Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Epílogo


Me resultaba increíble cómo algunos momentos parecían durar eternidades para luego ser tan sólo una imagen en nuestra memoria. 

Como aquel viaje en el auto de Jordan, con Lola sentada atrás mientras él cantaba en una voz muy baja alguna canción de Sufjan. El sol del amanecer proyectaba haces de luces entre las nubes en tonos anaranjados, rosados y púrpuras, y el silencio en las calles era casi absoluto.

A veces sentía que ni en un millón de años seríamos lo suficientemente dignos como para apreciar algo tan hermoso como un amanecer.

La rubia se recostó y durmió en sólo un par de minutos mientras yo buscaba al sol con mis ojos.

—¿Crees que va a estar bien? —La voz suave de Jordan me hizo volver la cabeza para mirarlo—. Farrah.

—Tiene a su hermano —contesté en el mismo tono bajo que él, como si ninguno de los dos quisiera salir del estado de calma o despertar a Lola.

Él se mordió el labio y miró hacia el camino. Era asombroso cómo podía leer sus emociones con observar su rostro.

—Tengo miedo.

—¿No confías en ella?

—Sí. —Desvió su mirada del frente para verme durante un momento—. Tengo miedo de no volver a verla.

Quise decirle que yo también. Que me generaba un escalofrío simplemente el pensar en ella partiendo y alejándose de nosotros. Ni siquiera estaba seguro de que fuera capaz de llamarnos por teléfono si nunca lo llevaba cargado o con saldo.

—Pero no podemos ponerla en una esfera de cristal —para sorpresa mía, fue Jordan quien volvió a hablar—. Es su decisión.

Me incliné hacia el asiento de copiloto para dejarle un beso en la mejilla que él me respondió con una sincera sonrisa.

El auto se estacionó frente a la casa de él. Detrás de nosotros Farrah se encontraba metiendo cajas en el baúl del auto de Donnie, su hermano mayor. 

Desperté a Lola para que saliera con nosotros y pasé mi brazo por sobre sus hombros para que me abrazara y usara mi pecho de almohada mientras andábamos.

Donnie se encontraba fumando, apoyado en la puerta delantera de su auto junto a un cactus que seguramente era de Farrah.

Era capaz de encontrar el parecido entre ambos y al mismo tiempo no. Tenían una estructura facial muy similar: la misma nariz chata, la misma frente amplia, ojos pequeños y barbilla marcada. Me pregunté si el negro del cabello de Donnie era el mismo que llevaba Farrah naturalmente, aunque por las raíces que ella se había dejado parecía ser que sí.

—Esta es la última —anunció Farrah mientras cerraba el baúl y se limpiaba las manos en su falda escocesa.

—Entonces despídete y vamos —le pidió su hermano.

Tiró la colilla del cigarro y se metió al auto sin decir más nada. Farrah alzó la cabeza por primera vez desde que llegamos y nos vio.

Nos saludó con la mano pero luego se acercó a nosotros con lentitud, como si buscara atrasar el momento para despedirse.

Llevaba el cabello suelto pero más corto, un poco más abajo de los hombros. Porque, según ella, quería que creciera más fuerte. Pero tenía puesta la misma falda escocesa de siempre junto con la misma chaqueta verde militar y la misma playera rosa del día que la conocí. No tenía idea si ella lo había hecho adrede o simplemente yo era muy observador.

—¿Estás nervioso?

Enfoqué la mirada y la encontré delante de mí. Su cabello seguía oliendo a vivero o un jardín con muchas plantas, donde me gustaría estar en una tarde lluviosa.

Asentí.

—Estaba haciendo tarea.

—¿Qué?

Parecí haberla desconcertado porque me arrugó toda la frente en esa expresión de confusión que se veía más como una de enfado.

"Atrévete a decir algo que no entiendo de nuevo y te daré un puñetazo".

—Esa tarea de teatro —agregué con diversión al ver su expresión—. Sobre por qué Julieta se suicidó.

—Era muy fácil. —Cambió el peso de piel y me miró como si no pudiera creer que me hubiera tardado tanto—. Ella no tenía dónde volver.

Ni familia, ni amigos, ni esposo que la acogiera.

—¿Qué harás cuando vuelvas a Las Vegas?

—Conseguir trabajo —respondió sin dudar—. Mudarme con mi hermana. Cuidarla.

—¿Volverás? —La vi dudar y me acerqué un poco más a ella—. Farrah... —Acomodé varios rizos detrás de su oreja—. Tú sí tienes dónde volver. Tienes familia y amigos.

—¿Qué familia?

—Nosotros.

Ella abrió los ojos un poco más y pasó su mirada de mi rostro a por encima de mis hombros, probablemente para ver a Jordan y Lola.

Y entonces, me abrazó.

Plantas silvestres y jabón de menta, sus rizos enredados en los dedos de mi mano, y lo único que pude ver durante algunos segundos fue un océano de pecas.

Farrah era como la primer noche acampando, cuando alzas la cabeza y ves la cantidad infinita de estrellas que te rodean. Te maravillas y te preguntas cómo pudo haber sido posible que tuvieras eso frente a ti todo el tiempo. Y te dejas sumir por el sonido de los árboles meciéndose.

Quería decirle que ella nunca fue un error y que se merecía más que esto, pero sólo alcancé a murmurar un "te quiero" casi inaudible.

Si me escuchó, no lo hizo saber. Se limitó a dejarme un beso en la mejilla y apartarse para despedirse de Lola y Jordan.

Donnie encendió el motor, Farrah le dijo algo a la rubia que la hizo reír y luego pasó la mano por su corto cabello. Con Jordan no dijo nada, sino que lo abrazó con fuerza por un largo momento. La vi estremecerse como si tratara de sofocar algunos sollozos pero el sonido del motor no me dejó oír nada.

Recogió el cactus que había dejado junto al auto y se metió sin decir nada más. Me acerqué unos pasos a Jordan para tomar su mano en un acto inconsciente cuando ella bajó la ventanilla y se asomó para saludarnos con el vehículo en movimiento.

Miré a Jordan cuando presionó mi mano y me di cuenta de que, por primera vez desde que nos conocimos, me estaba dejando ver todo lo que estaba sintiendo.

—¿Nadie hará nada al respecto? —Dijo Lola.

Los dos giramos la cabeza al mismo tiempo hacia nuestra izquierda, donde ella permanecía. Sus ojos iban de nosotros, con enfado, al auto en el que Farrah se estaba yendo, como si no quisiera perderlo de vista.

—¿Es que no han aprendido nada en todo este tiempo? —volvió a hablar.

Miré al auto y por un momento sentí que se estaba yendo demasiado rápido, demasiado pronto.

Lola tenía razón.

¿En serio le había dicho a Farrah que ella tenía una familia y luego la había dejado ir sin más?

—Marco.

Jordan jaló de mi brazo para hacerme reaccionar. Cuando lo miré, él y Lola ya estaban subiendo al auto con prisa. Él en el volante y ella en el acompañante. Me senté detrás de Lola y bajé la ventana mientras el auto arrancaba.

Teníamos que intentarlo una última vez.

Saqué la cabeza por la ventanilla y pude ver, a lo lejos, el auto de ella. Lola imitó mi gesto, colocó las manos alrededor de su boca como un megáfono y gritó su nombre.

El auto no se detuvo.

Jordan aumentó la velocidad y fue cuestión de segundos hasta que la alcanzamos. Nuestro auto junto al de ella.

Bajó su ventana desde el asiento trasero y nos miró con una mezcla de enfado y sorpresa.

—¿¡Qué creen que hacen!?

—¿¡Qué crees, imbécil!? —gritó Lola.

—¡Quédate con nosotros! —Me aferré con fuerza al borde de la ventana y saqué parte de mi cuerpo. Le recé a todos los santos para que no viniera ningún auto desde la otra dirección—. ¡Lola y yo tenemos trabajos de medio tiempo! ¡Podríamos vivir juntos!

Lola ni siquiera cuestionó mi oferta. Ella estaba tan desesperada por salir de la casa de sus padres como por hacer que Farrah se quedara.

—¡Podemos traer al gato de Marco!

—No es mi gato.

—¡Y ponerle el nombre que quieras!

Los autos se detuvieron en el semáforo en rojo y los tres nos miramos. Farrah nos arrugaba la frente con desconfianza, como si creyera que le estábamos mintiendo.

—Y podrías seguir estudiando —dije—. Si tú quieres.

—¿Farrah? —la llamó Jordan desde el volante y los tres lo miramos. Se oía tan calmado en contraste con todo el escándalo que estábamos haciendo—. Ya no tienes que estar sola.

El semáforo volvió a ponerse en verde, pero ninguno de los autos se movió. Detrás de nosotros comenzaron a detenerse algunos vehículos y los toques de bocina llegaron uno detrás del otro.

Ella pasó su mirada de Jordan a Lola. Y luego a mí.

Contuve la respiración.

—¿Qué nombre le pondremos al gato? —dijo.

Y eso fue todo lo que necesitábamos oír.

FIN

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro