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Sirius x Severus 2/3

"Valiente"

Pasaron años desde que Tobías había perdido una pierna por luchar contra El Gran Oso Voldemort. Sirius había sido curado en la Ala médica del castillo Dumstrang, el hogar de Severus, quien no tuvo oportunidad de despedirse, agradecer, o tan siquiera disculparse por el daño que el mayor sufrió por defenderlo, pues este había partido sin quererlo en plena noche, cuando el pobre Severus hacía un intento por dormir. Severus pasó el resto de sus 17 años manteniéndose ajeno a todo lo que tuviera que ver con los bosques, osos y leyendas mágicas, pues con un largo tiempo de meditación llegó a la errónea conclusión de que la aparición de las luces mágicas habían sido una mala señal, una  advertencia. Desde entonces obtuvo una mala visión de la magia, y por ende se apartó lo más que pudo de toda ella.

Severus se había convertido en hermano mayor de dos, tres pequeños y traviesos niños; Draco (Rubio; por un pequeño problema de travesura a los pocos meses de nacer, y de cabello demasiado largo para el gusto de su padre, pero poco hizo para cambiarlo), Blaise (de cabello negro, y por la constante exposición al sol de tez muy morena) y Lucius (quien participó en la broma que realizó Draco, quedando con el cabello peor que el primero,  casi blanco, aunque muchos lo consideraban atractivo en ambos hermanos). Los tres hermanos menores de 13, en el caso de Draco, 14 si hablamos de Blaise, y 16 años, como Lucius, siempre conseguían una forma desastrosa de fastidiar al reino, con bromas... en realidad, solo con bromas. Severus, por el contrario, no podía darse ese lujo, no podía abrir su boca sin antes ser apuntado por las miradas de su madre correctiva y su despistado padre.

Sirius no se la pasaba tan bien tampoco en su reino. Su madre, una mujer arrogante y presuntuosa era quien llevaba los pantalones en el castillo, por decirlo de alguna manera. Su esposo era demasiado sumiso al estar a su lado, algo que a Sirius no le caía en gracia. Su hermano menor; Regulus, tan solo unos 4 años menor que él, era la perfección a comparación a él, según los opiniones de su madre, algo que le dolía a lo grande. Recordemos algunas escenas que el pobre Sirius a tenido que pasar para obtener la admiración de su madre (algo en lo que evidentemente falló):

"Practicando discursos melodramáticos" 

-Ey Robin, gentil Robin, ya escucharás de mi...-balbuceó con dejes de aburrimiento y semi encorvado mientras miraba a su hermano, quien tenía el costoso trabajo de ser el "inexpresivo Robin".

- Proyecta...-ordenó su madre caminando desde el balcón de la habitación, mirando la compostura errónea de su hijo mayor.

- ¡Ya escucharás de mi!- exageró Sirius mientras se balanceaba hacía al frente con una vena palpitando en su frente, dificultando más la parte de "inexpresivo" en el personaje de su hermano, quien hacía el fuerte intento de no partirse de risa.

- Enuncia...-le volvió a corregir, a lo que Sirius bufo de forma imperceptible- Deben poder escucharte en cada parte del salón, o sino no sirve de nada...-se abanicó desesperada con la mano.

- Esto no sirve de nada...-masculló Sirius.

- Te escuche, y ahora por ello comienzas de nuevo...-Sirius la miró antes de gritar frustrado con ambas manos en la cara.

"Clases particulares de los deberes de un príncipe"

- Un príncipe debe conocer cada sector de su reino...-dijo su madre mientras señalaba sectores en específico del plano que tenían sobre su reino y terrenos. Como a Walmburga le pareció anormal que su hijo no hiciera un comentario ridículo volteó a verlo, encontrándolo muy concentrado en un pergamino, para luego quitárselo y mirarlo con reprobatoria- Y no hace dibujos...-espetó molesta al ver que era ella justamente reprochándolo de esa forma.

"Clases de música"

- Es un Do, Sirius...-gruñó su madre al ver que su hijo tocaba descaradamente y sin un gramo de elegancia o delicadeza un Fa, nada que ver una nota con la otra. La reina bufó de forma mental al ver que su hijo la miraba de reojo antes de cambiar de forma abrupta de nota a la indicada, solo para tocarla con el mismo "interés", si es que realmente le estaba poniendo algo de eso.

"Control de emociones"  

Sirius tenía un trabajo sencillo. Fácil. Simple. Obviamente para Sirius era todo lo contrario. Cada vez que su padre soltaba a los perros de cacería estos se le tiraban encima y jalaban de las ropas, Sirius no lo evitaba ni en lo más mínimo y estallaba en carcajadas. Con las aves de rapiña era lo mismo, la vez que soltó una esta se tiró sobre su padre, tratando de atrapar lo único brillante en su cara; sus ojos, Sirius también rió como nunca.

- Un príncipe no ríe a carcajadas...-le reprendió su madre al oírlo.

- Agh...-echó su cabeza hacía atrás.

- Y no rompe su postura...-reprimió su madre.

- ¡Aghr!- golpeó su cabeza contra el muro.

- Y no pelea con cosas inanimadas...-reprendió mientras le aventaba un pergamino a la cabeza.

"Modales"

- NO devora la comida- gruñó molesta al verlo comer una pata de cabra entera sin trozar.

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- ¿Cuánto falta para que se cocine, chaval?- espetó al cocinero, mejor dicho, al panadero del castillo.

- Un príncipe es compasivo y gentil...-reprendió su madre a sus espaldas.

"Cronología"

- Se levanta con el sol, y sin gruñidos...-dijo mientras abría las cortinas rojas de la habitación de su hijo, quien gruñó y tapó su cara con la sabana- y duerme con el trasero en el colchón, no en el aire...-dijo empujando las posaderas de su hijo hacía abajo.

"Paciencia"

- ¡PACIENTE!- gritó la reina al ver a su hijo jalar una zanahoria recién plantada hace dos semanas.

"Delicadeza"

- ¡CUIDADOSO!- exclamó aterrada al ver a su hijo chocar con un jarrón que casi se estrella contra el suelo de no ser porque cayó en la cabeza suave del perro... que a los segundos cayó inconsciente.

"Cuidado personal"

- Se aseado Sirius, por Merlín...-se cubrió la nariz al notar como su hijo cayó en el estiércol de su propio caballo por una mala maniobra.

"Perfección"

- Sirius no debes...(Mejor ya dejemos de investigar, aquí entre-nos sabemos que Sirius no aprobó esta etapa ni por molécula celular, a excepción de Regulus, claro está)

Sirius era consciente de que era quien asumiría el trono sin importar sus imperfecciones, por ello no se esforzaba tanto como Regulus lo hacia. Aunque todos los días, semanas y meses fueran rutinarios y estrictos, había un día en particular, en donde no debía ser un príncipe. No habían reglas, ni colecciones, solo la posibilidad de cambiar su destino.

- ¡Su alteza, no llegue tarde para su cena de cumpleaños!- gritó sorprendida dama de llaves al ver al príncipe Sirius correr como loco escaleras bajo saliendo desde el interior de su cuarto, casi llevándola puesta.

- ¡Si Elenor!- gritó el chico entusiasmado mientras saltaba una carreta llena de heno para los caballos que descansaban en las caballerizas del reino Hogwarts, SU reino.

- Este chico...-meneó su cabeza de forma reprobatoria al ver que perdió una flecha en la evasiva maniobra que realizó el menor para esquivarla.

- ¿Listo para dar un paseo Black?- preguntó sonriente a su caballo azabache, colgándose el arco de forma diagonal- ¿Si?- intuyó mientras desataba las correas que amarraban al monumental corcel al corral techado, para luego subir al animal- ¡Venga entonces, arre!- exclamó, agitando las riendas haciendo que el animal echara a correr con fuerzas fuera del castillo, teniendo que hacer las evasivas que su amo no le daba para no atropellar a los aldeanos y sirvientes del castillo que saltaban hacía un costado para no ser llevados por el animal de su alocado Príncipe.

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- Severus, querido...- Severus alzó su mirada concentrada del libro hacía la puerta de su cuarto, la cual fue abierta por su madre, quién entraba con una bandeja de plata con dos tazas de té.

- Hola Ma...-fue lo único que dijo. Odiaba que interrumpieran su lectura, pero si había una persona contra la única con la que no era capaz de explorar era su madre. Su condenada madre.

- Hola Sevy, ¿Cómo estás?- dijo su madre mientras dejaba la bandeja en la mesa de luz de su hijo, para luego tomar asiento junto a su pequeño.

- Madre, yo te valoro mucho, eres una muy grande guía para mi...-dijo Severus paciente, tomando una taza de la bandeja- Pero la lectura estaba muy importante, y me gustaría retomarla cuanto antes pueda, por ello te pido que vayas directamente al grano... - pidió lo más amable que pudo.

- Claro Severus-sonrió su madre- Cómo ya sabes tu cumpleaños se acerca... - anunció sonriendo nerviosa.

- Si ma, en 4 días es mi cumpleaños... ¿Y que con ello? - meneó su cabeza, llevando su taza a sus labios, pero su madre nerviosa le tomó de la muñeca y lo hizo bajar la taza un poco, indicando que no tomará todavía.

- Ya sabes que los príncipes se casan a los 18, ¿O no? - sonrió nerviosa, soltando la muñeca de su hijo, quien la veía con los ojos entrecerrados.

-Mamá... - gruñó Severus molesto, sabiendo muy bien para donde iba la conversación- No pienso casarme con el estúpido príncipe de Potter... -  con anterioridad... Su madre le había hablado del matrimonio, albergando de que ya tenía un pretendiente de parte del reino Gryffindor; James Charlus Potter... A Severus no le agradó el coqueto y presumido príncipe de cabellos castaños, lo odiaba, era engreído, egoísta y muy...  Ridículo. No lo soportaba, era el punto.

- Hijo cuida tu lenguaje... - reprocho su madre- es que ya no es un solo pretendiente el que quiere tu mano... - jugó con sus dedos nerviosa.

- ¿dos Entonces? - dijo con una ceja arqueada y dejes de aburrimiento.

- tres... - corrigió su madre.

- ¿Qué? - abrió los ojos.

- Uno de ellos es el Príncipe James, de Gryffindor... - dijo mostrando la carta de solicitud ya aprobada del príncipe con una cinta roja.

-¿Qué? - frunció el ceño.

- El otro es el Príncipe Remus Lupin, de Hufflepuff... - le mostró la carta aprobada con un listón amarillo.

- ¿Qué? - palidecio Severus.

- Y también está... Mejor toma un sorbo querido... - ordenó nerviosa, a lo que su hijo obedeció sin quitarle la mirada aterrada-... Y el otro pretendiente es Sirius Black, el príncipe de Hogwarts... - mostró la carta con un listón dorado. Severus dejó caer su taza antes de caer dormido al suelo.

- Cariño, ¿ya le dijist-? - interrumpió en la pieza Tobias -  ¿porque esta nuestro hijo en el suelo? - miró expectante al chico de cara contra el suelo.

- creo que me pasé con el calmante...- dijo la reina mientras observaba un frasco vacío con una etiqueta borrada.

- ¿Porque rayos le darías un calmante? - dijo con una mano en la cadera y la otra en su frente.

- Era eso o que nos disparara flechas por someterlo a la boda para evadir guerras... - dijo la reina.

- cariño, eso ni es un calmante... - señaló su esposo con paciencia al frasco que su esposa sostenía.

- ¿ah no? - lo miró curiosa.

- No... - meneó la cabeza con un suspiró.

- ¿Qué es entonces...? - lo miró.

- laxante... - bufo el rey, a lo que la reina soltó el frasco y se desmartillo de risa- Yo no le veo la risa, Severus se pondrá furioso... - dijo el rey temeroso de la actitud de su hijo.

- pamplinas, si se la va a agarrar con alguien será con el culpable.... - dijo entre risas.

- tú le diste el líquido... - dijo el rey temeroso.

- pero Lucius fue quien cambió los frascos... - siguió riendo la reina.

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-... Tobías cayó del lomo del oso y a mi me aventó de un garrotazo a pesar de su mala vista... - cuando Sirius regresó de su paseo agotado entró directamente al salón del comedor, dispuesto a incas el diente. Al llegar se apareció en la cena ya empezada. Su padre contaba la historia de cuando era pequeño y el osos Voldemort, como lo habían llamado, arruinó la fiesta del pequeño Severus, su madre leía una carta, y su hermano oía con aburrimiento la historia de su padre, pues a él le parecía absurda sin importarle el hecho de que su hermano había salido herido de eso-...saqué furioso mi espada, y miré molesto al oso, dándome cuenta de que ya era tarde, el oso volteó hacia Tobías... Sacó sus garras, y luego... - fingió garras.

- ¡ZAP! - Exclamó Sirius desde el hombro de su padre, asustando a todos en la mesa- la arrancó la pierna al Rey Tobías... - hizo gesto de angustia- ese monstruo se la tragó... - hizo gestos fantasmales con la sanos antes de dirigirse a paso tenebroso a su asiento, pasando por detrás de su hermano Regulus, quien lo veía con reproche, igual que su madre.

-¡agh! Esa era mi parte favorita... - refunfuño Orion.

- Y hoy deambula por los bosques de Dumstrang en busca de su venganza... - susurró al oído de Regulus, quien se apartó al sentir el cálido aliento de su hermano- ¡Buh! - gritó al oído de su hermano, haciéndolo perder el equilibrio y caer de su silla, sacando risas fuertes en Sirius y Orion.

-¡SIRIUS! - lo reprendió su madre. Sirius Río y tomó asiento, dispuesto a comer, dejando el arco en la mesa- Agh, sin armas en la mesa Sirius... - gruñó la reina disgustada.

- Mamá, solo es mi arco... - suplicó Sirius.

- Un príncipe no debería usar armas como esas en mi opinión... - gruñó la dama.

- déjalo en paz, príncipe o no, es esencial aprender a luchar... - apoyó Orion a su hijo mayor.

- Regulus, retírate por favor... Tengo que hablar con tu hermano... - Regulus asintió serio y sin más se retiró del comedor, siendo seguido por la mirada angustiada de Sirius.

- ¿Qué fue lo que hice ahora? - se preocupo.

- Nada, tu padre tiene que hablarte de ALGO... - Exclamó hacia Orion, quien se había desconectado del mundo durante escasos segundos.

-¿Eh? - la miró perdido, a lo que la reina bufo.

- iremos a Dumstrang... - anunció fría, a lo que Sirius sonrió alegre. ¡VERÍA A SU PEQUEÑO SEVERUS! ¡BINGO! - no te emociones tanto, no es para realizar estupideces como ya te es la costumbre...-escupió con veneno, pero rara vez a Sirius le da lo mismo -  iremos por compromiso... - dijo seria pero Sirius daba pequeños brincos en su asiento, ansioso.

- ¿Que clase de compromiso? - dijo sonriente.

- tu compromiso... - anunció la reina, haciendo que Sirius dejará de brincar.

-¿Qué? - dijo aturdido.

- te casaras... Con Severus Prince... - Sirius sintió que su corazón salía d esa pecho.

- me... ¿Casaré... Con él? - balbuceo.

- si Sirius, te vas a... - no le dio tiempo a acabar que su hijo se puso d empieza y empezó a saltar emocionado y excitado por la noticia.

- ¡SI, AL FIN, LO VOY A VER, LO VOY A TENER, Y ME CASARÉ CON ÉL! - Canturreaba extasiado de la alegría. Orion sonrió, siempre quiso ver a su hijo así de feliz, y sabía que desde que lo vio por primera vez Sirius amo a Severus.

- Sirius, para, no es definitivo... - gruñó su madre, a lo que su hijo la miró decepcionado.

- ¿Disculpa? - dijo aturdido.

- Hay dos pretendientes más que piden su mano... - advirtió.

- ¿Qué? - frunció el ceño furioso- ¿Quienes son las sabandijas que quieren quitarme a Severus? - dijo mostrando los dientes.

- tus amigos Sirius... - dijo con seriedad su madre.

- ¿James? - dijo aturdido, a lo que su madre asintió seria- ¿Remus? - su madre asintió de nuevo- mierda... - susurró antes de desmayarse.

- mejor arrástralo al barco, partimos hoy en la noche, y dile a Regulus que se apresure... - dijo la reina mirando con normalidad a su hijo. Orion asintió.

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