Capitulo 10 || Hablen (En el presente)
-¡Voy a golpearte tan fuerte que tu dolor lo van a sentir hasta tus tataranietos, así que si no quieres sentir ese pesar, más te vale empezar a hablar!
Agatha nunca había sentido pavor ni pánico por nada, ni cuando estaba paralizada en medio de su sala por el disparo al medio de su columna que su esposo le había "regalado", como él mismo le dijo antes de apuntarle a traición. Habían pasado casi quince años de ese entonces y nunca había sentido miedo, pero allí estaba ahora, apretando con fuerza los lados de su silla de ruedas, mientras sentía como era devorada por la cólera irrefrenable que se dejaba ver y oír en los orbes claros de Dite y sus casi draconianos gritos, y también sentía hundirse en el odio silencioso de los claros ojos de Cardinale, que no dejaba de ver a su madre, juzgándola y haciéndola sentir muy miserable en esa pasividad que tenía.
Esa actitud, justamente, fue la que la hizo divagar por breves segundos y sus ojos dieron un rápido vistazo a quien estaba sentado a la cabecera de la mesa, también en un silencio total, mirando con seriedad a todos los mayores, dándole libertad a los más chicos de preguntar, re preguntar y cuestionar cada cosa que se les dijera. Degel estaba totalmente serio, sin decir palabra ni dejar salir ningún gesto o sonido, tal y como Camus lo hacía... Tal y como Cardinale lo estaba.
Nunca dejó de pensar en ese asunto, aunque más de una vez lo intentó, pero esta vez, al tenerlos a los dos juntos, por primera vez en la vida, en la misma mesa, era imposible no irse del sitio y volver a lidiar con ese tema.
-¡Agatha!- El nuevo grito de su hijo mayor la hizo regresar a la realidad. -¡Responde, por un demonio! ¡¿Qué carajo te pasó por la cabeza, en el mismo momento, en que dijiste semejante estupidez?!
-Una sola cosa y fue una que sigo creyendo, fue inteligente y totalmente acertada.
-Dejaste a doce niños huérfanos, ¿Dónde ves lo inteligente y acertado en eso?
-¡Solo deseaba darles a todos una razón fuerte y real para pelearle a ese demente!
-¡Nos dejaste solos! ¡Solos y a merced de todas las malas ideas e influencias del imbécil de Albafica!
-¡¿Y yo que podía saber?! ¡Es su padre! ¿Cómo siquiera podía saber que se iba a trastornar de tal manera?
-Te disparó...
Todos llevaron sus ojos hacía la mujer de pelo gris, que sostenía con una fuerte delicadeza, una copa llena de agua.
-¿Disculpa?
-Te disparó por la espalda, a traición y te dejó paralizada de la cintura para abajo, pero tienes la soltura de decir que jamás hubieras imaginado que se iba a enloquecer de esta manera.
-¿De qué lado estas, Walden? Te recuerdo que tu aceptaste mis ideas.
-Yo no acepté nada.- Le contestó con calma mientras le daba un trago a aquel líquido que tenía. -Aspros fue quien aceptó y todos sabemos que él si estaba bastante dañado. Ustedes dos.- Dijo dirigiendo su atención a su cuñado. -No eran "el sociópata y el demonio" por nada
-Hazte a la fama...- Ambos rieron, pero enseguida, Chris recuperó su seriedad y, tratando de ver a su amiga lo más de frente posible, continúo hablando.
-De los tres, él era el único que aceptó tu propuesta, porque Defteros y yo tuvimos dos dedos de frente para ver eso como realmente era, una locura total que quebró a la sociedad que nos nucleaba y lo hizo por completo, además de que comenzó a hacer en Degel, una mancha enorme que, aunque aclaremos todo, será muy difícil borrarle.
-Si el demonio no aceptó, ¿Por qué todo acabó como acabó?
-Si alguien te apunta con un arma y está minutos enteros amenazándote, lo mínimo que puedes hacer, es tratar de defenderte. De la misma manera en que te amenazan o de alguna otra forma, pero te defiendes.
-Pero acabaste matándolo.
-Yo no maté a mi hermano, Agatha. Yo no maté a Aspros y dejé a Chris en un shock catatónico por casi dos años, debido a toda esta situación... Tú lo hiciste.
-¡Yo no tengo la culpa de nada! ¡Ustedes pudieron haberse negado!
-¡Nos negamos y tú nos acosaste para que aceptáramos tus proposiciones!
-Mine, no.
