Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

el juicio de blitz parte 2

La sala estaba cargada de tensión mientras todos esperaban el veredicto de la reina Charlotte. Con una expresión serena pero firme, ella rompió el silencio.

Charlotte: Muy bien… expliquen con claridad de qué se le acusa exactamente.

Andrealphus, tratando de retomar el control de la situación, se apresuró a responder.

Andrealphus: Este imp está siendo acusado de haber tomado el grimorio de un ars goetia y de causarle un trauma… por haberlo dañado.

Fue entonces cuando Adam, con su habitual tono cortante y una mirada penetrante, intervino.

Adam: ¿Y cómo exactamente un simple imp pudo quitarle un grimorio a un ars goetia… y "herirlo"?

El goetia, atrapado bajo la mirada incisiva de Adam, titubeó, incapaz de justificar su acusación.

El silencio se rompió cuando Blitz decidió hablar.

Blitz: Yo no lo robé… fue un trato.

El ambiente seguía denso, y todas las miradas iban de Blitz a Andrealphus, esperando la próxima palabra.

Charlotte, con un brillo curioso en sus ojos, preguntó con calma:

Charlotte: ¿Y exactamente… a cambio de qué?

Blitz, sin medir el peso de sus palabras, respondió con total naturalidad:

Blitz: Pues… para financiar nuestra empresa de asesinatos en el mundo humano.

El aire pareció congelarse. Moxxie, Loona y Millie abrieron los ojos como platos, casi sin aliento, horrorizados por lo despreocupado que Blitz sonaba.

Entonces, como si estuvieran perfectamente sincronizados, tres voces resonaron en la sala con una severidad que hizo eco en las paredes:

Adam/Charlotte/Lute: ¿¡ASESINATOS EN EL MUNDO HUMANO!?

El impacto de aquellas palabras golpeó a Blitz como un balde de agua fría, y finalmente comprendió la gravedad de lo que acababa de soltar.

Adam desplegó sus majestuosas alas doradas, su mirada firme y cortante como una espada afilada.

Adam: A ver si entendí, pequeño bastardo… ¿has estado violando las reglas del Cielo entrando al mundo humano?

Blitz, ahora sudando frío, balbuceó:

Blitz: Y-yo… b-bueno, es que…

La voz de Lute, helada y cargada de autoridad, lo interrumpió sin titubeos:

Lute: ¿Eres consciente del castigo que podrías enfrentar tú… y tus compañeros?

Blitz tragó saliva, pero antes de que pudiera decir algo más, la voz de Charlotte retumbó con fuerza. No gritaba, pero su tono era tan firme y cargado de un enojo contenido que dejó claro el peso de su autoridad.

Charlotte: ¿Me puedes explicar… exactamente qué te hizo pensar que eso era una buena idea?

El silencio que siguió fue aún más aplastante.

Stolas dio un paso al frente, su voz firme pero cargada de preocupación.

Stolas: Esperen, mi reina… no los culpe por completo. Fui yo quien les permitió usar el grimorio. Además, Blitz solo estaba intentando sostenerse a sí mismo, a su hija y a sus compañeros.

Charlotte suavizó ligeramente su postura, aunque la dureza en su mirada seguía presente.

Charlotte: Incluso si lo hizo con el propósito de sobrevivir… eso no cambia el hecho de que se han infringido las reglas. Aun así… ¿hay algún testigo que pueda confirmar esto?

El cerebro de Blitz trabajó a toda velocidad. De repente, una idea cruzó su mente.

Blitz: ¡Sí! Tengo un testigo… o mejor dicho, dos.

Pasaron unos minutos y, finalmente, dos mujeres aparecieron ante el tribunal.

Miss Berry: De todas las cosas que me han pasado… jamás pensé que algún día estaría cara a cara con la mismísima Reina del Infierno.

Marta: ¿Crees que esto te sirva como inspiración para el libro que estás escribiendo?

El ambiente seguía tenso, pero ahora había un nuevo giro en el juicio.

Lute observó a las dos mujeres con una mezcla de curiosidad y seriedad antes de hablar con firmeza:

Lute: ¿Qué tienen que decir las testigos… a favor o en contra del acusado?

Miss Berry suspiró, claramente incómoda por tener que resumir aquella caótica historia.

Miss Berry: A ver… es una historia ridículamente complicada. En resumen, ella arruinó mi vida, terminé aquí por su culpa, luego contraté a estos tipos para matarla… ella murió… nos reencontramos en el infierno, intentamos matarnos mutuamente y… bueno… creo que el último detalle no es necesario mencionarlo.

El ambiente quedó en silencio por un momento mientras todos procesaban aquel extraño relato.

Marta, con una sonrisa traviesa y una chispa de picardía en los ojos, respondió sin la menor vergüenza:

Marta: Terminamos teniendo… mucho sexo lleno de odio.

Miss Berry, roja como un tomate, le dio un codazo a Marta, quien solo soltó una risa divertida.

El silencio que siguió fue tan denso que casi podía cortarse con un cuchillo, mientras todos en el juicio intentaban procesar lo que acababan de escuchar.

Finalmente, Adam rompió el silencio con su característico tono burlón:

Adam: Vaya, vaya… eso sí que es un chisme interesante~.

Lute, claramente incómoda, frunció el ceño mientras un tic nervioso le hacía palpitar el ojo.

Lute: Hay cosas… que es mejor dejar en privado.

Charlotte, por su parte, se mantuvo en silencio. Su expresión seguía siendo seria, pero había un leve destello de curiosidad infantil en sus ojos, ese tipo de interés que su yo más joven habría dejado escapar con mil preguntas.

En cuanto Marta soltó su descarada confesión, el silencio incómodo fue rápidamente roto por las reacciones de los siete Pecados Capitales, cada uno aportando su propio toque… pecaminoso.

Mammon (Avaricia): "¿Sexo con odio? ¿Y cobraron por ello? Porque si no, perdieron una gran oportunidad de negocio."
Se pasó la lengua por los labios, como si ya estuviera pensando en cómo monetizar semejante desastre.

Asmodeo (Lujuria): "¡¿Sexo con odio?! ¡Eso suena como una fiesta que me perdí! ¡Chicos, invítenme la próxima vez!"
Su voz sensual resonó por la sala mientras lanzaba un guiño exagerado.

Beelzebub (Gula): "¿Sexo con odio? No sé… ¿hubo comida involucrada? Porque todo es mejor con algo para picar."
Se encogió de hombros mientras sacaba un bocadillo de quién sabe dónde.

Belphegor (Pereza): "Suena agotador… demasiado esfuerzo para mi gusto."
Bostezó ruidosamente, apoyándose contra una columna, claramente desinteresado.

Leviatán (Envidia): "Pff… ojalá tuviera a alguien con quien tener cualquier tipo de sexo."
Murmuró para sí mismo, hundiéndose un poco más en su propia amargura.

Satán (Ira): "¿Sexo con odio? ¡Eso no es nada! ¡He visto parejas intentar matarse literalmente durante el acto!"
Golpeó la pared con el puño, como si quisiera demostrar que la violencia siempre puede ir un paso más allá.

El juicio, que ya de por sí estaba fuera de control, se volvió aún más caótico con las reacciones de los Pecados, mientras Charlotte simplemente cerraba los ojos por un momento, preguntándose en qué momento todo se había desviado tanto.

Charlotte respiró hondo, cerrando los ojos por un segundo para recuperar la compostura antes de hablar con calma, aunque con un toque de impaciencia.

Charlotte: Bien… dejemos esa curiosa historia para otro momento. ¿Alguien más tiene un testigo que presentar?

Andrealphus, viendo una oportunidad para recuperar el control de la situación, sonrió con astucia.

Andrealphus: Sí, tengo a alguien. Un colaborador mío.

En ese instante, todas las miradas se clavaron en Straiker, que ahora era el centro de atención.

Adam entrecerró los ojos, observando al diablillo con una expresión analítica… había algo en él que le resultaba extrañamente familiar.

Charlotte, con un aire autoritario pero sereno, dirigió su atención al recién llegado.

Charlotte: Muy bien… ¿cuál es tu versión de los hechos?

Straiker, sin mostrar el menor rastro de miedo, la miró con cautela y habló sin rodeos:

Straiker: Conocí a esos imbéciles en el campo. Tenía un trabajo, y su jefe me ofreció unirme a ellos. Estaban hablando de cómo querían acabar con la realeza.

El silencio fue roto por una voz furiosa.

Moxxie: ¡Eso no es cierto! ¡Tú tenías un arma y estabas intentando asesinar a Stolas!

Straiker soltó una risa burlona, cruzándose de brazos.

Straiker: Ja… no puedes probar nada.

Fue entonces cuando Adam, con una sonrisa afilada y un brillo juguetón en los ojos, intervino.

Adam: Je~… Oye, pequeño… las mentiras no llegan muy lejos, ¿lo sabías?

La burla en la voz de Adam hizo que Striker se tensara visiblemente, aunque intentó mantener la compostura.
Charlotte fijó su mirada en Striker, sus ojos serenos pero firmes, irradiando una calma que resultaba aún más intimidante.

Charlotte: Estás mintiendo, imp… Di la verdad. Las mentiras me resultan detestables.

El cambio repentino en su tono hizo que un escalofrío recorriera la sala. Aquel matiz en su voz no pasó desapercibido, y solo quienes realmente conocían a su reina entendieron el peso oculto detrás de esas palabras.

Striker, aunque intentó mantener la compostura, no pudo evitar que un destello de nerviosismo cruzara su mirada. Sin embargo, tras un momento de tensión, dejó escapar una risa irónica, casi melancólica.

Striker: Heh… Eres tan perspicaz e inteligente como él solía decir.

La atmósfera se volvió aún más densa, dejando en el aire preguntas que nadie se atrevía a formular… todavía.

Charlotte mantuvo su mirada fija en el imp, y por un instante, algo en sus ojos pareció titilar… como si una vieja memoria hubiera sido arrancada de las profundidades de su mente. Imágenes de un imp audaz, imprudente, pero valiente, cruzaron fugazmente por sus pensamientos. Sin darse cuenta, sus labios pronunciaron un nombre.

Charlotte: …Rickert.

Striker, al escuchar el nombre, dejó escapar una sonrisa amarga, casi divertida, antes de responder con un tono cargado de sarcasmo.

Striker: Heh… ¿Quién lo diría? Que alguien de tan arriba se moleste siquiera en recordar a uno de los nuestros.

Charlotte no desvió la mirada, su expresión permanecía firme, pero su voz sonó un poco más profunda, como si intentara entender algo más allá de las palabras del imp.

Charlotte: ¿Por qué involucrarte en todo esto?

Striker soltó un suspiro, como si la respuesta fuera demasiado obvia.

Striker: Digamos… que cuando los de arriba solo te ven como escoria, tarde o temprano aprendes que las cosas nunca terminan bien.

El silencio pesado fue roto abruptamente por un furioso Andrealphus, quien, rojo de ira, se dirigió a Striker con voz destemplada.

Andrealphus: ¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?! ¡Se supone que estás aquí para respaldarme!

Striker giró la cabeza lentamente hacia él, con una sonrisa burlona, y sin filtro alguno, respondió:

Striker: ¿Respaldarte? Por favor… Eres solo una pésima imitación de elza

El ambiente se volvió aún más tenso, mientras la tensión entre los dos crecía y la mirada de Charlotte permanecía clavada en Striker, ahora con una mezcla de curiosidad y algo más profundo… algo más personal.

El Goetia, cegado por la furia, conjuró una afilada lanza de hielo, dispuesto a lanzársela al imp.

Sin embargo, antes de que el arma pudiera volar por el aire, una imponente columna de fuego surgió de la nada, envolviendo a Striker y deteniendo el ataque en seco.

El calor abrasador hizo retroceder a varios, pero lo que realmente heló la sangre de todos fue la mirada de Charlotte.

Sus ojos, fríos como el invierno más cruel, se clavaron en el Goetia. Y entonces, con una voz baja y peligrosa, habló:

Charlotte: …¿Qué creías que estabas haciendo?

No hubo necesidad de gritos. La calma cortante en sus palabras fue más aterradora que cualquier explosión de ira.

En ese momento, todos comprendieron una cosa con absoluta claridad: la Reina estaba muy enfadada.

A pesar del evidente temor que lo estremecía, Andrealphus, aferrándose a su orgullo herido, decidió no retroceder. Su voz, cargada de veneno y sarcasmo, resonó en la sala.

Andrealphus: Solo le estoy enseñando a esta basura cuál es su lugar. Pero claro, ¿qué más podría esperarse de ti, oh gran Reina?

El desprecio goteaba de cada palabra mientras continuaba, su ego cegándolo por completo.

Andrealphus: Alguien tan ingenua… arrastrando el peso de la sangre de sus padres. ¿Acaso no es irónico? Te escondiste como una cobarde en el Cielo durante cuarenta años, mientras ellos —quizás— solo buscaban alcanzar una grandeza que tú, con tu ridículo egoísmo infantil, les arrebataste. En lugar de alzarte, preferiste rebajarte… mezclándote con ángeles y demonios de clase baja.

Sus ojos brillaron con un retorcido placer al soltar su golpe final.

Andrealphus: Eres solo una niña… una niña que nunca creció.

Por un breve instante, las palabras hicieron mella en Charlotte. Fue apenas un destello… pero quienes la conocían lo vieron. Una sombra de culpa, de dolor añejo, cruzó su mirada, como si una vieja herida, cuidadosamente enterrada, se hubiera abierto de nuevo.

Fue una punzada de recuerdos amargos… del sacrificio, de las decisiones que nunca quiso tomar, pero tuvo que hacer para salvar el mundo.

Sin embargo, esa debilidad fue fugaz. Charlotte recuperó su compostura casi al instante, lista para reafirmar su autoridad.

Pero antes de que pudiera responder, la tensión en la sala escaló aún más.

Los que más la apreciaban —los que habían visto ese breve destello de tristeza en sus ojos— sintieron que algo dentro de ellos ardía. La furia silenciosa por las palabras crueles del Goetia se extendió como pólvora… Y ninguno estaba dispuesto a quedarse callado.

El ambiente en la sala se volvió sofocante.

Uno a uno, los Pecados Capitales comenzaron a revelar sus formas verdaderas, cada uno más aterrador que el otro. La energía oscura y voraz que emanaban prometía una violencia indescriptible, y todas esas miradas asesinas estaban fijas en Andrealphus, listas para arrancarle cada pluma, una por una.

Adam desplegó sus alas doradas, pero esta vez, no solo irradiaban luz celestial: un fulgor ardiente danzaba entre las plumas, y varios ojos incorpóreos se abrían y cerraban entre ellas, como si lo observaran todo.

A su lado, Lute sostenía su lanza con una firmeza letal. La punta brillaba con un resplandor feroz, preparada para darle al Goetia una lección inolvidable.

Fue entonces cuando Andrealphus, finalmente, entendió el alcance de su error. El peso de lo que había dicho, la forma en que había traspasado un límite invisible… Había sellado su destino con su propia lengua.

El pánico nubló su arrogancia.

Mientras tanto, Blitz, Moxxie, Loona y Millie observaban la escena con los músculos tensos y los ojos muy abiertos. El aire parecía tan denso que les costaba respirar.

Todo estaba a punto de explotar…

Hasta que una fuerza indescriptible se abatió sobre la sala.

Una presión abrumadora, profunda como el océano y firme como una montaña, los silenció a todos.

Charlotte había cambiado.

Sus alas ahora fusionaban lo celestial y lo infernal, un equilibrio perfecto entre luz y sombra. Su mera presencia imponía respeto, irradiando una autoridad incuestionable.

