No iba camino al trabajo a cumplir con el horario, esta vez iba para renunciar. No es que de repente me creyera la gran cosa o ya no me sintiera cómodo trabajando allí, me gustaba; me agradaban mis compañeros de trabajo, me agrada mi jefe, y por supuesto, los descuentos en zapatos.

Había cumplido veintidos años hacia unos días, siempre supe que no iría a la universidad, quizás confiaba demasiado en mi mismo, pero la verdadera razón es que no había encontrado una carrera que me apasionara más que escribir, y si iba a perder cinco años de mi vida estudiando tenía que ser porque realmente me gustase.

Una vez me visualicé estudiando literatura o historia, y de pequeño quería ser bailarín. Cuando salí de la preparatoria entendí que ir a una academia no era lo mío, prefería hacer las cosas por mi cuenta, y siendo tan exigente conmigo mismo como lo era, mejor no me ponía más responsabilidades que me desordenaran el sueño.

Así que tomé el riesgo, salí de la preparatoria y conseguí un trabajo de medio tiempo, luego empecé a escribir como loco, cada día, aunque no tuviera inspiración, porque sabía que la constancia pondría las cosas a mi favor.

Y ahora estaba yendo a renunciar a mi trabajo de medio tiempo porque había dado frutos.

Cuando llegué al local no había muchos clientes en la tienda, solo dos chicas de secundaría y una madre con su hijo, a las que les hice una reverencia para pasar de largo. Caminé directo a la parte de atrás, donde estaba la bodega, encontrando la misma graciosa escena de siempre.

—Te dije talla ocho Umji ¡ocho! ¿Eres ciega o no sabes leer?

—¿Si ibas a quejarte por qué no fuiste por ellos en primer lugar? Narizón.

Jungkook y Umji nunca se habían llevado muy bien... esperaba que ellos pudieran controlarse cuando yo no estuviera para ayudarles.

—Chicos —interrumpí su discusión— ¿El señor Park está en su oficina?

—¡Yeon! —. Umji se me lanzó encima y me dió un beso en la mejilla. Era tan tierna, iba a extrañarla mucho.

—Suéltalo, pareces un piojo —se quejó Jungkook haciendo una mueca. A veces no podía creer que un chico tan infantil fuera mayor que yo.

—Voy a renunciar chicos —dije por fin. Ambos me miraron con sorpresa y un deje de tristeza. Se habían acabado los días de corretear juntos en el almacén.

—Ya salió tu libro ¿no? Lo vi en la librería esta mañana —comentó Umji que todavía no me soltaba. Asentí sonriente.

Jungkook suspiró.

—Jimin está en su oficina —dijo, siempre tuteando al jefe cuando no estaba presente. Se acercó y me abrazó también—. No dejes de escribirnos mocoso.

Después de un abrazo que pareció eterno, les entregué una copia del libro a cada uno y los dejé haciendo su trabajo para ir con el dueño del lugar.

Toqué la puerta de la oficina dos veces antes de ingresar. Dentro estaba el señor Park, que en realidad era bastante joven, escribía algo en su computador, con su postura recta y el cabello rubio perfectamente peinado hacia atrás.

—Pensé que tendría que llamarte para despedirte, Choi —habló ecuánime.

—Estuve ocupado, lo siento, debí decirle antes que iba a renunciar, así hubiera empezado a buscar otro empleado —. Al escucharme apartó la vista de la pantalla y me miró.

—Me lo suponía, Umji me contó lo de tu libro, felicitaciones —. Su sonrisa era radiante.

Asentí y le di las gracias. Me descolgué la mochila del hombro y saqué otra copia del libro para dársela.

—No es El Gran Gatsby, pero espero que le guste.

La sonrisa del señor Park llegó hasta sus ojos mientras tomaba el libro. No estaba seguro de si era acertado ver a un hyung que además es tu jefe como adorable, pero sus ojos al sonreír me hacían pensar que lo era.

—Te haré llegar mi opinión cuando lo termine, y te lo prometo, seré tan duro como tu lo fuiste cuando criticaste mi libro favorito —dijo en broma.

—Adelante —respondí sonriente ante su advertencia.

Nunca pude entender la fascinación de mi jefe por El Gran Gatsby, incluso tenía un volumen en ingles en su escritorio a fácil alcance, que a veces le veía releyendo. Algo de lo que sí podía estar seguro, era que jamas en la vida encontraría a alguien con el porte de Park Jimin. Lo había hablado con Jungkook y Umji más de una vez entre cuchicheos. Aunque de los tres no era yo quién tenía un crush muy fuerte por el jefe. Lastima, ya no podría molestarles si se apenaban cuando Park los invitara a almorzar por hacer un buen trabajo.

En cuanto a la advertencia de Jimin, un día terminé discutiendo con él por la obsesión de Gatsby hacia esa mujer llamada Daisy. No es que alguno de los dos aprobara esas conductas, pero fué todo un caso.

Era bastante irónico ¿no? Ahora era capaz de entenderlo, esa fascinación y obsesión.

Últimamente detestaba más de lo usual las historias de amor, no importa cuánto me hablara Soobin de lo bueno que fué el último libro de Kang Beomgyu, yo seguiría ignorándolo.