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𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋 (pt.2): como una botella de vino

Hannam the Hill, Seúl, Corea del Sur – agosto de 2022.

En la habitación están Mar y Taehyung, solos, cada uno en lados contrarios de la habitación. Ahora es Taehyung el que mira por la ventana como el sol quiere salir entre las nubes grises que lo rodean.

Marlon, por el contrario, tenía su vista puesta en la habitación y el departamento donde vive. Las molduras, la madera, el piso brillante como cera. Como si quisiera memorizar cada detalle que ella misma diseñó para que fuera perfecto.

No lo fue.

Él no quería el divorcio; parecía que ella sí, pero dudaba, solo un poco. Él dudaba ahora si en verdad no lo quiere, pero quitó esa idea de su cabeza.

—Y si lo hacemos... —plantea por primera vez—, ¿qué haríamos después?

Marlon levantó ligeramente los hombros en respuesta, porque nunca había pensado en qué hacer después de mañana.

—Seguir..., supongo —susurró—.

Sentía los nervios en su barriga y la manifestación de estos en la boca del estómago. Aguantaba las ganas de llorar mordiéndose los labios, los dejaba casi tan destrozados como su alma.

—¿Le diríamos a la prensa?

—No.

El aire acondicionado de la sala cortó de pronto y los dejó con un silencio total. Los segundos se volvían más largos cada vez.

Era algo curioso de pesar.

Pasaba por su cabeza el cómo su relación sería como un fantasma. O como las botellas de vino que Marlon solía tomar; existirían y acabarían sin que nadie lo supiera, pero todos verían su impacto en el rostro cansado, abrumado y exaltado de quien las terminó. Se preguntarían por qué tiene una expresión tan deprimente, y especularían; "quizá tiene mucho trabajo", pero nunca sabrían con exactitud la razón.

«Somos una carga para los dos»

Nadie sabría de ellos. Ninguno de los dos hablaría de su experiencia. Su divorcio no pasaría de los amigos más cercanos de él y sus familiares que, de todas formas, no hay muchos a quienes contarles. Se podía decir que es una de las ventajas que tiene una relación secreta.

Nadie preguntaría.

Nadie se lo imaginaría.

Nadie sabría.

Nadie.

Su corazón se rompió.

Taehyung se apresuró a llegar a su lado, su llanto era tan fuerte como el de un bebé, o de quien recién perdió a su madre.

¿Cómo podía haber una tormenta en su habitación y nadie saber de ella? ¿Cómo podría algo tan intenso, maravilloso y peculiar llegar a su fin sin que nadie se haya deleitado con su presencia o saber siquiera que existió? ¿Por qué no se les permite amar como a cualquier persona normal? ¿Qué fue lo que hicieron? ¿Qué debían hacer? ¿Por qué no encontraban ninguna respuesta a pesar de hacer todas las preguntas? ¿Por qué se daba como se dio? ¿En verdad no merecen ser felices? ¿Cómo pueden serlo? ¿Cómo compensar los errores y la inexperiencia de quienes se aferran a un poco de ese elixir, de eso que creen es la felicidad porque nunca la han conocido de primera mano?

La abrazó fuerte, pero Marlon lo alejó. Temía cambiar de opinión y solo prolongar el sufrimiento de los dos. Si lo pensaba de manera objetiva, no existía una forma de que esto continuara. No siempre obtenemos lo que queremos. Ellos se querían, pero no se podían tener.

Pero Taehyung se aferraba.

—Mar..., Marjorie —dijo con su voz suave como la seda antes de romperse un poco—. Cariño.

Se puso a cuclillas frente a ella, la tomó de la mano y buscó su rostro mojado que se ocultaba tras su cabello.

—No puedo dejarte ir, Marjorie. No después de todo lo que hemos sido.

Despejó sus mejillas, estaban de un color rosado casi escarlata que fue inevitable acariciarla.

—Perdón —dijo sincero—. Me equivoqué. Hice mal en ocultártelo, he hecho mal todo este tiempo. Pero por favor..., no me condenes. Te ruego que no lo hagas, cariño. Cada que te digo que te amo, lo digo en serio, te amo.

—Taehyung, ha sido un año muy largo.

—Lo sé. Ha sido una vida muy larga. No puedes dejarme, por favor, no lo hagas.

—Ya no puedo, de verdad ya no.

—¿Qué me falta? ¿Qué necesito darte? Dímelo, por favor.

—Sabes que no puedes.

—¿Qué necesitas, Marjorie? —preguntó insistente.

—Normalidad, Taehyung, necesito normalidad. Necesito sentirme normal, no vigilada todo el tiempo. No como una prisionera. Necesito no sentirme culpable por salir a la farmacia, dejar de sentir miedo cada que te vas porque sé que hay por lo menos una persona merodeando el edificio buscando tomarte fotos. Necesito salir, respirar. Te necesito a ti, a mi lado, en un parque, al lado de un lago, en el cine. Jamás hemos hecho esas cosas, siquiera. ¿Cómo crees que esto va a funcionar? Si seguimos, ¿cuánto tiempo será?, somos una bomba de tiempo, amor, y es hora de que lo aceptemos.

El eco de sus palabras rebotaba como un estruendo en su cabeza. El mareo de un dejavú porque más de una vez escuchó esas palabras.

Se levantó de golpe, negó con la cabeza pues no podía aceptar que las advertencias que una vez le dieron salieran como hechos de los labios de su amada.

—No vuelvas a decir eso..., ¡jamás!

Se encontró a si mismo alterado, molesto y recordando a su yo de veintitrés años asustado con su ilusión rota, siendo vulnerable después de tener entre sus brazos a una chica que comenzaba a hacerlo feliz y que hoy le rompía el corazón.

No podía soportar que tuvieran razón. Que aquello que Namjoon una vez le dijo fuera cierto.

—He pasado noches en vela, preocupado por ti. ¡Casi dejo todo por lo que trabaje por ti! Te saqué de aquel lugar con mis propios brazos porque estabas a punto de morir. ¡Y ahora te alejas! Dices que te quieres ir porque no te puedo dar la normalidad. ¿Pero que hay de todo lo que hice por ti? ¿Qué hay de todas las medidas de seguridad que tomo con tal de tenerte a salvo? ¿Con tal de que estés bien? Con tal de protegerte. ¿No has entendido que hago todo esto porque no sé que hacer? No sé qué más hacer, Mar.

Resopló y se dio la vuelta aguantando las ganas de llorar.

—Esto es un desastre —susurró esperando ser lo demasiado bajo para que ella no lo escuchara, pero no fue así.

«Uno que querías..., pero ya no... que nunca has podido mantener»

—¿Escuchaste todo lo que dijiste? —preguntó viéndolo por primera vez en un rato. Taehyung giró la cabeza, sin saber exactamente a que se refería.

—¿Crees... que... que todo eso está bien? —preguntó—. Y no hablo de mí —se apresuró a decir—, quiero decir, si crees que todo eso te hace bien. Si vale la pena todo por lo que hemos tenido que pasar... solo por un intento para llegar a este momento. Creo que... nos esforzamos mucho para hacer esto.

—Las relaciones conllevan esfuerzo, eso lo sabemos los dos.

—Creo que forzamos —rectificó— todo esto para estar juntos. Y no es tu culpa, amor. Y mía tampoco. Solo... es solo... lo que es. Y nosotros... nosotros no podemos ser... No sin renunciar a todo.

Una idea chispeó. Una idea que había tenido antes, pero que era igual de dolorosa que dejarla; dejar a su primer amor, la música. Una vez lo intentó y dolió. Pero no podía tenerla a ella, su felicidad, su trabajo y una familia, no ahora. Por el momento, sus sueños no podían coexistir.

Se molestó un poco, tomando el hilo y regresando el tiempo preguntándose a quien carajos se le ocurrió crear esa cultura alrededor de ellos. Se preguntó a quien se le ocurrió que eran productos y no seres humanos con sentimientos, miedos, deseos y anhelos.

—Pero no te dejaré renunciar. Porque sé lo mucho que duele.

Taehyung comenzó a imaginar un mundo alterno, donde Mar no era Romaneé. Donde era esa chica sureña que solo conoció en las fotos que su madre envío hace meses. Y que por azares del destino la encuentra, imagina que es en una cafetería, o en una fiesta, tal vez después de un concierto en Atlanta. Pero entonces se dio cuenta, que las probabilidades de conocerla se reducirían a cero y que no sería ella, no sería su Mar, no sería su Marjorie, su cariño, porque jamás hubiera conectado, jamás existiría eso que la hizo sentir cercana ni la familiaridad de sus trabajos que los hizo sentir empatía el uno por el otro. No podrían existir ellos como pareja.

—Tengo una maleta hecha y boleto de avión a Atlanta que sale esta noche— Se levantó del sofá y fue a la habitación de invitados. Taehyung la vio aún sin entender sus propios pensamientos. La vio salir llorando y su maleta de lado.

—Cariño.

—Lo siento, ya no puedo.

Abrió la puerta que daba hacia el pasillo. Taehyung trató de hablarle, pero no miró atrás.

Salió del departamento.

Jungkook estaba parado al lado del elevador, con un botón presionado. La miró confundido y Marlon le pidió que la llevara a otro lugar.

Las puertas del ascensor se abrieron justo a tiempo para que Marlon entrara, y se cerraron justo a tiempo para que Taehyung no los alcanzara.

En ese momento Taehyung tiene recuerdos de su vida como novios. Solo para darse cuenta lo poco que recuerda. Se siente algo más distante que hace solo unos años. Se siente alejado. Y de pronto se da cuenta, que toda su vida la ha visto desde afuera, como si él fuera el espectador que se ve a sí mismo arruinándolo. Se da cuenta porque por primera vez se siente real, como una persona. Mira su mano y la contempla, como un ser que tiene cuerpo por primera vez. La mira a ella mientras la puerta se cierra. Tan real y lejos de ser un sueño, lejos de ser algo; es alguien, es una persona. El concepto de persona real parece tan grande para la cabeza de Taehyung que lo confunde por un momento. Llora. Llora porque se da cuenta que le hizo daño. Llora porque se da cuenta que se hizo daño. Llora porque se da cuenta que todo este tiempo, le han hecho daño.

Recuerda su infancia, una infancia con carencias y el deseo de ser alguien.

Recuerda su adolescencia, un sueño que podía tocar con la punta de los dedos.

Recuerda su juventud, y a la mejor amiga que perdió porque no pudieron proteger.

Recuerda el inicio de su adultez, y la sonrisa y ojos bonitos que lo veían como si solo existiera él en el mundo y cuanto se aferró por ella. Por cuidarla. Por protegerla.

Recuerda lo mucho que se aferró al ser alguien y mantenerlo. Como se aferró a su sueño para mantenerlo. Como se aferró a ella y no pudo mantenerla. Como se aferró al amor de Marjorie Alyssa Román pero ahora... ahora no puede mantenerlo.

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