita más que a nadie! ¡Mi padre no puede ser lo que tu puedes ser! Puede intentarlo, pero jamás lo logrará, porque Milo necesita de su padre, no de su abuelo. ¿No lo entiendes?

El rubio sólo se quedó estático, mirando casi sin parpadear a la mujer que tanto había amado en vida y que era la primera que venía a buscarlo en la siguiente. Aguantaba sus ganas de llorar, porque sabía que ella tenía razón, sabía que Milo lo necesitaba, pero ahora que la volvía a ver, a sentir, a oír, no quería dejarla ir jamás otra vez, aunque eso sólo significaba dejar atrás a Milo.
La contradicción más grande se dio en su interior en ese momento y su cabeza volvió a doler, mientras que su pecho quemaba y se comprimía con fuerza, cosa que lo hizo caer de rodillas mientras gruñía del dolor.

-Tienes que irte.- Le volvió a repetir con firmeza.

-¡No quiero dejarte!

-¡No vas a dejarme! ¡No vas a dejarme así como yo no los dejaré a ustedes!- Se arrodillo frente a él y sus manos fueron apoyadas con ternura en las mejillas del heleno, que no dudo en conectar sus ojos a los de su adoración de negros y largos cabellos. -Escucha, Kardia, te tienes que regresar. Tienes que cuidar del inútil de nuestro hijo y también tienes que regresar porque sabes bien que Degel se va a morir si tu le faltas. Tu eres todo para él y si ya no puede verte... No sabes lo que fue la vida de ese hombre sin ti.

-Pero, amor...

-No, Kardia. Yo ya no soy tu amor, Degel lo es, así que empieza a tratarlo tal y como merece ser tratado. Déjame ir de una vez, Kardia. Sólo déjame ir y así te juro que volveré contigo y Milo.

Él sólo continuó mirándola, con amor, con cariño, pero también con mucho dolor y rabia por lo que le había hecho, y fue cuando justo pensó en ese episodio en concreto, fue que aceptó sus pedidos, ya que no podía hacer por ella nada más que lo que se le pedía ahora. Era lo único que podía ofrecerle y no iba a seguir negándose.

-Pero prométemelo. Prométeme que vas a volver.

-Dame un par de meses más y te juro que voy a volver con ustedes. Vamos, a volver con ustedes.

-¿Vamos? ¿A qué te refieres?

No le respondió a aquellos más solo paso lo que ambos siempre desearon haber pasado antes de separarse en la vida. Fue ella quien se acercó a los labios de aquel hombre que, aún muerta, seguía amando más que a nada ni a nadie. Kardia sólo pudo cerrar sus ojos y volver a apretar ese pequeño cuerpo contra él, acariciando su espalda y repasando su cabello mientras disfrutaba de aquel acto que guardaría en lo más profundo de su corazón, a pesar de que ahora, comenzaría a amar y hasta presumir a Degel, de su brazo, tal y como ese bello francés se lo merecía.
Calvera, a medida que los segundos pasaban, se iba a poniendo más y más fría y él ganaba calor corporal, por lo que, con tristeza, se separaron apenas unos centímetros, pero se entregaron la sonrisa más grande y sincera que jamás pudieron haberse dado antes.

-Te espero.

-Te lo prometo de nuevo, voy a volver pronto.

-Te amo, Calvera.

La morena sólo volvió a sonreírle, mientras levantaba su mano y la llevaba a los ojos contrarios. "Rosor Fält" fue lo único que le escuchó susurrarle tierno, antes de volver a abrir sus ojos y ver a varios médicos rodearle, con la mirada agradecida de que los métodos de reanimación hayan funcionado.

Quiso gritar y salir corriendo, pero estaba lleno de tubos y máquinas que le daban soporte a sus pulmones y cables que monitoreaban los comportamientos de su cerebro. Se sentía muy enojado por toda la situación, porque se había prometido no volver a estar allí, cuando salió por primera vez del hospital luego de tantos meses de rehabilitación y operaciones, pero no iba a dejar que el enojo le ganará, porque se había traído algo muy bueno de ese loco, pero increíble viaje.

No sabía nada del idioma, pero sabía que "Rosor Fält" era la forma sueca de decir "campo de rosas" y estaba muy bien enterado de que había una finca con ese nombre en Lyon.

Ese viaje le costó unos segundos de vida, pero al menos, ya sabía dónde Degel podía estar.

*

*

*

¡Hola, personitas preciosas! ¿Cómo están?
Lamento haber desaparecido así, pero pasaron cosas... Sólo eso.

Voy a tratar de ponerme pronto al día con todas las historias que tengo pendientes.

Mientras tanto, cuidense mucho 💕
¡Besos! ¡Les quiero!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro