14. Sangre y visceras
Aquel hombre le agarraba con fuerza, y lo más seguro es que aquello le dejará un feo hematoma en el brazo, pero se obligó a no protestar. Su instinto le gritaba que no lo hiciera porque seguramente recibiera algún otro golpe como respuesta. La muchacha obligó a su cerebro a pensar. No quería estar a solas con aquellos hombres, sentía pánico solo con pensar en qué podría ocurrirle después, y ni si quiera el temor de ser encontrada fuera de sus aposentos, le disminuían las ganas de huir.
— Me has puesto en ridículo delante de toda mi familia, ¿Quién te has creído que eres, maldita furcia? — La mirada del Marqués brillaba de pura furia — Me has dejado plantado, delante de mis padres y de mi hermano pequeño. ¡Maldita zorra!
A medida que hablaba, pequeñas gotas de saliva chocaban en el rostro de la muchacha, y el olor que emanaba de su boca le provocaba arcadas.
—Lamento si os he ofendido pero no me encontraba bien.
— ¿Pero sí que os encontráis en forma para hacer paseos nocturnos en el bosque?—su acompañante se tropezó con una rama que sobresalía del suelo y trastabilló, cayéndose al suelo. Dio un puñetazo al suelo y exclamó con fuerza—¿A dónde cojones vamos, Anthony?
El Marqués, bruscamente se dio la vuelta, arrastrando a la muchacha consigo.
— Pienso enseñarla quien manda aquí— la zarandeó con fuerza—No quiero que los gritos alerten a nadie.
—¡Ni se te ocurra tocarme ni un pelo, estúpido idiota! ¡Bruto! — La muchacha tiró de su brazo, sin conseguir ningún tipo de resultado— ¡Mi padre mandará que te corten la cabeza si osáis sobrepasaros conmigo!
— ¿Y quién os creerá? — le espetó.
—No pienso casarme con un imbécil como usted, que todavía no ha salido de debajo de las faldas de su madre.
El marqués la golpeó con el puño en la mejilla. La muchacha cayó al suelo y no le dio tiempo a recomponerse cuando recibido una patada en un costado del cuerpo. Un grito brotó de los labios de la muchacha y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.
— ¡Toffe! — chilló con todas sus fuerzas, pero solo recibió otra patada en el mismo costado.
— ¿A quién llama, Anthony?
— A su estúpido perro.
— ¿Deberíamos tener cuidado?—preguntó con cautela.
— No, es solo un animal estúpido que no sirve para nada, salvo para comer y lamerse los huevos.
— ¡Qué envidia!
Los muchachos rieron a carcajadas mientras se cebaban con la muchacha en el suelo. Todos los golpes los recibía en el torso y en las piernas, nada visible que les delatara a primera vista.
—¡Vamos, levanta de una puta vez! — El marqués le agarró del brazo y tiró de ella hasta que se puso en pie— Si gritas una sola vez, juro por Dios y por mi sagrada familia que te rajo aquí mismo.
La muchacha le miró con impotencia. No quería morir, pero no poder forcejear o luchar para que aquellos hombres no la infligieran más dolor del que ya estaba sintiendo, la hería desde dentro. El marqués la estrelló con fuerza sobre la corteza de un árbol y comenzó a levantarle la falda del vestido.
— No, ¡Déjame! ¡Para!
Sus gritos se apagaron cuando notó la afilada hoja de un cuchillo sobre su garganta.
— Cállate — le ordenó Anthony— ¿No venías a por esto? Pues vas a tenerlo.
Notó como se rasgaba su ropa interior y una mano fría, le tocaba su intimidad sin ningún tipo de tacto.
— No, por favor... —Rogó en apenas un hilo de voz— No me hagáis daño, por favor...
— Es por tu bien y el de tu familia, Zulema...
Notó cómo trataba de forzar su entrada con su miembro, pero antes de que la penetrara, un rugido rompió el silencio y fue seguido por un grito desgarrador.
El Marqués se volteó con violencia y vio a su primo en el suelo siendo atacado por una bestia de color negro: Toffe. El animal le había desgarrado la garganta y ahora le miraba furioso. Zulema nunca le había visto de ese modo, siempre había sido lo más cercano a un peluche pero esta noche era lo contrario a inofensivo. Gruñía, enseñando sus imponentes dientes manchados de sangre.
— ¿Qué diablos?
Agarró a la muchacha con fuerza, poniéndola delante de ella a forma de escudo humano. La muchacha forcejeó hasta que la daga del Marqués le apretó con fuerza la sensible carne del cuello. Un hilillo del color oscuro se deslizó por su cuello hasta perderse en el interior del vestido.
— Dile a tu animal, que se detenga.
Pero la muchacha, presa del miedo, no pronunció ni dijo nada. Solamente los gritos ahogados de auxilio de su primo y el gruñido de Toffe decoraban el silencio.
— ¡Vamos! — la apremió.
— Toffe, para. ¡Cálmate chico!
Pero el perro no obedeció. Sus ladridos resonaron por todo el bosque, retumbando en cada uno de sus rincones dormidos.
El Marqués trató de moverse con su presa todavía en las manos, tenía la esperanza de huir, pero aquel lobo parecía no tener intenciones de dejarle salir de allí con vida.
Les siguió con la mirada, y esperó el momento indicado para huir.
Lanzó a la muchacha sobre el animal y con la poca suerte de tropezar con la misma rama que había encontrado su primo, cayó de bruces. El animal, se lanzó hacia él, pero lejos de herirle en gravedad, le mordió un brazo y luego soltó. El Marqués, presa del pánico, volvió a ponerse en pie y corrió en dirección a la oscuridad. Toffe le siguió, y Zulema se quedó en aquel claro muerta de miedo y sola.
Los gritos de horror del Marqués resonaron en el bosque, y tras ellos, gruñidos y ladridos de su animal. Toffe pensaba torturar a aquel hombre que había osado a herir a su dueña de la misma forma con la que capturaba a su comida: persiguiéndola y dándola esperanzas de que podría salvarse, pero nunca salían con vida de aquel juego.
La muchacha apartó la mirada con horror, aquel escenario era lo más grotesco que había visto en su vida. Vacío su estómago, y cuando terminó comenzó a llorar sin cesar. Apenas se percató de que Lohan y sus hombres la habían encontrado, hasta que no les vio delante de sus narices.
Lohan, sin disimular su preocupación en su cara, corrió hacia la muchacha y la abrazó con sus fuertes manos. Cuando comprobó que estaba a salvo y la separó de su pecho unos centímetros, lo suficiente para poder analizarla con detalle. Su corazón se oprimió cuando le vio la mejilla levemente hinchada, hematomas en los brazos y su vestido rasgado.
— Pienso desgarrar a ese Marqués en cuanto le...
La muchacha le acarició la mejilla, tranquilizando la ira que se había acumulado en el pecho del general.
— Creo que Toffe ya se ha encargado de él y de su primo — el general desvió la mirada de la muchacha una fracción de segundo para fijarse en el despojo humano que estaba tendido en el suelo. Tenía la cara desfigurada y la garganta desgarrada, solamente una bestia podía hacer aquello, y le costaba pensar que hubiera sido Toffe— Llévame a casa, Lohan. Por favor...
— Lo siento, ha sido toda mi culpa. Nunca debía de haberos puesto en esta situación, ha sido culpa mía y...
La muchacha le acalló con un tierno beso en los labios, provocando que el muchacho deseara meterla en su cama y no dejar que saliera nunca más.
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