
el juicio de blitz parte 1
Blitz se encontraba en una situación complicada. Era consciente de que no era precisamente un modelo a seguir y que, quizás, merecía enfrentar las consecuencias de sus acciones. Aun así, le parecía cruel que esas represalias alcanzaran a sus amigos y, sobre todo, a su hija. Mientras observaba a Andrealphus y al resto, sintió el peso de sus miradas llenas de desprecio, como si fuera algo menos que nada, apenas una sombra indigna a sus ojos.
Moxxie,millie y Loona lo miraban con dolor mientras Uno de los espectros blandía una enorme hacha, listo para acabar con su vida.
Él, con una melancólica sonrisa, apenas susurró: "Cuídense mucho... Los llevaré siempre en mi corazón."
Aquí tienes una versión renovada del capítulo:
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Asmodeus y Beelzebú lo observaron, con sus rostros cargados de culpa y pesar por no haber podido hacer más.
El momento de la ejecución se acercaba, el hacha alzándose con un brillo letal, cuando de repente una voz potente resonó, haciendo eco en cada rincón del lugar.
— ¡Deténganse!
Satanás, visiblemente sobresaltado, frunció el ceño con irritación, exigiendo respuestas.
— ¿Quién osa interrumpir este juicio de—?!
Su voz quedó ahogada por un grito desgarrador, lleno de pánico, cuando sus ojos se posaron en la figura que acababa de aparecer. De pronto, gruesas gotas de sudor empezaron a rodar por su frente.
Nadie comprendía lo que le ocurría al todopoderoso Satanás... hasta que todos siguieron la dirección de su mirada.
Entonces, sus corazones casi se detienen.
La persona que estaba allí no era otra que la mismísima Reina Charlotte.
Loona, Millie y Moxxie quedaron completamente atónitos, al igual que Blitz. La mismísima Reina del Infierno había decidido presentarse en persona.
Charlotte los observó con una mirada firme, pero en cuestión de segundos, aquella dureza se desvaneció, dando paso a una expresión más suave y comprensiva.
Con pasos elegantes, se acercó a ellos y dijo con una voz gentil:
— Lamento la demora...
Sin vacilar, hizo un gesto para que el verdugo soltara a Blitz, y con un simple chasquido de sus dedos, el bozal de Loona desapareció.
La joven loba la contempló con los ojos brillantes, casi como si pequeñas estrellas danzaran en ellos, su mirada llena de un silencioso pero profundo agradecimiento.
Andrealphus, al presenciar la escena, soltó una maldición entre dientes.
Charlotte desvió su mirada hacia sus tíos, y aquella calidez que había mostrado momentos antes se desvaneció, dejando en su lugar unos ojos tan fríos como el acero.
Los Pecados Capitales comenzaron a inquietarse. Mammon tragó saliva con nerviosismo, Belphegor, recién despierto, parecía al borde de un colapso, y Beelzebú junto a Asmodeus no podían ocultar el miedo reflejado en sus rostros. Incluso Satanás, el imponente dragón de la ira, parecía ahora un niño sorprendido en medio de una travesura, paralizado por el terror.
— M-mi r-reina... ¿c-cómo es que...? — balbuceó Satanás.
— ¡SILENCIO! — tronó Charlotte, su voz resonando con una autoridad gélida que hizo estremecer a todos.
Mammon apenas logró susurrar, temblando:
— Esto tiene que ser una maldita pesadilla...
El silencio se volvió aún más pesado cuando sus ojos se encontraron con los de su sobrina. Charlotte los observaba, sin furia desbordada, pero con algo mucho peor: una decepción profunda e inquebrantable.
Charlotte los miró con una mezcla de incredulidad y severidad.
— Me ausento unas semanas, tomando unas vacaciones en el Cielo, y al regresar, ¿con qué me encuentro? Con mi reino llevando a cabo un juicio sin mi consentimiento… y, para colmo, viendo cómo los acusados son tratados de forma inaceptable. — Hizo una pausa, clavando su mirada en cada uno de los presentes. — Pero lo peor... es descubrir que mis propios tíos están involucrados en esto. Sencillamente, no tengo palabras.
Beelzebú, conteniendo el aliento, pensó para sí misma con desesperación: Que no lo diga… por favor, que no lo diga…
Charlotte alzó la voz, su tono ahora impregnado de fría decepción:
— …Para expresar lo profundamente defraudada que estoy de todos ustedes.
El peso de esas palabras cayó como una losa sobre los Siete Pecados Capitales, quienes sintieron cómo el aire parecía escaparse de sus pulmones.
Satanás, con un hilo de voz temblorosa, intentó justificarse:
— C-Charlotte… digo, s-su Majestad… No es que quisiéramos actuar a sus espaldas, es solo que… no queríamos molestarla durante sus vacaciones.
La mirada de Charlotte se endureció aún más.
— Cuando se trata de algo tan serio como esto, no importa si estoy de vacaciones. Es su deber informarme, siempre.
El silencio que siguió fue aún más sofocante.
Moxxie, aún procesando lo que acababa de presenciar, soltó en un susurro asombrado:
— Wow… ella es increíble.
Millie, con los ojos aún abiertos de par en par, asintió rápidamente.
— coincido completamente contigo.
Mientras tanto, Blitz se acercó a Loona con evidente preocupación en su rostro.
— Oye… ¿estás bien, Loona? — preguntó con voz suave.
Sin decir una palabra, Loona se lanzó a sus brazos, abrazándolo con fuerza mientras las lágrimas caían silenciosamente por sus mejillas.
— Papá… me alegra tanto que estés a salvo… — murmuró entre sollozos.
Blitz la sostuvo con firmeza, dejando que la tensión del momento se disipara poco a poco.
Charlotte dejó que el silencio se alargara un momento antes de hablar, su voz firme y cortante:
— Quiero saber… ¿quién fue el responsable de organizar este juicio?
Satanás, aún tambaleándose por la presión del momento, respondió con voz temblorosa:
— B-bueno, mi reina… f-fue el goetia Andrealphus…
Los ojos de Charlotte se posaron en el goetia, afilados como cuchillas.
— Supongo que no tendrás inconveniente en que yo tome las riendas para asegurarme de que este proceso sea… más justo, ¿verdad? — dijo con una calma que helaba el aire.
Andrealphus apretó los puños con fuerza, su mandíbula tensa, pero forzó una sonrisa rígida mientras respondía:
— P-por supuesto, su Majestad… ningún problema en absoluto.
El ambiente se cargó aún más, como si una tormenta estuviera a punto de desatarse.
Charlotte comenzó a caminar lentamente alrededor de los Pecados Capitales, su presencia pesando como una losa sobre ellos.
Satanás, con la voz quebradiza, intentó hablar:
— Ch-Charlotte, yo…
Ella lo miró, sus ojos aún firmes, aunque por un breve instante, su dureza pareció suavizarse.
— No te odio, tío Satanás… — dijo con serenidad, pero sin perder autoridad —. Pero esto… esto es algo sobre lo que ya habíamos hablado en nuestras reuniones. Dejamos claro cómo debían tratarse todos los demonios, sin importar su rango.
Satanás bajó la cabeza, su voz apenas un susurro:
— Lo sé…
El silencio se hizo espeso, hasta que Mammon, con una sonrisa nerviosa, trató de romper la tensión:
— Charlotte… ¿quieres algunas de mis palomitas?
Ella lo miró con calma, negando suavemente.
— No, pero gracias, tío Mammon.
Belphegor, con un bostezo disimulado, añadió:
— ¿Quieres mi cojín más cómodo…?
Asmodeus intervino con una sonrisa tensa:
— O quizás… ¿un masaje?
Beelzebú se unió, ofreciendo con torpeza:
— ¿Dulces?
El ambiente quedó en silencio una vez más, mientras todos los presentes observaban con incredulidad cómo los temibles Pecados Capitales, aquellos que inspiraban terror y caos, ahora se encogían y actuaban como niños regañados frente a la reina Charlotte.
Charlotte mantuvo su expresión serena mientras observaba a los Pecados Capitales.
— Contaré con la ayuda de un par de conocidos… Espero que no les incomode.
Sin más, agitó una mano y dos portales resplandecientes se abrieron ante ellos. De su interior emergieron dos figuras que todos reconocieron al instante.
— ¡Ja, ja, ja! ¡Hola, malditos! ¿Alguien pidió un abogado? — soltó Adam con su característico tono burlón.
A su lado, Lute le lanzó una mirada paciente antes de hablar con voz suave pero firme:
— Por favor, Adam… los modales.
Adam rodó los ojos con diversión.
— Sí, sí… como digas… — respondió con una sonrisa juguetona.
Antes de que Blitz pudiera procesar lo que acababa de suceder, la tensión en la sala se rompió aún más cuando una figura irrumpió de golpe, claramente agitada.
— ¡Deténganse! ¡Tengo algo que decir! — exclamó Stolas, jadeante.
Pero al levantar la vista y encontrarse cara a cara con la reina Charlotte, su confianza se desplomó.
El silencio se hizo pesado mientras Stolas parpadeaba, claramente desconcertado.
— Eh… creo que… me he perdido de algo… — murmuró, más para sí mismo que para los demás.
La escena quedó envuelta en una mezcla de tensión, sorpresa… y un toque de caos contenido.
Blitz:tranquilo stolas la reina llegó a salvarnos el culo solo teníamos a ese de allí defendiéndose.
Blitz señaló hacia Vazago, y Stolas le dedicó una mirada llena de gratitud.
Charlotte, sin perder su compostura, tosió suavemente para asegurarse de que todos prestaran atención.
— Bien… comencemos. — dijo con firmeza, tomando el control de la situación.
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