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𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 1: 𝐏𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚

No había podido pegar un ojo en toda la noche, estaba jodidamente cansado, y antes de que mi madre se diera la libertad de reprocharme cuando viera mis ojeras, me mentalicé para hacerle saber que estaba realmente orgulloso de lo que logré sacrificando mi salud. No es que me hubiera pasado la noche leyendo, como muchas otras veces, estaba terminado la primera corrección mi novela. Me había tomado seis largos meses de dolores de espalda, y muchos reclamos de parte de Yoongi, mi editor, pero pude llegar hasta el final.

Tomarme una pastilla para el dolor muscular sería suficiente remedio.

El trabajo no terminaba ahí, por supuesto, aun tenía que pasar por el segundo proceso de corrección tedioso, y después tendría que planear los arreglos de la portada y venta, pero como una persona exigente que puso todo su sudor y sus lágrimas en el plot de una historia de misterio creíble y detallada, iba en la dirección correcta.

Se lo envié por correo a Yoongi para que dejara de llamarme como un histérico, recordándome que la fecha limite había pasado entre la noche y la madrugada. Aclaré que me tomaría el día libre, anexando que podía agendar nuestra próxima reunión. También aproveché a contestar los mensajes llenos de corazones y apoyo que recibí de Yeji horas atrás, proponiendo una salida para festejar el fin de semana.

No dejé que intentara pedirme salir ese día. Realmente no quería ver a nadie, mucho menos a ella. Una novia era lo último que necesitaba en mi salida a la gran feria de literatura anual, ya que ella querría tener toda mi atención, pero yo no podría dársela si habían libros alrededor.

Nunca me perdía dicho festival, y siempre iba solo. Esta vez me presentaría un poco más tarde que en años anteriores, porque por la mañana se hacían largas filas para pedir firmas a los escritores invitados.

Los autores que iban a presentarse para firmar en esta ocasión no eran ni de lejos de mi interés: veteranos en el romance adolescente que tanto aborrecía.

Pero eso no iba a detenerme de pasear un poco.

Tomé una ducha con agua helada para espantar el sueño y la pereza, y una vez listo, le dejé una nota a mi madre en la puerta de la nevera, para que no me esperara a la hora del almuerzo. Podría enviarle un mensaje, pero ella siempre olvidaba poner el celular en vibrador, y prefería evitar interrumpirla en su trabajo como enfermera.

Salí de casa poco antes del mediodía, así llegaría cuando todo estuviera más tranquilo.

No es que tuviera un problema personal con los autores de romance juvenil como para repelerlos, pero se me hacía innecesario ver a tantas chicas hablando de relaciones ridículas y ficticias por todos lados. El único libro de romance que me había leído en mi vida era Orgullo y Prejuicio, el cual sería difícil de superar. Y con respecto a mis gustos personales, prefería optar por un misterio o caso bien construido, o libros de no ficción.

Como escritor me gustaba crear atmósferas engañosas y aparentemente tranquilas, que se pudiera casi sentir el latido del corazón de los personajes, y que el plot-twist fuera crudo. En realidad, eso era lo que decían mis lectores en la web donde escribía, webwrites; "Yeonjun, tus finales son tan crudos que me hacen sentirme sofocado".

Yoongi me había contactado por eso, admitió que era fan de las historias difíciles de digerir, y me pidió una historia nueva que fuera igual o mejor que las de mi perfil en webwrites.

"¿Puedes verme?" lo era. Una historia sobre un grupo de amigos muy turbios, que rondó en mi cabeza esperando su oportunidad de brillar, y tenía el honor de ser del agrado de Yoongi.

En el tren mi celular vibró en mi bolsillo, como si lo hubiera invocado con solo dedicarle un pensamiento. Me recargue en una de las puertas para no tambalearme y poder contestar. Era un mensaje de Yoongi.

Te quiero el jueves en la editorial a las seis. Disfruta la feria y cuida tu bolsillo

Sonreí al ser descubierto. Si Yoongi creía que me gastaría el adelanto de la publicación del libro en básicamente más libros, estaba en lo correcto.

Cuando el tren se detuvo en la estación y vi la cantidad de gente que bajaba junto conmigo, me di cuenta enseguida de que todas esas personas iban al mismo lugar. No es que se vieran intelectuales ni nada, era muy estúpido suponer que alguien lee basándose en el cómo se viste, pero la mayoría cargaba mochilas aparentemente vacías, hablaban de tal o cuál autor, así que sí, estaba muy seguro.

La feria se llevaba a cabo en el centro comercial más grande de la ciudad. Un lugar bastante estratégico, ya que las personas que solo iban de paso terminaban uniéndose y echándole un ojo a los puestos. Además era un ganar y ganar para el centro comercial. Después de pasear un rato, todos terminaban comiendo en los restaurantes de la última planta.

Tenía muchas ganas de empezar a ver los stand de las editoriales y buscar un par de libros de los que escuché buenas reseñas, pero antes de eso, en la entrada, cogí un número de la caja que usaban para el gran sorteo. En unas horas, darían un cupón para gastar en los productos de la feria.

No pasaron ni cinco minutos cuando mi estomago que no probó bocado desde la noche anterior, me pidió a gritos un poco de atención.

Con el tiempo que llevaba sin tener un almuerzo decente pensé que ya se estaba tardando.

Subí a la sección de restaurantes y pedí una pizza. Debía esperar a que estuviera lista, y por la cantidad de gente que había gracias a la feria literaria, sabía que no sería poco. Lamentablemente no podía matar el tiempo en otro lado o perdería mi orden, así que me senté en un amesa cualquiera y saqué mi celular para revisar los comentarios de mis historias, que por cierto llevaba meses sin actualizar... Pero bueno, prioridades, estuve ocupado con la corrección del libro. Algunos lectores eran un poco intensos con el tema, pero la mayoría eran comprensivos.

Cuando buscaba las palabras para hacer un post pidiendo una disculpa por la tardanza, alguien se sentó en la silla del otro lado de la mesa.

El primer instinto de una persona sería preguntarse por qué alguien se sentaría en tu misma mesa si habían otras disponibles, pero no hacia falta ser muy observador para darse cuenta de que todas las demás mesas estaban ocupadas, muchos comían o esperaban sus pedidos de pié.

El chico me sonreía un poco tímido, como diciendo con la mirada "perdona las molestias, no tenía de otra", acepté con un asentimiento y seguí redactando mi disculpa.

El chico era de hecho bastante atractivo, si me ponía a observarlo con detalle iba a parecer que me desagradaba su presencia, así que me límite a verle de reojo mientras él buscaba algo en su mochila. Aproveché esos segundos.

Cabello negro y liso, tenía la piel palida y los ojos marrones almendrados, llevaba un suéter de rallas y su mochila era de Jean. Con sus delgadas manos sacaba un volumen con un título que yo reconocí instantáneamente.

-¿Ese es de casualidad "Persona" de Kim Namjoon? -pregunté tratando de sonar menos emocionado de lo que en realidad me sentía.

-Lo es, primera edición, está algo destrozado -dijo suavemente con un acento peculiar en su voz.

El libro en sus manos estaba lleno de post-it y tenía los cantos hechos una mierda, tal como la copia que yo guardaba en mi habitación. Se notaba que había sido releído cientos de veces.

-¿Te gusta Kim Namjoon? -me preguntó sonriendo ampliamente.

-Me encanta, "Persona" es quizás el mejor libro que he leído en mi vida -declaré.

-¡Pienso lo mismo!

Nos miramos el uno al otro con una ilusión enorme. Encontrar a alguien tan fan de algo como yo lo era, era lo mejor que me podía pasar en la vida, o por lo menos, en mi vida en ese preciso momento. Olvidé incluso que pronto sería un autor publicado, y que había obtenido un aumento en la zapatería en la que llevaba trabajando desde la preparatoria.

-Estoy muy emocionado, nunca me había encontrado con alguien que amara este libro tanto como yo -dijo acariciando la portada desgastada, dándole mimos, como si fuera el objeto más preciado del mundo.

-Tampoco yo, de hecho, no lo traigo conmigo hoy, pero tengo dos copias, ambas primera edición.

-¿Lo dices en serio? -cuestionó sorprendido.

-Muy en serio -sonreí con complacencia.

Por supuesto que era un logro tener esa edición. Era la más autentica, la que no había sido alterada.

-¿Entonces estás de acuerdo conmigo en que no debieron censurar las demás ediciones? -preguntó.

No tuve que esforzarme por entenderle, estaba completamente de acuerdo. La frase que empezaba el libro siempre deambulaba en mi cabeza, haciendo la función de un mantra.

-¿Quién demonios soy? -pronuncié, orgulloso de que fuera mi bio de Twitter.

Él sonrió y extendió su mano, que tomé enseguida.

-Me llamo Choi Beomgyu -se presentó.

-Yo soy Choi Yeonjun, un gusto.

Beomgyu abrió la boca sin poder creerlo, haciendo una graciosa y tierna expresión.

-¡El destino hasta nos puso el mismo apellido!

Salió de su boca con un perfecto acento de Daegu que ya había podido detectar, y aunque yo no creyera en el destino, también pensé en que ese era un augurio extraordinario.

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