Capitulo 17 || Un sucio comienzo de "juego"
No iba a permitir que Shijima le hiciera algo a Degel, porque eso solo significaría que no iba a cumplir con su parte del trato. Había gastado muchísimo dinero en las estúpidas y casi ridículas maquinaciones de venganza del mayor de los hermanos Diamonds, pero lo había hecho bajo la palabra y juramente de que todo estaba calculado, hasta el más mínimo acto, que nada sería en vano y que al final, tendría lo que más anhelaba, pero la forma tan errática y psicotica en la que ese francés se estaba comportando, no le gustaba para nada, más bien, le daba un miedo terrible, por lo que decidió actuar por su cuenta, con respecto a Degel.
Le llevó varios días el tratar de encontrar la manera de acercarse a él, pero no la halló, aunque no iba a darse por vencido en el asunto y cuando vio a Zaphiri llevárselo, lo siguió al hospital y entonces fue cuando se dio cuenta de que esa era su oportunidad de oro para acercarse a Degel y convencerlo de que, lo mejor para llevar más en paz su enfermedad y para la tranquilidad de todo el resto, era dejar a Kardia y comenzar una relación con él.
De ante mano sabía que no iba a ser sencillo, pero ya tenía todo perfectamente planeado y aquel pelirrojo que tanto quería, no iba a poder decirle que no.
De todas maneras, bajo ninguna circunstancia iba a permitir que se negara.
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Le había llevado toda la madrugada y parte de la mañana el lograr estabilizar a Degel, pero una vez que lo logró solo pudo dejar salir un largo suspiro, totalmente aliviado, mientras se dejaba caer en la primera silla que vio, al salir de la unidad de terapia intensiva.
Estaba realmente agotado, al punto de dejar a sus enfermeros a cargo de un asunto tan delicado, pero jamás antes se había sentido de esa manera, más se hizo fuerte esa idea cuando se quitó los guantes y sus manos seguían temblando a más no poder. Las restregó entre si varias veces, pero no podía lograr calma y lo entendía. El francés estaba tan delicado que no sabían siquiera si lograría atravesar esa semana y tener que irle con esa noticia a su sobrino, le ponía más mal de lo que imaginó y le daba un miedo tremendo el cómo podía reaccionar. Kardia tampoco estaba bien, cualquier alteración en sus nervios o presión, podía ser contraproducente, a pesar de que su lesión cerebral iba bien manejada, cuidada y curada, pero eso no quería decir que, lo que sea que le pasara a Degel, iba a tomárselo de buena manera, ya que, si algo estaba claro, era que nada bueno podía pasar con el francés.
Quería no pensar, pero le era imposible, además de que, por primera vez, la edad se hacía notar en su cuerpo y el dolor en su espalda era imposible de soportar, aunque creía que era mejor creer que ese dolor se debía a la noche que había pasado con su adorado pelinegro, que por tener tan amarga noche en urgencias.
Una sonrisa se le plasmó en el rostro apenas lo recordó y fue en ese momento en el que sintió un reconfortante calor en su pecho, dándose cuenta de que no todo estaba tan destruido en su vida privada. Siempre había tenido a sus niños y ahora tenía a su eterno amor, por primera vez en toda la noche, sentía que algo no iba a estar mal nunca.
Aunque su felicidad se incrementó un poco más cuando vio una muy conocida pelinegra, salir del ascensor con una muy confundida mirada, pero dejando salir una linda sonrisa cuando lo vio.
-Doctor Aeneas.- Le dijo con mucha dulzura, mientras se le acercaba a paso lento.
-Shaina, hola. ¿Qué haces aquí?- Si perder el tiempo, se puso de pie y le ofreció su asiento, cosa que la muchacha aceptó de inmediato, sin despegar de su rostro, su risa.
-Bueno, primero que nada, tengo que hacerme mi ultrasonido de rutina. Vine sola hoy porque Camus volvió a agarrarse a golpes con Cardinale, por lo que Milo lo encerró y le dijo que no lo dejaría salir hasta que se le pasara el enojo infundado, y bueno, eso solo significa que Milo tampoco saldrá de allí porque Camus es capaz de escaparse por una ventana y seguir peleándose con el niño Poisson, así que vine sola a esto.