-No, Cid, no quiero seguir oyéndola decir tantas idioteces juntas y estoy seguro de que piensas lo mismo que yo. Ya no quiero seguir soportando la idea de que Shura nos odie, pero si quiere hacerlo, entonces que lo haga en pleno conocimiento de lo que nos llevó a hacer lo que hicimos.
A pesar de que la conversación giró sobre él esta vez, Shura no perdió su semblante calmo y continuó observando con seriedad a sus padres, que, a pesar de que explicarían todo para todos los presentes, lo miraban solamente al joven.
-Nosotros no teníamos ninguna intención de dejarte atrás ni de hacer ninguna otra cosa loca o idiota, ya sea propuesta por ella o por cualquier otro ser en la tierra. Nosotros ya le habíamos firmado los papeles a Degel, ya habíamos decidido que él se ocuparía de manera legal y honesta de todos nuestros asuntos y nosotros tres nos iríamos a vivir con Izo, a Valencia, que es donde estaba radicado antes de irse a Madrid por ti, pero antes de poder hacer cualquier plan sobre esa decisión, ella comenzó a llamarnos a todas horas, todos los días y nos decía que teníamos que hacerle caso, que era la única manera de que todo siguiera por un "buen camino" o al menos, uno "decente" a futuro. Llegó un momento en que ya era imposible vivir con las constantes llamadas suyas y no lo pudimos resistir más.
-Y lo mejor que se les ocurrió fue armar todo un circo y dejarme encerrado catorce horas en mi cuarto, antes de que alguien viniera a sacarme de esa situación.
-¡Shura, no tuvimos otra alternativa!
-¡No es que no hayan tenido otra alternativa, mamá! ¡Es que simplemente no quisieron buscarla! ¡Lo que realmente no iba a matarlos era tomar todas sus cosas y desaparecer de un segundo a otro! Solo decirle al abuelo donde estábamos iba a ser suficiente para que se supiera que los Armus no cayéramos en el olvido completo. Pero no, decidieron montar esta parafernalia ridícula de un suicidio y una desaparición seguida de muerte, solo para irse a vivir al medio del bosque en un mugre país al otro lado del océano, olvidándose de que tenían un hijo pequeño que los necesito toda su vida y odió a personas que no tenían nada que ver con el asunto, solo porque ustedes no pudieron sentarse a pensar coherentemente.
-Hicimos lo que nos pareció correcto.- Le acotó calmado su padre, pero eso solo hizo enojar más al menor.
-¡Lo correcto era que me llevaran con ustedes y que les valiera lo que esta loca les quisiera obligar a hacer!
-¡A mí me hablas con respeto!
-¡¿A ti?! ¡¿Respeto?! ¡Esa silla es lo menos que te mereces! ¡Romper esta botella y cortarte el cuello es lo menos que te mereces! ¡Casi hacemos que Camus mate a su padre por tu culpa! ¡¿Qué clase de respeto vienes a exigir cuando has provocado tanto mal?!
-¡Tienes tanto que aprender aún de la vida!
-¿Y eso que tiene que ver aquí?
-Que, si supieras algo de lo que sea, de cualquier cosa, entenderías porque hice lo que hice. ¡Solo buscaba hacerles un bien a todos!
-Mi padre le dio nueve disparos a mi madre antes de suicidarse... ¿Qué clase de "bien" es ese?
-Gioca...
-No me caes mal, Agatha, pero tampoco puedo decir que me caes bien. Tu existencia es totalmente... digamos que no es indispensable para mi vida, pero siempre traté de llevarme bien con todos los que me rodeaban, porque sabía que este momento, sería bastante difícil y hasta oscuro, si se puede decir. Pero ya estoy cansada de escucharte con esa excusa entre los labios. Mi madre murió masacrada en fuego por mi padre, quien se suicidó de una manera espantosa también, estoy frente a un hermano que no me reconoce y yo tampoco puedo reconocerlo porque jamás hemos compartido nada más que nuestro apellido. Somos dos extraños a pesar de compartir la misma sangre... ¿Qué bien pudiste haber hecho? Rompiste muchas familias y hasta podemos culparte de dejar a un hombre en el borde de la muerte. ¿Por qué te escudas en una falsa realidad? Sabes bien que nada está bien. Que no has hecho nada bien y que lo que dices, a cada segundo pierde más y más sentido.
Agatha sabía muy bien, y desde un principio, que no iba a salir bien librada de esa conversación, pero todo se le puso más complicado de lo que creyó y ya no se le caían más ideas para defenderse o seguir defendiendo su loco plan. En cierto modo, su defensa ante su hijo, era la única fortaleza que tenía, porque en su momento, lo había hecho con esa intención, que todos los herederos tuvieran una razón fuerte y real para derrocar al apellido Diamonds, pero tenía que admitir que todo se le había ido de las manos cuando comenzó a acosar a los que participaron de aquella reunión, para hacer que acepten sus términos y no los de Degel.
Aspros y Luciano fueron bastante fáciles de moldear y hacerlos cambiar de opinión, pero solo cuando vio la magnitud de los hechos, la culpa le creció y la hizo sentir mal y equivocada, pero, a pesar de sentirse así, nunca se detuvo y se dedicó a acosar a Degel y a los Mettaxas Mikaelis, cuando llegó el momento.
Iba a defenderse una vez más, pero la entrada de Shaina, tirando al piso la charola con tazas de café que traía entre sus manos, hizo que todos se voltearan a verla, poniéndose en clara preocupación debido a su estado. Milo y Camus no tardaron en ponerse de pie e ir hacía ella, Kardia hizo lo mismo y se acercó preocupado a la madre de su nieta, acercándole la silla que él estaba ocupando, para que se sentara, ya que creyó, al igual que todos los demás presentes, que había tenido un mareo debido al embarazo, pero estaban muy errados en sus suposiciones.
-Señor, ¿Se encuentra bien?- Dejó salir casi presa del pánico.
Todos voltearon a ver al francés que ocupaba la punta de la mesa y allí también quedaron apresados por el miedo, más, por la pasividad con la que se presentaba la situación, de su parte. Al estar todos peleándose con todos, por un momento, Degel quedó en el olvido de esa conversación. Solo escuchaba, pensaba y procesaba, para bien y para mal, todo lo que se acusaban mutuamente, pero, muy lejos de no afectarle, era todo lo contrario y cuando vio que Cardinale hacía un ademán que solo vio a Camus y Unity hacer, algo en su sistema falló y su nariz comenzó a sangrar. Le restó mucha importancia, aunque todo su cuerpo estaba empezando a doler, de lo pesado que se sentía, y su boca comenzaba a saberle a hierro, seña clara de que sus encías también estaban sangrando y la boca se le estaba llenando de aquel liquido escarlata que se le escapaba por su fosa nasal izquierda.
-¡Amor!- Kardia se arrojó hacía él, tomando una servilleta que había debajo de un excluido trago de brandy y le colocó en la nariz de su pareja. -¿Tu boca igual?- Degel solo asintió, preocupándole más aún. -Escupe entonces. Nos vamos al cuarto ahora, debes descansar. Milo, llama a Zaphiri, dile que lo necesito.
El menor solo movió su cabeza en silencio y sacando su teléfono, salió de la sala para hacer aquella llamada.
-¿Puedes ponerte de pie?
-Si, Shion. Creo que solo necesito recostarme un poco.
-Lo lamento. No debimos haberte hecho pasar por esto tan pronto.
-No es tu culpa si yo te pedí que lo hicieras, así que no pidas disculpas. Ahora, todos óiganme bien...- Se puso de pie lo más rápido y erguido que pudo, quería verse tan fuerte como cuando llegó, pero parecía que sus fuerzas se habían ido aguantando toda esa conversación, aun así, haría el mejor y más grande intento que le quedara en la manga. -Esta conversación no ha acabado aquí, solo habrá un impasse, hasta que pueda mantenerme de pie por mis propios medios, sin tener que estar colgado del brazo de Kardia para no caerme. Pero, a pesar de esto, quiero que sepan que hay veces que una persona debe tomar decisiones difíciles. Decisiones que pueden lucir mal para otros en un primer momento, pero uno mismo sabe que, a la larga, será lo correcto. Juzguen a Agatha, están en todo su derecho de hacerlo, porque ella es la culpable mayor, en cierta medida, si solo hablamos de los asuntos de quienes ocupan hoy, un lugar en esta habitación. Júzguenla, pero también, tomen lo que les acabo de decir y, bajo esas palabras, juzguen a sus padres, a sus tíos, a sus hermanos... Tal vez así, podamos tener una segunda conversación con un poco más de paz.
Buscando mucho más apoyo en el rubio mayor, se retiró de ese sitio, dejando a todos entre pensativos y preocupados. Más pensativos que otra cosa, porque en cierta medida, Degel volvía a tener razón.
Tal vez, las maneras fueron erradas, pero en ese momento, no había muchos caminos a seguir y se acabaron por llevar adelante, los hechos que eran de conocimiento en esa mesa. Tal vez no estuvieron del todo en lo correcto, pero tampoco ya podían sentir que tenían la cara para gritarles que estaban errados, si tenían más cosas en contra que a favor, en aquellos días.
Una vez más, Degel los hacía pensar y replantearse todo lo que hasta ese momento sabían, o creían saber...
*
*
Ilias e Issac habían salido al mercado, porque habían logrado convencer a Krest de que se quedara a cenar con ellos y los cuatro poder conversar más a fondo de lo que antes él y su padre vivieron, por lo que, por un par de horas, Krest quedó solo en esa sala, mirando a la ventana mientras su tercera taza de café se enfriaba entre sus dedos.
Pensaba en todo lo que esos chicos les habían contado y no podía creer que aquel jovencito impulsivo, mal hablado, cabrón y peleador al máximo, se había convertido en un hombre amable, sensible y que no contenía su tristeza y dolor cuando perdía algún paciente. La historia de vida de esos niños también le caló profundo, pues ellos llegaron a Zaphiri cuando Issac fue diagnosticado y el pelinegro hizo todo lo posible por salvarlo hasta lograrlo, ganándose así, no solo un paciente con una recuperación en extremo excelente, sino también un hijo, no, dos hijos que lo adoraban más que a nadie en la tierra.
Mientras que él...
-Calvera... mi niña...- Casi veinte años y él no caía en la realidad de haber tenido que enterrar a su propia hija, quien no tenía ni treinta años cuando se fue.
-Ella estaba en paz.
La voz de Zaphiri lo sacó de su nube de pensamientos y antes de lo que creyó, su amado zafiro negro lo tenía pegado a su pecho, abrazándolo con fuerza y dándole pequeñas y cortas caricias en la espalda, para así tratar de calmar un poco su pena y ahogar su llanto, aunque sabía que era inútil hacer eso, pues lo que haría a continuación, lo iba a destruir mucho más.
-Escucha, Milo acaba de llamarme. Degel se puso mal y tengo que ir a verlo. Toma.
-¿Qué es?- Se sintió tonto al hacer esa pregunta, porque cuando se fijó bien, vio que tenía una etiqueta que llevaba el nombre de su hija. -¿Esto es legal?
-Pasó mucho tiempo, no creo que nadie me diga algo. Además, tú eres su padre, por lo que creo que está más que correcto hacerlo.
Un silencio, triste silencio se dio entre ambos y Zaphiri no pudo soportar la mueca triste del contrario, por lo que, sin pedirle permiso ni avisarle, le tomó de las mejillas y le dio un rápido beso en los labios. Krest quedó uno segundos confundido, pero casi de inmediato se colgó del cuello del de cabellos negros y se besaron largo rato, solo disfrutándose y nada más.
-No te mereces vivir así, en esta mentira.- Le dijo con un nudo en la garganta, apenas si Krest lo soltó.
-¿A qué te refieres?
-Yo hice todo lo posible para salvarla, te lo juro... No quería dejarte sin tu hija, pero ella...
Dejó de hablar porque si continuaba, sería peor, así que solo le indicó donde estaba su despacho, en aquel departamento grande y lujoso y sin más, abandonó el sitio, dejando solo al francés, en una habitación llena de libros, diplomas, fotos y demás. Se sentó en el sillón que había frente a aquel gran escritorio, lleno de carpetas y papeles, que acomodó con la mayor delicadeza posible, tratando de no mezclarlos y cuando tuvo todo lo suficientemente despejado, colocó aquel nuevo expediente frente a él y suspirando profundo lo abrió.
Un sobre que decía "papá" fue lo primero que se encontró y, olvidándose un momento de todo lo que quería leer de aquellos archivos médicos, abrió apurado aquella carta, sintiendo las lágrimas caer cuando volvió a ver la linda y prolija caligrafía de su hija.
Krest sintió su corazón desplomarse en el centro de su pecho. No podía aceptar que ella ya no estuviera y esto solo acrecentaba su dolor.
"Hola papito..."
*
*
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Perdón por subir esto a las santas horas, pero como no me puedo dormir... 😅
Krest y Zaphiri puede que "estén bien" ahora, pero después de leer esa carta... El enanito se va a tomar todo para mal, ténganlo por seguro 😥
Igualmente, hay que entenderlo, pobrecito, perdió a su niña. 😢
¡Besos! ¡Les quiero!
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