Capitulo 13 || Una noche lejos y en paz.
Los jóvenes hijos de Zaphiri, regresaron de sus diligencias un poco más tarde de lo que creyeron, pero no se preocuparon porque sabían que su invitado no iría a ningún lado, no solo porque no tenía como volverse a su residencia, sino que también su padre seguro y haría todo lo posible por retenerlo un momento junto a él. Ellos sabían que Zaphiri había necesitado y necesitaba mucho de aquel hombre, por lo que, ahora que podía tenerlo con él, estaban más que seguros que haría lo necesario y más para que no se le fuera tan fácilmente como antes había sucedido.
-¿Crees que de verdad querrá quedarse la noche?- Cuestionó el menor de los hermanos al otro, mientras bajaba del auto y le ayudaba a cargar las bolsas de las compras.
-Papá lo necesita y ya viste como se puso cuando le contamos todo lo que fueron nuestras vidas. Se veía realmente afectado cuando le dijimos por todo lo que papá había pasado a partir de la vez que se vio rechazado definitivamente.
-Se vio más afectado cuando creyó que si éramos hijos biológicos. No sé tú, pero eso me molestó mucho más que cualquier otra actitud que pudo haber tenido o palabra que pudo haber dicho. Hasta ahora me molesta.
Illias mantuvo silencio un momento, solo el tiempo que le tomó acabar de subir las escaleras del hall de entrada del edificio, para dirigirse al ascensor, presionar un botón y esperar para tomarlo. Fue mientras que aguardaban que miró a su hermano pequeño, quien estaba muy calmado a pesar de decir que se había vuelto a molestar por la actitud de la posible pareja de su padre.
-De verdad que es algo hipócrita de su parte decir aquello, pues él abandonó a papá primero, para casarse, y cuando quisieron volver, lo volvió a rechazar porque sería padre. Lo hizo a un lado dos veces y no de manera bonita, lo hizo de una manera en que sé que papá aún sufre por esos recuerdos. Ahora que lo mencionas, también estoy muy molesto con esa actitud. Krest hizo su vida, formó su familia y, por más que su matrimonio haya sido una farsa enorme, siguió prefiriéndolo por sobre Zaphiri. Papá nunca pudo hacer nada de su vida más que trabajar y esperar por Krest, mientras que Krest no hizo otra cosa más ignorar la existencia de Zaphiri y fingir que tenía la vida perfecta con esa horrible mujer. Que le indigne nuestra presencia al lado de papá, me hace sentir muy enfermo.
-No sé nada de la mujer con la que se casó, pero siempre tuvo fama de resentida y controladora. Al parecer, las mañas ajenas se pegan con los años.
Lo dicho por Isaac, hizo reír al mayor y entre carcajadas acabaron por tomar el ascensor, subiendo en silencio hasta su apartamento y entrando de la misma manera, aunque quedaron bastante sorprendidos al ver que todo se encontraba en penumbra y silencio total.
-Entonces si se fue...-Comentó con impresión el castaño mayor.
-Vaya, no lo creí posible. Al parecer su ego es más grande que su amor.
-No te enojes, pequeño, te hará mal.
-¿Qué no me enoje? ¡Papá aún lo quiere y él continúa tratándolo como si fuera nada! ¿¡Quién demonios se cree que es!?
-Issac, ya, para un poco. A mí también me enoja, pero ya, allá él con lo que decida y que se vaya bien al demonio.
Papá no lo necesita si va a seguir comportándose así, así que mejor preparemos la comida y convenzamos a Zaphiri que está mejor sin él.
No cruzaron más palabras que esas y se dispusieron a llevar adelante la tarea que más disfrutaban hacer juntos, mucho más si su padre los acompañaba. Pequeños momentos así le daban ganas, a Illias, de regresar a París y volver a vivir con su padre y hermano, pero no sentía que fuera justo hacerle eso a Zaphiri, pues había invertido tanto tiempo, esfuerzo y dinero, que le parecía ingrato de su parte abandonar la universidad, en Londres, para volver con ellos y perder un año, antes de poder inscribirse de nuevo a la carrera.
-¿En qué tanto piensas?
El mayor salió de sus pensamientos al sentir la mano de su hermano, sobre su hombro, así que solo le dio una pequeña y leve sonrisa para que no creyera que había algo de importancia mayor, rondando su cabeza y preocupándolo.
-Solo imagino lo mal que papá se pondrá cuando solo seamos nosotros tres.
-Ahora tú no pienses en eso, mejor pon tu atención en no quemar la salsa.
-No lo haré, el especialista en hacer eso eres tú.
Ambos hermanos rieron y devolvieron su atención a lo que estaban haciendo, prestando poca atención a lo que a su alrededor pasaba, por eso no sintieron cuando su padre llegó de su emergencia con Degel. Zaphiri se quedó un momento en silencio, contemplando con alegría en lo que sus pequeños se habían convertido. Estaba bastante feliz y se sentía muy realizado al ver que esos niños, a pesar de haber sufrido mucho en un primer momento, debido al abandono por parte de sus padres biológicos, ahora no paraban de sonreír y reír, por lo que se sentía muy bien al ver qué algo bien había hecho con esos dos.
Realmente agradecía tenerlos en sus vidas, ya que sentía que, a pesar de su trabajo, no había contribuido mucho en la sociedad, de una manera más personal y cercana, algo que sea desde él mismo y no algo hecho por un grupo de médicos, por lo que, adoptar a Illias e Issac, le daba esa gran satisfacción que tanto le había faltado. Esos niños, porque para él seguían siendo niños, llenaban ese hueco de soledad y afecto que tantas veces le habían agrandado y profundizado. Esa era la gran razón para jamás arrepentirse de haberlos llevado con él.
Nadie le había dado la felicidad que esos dos chicos le proporcionaban y algunas veces, le daba pánico pensar en qué ya no los tendría. Dejar ir a Illias fue duro, aunque necesario para darle su propio camino en ese mundo al que también aspiraba, y ese fue su consuelo hasta el pronto día en que lo vio regresar y se sintió aún más afortunado que antes. Por más que fueran solo unos cuantos días, antes de que regresara a Inglaterra, disfrutaría de sus hijos al máximo posible.
Le agradaba querer y sentirse querido, pero a veces, era obvio que necesitaba un amor más profundo, más personal y cercano que la de un padre con sus hijos.
Y allí era donde esos pequeños, pero fornidos brazos que se cerraban en su cintura, le daban, finalmente, ese confort que tanto deseaba y allí volvían los deseos de que nunca se acabara ese momento preciso que estaba viviendo.
-Tienes dos hijos maravillosos.
-Tal y como tu hija lo era. Estoy seguro de que se hubieran llevado genial, los tres, como hermanos.
Krest escondió su rostro en la espalda del escorpión y movió su cabeza un par de veces, como queriendo tocar con su rostro, aquella piel que tanta falta le hacía sentir contra si mismo.
-¿Estás bien?- Le preguntó apenas si girando para tratar de verlo, pero Krest siguió aferrado a su cintura, desde atrás, sin intención alguna de soltarlo, cosa que se le hizo muy tierno.
-Me he sentido mejor, eso seguro.
-Creo que todos nos sentimos así, en este momento.
El francés, luego de oír aquello, se separó un poco del pelinegro y llevó sus ojos hacia más allá de la sala, hacia la cocina, más precisamente, viendo como los jóvenes miraban a aquella pareja, sin querer ocultar el innegable sentimiento de culpa que les provocaba el haber hablado mal de Krest, sin saber que el hombre habían estado encerrado en el despacho del médico durante todo ese tiempo y no había encontrado fuerzas para salir y ver a nadie, después de todo lo que su hija le había dedicado en aquella carta.
-Señor Krest... Nosotros...
-No importa ya, Illias. No te preocupes.
-Pero dijimos cosas indebidas, al creer que usted no estaba aquí.
-Los entiendo, pero de verdad que no me es problema.
-¿Podríamos explicarle?
-Ya dijo que no es necesario.- Les cortó con algo de dureza en el tono de voz.
-Pero, papá...
Zaphiri le hizo solo una seña, pidiéndoles calma y silencio. Krest entendía que los chicos necesitaran desahogarse y darle explicaciones y pedirle perdón, porque sabía bien como Zaphiri los había criado, se les notaba que habían recibido los mismos valores que su pareja y estaba orgulloso de ver eso.
Deseaba que alguien admitiera lo mismo sobre él y la educación de Calvera, pero ella no estaba allí para mostrarlo y nadie tampoco se encontraba a su alrededor para decirlo.
Se deprimió con prisa al ser consciente de que había perdido otra cosa más, junto a la vida de su pequeña.
-Si quieres, puedo traerte la comida aquí. No es necesario que estés con nosotros en la mesa.
Krest solo elevó su mirada y unas inexplicables e irrefrenables ganas de llorar lo hicieron su víctima, tomándolo por completo y sacando, una vez más, ese dolor del alma, a través de sus ojos.
-¡No me hagas estar solo una noche más! Me he sentado solo durante tanto tiempo, tantos años... No es solo una cena, un desayuno o cosas así, ella no me quería y yo tampoco a ella y aunque jamás me importó, el paso de los años se hicieron cada vez más pesado y tu ausencia se hizo más despiadada.
-Krest, no llores.
-¡Déjame hacerlo, por favor! ¡Déjame llorar, sufrir y retorcerme en el dolor que me han provocado todas mis decisiones pasadas! Tendría que haber ido a buscarte. Tendría que haber cumplido mí parte y aceptar mí amor por ti, sin importar nada más que tú y tus sentimientos... Me duele mucho el pecho al solo pensamiento de todo lo que tú has tenido que sufrir, zafiro mío, solo porque te enamoraste de un insensible que siempre actuó por cobardía y jamás por valor.
Al pelinegro se le removió todo dentro del cuerpo al escucharle decirle de esa manera. Desde que se volvieron a ver, siempre fue "Zaphiri", nunca de otra manera, pero que ahora le dijera "zafiro mío", de la misma dulce manera en que siempre se lo había dicho...
Se acercó con lentitud hacía el borde de la cama, dónde su cubito estaba sentado, restregando sus manos entre ellas, con lentitud, pero sin levantar sus ojos, aunque lo hizo cuando vio que el griego estaba casi pegado a su persona.
Los ojos de ambos se conectaron como nunca antes había pasado, ni siquiera cuando eran una joven pareja, llena de sueños y esperanzas para un futuro juntos, y con una extrema suavidad, delicadeza y lentitud, Krest se fue recostando entre el edredón y Zaphiri fue subiendo sobre él, acomodando sus piernas entre las del pequeño cubo, que no podía abandonar la mirada ajena y se dejaba absorber, hacer, deshacer y recrear en todos los deseos qué ese hombre sobre él, podría poseer en lo más recóndito de su corazón.
Sus labios se volvieron a encontrar, mucho más íntimos que la tarde, en las horas previas a esa noche y los brazos de Krest, más recordando tiempos lejanos, pero siempre presentes y adorados, se cruzaron por la nuca de aquel médico que disfrutaba tanto y más de aquel hombre que hasta el día de hoy, le robaba la mente y los pensamientos.
Illias e Issac se marcharon del apartamento apenas si vieron a los mayores desaparecer de la sala. Camino a un restaurante, compartieron el pensamiento de que la charla "familiar" debería esperar hasta el desayuno del día siguiente, y ellos con gusto lo harían, ya que, si la situación que estaban seguro podría darse entre esas cuatro paredes, haría a su padre en extremo feliz, ellos no iban a arruinar esa alegría, en ese momento.
Mejor lo arruinarían con el primer café de la mañana.
*
*
Dos toquidos en la puerta y no dudaron en salir de la cama con apuro, ya que cualquier cosa podría haber pasado y efectivamente, eso recibieron.
-Degel, ¿Qué haces aquí? ¿Te encuentras bien?
-Me siento bien, pero creo que estaré mejor si le piden a alguna mucama que me prepare una habitación lejos de ese salvaje de pelo amarillo.
-¿Se pelearon?
-Si, pero creo que no es momento para hablar y contarlo. Estoy cansado y bastante mareado, por la culpa de él.
Dohko se hizo a un lado, dándole paso al galo mientras Shion le señalaba al sillón donde podía sentarse y descansar un poco durante un momento, cosa a la que Degel accedió sin problema, creyendo que podía tener un segundo de paz en ese sitio, pero rápido sus pensamientos se vieron corregidos en su error, ya que el rubio señor de la casa, se sentó frente a él, serio y firme, como siempre era.
-Dohko irá a hacer lo que pediste, mientras tanto, ¿Me dirías que pasó?
Degel solo bajó un poco su mirar, pero casi de inmediato recuperó su calma y miró a Shion, confiado en que no iba a juzgarlo, después de todo, él fue amigo de Kardia durante mucho tiempo y sabía que era un salvaje e impulsivo a más no poder, así que suponía que iba a, no darle la entera razón, pero si decirle que él no era quien estaba totalmente equivocado.
*
*
Habrá un limón sobre los tortolitos mayor, la próxima semana. 😄
¡Ya era hora de que a Krest le dieran amor! A ver si así se le pasa lo amargado. 😁😅
¡Besos! ¡Les quiero!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro