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I. Año nuevo (des)afortunado

Mina

No acaba de empezar el año y ya estamos mal, bueno, no tanto.

En realidad, la pasamos genial con nuestros tíos y padres, pero luego de unos días ya nos habían dicho que iría a vivir a Corea. Con mi hermana.

No es que me parezca mala idea, pero no me hacía tanta ilusión pasar mi último año de escuela con compañeros que recién conocería y lejos de mis padres. Pero dijeron que sería solo por ese año.

Sana estuvo en Corea desde hace un año debido a que quería estudiar allí, pero no entendía porqué yo tenía que venir. Aunque me hace feliz volver a ver a mi hermana día a día, a pesar de que sabía que íbamos a discutir por cosas tontas, pero a todos los hermanos les pasa eso.

Una semana después de que empezará el año nuevo ya estaba en Corea y mi hermana me esperaba en el aeropuerto para llevarme a casa con ella. Llevaba dos maletas grandes, y aún había dejado muchas cosas en casa. Una de esas cosas, mis libros.

Amo leer, y creo que es algo que toda mi familia sabe pero no sabe en específico algunas cosas que leo.

Tú y yo sabemos a lo que yo me refiero.

Tal vez por eso tengo estándares tan altos en el amor, pero no hay problema con eso, mejor para mí.

— ¡Minari! — escuché la voz de mi hermana mientras la veía acercarse a mí con una sonrisa y abrazarme como si no me hubiera visto en mucho tiempo.

Bueno, nos habíamos visto en año nuevo pero se había ido al día siguiente cuando yo estaba dormida, me dijo por llamada que estaba preparándome la habitación.

Solté las maletas que tenía importandome poco lo que había dentro de ellas y también la abracé con fuerza, la extrañaba mucho.

Pobre de los únicos cinco libros que pude meter en la maleta.

Pasamos todo el viaje en auto poniéndonos al día sobre cosas de las que no habíamos podido hablar debido a la distancia y por un momento pensé que no sería tan malo quedarme aquí con ella.

Claro, hasta que empezó con las reglas.

— Bien, no pondré ninguna regla.

Eso es un milagro.

— Pero tienes que saber que empiezo pronto la universidad y no podré estar todo el tiempo aquí, pero aprovecharemos el tiempo que tenemos.

Sonreí. Y ella igual.

— Ahora, ¿qué tal si ordenamos tus cosas y luego salimos al centro comercial? Me hace falta pasar tiempo con mi hermanita favorita.

— Soy tu única hermana. — aclaro.

— Tienes suerte de ser mi favorita.

Me dirijo a mi nueva habitación, y debo decir que mi hermana se esforzó mucho a que se pareciera a la de Japón.

¿Puede creer que lo primero y que saqué de la maleta fue al señor pingüino? Pues más vale que lo creas, porque él necesita familiarizarse con esta habitación también.

Una hora después ya estoy con mi hermana en el centro comercial comiendo helado y disfrutando mientras paso tiempo con ella. Nos vamos a una feria que acaba de abrir hace poco por año nuevo y decidimos subirnos en algunos juegos.

Pero no tarda en encontrarse con algunas de sus amigas y dejarme de lado por un tiempo, pero entiendo, está bien.

Por mi parte, encuentro algo en lo que pueda pasar el tiempo. Dardos.

¿Y el premio? Un animal extraño parecido a la chica que está en el puesto.

Nayeon

— ¿Disculpa? No te haré ese favor. — respondo por última vez a Jeongyeon.

— Ay por favor Nayeon, solo necesito que ocupes ese puesto por dos horas, luego iré yo. Además, tú también ganarás.

— ¿Que tanto gano yo?

Me hace ojos de súplica.

Ay por favor, eso no se le da bien a nadie. Ni a ella por ser mi mejor amiga.

Pero admito que verla así por primera vez es un logro, su amorcito la tiene flechada, sino no sería capaz de llegar a tanto.

— Bien, dos horas exactas. Nada más.

— ¿Te he dicho que eres la mejor?

Sé que eso puede traducirse con un “gracias Nayeon, eres la mejor”. Así que solo asiento.

Unas horas después estoy parada en un puesto en una feria esperando que alguien se digne a pararse y me pregunté qué debe hacerse para ganar el peluche del animal raro, como si no fuera obvio.

Hay mucha gente, pero nadie se acerca. Me empiezo a cansar de estar esperando como una tonta pero me siento mejor cuando recuerdo que eso implica no hablar con nadie, lo cual es mi pasatiempo favorito.

Pero claro, mi perfecto paraíso se ve interrumpido por una chica de flequillo que se acerca mirando al peluche del animal raro.

Bien consciencia, ¿cuántos años le calculas a esta chica? Está muy linda.

No empieces, aseguro que tiene menos de 18.

— Hola, buenas tardes. — dice sonriendo.

Bien, no puedo ser grosera, la mayoría de las personas viene a preguntar de frente qué debe hacer para ganarse un premio y se van sin un gracias. Aunque tampoco es que vaya a ser la persona más atenta con ella.

— Buenas tardes.

Que se note la frialdad.

— Uhm, tenía curiosidad sobre ese peluche. —lo señala— Mm, ¿qué es?

Bien, ni yo sabía que era. Solo que se parecía a ese animal extraño que aparece en un episodio de Gravity Falls, pero hoy en día ya casi nadie conocía esa serie tan perfecta.

— No lo sé.

Sobre todas las cosas, soy muy sincera.

— ¿Quieres jugar?

— Sí, por favor. — dice sin dejar de sonreír.

Está bien, admito que su sonrisa es linda.

Eso es sospechoso.

Tú cállate.

Mientras ella juega, no puedo evitar fijarme que tiene una pegatina de arcoiris pegada en el cachete.

¿Eso ya lo tenía? Porque recién lo había notado, y la verdad se me hacía...¿raro? No lo sé.

Inconscientemente sonrío, porque siento que es valiente de su parte salir teniendo puesto eso sin importarle lo que los demás le digan. Porque sinceramente, no parece una niña.

Noto su emoción cuando gana y dirige su mirada hacia mí con una sonrisa. Al instante, me doy cuenta que la he estado mirando todo el rato y ya se dió cuenta.

Maldita sea, creerá que soy una loca.

Me aclaro la garganta y tomó el peluche para poder entregárselo, la verdad ni siquiera estoy segura de si haya ganado sin trampa pero me da igual.

— Un peluche de especie extraña para doña pegatinas. — le digo con una sonrisa.

— ¿Doña pegatinas? — ríe ante el apodo y se toca el cachete. Lo ha entendido. — ¿Cómo sabes que no hice trampa? — dice tomando el peluche.

— Porque tienes cara de ser una buena niña.

— En primer lugar, no soy una niña.

Su expresión no parece enojada, ni ofendida. Se me hace... tierna.

Está bien, jamás pensé que diría eso.

— ¿Así? ¿Y cuántos años tienes?

— Dudo que deba decirle mi edad a una desconocida que pueda doblarme la edad.

— ¿Tan vieja me veo para ti?

— Mm no, te calculo unos veinte años.

Me aumento un año, pero no me ofendo. Pronto cumpliré veinte después de todo.

— Estuviste muy cerca.

— ¿Tú no quieres adivinar mi edad? —ladea un poco la cabeza, todo lo que hace se ve muy tierno.

— Mm, ¿diez?

Es obvio que no pienso eso, pero es divertido ver como se ofende.

— Tú si estuviste muy lejos de dar con mi edad. Yo gano.

— No sabía que era una competencia.

— Y aún así perdiste.

Está chica me cae bien.

Le hubiera dicho algo más de no ser porque su celular sonó y tuvo que irse.

Y sí, fue el único momento de las dos horas que me la pasé bien aquí.

está horrible, pero es el primer capítulo, entiendan (ahorita me funan)

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