Zaphiri rio con ganas al oír aquella tan particular anécdota, pero su confusión se hizo notar al ver la seriedad de Shaina, ante su pregunta del porque el pelirrojo menor se comportaba así con alguien ajeno a su familia.
-¿Qué usted no lo sabe?
-¿Qué debería de saber? No estoy muy al tanto de absolutamente nada, en la vida de Degel, a pesar de que es mi paciente más delicado y de quien estoy más al pendiente. Pero, si de su vida personal se trata, no estoy muy enterado de nada.
-Zaphiri, perdóneme que lo diga, pero esta ignorancia suya, es lo que tal vez hace que Degel no haya podido mejorar.- La mirada que el hombre le dio, le hizo sentir muy mal, pero debía de decírselo, de una buena o mala forma, pero debía de hacerlo.
-¿Por qué ese ataque? Si supieras como es mi vida, entenderías porque no tengo tiempo para hacer sociedad con mis pacientes, por más que sea la pareja de mi sobrino.
-Solo quiero decir que siempre ha tenido frente a usted la solución a la enfermedad de Degel, pero no lo culpo, ya que nadie más que la madre de él lo sabía, pero ahora ya parece haberse descubierto, así que...
-Shaina...- No fue su intención, pero la desesperación le ganó de manera inmediata y, sin pensar, la tomó de los hombros, aunque de una manera más suave y le dio un sacudón leve, para que su atención no se fuera más allá de él. -Estoy desesperado, te lo juro. Yo no soy compatible con él, además de que sería poco ético que yo fuera su donante, ya que soy su médico, ante todo, así que, por favor, dime que es lo que sabes.
La joven le tomó las manos con suavidad entre las propias mientras le sonreía con calidez que le hizo temblar el corazón y casi le hace llorar esa manera tan maternal que repentinamente tomó con él, pero sus ganas de llorar de tristeza se disolvieron en esperanza pura, cuando Shaina le dijo que podían tener en sus manos, la definitiva solución para salvarle la vida a Degel.
-Nadie lo sabía, ni el propio Degel, sino hasta hace muy poco, pero resulta ser que Cardinale Poisson es hijo de Degel.
Los ojos del pelinegro se llenaron de brillo y tras darle un fuerte beso en la frente a la muchacha, se fue corriendo lo más rápido que pudo hacía el tercer piso, que era el área de los laboratorios y les rogó a los técnicos bioquímicos que encontraran algún examen viejo o lo que sea, que correspondiera a Cardinale, y que solo le digan si, a primera vista, podía ser compatible con Degel, al menos para tener una excusa con bases sólidas para pedir un examen de compatibilidad entre ambos y averiguar si ese niño podía donarle medula, lo más pronto posible.
Salvarle la vida a Diamonds era su máxima prioridad en ese instante y ahora no podía pensar en más que poner sus esperanzas en el jovencito.
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-¡Defteros Gaminnorumn!
Trató de volver a entrar en la casa pasando lo más desapercibido que pudiese, pero se dio cuenta tarde y de la peor manera, que a Shion, las cosas seguían sin escapárseles y siempre, pero siempre, acababa enterándose de todo.
-¿Qué sucede?- Trató de sonar lo más normal posible, pero los nervios lo comían por dentro, de manera inevitable.
-¿¡Algo que decir!?
Los gritos de Shion se oían por casi la mitad de la casa, por lo que nadie quería acercarse a donde él estaba, pero la curiosidad de cierto escorpión siempre era más fuerte, por lo que era la única persona en toda la casa, que se había escondido detrás de una cortina, para escuchar lo que pasaba.
-No tengo nada que contarte, amigo mío. ¿Por qué esa agresividad y violencia, para conmigo? No recuerdo haberte hecho nada malo. Ni a ti, ni a tu esposo o tu hijo o nieta.
El menor lo miró con mucha rabia contenida y no iba a permitir que aquel hombre le siguiera tomando el pelo, ni por muy amigo que fueran, no permitiría esa falta de respeto hacia su persona, mucho menos, estando bajo su propio techo. Sin seguir perdiendo tiempo, ya que sabía que, con palabras, no iba a llegar a ningún lado, sacó de su bolsillo el teléfono móvil que le estuvo molestando la paciencia toda la mañana y eso le hizo ponerse totalmente pálido al gemelo.
-Estuvo sonando toda la maldita mañana, una y otra y otra vez. ¿Qué es tan importante, que me rompió los tímpanos la mitad del día?
-No es nadie, así que no tienes por qué pedirme explicaciones acerca de la gente que me llama o deja de llamarme.
-Tu estas muerto o algo parecido a eso, no sé si lo recuerdas, así que hay muy pocas personas que podrían de comunicarse contigo. Tus sobrinos no podrían ser, porque ellos aún quieren colgarte del nogal que tenemos en el jardín, además de que ellos irían hasta tu habitación y no te llamarían por teléfono veintidós veces en diez minutos. De verdad que esto me molestó mucho, demonio, más el no saber quién demonios te llamaba, pero luego recordé algo, ¿Quién es la persona que siempre recurrió a Defteros, en situaciones críticas?
Comenzó a apretar la pantalla del teléfono, buscando con apuro lo que necesitaba y cuando pudo finalmente acceder a la casilla de voz, dejó sonar en altavoz, todos los mensajes que habían llegado.
-"Defteros, soy yo. Llámame apenas oigas esto."- -"Defteros, ¿Dónde estás? Llámame."- -"Demonio, necesito tu ayuda, así que ven pronto."- -"Estoy preocupado, pero más por ti que por mí. Sabemos cómo es Shion."- -"Llámame y hazme saber que estas bien."-
-De nuevo, pregunto.- Volvió a hablar el rubio, cortando con todos esos mensajes tan de pronto como comenzó a pasarlos. -¿Algo que decir?
Lejos de hablar y decirle todo aquello que quería oír, el griego se puso todavía más firme en su silencio y a clara y fuerte voz, le dio a entender que no le diría nada de nada a nadie.
-¿Ni siquiera a Shaka?
-Menos a él.
Shion solo le miró, molesto y bastante impresionado por descubrir que su salvajismo no se había ido, pero que un increíble instinto protector se había aparecido y mucho más fuerte de lo que podría imaginar. Estaba muy sorprendido, lo admitía en un puro y total silencio, para sus adentros, pero lo que no iba a admitir era el hecho de que le faltaran el respeto en su propia casa, por lo que cortó del todo esa conversación, dándole la espalda y marchándose tan a prisa como llegó.
-Te vas con él, sea donde sea que esté la roca bajo la cual se esconde, pero te vas con él y no regresas hasta que estés dispuesto a darme explicaciones y lo mismo para él. No quiero que ponga un pie en mi casa, hasta que no tenga el valor de decirme porque también se prestó a esta ridiculez.
Acabó por subir la escalera, perdiéndose en el pasillo, el gemelo menor solo lo miró irse, pero no hizo ni medio amague a seguirle y rogarle por dejarle quedarse, fue todo lo contrario, en realidad, ya que giró sus pasos y se fue tan en paz como llegó, tomando camino hacía el hotel donde había dejado a Asmita hacía unas pocas horas. La verdad era que le molestaba que Shion lo hubiera corrido, pero si lo veía mejor, no estaba tan mal la idea de pasar un indeterminado tiempo, encerrado con aquel rubio que jamás dejó de traerlo loco. Al menos, por fin algo bueno le pasaba a alguien.
Pero, así como una cosa buen pasaba, una mala en extremo sucedía.
Nadie, absolutamente nadie sabía cómo semejante cosa había pasado, pero ese no era el momento para sacar conclusiones y buscar culpables, eso lo harían luego de hallar a Degel, quien, de un segundo a otro, había desaparecido de su habitación, pero no solo él, sino que también sus sueros, los módulos de sangre para las transfusiones y los frascos con medicamentos en pastillas, una gran cantidad de agujas y calmantes en inyectables, también habían desaparecido con él.
El pánico inmediato se apoderó del hospital entero y Zaphiri estaba escupiendo espuma y bilis por su boca, de la furia que cargaba respecto a la situación.
-¡Estuvimos casi ocho horas para estabilizar su condición, saben que es un paciente crítico, y lo dejan solo y sin supervisión! ¡¿Qué clase de hospital es este?! ¡Trabajo aquí hace treinta años y jamás tuve que pasar una situación como esta! ¡Todos ustedes son unos irresponsables! ¡Tuve que subir a laboratorio para una extracción de sangre y pedí que lo mantuvieran vigilado todo el tiempo, pero parece que no son capaces de acatar una orden tan simple, que hasta mis hijos podrían entender y ni están a mitad de su carrera aún!
-Estábamos cumpliendo sus pedidos, pero una emergencia llegó y tuvimos que bajar.- La enfermera que tuvo el valor de hablarle al escorpión, casi se arrepintió al momento de hacerlo, ya que el pelinegro se giró a mirarla y casi que sentía como sus ojos le destrozaban el alma entera, con el odio que cargaba.
-Con que una sola persona se quedara con él, bastaba. ¿¡Era necesario que los cinco juntos dejaran solo el piso!?
-Éramos seis.- La misma joven respondió, todavía muerta de miedo, pero segura de sus palabras, a pesar de que Zaphiri seguía cargando esa mirada de asesino psicópata. -Bajamos los cinco que siempre estamos con usted, porque el chico nuevo dijo que podía encargarse del paciente sin problemas. Por eso nos fuimos.
-¿Qué chico nuevo?
-Es uno rubio, de ojos claros. Llegó esta mañana y se presentó en el office de enfermería con sus papeles, diciendo que usted había pedido por él, porque tenía experiencia con pacientes como este y que también, usted confiaba mucho en él.
Zaphiri se puso aún más nervioso y confundido luego de escuchar aquello, y como sabía que, en ese lugar donde aquel misterioso posible secuestrador se presentó primero, había cámaras para la seguridad de los enfermeros, tomó camino hacía las oficinas de seguridad y pidió ver las filmaciones de seguridad de la última media hora, pero sus pensamientos de que no tendría identidad alguna de ese sujeto se hizo clara, ya que su cara estaba cubierta por un tapabocas y su vestimenta blanca, daba la impresión de que realmente trabajaba allí, por lo que podía comprender la confusión de su equipo, así que directamente pidió ver las filmaciones de horas atrás en la mañana, no le interesaba tener que quedarse medio día mirandolas, lo haría de ser necesario para descubrir quien había sido el desgraciado capaz de secuestrar a un hombre en semejantes condiciones delicadas de salud, aunque gracias a una de las enfermeras que estuvieron allí cuando se presentó esa mañana, rápido tuvo la identidad de aquel hombre y la sangre se heló en sus venas.
-Ese es Albafica Poisson. - Dijo con un hilo de voz, totalmente espantado.
-¿Cómo dice?- Le cuestionó la joven a su lado, ya que no había oído lo que dijo, pero se quedó con las ganas de tener una respuesta, ya que el peligro salió disparado del lugar.
No quería, pero tenía que llamar a Kardia y decirle lo acontecido, después de todo, le había prometido cuidarlo y avisarle de todo lo que sucediera y esto no iba a ser la excepción.
Ya estaba preparado mentalmente para recibir el sermón de la vida, de parte de su sobrino, pero lo que sí no estaba preparado mentalmente era descubrir que Albafica no había secuestrado a Degel por el tema de la paternidad de Cardinale, como él creía, sino que se lo había llevado, por algo muchísimo peor que eso.
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Siendo sinceros, a Albafica no le importa hijo de quien sea Cardinale, mientras Degel le de cabida en su vida. Es lo único que le interesa, más que sus hijos. Así que tamaña sorpresa se va a llevar Zaphiri cuando se entere del trasfondo real de la situación.
¡Besos! ¡Les quiero!
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