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Zwanzig

Morgan me recostó en la cama, se posó encima de mí, y mientras me besaba podía sentir sus manos recorriendo todo mi cuerpo. Mis manos navegaban en toda su espalda y cabello, haciéndolo lucir como un torbellino.

Jamás me había gustado que alguien más tomara el control, así que lentamente me fui parando para cambiar de lugar con él, dejando que yo estuviera a cargo de todo lo que pudiera pasar en esa noche en la que ambos estábamos deseosos.

Amaba el juego previo, amaba como podía sentirme una completa diosa que podía conquistar a cualquiera sólo con verla.

—Eres hermosa Alexandra Kingsley —susurró Morgan entre besos, bajando la mirada hacia mi brasier. Era hora de quitarlo.

—Mejor dejémoslo, no lo quites.

—¿Por qué? —cuestionó, besándome el cuello.

No me gustaban mis pechos, pues no eran ni grandes ni pequeños, y a mi parecer no tenían forma alguna que excitara a los chicos. No quería darle mis razones y escuchar el típico "eres perfecta tal cual eres", esa labia ya me la sabía desde siempre.

Dejé de hablar y sólo me petrifiqué por los besos y caricias que Morgan me daba para poder dar inicio al pecado mismo. Fui besando el torso de Morgan hasta el límite en donde interrumpían los jeans, y entonces desabroché el botón para quitárselos.

Él se despojó de sus jeans con rapidez, y al verme todavía con los míos, con una rápida movida nuevamente me dejó debajo de él. Pasó sus frías y ásperas manos por mis pechos, los beso y bajó todavía más, haciéndome desear que concibiéramos todo.

Y quisiera decir que todo fue perfecto, pero en realidad no. El remordimiento se había activado, como si alguien hubiera prendido el interruptor del arrepentimiento y la culpa. David había aparecido en mis pensamientos, en cada pestañeo que daba su vívida imagen se aparecía para recordarme que era la peor persona. Él había dejado una relación de años para aventurarse conmigo, ¿y yo cómo le pago? Acostándome con mi mejor amigo.

—¿Estás bien? —me preguntó, deteniendo toda acción.

—Sí, ¿por qué preguntas?

—Si quieres que pare lo haré, sólo dime.

Me despegué un poco de él. Estaba a punto de hacer que se enojara, como cualquier hombre cuando ya lo han provocado y deben apagar el fuego en un instante. Podía sentir cómo su masculinidad empezaba a estar rígida. Me odiaría por esto, y no hablo de él, sino de mí.

—Lo siento, es solo que David...

—¿En verdad lo quieres?

—Es sólo que me siento tan culpable de despojarlo de todo para que yo le pague de esta manera.

—Alex mírame, ambos sabemos que todo eso es una farsa, a quien quieres es a mí, y ahora que estamos los dos aquí... ¿En verdad no deseas esto?

—Yo lo único que quería es que fueras tan valiente como para aventurarte conmigo a descubrir que podía ser de nosotros. Y el valiente resultó ser otro.

—Él jamás te hará sentir como yo lo hago, y lo sabes. Déjame demostrarte como se debe hacer sentir a una mujer en realidad —Continuó besándome el cuello, y jugando con sus manos. Solté un gemido leve, casi audible, que le dio a él la pauta para seguir—. Si después de esto decides estar con él, lo entenderé.

Me abalancé a él, y lo besé como si la vida se me fuera en ello.

A la mañana siguiente me despertó el ruido que hacía mi madre desde abajo. Nos habíamos quedado dormidos, y eso me alarmaba. Ellos de seguro vieron el carro de Morgan afuera, todavía estacionado. ¡QUE MALDITO ERROR! Miré a mi derecha, y lo vi durmiendo, tan tranquilo como si no supiera en los problemas que estábamos metidos.

—¡Alexandra! —gritó mi madre.

Moví a Morgan para despertarlo, y cuando lo hizo, le tapé la boca. Él escuchó la voz de mi madre acercándose. No nos podían ver de esta forma, así que a base de señas le dije que se ocultara en el baño de mi habitación, esperando que no se le ocurriera a mi mamá hacer una inspección.

—Alexandra, te estoy gritando, ¡¿sigues dormida?! —Entró mi madre am la habitación.

Yo me había adelantado y ya estaba sentada en el colchón poniéndome la pijama para fingir que recién me había despertado.

—Lo siento, estoy todavía cansada por la fiesta de ayer. ¿A qué hora llegaron?

—Muy tarde, tu abuela está bien, por si te lo estabas preguntando —Pronto, mi mamá pareció notar algo raro, pues alzó una de sus cejas para darme a notar que estaba checando que todo estuviera en orden—. ¿Quién te trajo? Vimos el carro de Morgan afuera, pero parece que no está dentro.

MALDICIÓN.

—Supongo que si me ha hecho caso entonces... —Mi madre me miró confundida— Ayer estaba muy ebrio, y como sabe que no puede entrar sin que estén ustedes, pues le he dicho que mejor se durmiera en su carro. 

—Bien, quizá fue a una tienda cercana a comprarse algo para desayunar... Llámale, dile que venga a almorzar con nosotros, es lo menos que podemos hacer porque te ha traído. ¡Ay casi se me olvida! Vino David a verte, ¡así que arréglate! Que guapo está tu novio, mi vida.

—Hm, gracias ma'. Dile que ya bajo, sólo me doy un baño y me arreglo.

—Vale, ¡apúrate! Y ponte ese vestido amarillo de flores con el que te ves bellísima, él viene muy arreglado, quizá te lleve a una cita —dijo mi mamá, demasiado emocionada para mi gusto.

En cuanto salió de la habitación, Morgan salió enfurecido, pidiéndome que no bajara a ver a mi novio. Me parecía una buena idea, pero sólo porque no podía darle la cara a David después de haberle sido infiel.

Teníamos que actuar rápido. Tomé un baño rápido y me puse el vestido que mi mamá me había pedido usar pues le quería dar gusto sólo a ella en esta ocasión. Mientras me arreglaba Morgan se me quedaba viendo.

—Le diré a mi mamá que no has podido venir a almorzar, así que no tienes que estar aquí. Me iré a fijar si no hay nadie en el cuarto de mis papás, y sales por su balcón, saltas y te vas, ¿de acuerdo?

—¿Tu quieres matarme? ¿Saltar desde esa altura?

—No seas tan cobarde Humphrey... Sólo hazlo.

—¡Alex ya baja! —gritó mi madre— Ya hasta tu padre está aquí abajo.

Eso facilitaba mucho las cosas. Estaríamos la barra de la cocina desayunando, así que nadie se daría cuenta de que Morgan estaba saltando desde el cuarto de mis padres, el cual daba directo hacia la calle.

—¡Ya voy! —exclamé, saliendo del cuarto, mientras hacía un ademán de manos a Morgan para que se apresurara.

Bajé apresurada a la planta baja y me dirigí a la cocina, en donde ya todos estaban sentados, listos para el almuerzo. Vi a David dejarle de prestar atención a mi padre sólo para posar toda su atención en mí. Estaba extremadamente guapo con esa playera en corte uve color vino, su chamarra de piel camel, y su cabello castaño claro un poco desordenado.

—¿Me veo mal? —fue lo primero que pude preguntar, mirándome de pies a cabeza por el reflejo del refrigerador.

—¡Para nada, mi amor! Estás bellísima —dijo David, acercándose a mí— Te extrañé tanto —Acarició mi mejilla y me besó tiernamente.

—¡Muy bien, muy bien! Ya es hora de almorzar. Alex, ¿sí le dijiste a Morgan que viniera?

David enarcó la ceja al no saber de qué se trataba todo eso. Tocaron el timbre de la casa, y mi padre se ofreció a abrir, pues a estas de domingo siempre le traían su suscripción de la revista de deportes local que tanto le gustaba.

—Él me trajo ayer de la fiesta, y por eso mamá lo quiere invitar a almorzar. Cómo estaba algo tomado se quedó en su carro durmiendo. En verdad no pasó nada —Miré a mi novio, expectante, esperando que me creyera.

—Tranquila amor, te creo —Besó mi frente.

—No mamá, sólo seremos cuatro.

—No lo creo, ¡miren quién ha llegado! Hijo, ven siéntate con nosotros —dijo mi papá, entrando a la cocina con Morgan.

Mi primera reacción fue negar con la cabeza sutilmente. Suspiré fuertemente.

—¿No me habías dicho que no ibas a venir? Digo, ¿por qué cambiar de opinión?

—Es de mala educación declinar a una invitación, y mucho más si es de tu mamá —contestó él, manteniendo el contacto visual conmigo al sentarse justo enfrente de mí.

Pronto ya estábamos todos sentados. Mi padre en la cabeza de la barra, a su lado derecho mi madre junto a Morga, y a su lado izquierdo David junto a mí.

Empezamos a almorzar, y la tención en el aire era tan palpable que te podía abofetear en ese mismísimo instante.

—Por cierto, gracias por traer a mi novia anoche a casa —dijo David, de la nada, quizá queriendo empeorar la situación.

—De nada, Alex sabe que siempre estaré para ella cuando quiera —contestó Morgan, descaradamente, con una media sonrisa en el rostro que no le hizo gracias mi novio.

—Claro, ese es un deber del mejor amigo —Lo miré con firmeza, dándole a entender mi decisión.

Miré a David, quien sonrió por la acción de darle toda mi atención.

—Me encantas mi vida —dije, antes de robarle un beso a mi novio.

Se escuchó como unos cubiertos chocaron con la cerámica del plato, y volteamos a ver a la persona que había hecho tal acto. Morgan estaba furioso, con los puños cerrados, a punto de explotar.

—Lo siento, me tengo que ir —dijo él, dejando su desastre atrás mientras caminaba a la puerta.

Mi decisión había sido tomada. David se había ganado que lo quisiera a pulso, con sus acciones, con su valentía de animarse a querer todo este desastre de persona. David tendría la oportunidad que Morgan había desaprovechado.

Baia baia como que Alex ya está definiendo sus prioridades después de tirarse al mejor amigo... Quizá no estuvo tan bueno con Morgan y por eso le dijo byeeee

Recuerden que estaré dedicando capítulos a los caramelos más activos ✨

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Este capítulo está dedicado a @PaolaManzano1 ¡Felicidades! Eres el caramelo destacado de la semana 🍭🍬🍭
Muchísimas gracias por leer, votar y comentar. AMO VER SUS COMENTARIOS, me alientan al mil a seguir publicando hasta que termine la historia 🥰

EDIT DEL CAPÍTULO:

Y porque nunca hay suficiente de los edits les traigo uno de #Malex

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