—Está nevando, cariño— susurró a su esposa, quien al escucharlo abrió los ojos.
Juntos, cuerpo a cuerpo en su cama, Marlon se acurrucó aún más a su lado, viendo como la escarcha caía detrás de su ventana.
—Ya parece navidad —sonrió.
—It's beginning to look a lot like Christmas —Cantó Taehyung en susurro, con su voz gruesa y suave como la seda.
Mar sonrió.
La giró hacia él, besó sus labios. No podía pedir una mejor manera de iniciar su mañana.
Acarició su espalda desnuda, la ventaja que la calefacción y las cobijas gruesas les daban.
—Debemos empezar el día —dijo entre los besos que le proporcionaba su esposo.
—En un momento más.
Besó su cuello y Mar rio por las cosquillas que le provocaba.
—¡Anda! —se zafó de él y tomó el camisón que se encontraba a los pies de la cama. Taehyung la seguía con la mirada. Cuando ya no estaba en su vista suspiró, dejó caer su cabeza en su cama y sonrió. Es lo más feliz que había estado en tanto tiempo. Y todo era por ella.
Está demás repetir que la normalidad era un concepto ajeno para la pareja. Aún así, esos días que se les permitía apagar el ruido externo, los disfrutaban como si fueran la rutina diaria de cualquier pareja de recién casados. Ambos querían creer que era real, y por el momento era suficiente.
—¡Levántate, flojo! —bromeó saliendo del baño después de tomar una ducha y poner un suéter verde, un pantalón negro encima y un par de calcetas festivas en sus pies.
Taehyung frunció su nariz, y una sonrisa apareció de nuevo. Quería guardar el recuerdo de ella para siempre en su cabeza.
El desayuno llegó, se sentaron en la mesa de la sala.
Taehyung tenía vista a su esposa y la ventana a espaldas, la nieve provocó imágenes en su cabeza, recuerdos del pasado y su imaginación volaba a un futuro donde esperaba recrear los mismos, con una familia grande y llena de felicidad.
Imaginó niños corriendo por toda la habitación, emocionados por la llegada del viejo Santa Clos, se imaginó sorprendiendo a sus hijos con una barba falsa y un costal de terciopelo lleno de todos y cada uno de sus caprichos y deseos que estuvieran a su alcance. Se imaginó feliz, y en su recuerdo del futuro, estaba ella; sonriendo, entrecerrando sus ojos azules, vigilando con su bufanda y guantes blancos mientras les decía a sus pequeños que tuvieran cuidado al correr. Sonrió ante el anhelo y ella lo notó.
—¿En qué piensas tanto, mi amor?
Taehyung no respondió de inmediato.
—Es un secreto.
—¿Un secreto? —preguntó juguetona.
—Cuando se vuelva realidad te lo cuento —Guiñó el ojo.
Marlon le sacó la lengua. Sonrió al escuchar la carcajada que le había sacado a Taehyung, sin poder evitarlo, se acercó a ella y la besó una vez.
—Quisiera besarte todo el día.
—¿Qué te lo impide?
—Cierta señorita que quería comenzar el día —la besó una vez más.
—Tenemos muchos regalos por envolver y un árbol que adornar.
—Pueden esperar —y una vez más—. No sabes cuanto te amo, Romaneé.
La abrazó fuerte. Se dejaron llevar. Tardaron un poco más de lo esperado a comenzar a envolver regalos.
Cuando por fin lo hicieron, se encontraron con un problema.
—¿Cómo envolveremos los regalos sin arruinar la sorpresa del regalo del otro?
Taehyung chistó y se encogió de hombros.
—Lo averiguaremos.
La campana sonó, las risas se detuvieron y se miraron al unísono. Miraron el reloj postrado al lado de la televisión de pared, marcaba las 5:35 p.m., y no esperaban a nadie.
—Yo iré cariño, no pasa nada.
—¿Debería irme a la habitación?
—No, está bien.
Si había alguien que tuviera acceso directo a su piso sabía de la existencia del matrimonio entre Marlon y Taehyung, aunque fuera un círculo muy cerrado.
Taehyung caminó hasta la entrada. Se acercó por la mirilla, pero esta estaba sucio imposibilitando la vista hacia el exterior. Abrió la puerta.
—¡Hyung!
—Jungkook... —susurró con alivio y al escucharlo Marlon por fin respiró.
—Abajo estaba este paquete para ustedes —dijo entregándole una caja que cubría casi todo su cuerpo y pesaba lo que un niño pequeño.
—El portero no nos habló ni mencionó nada.
—Estaba a nuestro departamento, pero es para Mar.
Al escuchar su apodo, la mencionada se levantó de su mesa y fue a pasos rápidos a la entrada.
—Debe ser de mamá. ¡Gracias Jungkook!
La tomó de los brazos de Taehyung pero era un poco pesada para ella así que solo la arrastró por el piso. Movió los papeles y regalos sin cuidados para hacerse espacio.
Los compañeros de banda hablaron un poco sobre cosas triviales como el frío, la nieve y los planes para navidad. Escucharon a Marlon hacer ruidos leves de felicidad y Jungkook decidió que era hora de irse.
—¿Cuál es el alboroto por aquí, cariño? —preguntó amable.
—Mamá me ha enviado una caja llena de cosas de mi hogar, ¡mira!
—¿Qué te envió? —preguntó tranquilo.
—Creo que asaltó a Santa porque nos envió montones de regalos.
Separó lo que era para ella y los que era para Taehyung. Consideraron conseguir algo más que velas e incienso que era el regalo original para la señora Scott. Los apilaron a un lado de la sala pues el árbol de navidad carecía de decoraciones. Solo tenía un moño, algunas luces mal colocadas y dos esferas con la cara de su pomerania, Yeontan -quien en ese momento se encontraba en casa de sus "abuelos".
Abrió la caja por completo para mandarla al cubo de reciclaje, cuando al fondo vio una caja sin envolver y un libro grande color lila que se escondía entre los papeles protectores y el papel de burbuja.
—Cariño, aún faltó esto.
Marlon, quien colocaba unas cuantas esferas rojas y una guirnalda morada a través de las ramas, volteó y de inmediato reconoció lo que Taehyung tenía entre manos.
—Es mi álbum de fotos... No puede ser, llevaba años, desde que me mudé a Los Ángeles, pidiéndoselo a mamá.
Se sentaron juntos y comenzaron a verlo.
La primera foto era de una bebé y con un mameluco celeste durmiendo pacifica en la cama. El pie de foto leía "Marjorie Alyssa Román-Scott 38 horas y 35 minutos" Taehyung rio por lo especifica que era la descripción, Marlon dio un golpecito en su hombro y defendió que era la única hija y por eso sus padres la querían tanto.
En la segunda página, había una sucesión de fotos de Mar desde que tenía un año y hasta los 16, siempre mirando a la cámara con la misma sonrisa sencilla.
Llegaron a una foto de su papá. Un señor alto y moreno de ceja oscura y un bigote muy a la moda de los 90's, lo último de ella. Marlon sonrió con tristeza y Taehyung la abrazó.
—¿Dónde es ese lugar? —preguntó Taehyung señalando la casa estilo hacienda.
—Estas son fotos en México. La casa de la abuela en Guadalajara.
Siguieron viendo fotografías, recordando la vida de antaño. Taehyung no tenía su álbum de bebé con él, pero sí tenía algunas en su celular. Ambos reían al ver las muecas con las que el pequeño Taehyung posaba ante la cámara.
—Te juro que esa misma cara haces cuando te despiertas —ambos reían mientras Marlon señalaba el retrato en su teléfono.
Taehyung se sintió feliz.
Su risa sonaba como un eco que se alejaba cada vez más y más, hasta que despertó en un lugar que no era su hogar.
Tuvo aquel sueño que no era más que un vívido recuerdo de hace unos meses.
En ocasiones, cuando sueña con ella, cree que aún está con él. Que aún son una pareja y que nada malo sucedió entre ellos dos. Pero cuando giró, no era ella quien estaba a su lado.
Habían pasado dos meses desde ese día en agosto. Taehyung intentó estar con alguien más, pero ahora, llegado el día y con el sol iluminando sus momentos más oscuros, se sentía culpable. Creyó que eso era lo que necesitaba, pero se equivocó.
Se levantó antes que la mujer, la conocía antes de la noche anterior. Era una idol de otra empresa, habían coincidido la noche anterior en el cumpleaños de un amigo en común.
Tomó sus cosas y se vistió. Lentes, un gorro y cubrebocas se encargaban de ocultar su identidad. Antes de darse cuenta, estaba frente a la puerta de su departamento, indeciso de entrar.
La mayor parte del tiempo la pasaba fuera, en ensayos, en la empresa, escribiendo canciones en su camioneta estacionada en cualquier parque público de Seúl que llamara su atención. Estiraba su horario lo más que podía para evitar que la noche cayera e inevitablemente tuviera que dormir en la cama que era muy grande para uno. Pero, aunque no estuviera listo para enfrentarlo, el momento siempre llegaba.
Y otro momento que ha evitado por dos meses; la firma de su divorcio. Cuando entró, yacía en el mismo lugar de siempre; en la barra de su cocina, recibiéndolo cada media noche como lo solía recibir su amada. Lo contempló esperando que desapareciera.
A veces lo leía, había párrafos que se sabía de memoria. Algunos días tomaba el bolígrafo azul entre sus manos dispuesto a firmar, pero siempre se detenía al ver el brazalete que había sido un regalo para él hace unos años.
El timbre sonó. Namjoon entró. Había olvidado cerrar el pestilo, se estaba volviendo descuidado.
Lo vio frente a los documentos, intentando no llorar.
Taehyung se sentía culpable.
—Anoche estuve con Lía —soltó de repente.
Namjoon se sorprendió, nunca pensó que esas palabras saldrían de la boca de su compañero.
—¿Estuviste de forma....? —preguntó sin estar muy seguro que estaba entendiendo bien.
—Sí, en el Conrad.
Namjoon asintió, hacía aún más sentido su mirada perdida. Él no fue la primera persona en apoyar a Taehyung con su relación. En el fondo, se sentía un poco culpable por no defenderlo, pero hizo lo que pensaba que era correcto y lo que veía como acertado y seguro para el futuro de la banda. Aún así, nunca pensó ver a su compañero tan destrozado como después de que ella se fue y por eso intentó ganar nuevamente su confianza poco a poco, aconsejarlo y sostenerlo.
Él pasó por una ruptura de varios años tiempo atrás, que, si bien no se comparaba con un divorcio, creyó que su experiencia podría ayudarlo. Después de pensarlo un poco, habló.
—Cuando Sunhye y yo terminamos pensé que jamás iba a querer a alguien más—comenzó a hablar—. Creía que había dado todo a una sola persona que ya no quedaba nada de lo que me hacía Kim Namjoon; todo se lo había llevado ella. No vivíamos juntos. Pero las noches eran horribles. Algunos amigos me aconsejaron que saliera con otras personas aunque no buscara algo serio. Decían que si tenía con quien pasar la noche ésta no sería tan oscura. Lo intenté. Y de alguna manera funcionaba. Pero al amanecer, el día era más oscuro y frío que mi madrugada. Me sentía perdido. Pensé que todo, incluyendo mis posibilidades, se las había llevado ella. Pero estaba equivocado. Porque aún estaba- aún estoy vivo. Y mientras viva siempre tendré la opción de buscar esas conexiones, de dar algo de mí. Y si no las encuentro, no importa, porque la vida aún tiene una infinidad de cosas que ofrecerme. Aún tengo la música, los conciertos..., a ustedes. Aún mantengo la pasión por crear arte. Pero llevó algo de tiempo darme cuenta de eso. También esfuerzo.
» Aún siento que Sunhye tiene una parte de mí. Pero está bien. Yo también tengo una parte de ella. Así como tú tienes una parte de Mar —mencionó su nombre con cautela— ... ella lleva una parte de ti.
» Está bien llorar. Está bien gritar y frustrarte. No es justo el mundo en el que vivimos. Pero vivimos en él y aún tienes un largo camino por delante. Pero para eso —dedicó su vista a la carpeta en la mesa frente a ellos—, debes abrirte tú mismo a las posibilidades.
Taehyung solo le agradeció en un susurro, dio una palmada en su hombro y se fue a la habitación que solía compartir con su esposa.
Lloró un poco más dentro de ella; una parte de él quería seguir luchando. Pero ya no podía. Era un soldado cansado de nadar contracorriente y obstáculos. Estaba herido. Recuerdos de la guerra lo seguían.
Pensaba en ella, pero cada que lo hacía recordaba a aquello que pudo ser.
La pérdida que tuvieron como pareja fue más allá de perderse el uno al otro. Porque perdieron también la oportunidad que Taehyung más anhelaba; ser padre. Cada que lo recordaba su mente era un espiral de emociones que lo lanzaban a lugares que no pensaba iba a tocar jamás. Su cabeza viajaba al hospital esa tarde de agosto. El olor a desinfectante, una mera alucinación, lo quebró por completo. Escuchaba la voz del doctor diciendo que a veces sucedía, y que era común. No dejaba de ser difícil. Se acurrucó en la cama y lloró con fuerza. Sufría de una profunda depresión y día con día se culpaba. Culpaba a todo a su alrededor, deseaba ser alguien más. Ya estaba cansado de anhelar y pedir deseos a las estrellas. Su vida de ensueño venía con una carga que poco podía soportar. Ya no tenía fuerzas.
Pero dejarse llevar por su depresión no podía ser una opción. En verdad quería abrirse a las posibilidades. Todos los días quería ser un poco más feliz, pero en ese momento, sentía la resaca de año nuevo, cuando pasas toda la noche en euforia, envuelto en las risas y en la mañana solo hay silencio, botellas esparcidas y ahora, el fantasma de un recuerdo imposible de hacer realidad una vez más.
Se quedó dormido
A la mañana siguiente, Jungkook pasó por su departamento antes de ir juntos al trabajo como estaban acostumbrando a hacerlo. Trataba de no dejarlo solo por mucho tiempo. Todos se habían mostrado solidarios y el menor del grupo era quien más resaltaba, quizá por el cariño que le tenía a ambos (aunque ya no hablara con Mar).
Taehyung veía por la ventana del auto mientras Jungkook manejaba. Perdido en sí mismo.
—Estuve mal —habló como si pensara en voz alta—. No debí hacerle eso..., fue muy injusto.
Jungkook suspiró. Era común que Taehyung tuviera esos momentos, y también era común que él no respondiera, pero tenía una pregunta en la punta de su lengua, y no pudo contenerla más.
—Hyung..., ¿cuál era tu plan para el futuro? Con Mar, me refiero.
—¿Cuál es tu plan con Marie?
Jungkook chistó, sorprendido por la pregunta.
—Estoy enamorado hasta los huesos de Marie.
—¿Ah, sí? —preguntó Taehyung con un poco de ironía recordando el largo historial de acostones que Jungkook ha tenido con una cantidad excesiva de mujeres.
—Sí. Sé lo que hago... y que está mal. A veces creo que lo hago de forma inconsciente para alejarla de mí porque no sé qué es lo que me espera. Pero tampoco quiero terminar con ella. Tengo miedo del futuro..., de que no haya un futuro.
Taehyung lo miró y asintió.
—Sí. A veces se siente como si tuviéramos prohibido querer. Tenía la esperanza de que las cosas fueran diferentes.
—¿Realmente crees que todo esto sea una... condena? —mencionó la última palabra como comillas, pues le parecía muy dramática para describir la situación—. Ellos entienden que somos humanos, ¿no?
El copiloto se encogió de hombros y miró el paisaje, buscando la respuesta.
—A veces hasta yo me olvido de que soy humano... Mar tenía que recordármelo.... La verdad —pausó un momento—, la verdad es que tengo miedo de descubrir si lo entienden o no —bajó la mirada y sonrió irónico— Mi miedo más grande era perderle y de todos modos lo hice.
Comenzar una nueva vida es difícil cuando crees que todo está asentado. Cuando tu cabeza tiene planes, pero la vida te hace retroceder. No siempre entendemos el porqué de las cosas, porque la verdad es que ese porqué, esa razón, no siempre existe. Solo es.
El primer concierto llegó. A este punto, Taehyung fumaba a diario, por lo menos tres veces, y cuando sentía una presión, la cantidad de nicotina ingerida aumentaba considerablemente. Asustaba hasta a Jungkook quien lo atrapó haciéndolo varias veces, pero nunca le dijo nada, aunque a veces quería proponerle que lo dejaran juntos.
Tenía miedo, se sentía nervioso y cansado. Todos esperaban que fuera quien solía ser, pero era difícil. Buscaban que tuviera más fuerza, más energía, más ánimo. Hacer más, ser más. Estaba agotado, deprimido. Era difícil abrirse a la posibilidad. Su luz se perdió.
Se llegó el momento, tomó su micrófono y dio un par de saltos para tratar de calentar. Las primeras notas sonaron y los gritos exaltación eran más fuertes.
Subió al escenario y vio un mar de luces, cientos de personas reunidas en el estadio olímpico de Seúl, solo para verlos a ellos, para cantar las letras que ellos mismos escribieron.
Tomó un momento para ver la marea.
No podía ver sus caras, pero sabía que cada luz significaba una persona con una vida e historia única y a pesar de que sus pasados, presentes y futuros distaban de sí, todos habían acabado en el mismo lugar, frente a él. Disfrutando de lo que él hacía. Y se dio cuenta que aún tenía razones para ser feliz.
No podía tenerlo todo, eso es verdad, pero si dejaba que la vida se le fuera lamentándose por lo que no es, no podría disfrutar de lo que tiene frente a él.
No estaba bien, pero haría todo lo que estuviera en su poder para hacerlo. Se iba a abrir a la posibilidad, aunque su corazón aún estuviera ocupado, pero lo iba a superar. Recordaría que es humano por su cuenta y buscará perdonarse y ser mejor para sí mismo. Y un día el universo lleno de estrellas podría entenderlo.
Al finalizar el concierto firmó el divorcio, guardó su brazalete y decidió vender el departamento lleno de secretos sin contar.
Su relación pasó desapercibida para el mundo, pero siempre la llevaría en su cabeza y en su corazón como un viaje en el que sufrió, pero aprendió mucho. Y en verdad esperaba que un día la vida le diera otra oportunidad, pero por el momento, debía dejarla ir.
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