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𝐄𝐏𝐈́𝐋𝐎𝐆𝐎

En algún lugar, en algún momento.

Hace varios años que Marjorie regresó a al lugar en el que creció; a la granja de su familia. Donde los pájaros cantaban cada mañana, el rio Savannah fluía y el aroma mezcla de duraznos y café inundaba su casa.

Los primeros seis meses después de su regreso se la pasó en cama. Deprimida y ansiosa. En momentos se reclamarlo por hacerlo, pues su estado de ánimo era cada vez peor. Pero sabía que después de esa noche en el hospital, las cosas no hubiesen sido lo mismo con Taehyung. Y cuando esa noche Taehyung la vio en la cama del hospital, llorando porque había perdido lo que pudo ser su primogénito, supieron que no importaba que hicieran en ese momento. Él estaba herido y se culpaba. Ella estaba herida y se culpaba.

Esa prueba de embarazo que tomó en junio no era más que un falso negativo.

Los doctores no supieron darles una razón exacta. Pudo ser el medicamento que ella tomaba, pudo ser el estrés, pudo ser que solo no estaba destinado a ser. Lo único que sabían es que tenían heridas nuevas que se abrirían todo el tiempo estando juntos.

Si bien, no es lo mismo para todas las parejas, esa era la realidad para ellos quienes ya se encontraban en quiebre.

Al regresar a casa con su madre, y con mil penas encima, Marlon no se rindió.

Día con día se obligó a despertar y salir de la cama. A mirar por la ventana y hacer eso que era lo más doloroso; recordar.

No era recordar por recordar, en lo absoluto. Era recordar para sanar, porque era necesario.

Antes de eso, antes de su matrimonio, de su noviazgo, cuando trabajaba, no entendía a lo que las personas se referían cuando salían de una relación, o de algún evento importante de su vida y decían frases como "me perdí a mi misma" o "tengo que encontrarme", porque pensaba que uno nunca se perdía, sino que estaba en constante cambio y evolución y que nunca éramos las mismas personas. Hasta que lo vivió en carne propia. Hasta que un día, no sabía que opinar de un tema trivial. Hasta que no supo cómo actuar ante una situación al azar que se le presentó. Hasta que no sabía qué hacer con sus horas y días, con su vida.

Durante seis meses enteros buscó lo que perdió de sí. Y un día no despertó al medio día. Un día, tomó las viejas películas en VHS y estudió todas y cada una de ellas en la sala de la casa en la que creció. Leyó todos los libros que llamaban su atención de la antigua librería de su casa, incluso algunos que había leído antes. Estudió los personajes, hizo anotaciones de ellos y los entendió a profundidad. Entendió lo que los rodeaba y como muchos eran producto de su propio ambiente. Entonces se entendió a sí misma. Y lo entendió mejor a él.

Entendió lo que a los 26 quería hacer.

—Mamá —llamó desde la sala, la mujer se asomó desde la puerta que conectaba la cocina con la sala de estar —¿Crees que me acepten en la escuela de teatro?

—¿No aprendiste a actuar todos esos años?

Mar bufó divertida.

—Como maestra, mamá.

—Es una excelente idea, cariño, no veo por qué no.

—¿No te gustaría regresar a la actuación en Holl-? ¡Au! —La señora Scott (ahora Sheehorn) dio un pellizco en la espalda a Bob quien era ignorante ante las razones de Mar para no regresar, pues solo se lo contó a su mamá.

—Iré hoy mismo al teatro.

Se levantó de su lugar y en su rapidez se evidenciaba el entusiasmo que buscaba no mostrar en su rostro.

Colocó sus zapatos que se hallaban en la entrada, una vieja costumbre, y tomó las llaves de la mesita. Se detuvo un segundo al ver su reflejo en el vidrio de la puerta y tuvo miedo. Respiró hondo.

«¿Y qué si alguien me ve?» «Se supone deben verte» «¿Y si me descubren?» «¿Descubrir qué? ¿Qué quieres ser maestra de actuación? Mejor, así más se animan a entrar» «Y si descubren que Taehyung y yo...» «Pasó hace tiempo, Marjorie. Anda, que no hay nadie vigilándote. Eres libre» «¿En verdad lo soy?» «No sé, pero si no lo intentas, nunca lo vas a descubrir»

No notó como su madre y su esposo estaban ahora en la sala viéndola hasta que se giró a punto de quedarse en casa de nuevo.

Pero no lo hizo. Se despidió con la mano y salió de la casa. Tomó la camioneta Toyota blanca que estaba aparcada frente a la puerta de su casa y condujo un par de kilómetros antes de salir de la propiedad, entre el camino de pinos que la guiaba a la carretera y los árboles de durazno que estaban en plena cosecha. En busca de sí. En busca de un momento más feliz para su vida y de su propia elección; sin presiones, sin sobornos. Solo algo que esperó fuera enriquecedor y pleno.

Y lo fue.

Nunca se imaginó como maestra, pero lo amaba.

El condado de Pieth no era muy grande, había como máximo quince mil personas esparcidas en una tierra que estaba destinada principalmente a la cosecha, como la familia de Mar, aún así, personas de otros lugares escucharon el rumor y buscaron inscribirse, pero el director y Marjorie Román se encargaron de hacer un proceso selectivo, de dejar a aquellos apasionados por el oficio y no chismosos molestos.

Marjorie formaría actores durante muchos años. Entre los adultos, se le conocía por ser una maestra estricta y exigente. Entre los niños se le conocía por ser la maestra favorita. Así mismo, Marjorie se encargó de proteger a los niños, niñas, adolescentes y a todos sus alumnos. No hablaba directamente de su experiencia personal, pues hablarlo de forma explicita aún era algo con lo que no se sentía cómoda, pero cada que alguno de sus alumnos se sentía listo para buscar algo más, ella los aconsejaba como deseó que la hubieran aconsejado a ella, los guió como deseó haber sido guiada y los protegió como deseó haber sido protegida. Se volvió en la figura que ella necesitaba tener a su lado cuando creció.

Un año y medio después de comenzar en el teatro, dirigió su primera obra. Y esa misma noche, todo el club de jóvenes y adultos decidieron que querían invitarla a cenar en Atlanta.

Taehyung vendió el departamento en el que vivía con ella.

Era más cómodo vivir ahí que compartir habitación una vez más con Jungkook, pero no podía seguir en aquel lugar tan lleno de su esencia, de memorias y arrepentimientos.

La gira comenzó a inicios de 2023, alrededor de marzo. Al igual que Mar, aprovechó el tiempo para buscar sanar y reflexionar sobre todo lo que había pasado. Buscó disfrutar de los momentos que tenía en el escenario, cantando y bailando. Aprovechando las oportunidades que se le presentaran y mintiéndose ocupado.

A veces pensaba en lo que pudo ser.

Pero en ningún escenario realista sucedía.

—Ánimo, hyung. Es la última noche.

El cierre de la gira fue en julio de 2024 en Estados Unidos. No estaba seguro en que ciudad era. Últimamente no estaba seguro en que lugar o con que horario despertaba. Solo sabía que ahí estaba. Se sentía melancólico, pero contento de terminar algo más.

Los siete miembros celebraron el fin de una era en un restaurante de Alta Cocina en el centro de la ciudad hasta que después de cenar, solo quedaron cuatro.

Taehyung, Namjoon, Jungkook y Yoongi recordaron viejas historias, sus inicios como banda, sus altibajos y veían por un futuro prospero y ameno para cada uno.

Yoongi fue el siguiente en levantarse de la mesa, pues comentó que su pareja quería hablar con él. Tenían semanas sin verse.

Jungkook mensajeó un rato con su novia, chistaba de vez en cuando y después solo tiró el teléfono en la mesa.

Namjoon no decía nada, solo bebía algo de vino y escuchaba la música de jazz tranquila que sonaba en el local.

Taehyung sintió que todo estaba silencioso en aquel lugar con candelabros altos y luz tenue. A lo lejos, vio un cabello corto y castaño que llamó la atención. No podía ver el rostro de la mujer. Por sus brazos notaba que era morena y por sus ademanes que era quizá algo extrovertida..., más bien elegante. Ella era quien acarreaba la conversación y las personas a su alrededor solo escuchaban con atención. Le dio curiosidad saber de qué hablaba.

De pronto, escuchó una risa.

Escuchó su risa.

Y la mujer de cabello corto se escondió de su mesa, aún riendo.

Su corazón comenzó a latir con fuerza.

No despegaba su vista de ella y Namjoon lo notó. Buscó con su vista encontrándose a la mujer que tanto tiempo tenía sin ver. Tragó y se sintió culpable. Nunca le pidió perdón por actuar de la forma en la que lo hizo con él, solo estaba igual de asustado. Y sabía que, si años atrás hubiese dejado la situación a manos de su entonces mánager, él hubiera sido solo cruel con Taehyung.

—¿Por qué no la saludas?

La última conversación que tuvo con ella fue hace años. Cuando se pusieron de acuerdo para firmar el acta de divorcio. Y no la ha vuelto a ver.

No volvió a escuchar la voz que lo llamaba amor. No volvió a tocar la piel que una vez le perteneció. No volvió a conocer a la mujer con la que fue feliz. Hasta ahora.

Taehyung miró alrededor, buscaba cámaras o algún curioso observándolos. Pero en ese momento, nadie lo veía.

Hizo un movimiento, a punto de salir de su silla y acercarse a su mesa. Cuando el hombre al lado de Marjorie tomó el hombro de la mujer con toda la confianza y ella no se incomodó, sino más bien lo miró con una sonrisa y a Taehyung le pareció que estaba sonrojada. Luego la acercó más a él. Y la mesa aplaudió.

—No quiero molestarla.

Namjoon ya no quiso decir nada. Llamó al mesero para pedir la cuenta y salieron del lugar.

Marjorie volteó y vio una figura conocida irse.

Fuera del restaurante, Taehyung sacó un cigarrillo de su bolsillo. Había empezado a fumar cuando la gira inició. Veía el humo mezclarse con el sereno de la noche. Estaban por dar las once y en jueves las calles estaban vacías.

—Te vi desde el momento que entraste.

Como si hubiese escuchado un fantasma hablar, volteó con prisa. Marjorie usaba un vestido negro de tirantes con escote de corazón que cubría su pecho y llegaba debajo de su rodilla. Usaba tacones del mismo color y en sus labios solo quedaba una tinta del labial que una vez fue rojo casi guindo. Vio como resaltaban sus ojos a pesar de la oscuridad.

La brisa venteó fría y notó como la piel de sus brazos se le erizaba.

—Toma —sacó su chaqueta y la puso alrededor de sus hombros desnudos.

La cercanía lo puso nervioso, así que dio un paso atrás.

Extrañaba su perfume.

—Gracias...

—No sabía que estarías aquí.

Marjorie se encogió de hombros.

Taehyung no sabía si sacar el tema del hombre.

Quería preguntarle si era feliz, si había encontrado la normalidad, si él era el indicado.

Quería preguntarle si la quería tanto como él. Si no era un idiota como él lo fue. Si él si tenía su vida en orden, no como él.

Pero se limitó a preguntar: —¿Cómo has estado?

—No sabía que fumabas —evadió la pregunta.

Taehyung dio una última calada. Sonrió de lado y tiró el cigarrillo al suelo.

—La gira me tenía estresado.

—Yo lo dejé hace poco.

—Sí, me di cuenta cuando mi planta comenzó a morir que seguías fumando cuando... —«Cuando estábamos juntos». Aclaró su garganta—. Aún así, ¿cómo los conseguías?

—Prometí no echar de cabeza a mi dealer...

—¿Jungkook?

Mar rio dando su respuesta. Y Taehyung rio con ella.

—Que pésimo dealer, ahora que lo pienso. Jamás me cobró.

—Ah, entonces fuiste tu quien lo dejó en la banca rota, Romaneé —bromeó.

—¿Cómo le está yendo con su novia? Tengo tanto sin ver a Jungkook.

—Aprendimos todos que lo mejor es no preguntar. Pero Yoongi se quiso casar con su novio en Las Vegas.

—No puede ser —rió— ¿Qué lo detuvo?

—Que la barra ya no estaba tan alta, dijo.

Suprimió una sonrisa y negó mirando el suelo.

Una Suburban negra se aparcó frente a ellos y del restaurante salió el hombre que Taehyung reconoció como el que estaba con Marjorie.

—Señorita Román —la llamó poniéndose a lado de ella—. Este es nuestro transporte a casa.

El hombre tenía la misma estatura de Marjorie. Tenía la piel oscura y el cabello rizado y hablaba con un acento sureño tan marcado que incluso Taehyung lo notó.

—Oh, el Señor André Franklin, director de la escuela de Teatro donde trabajo. Y Señor Franklin, él es Taehyung Kim..., mi.., —aclaró su garganta— un viejo amigo.

Los dos hombres se saludaron.

—Un gusto. El resto ya están camino a Pieth, la esperaré en la camioneta, Señorita Román, tómese tu tiempo.

Marlon estaba por asentir, cuando Taehyung habló.

—No es necesario. Me están esperando en el hotel —mintió— Mis amigos quieren celebrar —dijo ahora dirigiéndose solo a Marlon.

—Oh, está bien..., te veo luego —dijo y le dio la mano.

No notaron cuando André subió a la suburban.

No notaron cuanto tiempo pasó, ni en que momento sus manos se aferraron tanto a la otra.

No notaron lo perdidos que estaban en los ojos del otro y en que ninguno se quería despedir.

—Te veo luego... —repitió Marjorie.

—¿Te veré luego?

—Adiós.

Vio como la mujer se subió a la camioneta y como la misma se alejaba de las calles hacia un destino que el no conocía... "casa" lo había llamado el hombre. Pero casa era solo para referirse al municipio, no a un lugar que compartían. Aunque Taehyung se hizo ideas, se quedó con lo que más le importaba; que Marjorie se veía feliz y si ella lo era, él podría serlo también. Tal vez no en ese momento, pero si en otro. Tal vez no con ella, pero con alguien más, incluso consigo mismo.

La brisa corrió y sintió frío. Era su turno de aprender a estar solo.

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