Y entonces, habló.

Su voz resonó, fuerte pero serena, como el eco de un trueno lejano:

Charlotte: ¡Basta… basta… ya es suficiente… No hay razón para que esto termine en violencia.*

No hubo gritos, solo la firmeza absoluta de alguien que no pedía… sino ordenaba.

Era como el rugir del mar o el susurro del viento en las cumbres más altas: imponente, pero calmado.

La tensión seguía en el aire, pero nadie se atrevió a moverse.

No cuando la Reina había hablado.

El ambiente poco a poco fue perdiendo su carga explosiva, aunque la tensión seguía latiendo silenciosamente. Todos se calmaron, pero las miradas cargadas de desprecio hacia Andrealphus no desaparecieron. Si las miradas mataran, él ya sería cenizas.

En medio del silencio, Adam, con una leve sonrisa ladina, se inclinó ligeramente hacia Charlotte y le susurró con picardía:

Adam: Heh… Ese truco… ni siquiera tuve que enseñártelo.

Charlotte no respondió, pero su expresión fue suficiente: firme, serena… como si la autoridad le naciera de las entrañas.

Lentamente, sus ojos volvieron a posarse sobre el Goetia, su mirada un filo helado que pesaba más que cualquier palabra.

Y entonces, habló, con la misma calma autoritaria que había silenciado la sala momentos antes:

Charlotte: Blitz… Has cometido ciertos crímenes que no pueden ser ignorados y que, sin duda, ameritan un castigo.

El imp tragó saliva.

Charlotte: Sin embargo, tu situación también está teñida de muchas injusticias. Por lo tanto, tu condena será cumplir con servicio comunitario junto a tus compañeros… en un lugar donde puedan trabajar de manera honesta.

La sentencia para Blitz cayó como un golpe suave, pero certero. Fue justo… aunque no exento de peso.

Pero cuando Charlotte volvió su atención a Andrealphus, su mirada cambió. Ahora reflejaba algo más profundo… una decisión inquebrantable.

Charlotte: Y tú, Andrealphus…

El Goetia sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda.

Charlotte: Te condeno de forma permanente a perder todo tu poder, el cual será transferido a otro Goetia que lo merezca.

El silencio fue como una explosión sorda.

Charlotte: Además, tanto tú como cualquier otro implicado quedarán bajo custodia… y dedicarán su tiempo a limpiar la embajada del Cielo.

La sentencia cayó como un martillo.

Andrealphus, pálido como una hoja de papel, sintió cómo el mundo le daba vueltas. Su mente no pudo procesar la humillación… la pérdida… el horror de perder su poder.

Y lo único que pudo hacer… fue desmayarse.

No solo él.

A kilómetros de distancia, su hermana Stella, quien seguía cada segundo del juicio desde una pantalla, soltó un grito ahogado… y también se desplomó en el suelo.

El silencio volvió a reinar… pero esta vez, teñido de un retorcido toque de satisfacción entre los presentes.

Charlotte dejó escapar un suspiro profundo, como si con él liberara el peso de todo lo ocurrido.

Charlotte: Hah… vaya… esto fue más agotador de lo que imaginé.

A pesar del cansancio reflejado en su voz, una suave sonrisa se dibujó en sus labios al observar a Blitz.

El imp, visiblemente aliviado, rodeaba con sus brazos a sus compañeros —Moxxie, Millie y Loona— en un abrazo genuino, un momento de intimidad y gratitud tras la tormenta que acababan de atravesar.

Era una escena simple, pero cargada de significado.

Charlotte, aún contemplando la escena, murmuró para sí misma, con un tono casi imperceptible:

Charlotte: Sí… puede ser agotador… pero al final, siempre vale la pena… si es por lo correcto.

Su mirada, aunque cansada, brillaba con determinación. Porque, pese a las tensiones, las amenazas y las palabras hirientes, lo justo siempre debía prevalecer.

Espero les haya gustado no olviden comentar y votar bayyy

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro