Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Calma antes de la tormenta

Nadie dijo nada durante el camino de vuelta al edificio en el que ambos vivían. Mantuvieron silencio en el auto, ambos se tomaron de las manos cuando salieron, y cuando estaban por entrar al edificio, Peter detuvo a MJ para besarla. Ella le correspondió el beso, un poco nerviosa ante la posibilidad de lo que estaba por pasar, sin saber que una figura oscura los observaba a ella y a Peter desde un edificio cercano.

—¿Puedo... quedarme en tu departamento?—Preguntó ella en voz baja mientras que subían las escaleras.—es algo tarde... no quisiera despertar a Jess.

Él asintió y cuando llegaron al piso correcto, Peter abrió la puerta del departamento con unas llaves y ambos entraron. Todo estaba oscuro.

—¿Crees que Nat nos oiga?

—No está aquí, se fue a una misión.

Ella sonrió, pero él no pudo verlo por la oscuridad. Peter tomó a MJ de la cintura y ambos fueron a la habitación del chico, ella se quitó su chaqueta, todavía un poco húmeda, y la puso encima del respaldo de la silla en frente del escritorio de Peter.

—MJ...

—¿Sí...?—Ella volteó a verlo. Peter tragó saliva. No se atrevía a prender la luz de la habitación, porque no quería que Michelle viera su sonrojo.

—Sobre lo que pasó en la fiesta... en el baño...

—Oh...—no pudo evitar avergonzarse al recordar aquel acalorado momento entre los dos.—mira... no quiero que pienses que estoy enojada contigo o algo... la verdad es... que lo disfruté...

Peter esbozó una sonrisa, se acercó a MJ y puso su mano encima de la mejilla de la pelirroja.

—¿Podemos...? ¿Quieres continuar...?

Michelle jadeó.

—Sí...

Se besaron, él la tomó de la cintura y enterró sus dedos en el cabello mojado de Michelle, jugando con sus mechones, ella sonrió en medio del beso y puso sus manos detrás del cuello de Peter.

Sin separar sus labios se sentaron en la cama, Peter jadeó cuando Michelle metió una mano debajo de su camisa, y dejó que la chica la retirara, lanzándola al suelo una vez se la quitó. Ella pasó las puntas de sus dedos por los músculos y cicatrices de Peter, se mordió el labio y levantó la mirada para volver a besarlo.

Ella elevó un poco las manos para que Peter le quitara la blusa, dejándola en falda y sostén. Él jadeó, y se acostaron en la cama, él encima de ella. Se volvieron a besar, y él fue bajando por el cuello de Michelle dejando besos, bajó hacia los pechos y luego por el estómago, se maravillaba al escuchar los jadeos de su chica, al llegar al borde de la falda, desabotonó el botón y bajó el cierre para luego deslizar la falda por las piernas de Michelle hasta sacarla y tirarla al suelo. Se mantuvo encima de ella durante unos momentos para poder observarla bien, era tan... hermosa. Esa era la palabra perfecta para describirla. A pesar de que Michelle no lo admitiera, o de que no hiciera mucho para arreglar su imagen, Peter pensaba que ella era tan hermosa, que podría ser una diosa.

—N-No te quedes mirando... me pones nerviosa...—él rió ligeramente.

Acarició los muslos de Michelle, sacándole más jadeos a su novia, se inclinó y volvió a besarle el estómago, bajando y repartiendo besos por las piernas de la chica.

—Dios mío, Michelle... me vuelves loco.—admitió, con voz ronca. Michelle soltó un jadeo. Peter se levantó un poco, tomó la mano de Michelle y la besó, luego besó la muñeca, y fue dando más besos por el brazo de la chica hasta llegar al hombro y subir al cuello, le prestó atención al cuello durante unos momentos, besando, lamiendo y mordiendo aquella zona. El calor que sentía dentro de él solo aumentaba con cada gemido que MJ dejaba salir. Subió dándole besos en la mejilla hasta llegar a los labios, en donde le dio un beso largo que solo separó para tomar algo de aire. Miró a la chica a los ojos, y suspiró.—mira... hay muchas cosas que me gustaría hacer ésta noche... que hagamos juntos... pero... solo las haré, si me das tu permiso, así que, Michelle, ¿tengo tu consentimiento?

Michelle sonrió ampliamente, amaba que Peter pidiera por su consentimiento, ¡pero qué hombre! Se levantó un poco para darle a Peter un beso corto pero dulce.

—Sí, Peter, tienes mi consentimiento... yo... quiero que hagamos esto, estoy lista.—él sonrió, bajó las manos y empezó a quitarse el pantalón.—y... yo... ¿tengo tu consentimiento?

Él se inclinó para besarle la frente a Michelle.

—Por supuesto que sí, Tigresita.

Parte de él se preguntó cómo reaccionaría Michelle ante las caricias que tenía planeado darle, si gritaría o intentaría callar sus gemidos, si le gustaba las mismas cosas que a Peter o si pediría por más... no podía esperar para averiguarlo.





•••





Con cada paso, salto y acrobacia en el aire que daba su furia aumentaba. Murmuraba por lo bajo cada maldición que conocía mientras que se dirigía hacia la mansión Fisk.

Los había visto. Ahora lo sabía. Michelle Jones era la causante de que Peter Romanoff no la amara. Ella... ella tenía la culpa. Felicia no podía permitir que aquella bruja malvada se llevara a su príncipe azul. Se suponía que ella era la princesa en esa historia.

Y haría lo que fuera para obtener su final feliz con su príncipe.

Saltó por encima de la reja, corrió por el jardín y después de trepar entró por una ventana. Una vez adentro arrancó la máscara de su rostro y la lanzó al suelo mientras que daba un fuerte grito desde lo más profundo de su garganta.

Corrió por los pasillos hasta llegar a la oficina de Kingpin, sabía que esa noche su padre estaría en una reunión con Norman Osborn, así que, sin pensarlo dos veces, abrió la puerta de una patada y corrió hacia uno de las pinturas enmarcadas: ella de doce años utilizando un vestido elegante sentada en el regazo de Fisk, el hombre con una tétrica sonrisa en su rostro. Él había mandado a que hicieran esa pintura el día que adoptó a Felicia y ella la había odiado desde el primer día que la vio.

Tomando los bordes del lienzo lanzó la pintura al piso mientas que daba un rugido, revelando un panel escondido en la pared. Presionó aquella combinación que se había aprendido de memoria después de ver a su padre adoptivo introducir la contraseña tantas veces. Con una sonrisa malvada en su rostro, volteó a ver cómo una de las armaduras medievales que estaban de decoración giraba para revelar un ascensor, ella entró y presionó el botón que la llevaría al gimnasio subterráneo.

Muy pocos sabían que cuando Wilson Fisk mandó a construir su mansión, sin que su esposa e hijo lo supieran, ordenó que se crearan múltiples instalaciones subterráneas para que él pudiera hacer su verdadero trabajo. Laboratorios y celdas para mantener encerrados a las víctimas de sus experimentos estaban entre la lista.

Cuando las puertas transparentes del ascensor se cerraron el ascensor empezó a bajar, la elegante oficina desapareció ante sus ojos y lo primero que vio durante un buen rato fue madera y tierra, luego por cada piso que bajaba una parte de las instalaciones: una sala de descanso, docenas de laboratorios y oficinas, una cafetería para que los pocos que sabían sobre la parte subterránea de la mansión Fisk pudieran descansar, y finalmente el gimnasio en el que los que se encargaban del trabajo sucio del hombre podían ir y entrenar.

Las puertas se abrieron y ella salió rápidamente, buscó a su objetivo con la mirada hasta que lo vio golpeando furiosamente un saco de boxeo con la foto de una mujer pelirroja pegada.

—¡KRAVEN!—Gritó al mismo tiempo que la cadena que sostenía el saco de boxeo se rompía. Corrió hacia el hombre, quien la vio con indiferencia.

—¿Qué quiere, señorita Hardy?—Preguntó mientras que se secaba el sudor con una toalla.—¿qué no ya es su hora de dormir?

—Más respeto, Kravinoff.—dijo con odio.—recuerda las reglas: mi padre muere, y yo me convierto en tu jefa, lo cual significa que tienes que obedecerme de la misma manera que obedeces como un perro al maldito de Kingpin.—pronunció con odio el nombre de su padre adoptivo.

—Sí, claro, como diga.—exclamó él, riendo, Felicia entendió que él no la tomaba en serio, que la veía como una niña pequeña que no era merecedora de respeto o de ser obedecida, y su odio hacia Kravinoff aumentó.

—Escucha, necesito que hagas algo por mí.—dijo poniendo sus manos en sus caderas.—pero mi padre no puede saber que te estoy pidiendo esto, hay alguien que quiero que reciba un castigo.

—¿Qué tipo de castigo?—preguntó el hombre, con una sonrisa.

Felicia sonrió maliciosamente.

—Michelle Jones es su nombre, ella me arrebató algo que es mío...—Kraven la ignoró y empezó a dirigirse hacia el elevador, Felicia, sintiéndose desesperada, empezó a seguirlo.—¡HABLO EN SERIO!—Gritó con furia.—¡QUIERO QUE MICHELLE JONES SUFRA! ¡QUE SIENTA EL MISMO DOLOR QUE YO HE SENTIDO POR SU CULPA!

Kraven rió y volteó a verla.

—¿Y qué sacaría yo de ayudarla a vengarse de esa chica Jones?

—Lo que tú quieras.—Dijo ella, apretando sus manos.—dinero tengo mucho, pero sé exactamente lo que tú quieres...

—¿Y, según usted, qué es eso?

Felicia sonrió y se relamió los labios.

—La cabeza de Natasha Romanoff montada encima de una chimenea como un premio de caza.—sabía que había dado al blanco, cuando la expresión de Kraven cambió. Había conseguido su atención.—ayúdame a conseguir mi venganza en Michelle Jones, y yo te ayudaré a matar a la Viuda Negra. No solo eso, una vez yo misma logre matar a White Tiger, te daré su amuleto.

Kraven y Felicia se vieron al otro de manera cómplice, sonriendo.





•••





Michelle se despertó sintiendo un dolor en las piernas y la cadera, abrió los ojos de poco a poco y sonrió al ver a Peter acostado a su lado, viéndola como si fuera lo más precioso del mundo.

—Buenos días, Niña Tigre.

—Buenos días, Niño Araña.

Peter tomó las manos de Michelle y le besó los nudillos.

—¿Te sientes bien?—Preguntó él, preocupado.—¿... te lastimé?

—Petey... por supuesto que no.—se acercó al chico para besarlo. Se acostó con la cabeza encima del pecho del chico, él empezó a acariciarle la cintura, ella pasó las puntas de sus dedos por las cicatrices que le había dejado a Peter la top surgery, luego por un tatuaje que Peter tenía en el pecho, un poco encima de una de las cicatrices: era una araña negra, y por el símbolo rojo en forma de reloj de arena se podía ver que era una viuda negra, ¿un tributo hacia Natasha, tal vez?—mira... esa... fue mi primera vez...

—Oh...

—Y... me alegro de que haya sido contigo.

Ambos sonrieron para luego besarse. Fue entonces cuando se dieron cuenta, de que lo que sentían por el otro no era una simple atracción física o el típico «me gustas», estaban enamorados.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro