Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

Desperté cobijado por la oscuridad de la noche, sintiendo el frío y duro suelo contra mi cuerpo. ¿Qué había pasado?. No recordaba absolutamente nada, solo mi nombre y edad estaban presentes en mi mente pero eso era todo. Era como si toda mi historia, estos diecisiete años de mi vida se hubiesen esfumado en un instante, como si no tuviera un pasado que recordar.

Intenté levantarme, pero mi cuerpo se sentía extrañamente pesado y adolorido. Tardé un rato indefinido en poder sentarme con gran trabajo.

Miré a mi alrededor tratando de reconocer el lugar donde estaba, pero no importaba cuánto intentara, nada me resultaba familiar.

Eran las cuatro de la mañana, según el sonido retumbante de campanas, sonido proveniente de lo que parecía ser una especie de iglesia, las calles se encontraban desiertas, y no era para menos, teniendo en cuenta la hora. Pero de un momento a otro un olor llegó a mí, un olor embriagante y dulce, era una locura, jamás había percibido un aroma como este y me volvía loco. Era como si algo me llamase. Entonces sacando fuerza de quién sabe dónde, me levanté y con una agilidad y rapidez que hasta a mí me sorprendió, logré en tan sólo unos minutos recorrer una distancia de aproximadamente un kilómetro. ¡Era una locura!

Pensé que mi mente estaba jugandome una broma o que tal vez en realidad estuviera soñando aún, sin embargo eso no explicaba el hecho de que no recuerde absolutamente nada sobre mí mismo. ¿Porque olvidaría mi historia en un sueño? O tal vez me había vuelto loco y la amnesia y la forma en que creí haber superado cualquier destreza física humanamente pensada eran prueba de ello. Mientras me debatía mentalmente cada posibilidad aquel aroma volvió a llenar mis sentidos. Estaba cerca, muy cerca. Tanto que sentía que enloquecería si no llegaba rápido al lugar de donde provenía.

Dejándome llevar por mi instinto en un momento me encontré en un oscuro callejón, no podía verse nada más que aquello que alcanzaba a acariciar levemente la luz de la luna.

El aroma se hacía más fuerte cada vez que daba un paso tras otro, tanto que me sentí perder por unos instantes. Era tan hipnotizante, nuevo y por sobre todo tan embriagante que mientras iba acercándome comencé a arrojar todo lo que se encontraba a mi paso. Cuanto más me acercaba mis sentidos se iban agudizando, pero a la vez los sentía perderse junto con mi voluntad de pensar y mi cordura hasta el momento en que llegué al lugar donde aquel extraño aroma se concentraba con mayor fuerza.

Lo que pasó después no lo recuerdo, tampoco se cuanto tiempo pasó pero tan solo recuperé un poco de mi capacidad para razonar, cuando el alba ya estaba asomando en el horizonte, entonces lentamente bajé la mirada al sentir un pequeño peso sobre mi, pero al hacerlo con horror y desconcierto me vi envuelto en lo que parecía un oscuro líquido carmesí y entre mis brazos se encontraba el delicado cuerpo de una joven que yacía inerte, sin siquiera un último aliento de vida.

¿Qué había pasado?, ¿Quién era esa joven y por qué estaba en mis brazos?. Y peor aun, muerta.

Tenía una gran herida en el pecho que ya no sangraba y dos pequeñas marcas en el cuello. El instinto que antes me llamaba tan fervientemente hacía ese lugar había desaparecido y solo quedaban unos pocos vestigios de aquel aroma que me hizo perder.

Entonces supe que había pasado, me había convertido en un monstruo.

***

Romance de la vida y la muerte.

"La línea entre el amor y el deseo".

(Segunda Parte)

— ¿Kazuto kun, estás bien? —  sus ojos empezaron a escocerle por el comportamiento raro de su compañero. Se agachó un poco para poder verlo, pero al hacerlo todo fue tan rápido que no lo vio venir. Kazuto se hallaba sobre ella, sujetándola fuertemente de las muñecas, tanto que estaba comenzando a lastimarla.

Sus ojos estaban teñidos con ese color oro tan inusual que la miraban hambriento y con cierto aire de locura, no expresaba nada, parecía una persona completamente diferente, como un depredador sobre su presa. Lo que ella no sabía era que en efecto, así era. Ella se había convertido en la presa a cazar.

Asuna intentaba zafarse cuando de un momento a otro el pelinegro tomó su mano, específicamente el dedo lesionado y se lo llevó a la boca saboreando lentamente y provocando un fuerte sonrojo en ella.

Al terminar, de un tirón rasgó parte de la prenda femenina, dejando así expuestos su cuello y hombro derecho.

Llevó su rostro al encuentro con esa fina y blanca piel, lo delineó suavemente con la nariz para luego acariciarlo delicadamente con la lengua y por último depositó un pequeño y dulce beso, cosa que provocó un jadeo en la muchacha ante el tacto y sobretodo falta vergüenza del pelinegro, pero cuando vio lo que el joven estaba a punto de hacer el miedo la invadió. ¡Iba morderla!!.

Dos grandes colmillos — que estaba demasiado segura, que no estaban allí antes-  sobresalían amenazantes de su boca, donde antes solo había una hermosa sonrisa, y se acercaban peligrosamente a la nívea piel de su cuello.

Los ojos de Asuna se abrieron con desmesura al ver como el pelinegro iba acercándose peligrosamente y ella solo podía quedarse observando inmóvil  — por la fuerza que había impuesto Kazuto en sus brazos al sujetar el pequeño cuerpo femenino entre el suyo y el frío suelo, como poco a poco aquel tibio líquido carmesí iba deslizándose lentamente haciendo todo el recorrido hasta su hombro expuesto, luego de haber sentido aquel doloroso pinchazo un instante atrás.

Sus manos se aferraron una al cabello de Kazuto y la otra puesta sobre su pecho empujándolo desesperadamente en un intento por alejarlo.

Mientras con la voz agitada y el rostro distorsionado por la sensación de encontrarse en peligro le rogaba —  ¡Kazuto, detente! — Sin embargo por más que trataba no podía moverlo ni siquiera un centímetro y su voz parecía no llegarle en absoluto, en tanto Kazuto seguía bebiendo de su sangre de forma desenfrenada, como si su vida dependiera de ello. Intento buscar en sus ojos una señal de que su amigo seguía ahí pero en ese mirar dorado solo podía encontrar a un hombre sediento y desesperado por satisfacer sus instintos. Un hombre completamente diferente al joven tierno, educado y amable que conocía, hasta ese día.

— Por favor, Kazuto —  un par de pequeñas lágrimas amenazaban con salir mientras ella seguía empujándolo y su voz cada vez se escuchaba más débil — detente, Kazu...

Asuna sentía que su alma se le escapaba del cuerpo y sus fuerzas la abandonaban tan rápido como un suspiro salía de sus labios. Y cuando sentía que ya no podría escapar de su cruel destino, gradualmente fue dejando de imprimir presión en sus brazos, empezando a bajarlos lentamente hasta apoyarlos completamente en el suelo mientras iba cerrando los ojos, resignándose a su destino.

Sin embargo de un momento a otro volvió a abrirlos de golpe, sintiendo que la esperanza de vivir volvía a ella y con la poca determinación que aún le quedaba miró a Kazuto, y con toda la fuerza que apenas logró reunir lo golpeó en la cabeza con un candelero de metal que había caído cuando Kazuto había tirado todo lo que encontró a su paso en aquel intento por sacarla de su casa. Este objeto había llegado en el momento justo en que se sabía perdida.

El golpe logró que Kazuto se separara de ella dejándolo aturdido un momento, momento en el que Asuna notó como la tonalidad dorada pintada en sus pupilas, por unos instantes regresaban a aquel acerado color plata que ella conocía tan bien, para luego tornarse completamente amarillos nuevamente cuando Kazuto se hubo recompuesto. Asuna no lo pensó más, debía hacer algo para desviar su atención nuevamente.

Kazuto volvió a apretar su agarre sobre ella, pero en ese entonces y antes de que pudiera saciar su sed nuevamente, lo único que pudo sentir fue la suave sensación de los labios de Asuna sobre los suyos.

En su desesperación Asuna había tomado a Kazuto de las mejillas, lo atrajo hacia sí en un impulso ocasionando de esta forma la inevitable unión de su labios y lo besó, lo besó mientras observaba que la mirada del pelinegro volvía lenta y definitivamente a la normalidad, en tanto sentía como de a poco él iba correspondiendo el beso, fue una acción algo torpe ya que ella no tenía experiencia en esto pero aun así se permitió suspirar aliviada sobre los labios masculinos para luego dejarse llevar por aquella sensación que desde hacía mucho tiempo había ansiado experimentar.

De esa forma en un momento, Kazuto sin entender que estaba pasando se dejó llevar por aquel momento, abrazándose a Asuna en tanto ella colocaba sus brazos alrededor del cuello masculino y tras tomar un poco de aire y mirarse unos instantes, ambos volvieron a unirse en un beso delicado y apasionado en contraste al anterior que se notaba más desesperado.

Suavidad, un agradable aroma a vainilla, las delicadas caricias y pequeños jadeos que escapaban de sus bocas de vez en cuando, pronto llenaron la habitación pero por sobre todo, aquella sensación de plenitud luego de un momento de angustia, era lo que más estaba presente en el aire.

—  Asuna —  la llamó Kazuto rompiendo el beso, mirándola fijamente a los ojos como tratando de buscar alguna explicación a lo que acababa de ocurrir entre ellos.

Por su parte, Asuna volvió a tomar las mejillas de Kazuto entre sus manos, le dedicó una tierna sonrisa y besó fugazmente sus labios antes de incorporarse. Caminó todo el recorrido desde el pasillo de la entrada donde habían caído hasta perderse en la oscuridad de la sala, todo ante la atenta mirada de Kazuto quien esperó hasta que la muchacha desapareciera de su vista para seguirla.

Cuando entró a la habitación y encendió la luz de una pequeña lámpara de noche, la encontró sentada en el sofá mirando fijamente aquel vaso, o mejor dicho lo que quedó de él, ese que en un principio fue el detonante de todo y entonces comprendió, que en ese pequeño lapso después de que él le gritara que se vaya a casa, ese espacio en su memoria que no recordaba, se debía sólo a una cosa.

Bajó la cabeza y apretó sus puños —  Asuna yo...

—  Kazuto kun... —  su dulce voz retumbó en la habitación  obligándolo a levantar la cabeza y enfrentar aquella mirada ambarina.

El silencio nuevamente reinaba, solo se miraban fijamente. Asuna como si estuviera intentando indagar en lo profundo del alma del pelinegro en busca de respuestas y él tratando de buscar algo en la mirada de la joven que le dijera que, aunque perdió el control de sí, no le había atentado contra su integridad física. Así, hasta que el pelinegro se dio cuenta de un pequeño detalle, uno tan insignificante que no había notado antes y que confirmaba su miedo. Aquellas dos pequeñas marcas en el cuello femenino, ahora desprovistos de todo rastro de aquel líquido vital, no podían ser otras que el producto de su desenfreno.

Se sintió tan miserable ante su descubrimiento pero a la vez aliviado de que ella estuviera bien, aparentemente —  Asuna yo... — volvió a romper con el silencio poniendo más fuerza en sus puños — lo siento... Lo siento — repitió con la voz inestable.

—  Supongo que no hace falta preguntar que eres —  habló por primera vez en mucho tiempo la castaña —  tenía miedo... — le confesó con la voz temblorosa y aunque Kazuto sabía que eso sucedería cuando ella se enterara de aquello que tan celosamente cuidaba de no revelar, aun así le dolió tanto escuchar aquellas palabras.

Se lo merecía sí, no lo iba a negar. El solo hecho de pensar en que pudo haberla lastimado o incluso algo peor, lo hacía sentir cada vez más estúpido y miserable, estúpido por dejar que sus instintos, aquellos con los que luchaba día a día, lo dominaran de la manera más patética posible poniendo en riesgo la integridad de esta bella joven y sobretodo esta mujer que lo traía vuelto loco de amor y que se encontraba frente a él con tal expresión angustiada o más bien ¿atemorizada?.

Kazuto cerró los ojos por la impotencia que sentía en ese momento. Él estaba decidido a terminar completamente de raíz la relación de amistad con ella, todo a fin de evitar exponerla de nuevo a tal peligro. Solo debía poner sus pensamientos en palabras y eso era lo que más le costaba.

No quería alejarse de ella, se había convertido en alguien muy importante para él en ese tiempo que pasaron juntos y ahora, debía decirle adiós.

No sería difícil para él, ¿verdad?. Después de todo no era la primera vez que debía desaparecer sin dejar rastro alguno de su existencia. Lo había hecho antes, en varias ocasiones y aún así seguía doliendo como si fuera la primera vez.

—  Asuna —  logró decir con voz resuelta —  esta será la última vez que nos veamos —  cerró los ojos con fuerza mientras iba apretando sus puños y agachaba la cabeza aún más para luego volver a enfrentar aquella mirada ambarina y casi dando un grito decir —  así que...

Sin embargo, sus palabras quedaron en el olvido una vez sintió como un par de delicados brazos lo envolvían por completo, en una caricia que había llegado en el momento más oportuno —  Tonto —  escuchó débilmente cerca de su oído en tanto la muchacha lo iba abrazando con más fuerza —  tenía miedo, si — Asuna comenzó a hablar antes de que él pudiera decir algo más, pero su voz aún podía oírse temblorosa —  pero no por eso me separaría de ti — al tiempo que decía esto, sujetó a Kazuto de los hombros, se separó un poco para poder verlo, revelando así la razón de la inestabilidad en su voz. Estaba llorando, Asuna estaba llorando y aun así viéndola envuelta en esa pequeña cortina de agua salada con tal expresión desecha, le pareció la mujer más bella de todas.

No aguantando ver la tristeza en la mirada ambarina, él mismo la aferró contra sí, ocultando su rostro entre el cuello y cabellos femeninos — No podría soportar estar lejos de ti —  culminó la joven.

Kazuto solo intensificó su agarre y le susurró aquello que había decidido guardarse antes de que ella hablará — Lo siento Asuna —  una lágrima cayó para perderse en el cuello de la joven —  no quería que sepas lo que soy por el miedo a que me rechazaras. ¡Pero! Te aseguro que tampoco quería lastimarte —  las lágrimas comenzaron a brotar sin descanso y lo único que ambos podían hacer era confortarse el uno al otro.

Asuna asintió levemente ante las palabras del pelinegro —  Lo sé, lo sé Kazuto —  sonrió entre el llanto —  Sé que jamás me harías daño. No por voluntad propia —  esas palabras habían calado en el alma del joven — Aun así, aunque sé que es algo que no puede evitarse... ¡no te alejes de mí!! —  sus manos iban apretando la camisa masculina a medida que su desesperación aumentaba.

—  Asuna...

—  Prometo que seré cuidadosa de ahora en adelante, ¡pero no te alejes te lo pido! —  dio un paso atrás, un leve sonrojo se hizo presente en sus húmedas mejillas y entonces declaró a todo lo que le dió la voz —  ¡TE AMO KAZUTO! — el pelinegro abrió grande los ojos sin decir palabra alguna — Te amo — repitió con más calma y terminando en un suave murmullo — por eso no te alejes...

Tras decir esto, Asuna acortó la distancia que los separaba y nuevamente apresó los labios masculinos en un beso que el pelinegro no tardó en corresponder.

En ese momento solo eran ellos dos, no importaba el resto del mundo, tampoco parecía importar el hecho de que el sol se había ocultado por completo. Asuna tendría problemas cuando llegue a casa, sí, pero eso no le impedía disfrutar plenamente de esa caricia. Sus labios rozándose delicadamente mientras Kazuto le rodeaba la cintura y ella colocaba sus brazos alrededor del cuello masculino para evitar que se apartase, como si eso fuera posible a estas instancias.  Poco a poco iban perdiéndose cada vez más en aquellas sensaciones que despertaba en ellos la unión de sus labios. Kazuto la trataba con suavidad y ternura y ella correspondía con pasión a este sentimiento nuevo que abrumaba su juicio completamente.

Solo el bullicio de la calle los hizo reaccionar nuevamente. Ocasionando que se separasen completamente sonrojados — Te amo, Asuna —  susurró con una tierna sonrisa el pelinegro en respuesta a la confesión anterior.

Una enorme sonrisa de felicidad se formó en los labios femeninos, quien solo podía ver con ternura a Kazuto.

***

—  Ahora si Kazuto kun —  dijo una vez habían tomado asiento en aquel sofá junto a la chimenea que en varias ocasiones fue lugar de calma para ambos, entonces su rostro se tornó serio —  Cuéntame de ti — le dedicó una mirada seria — Y hablo de todo.

El silencio reinó nuevamente en toda la habitación, la noche ya había caído y solo la luz artificial de los faroles iluminaban el lugar — Yo... no siempre fui así, o al menos eso pienso —  la duda estaba presente en sus aceradas pupilas plateadas que miraban fijamente algún punto de la habitación en extrema concentración — Una noche, hace mucho tiempo desperté en medio de la calle, estaba completamente solo y terriblemente adolorido —  Asuna escuchaba atenta cada palabra que salía de su boca —, no sé qué fue lo que pasó puesto que no guardo ningún recuerdo que no sea a partir del momento en que desperté. Pero... cuando fui un poco más consciente de mi —  tragó pesado ante el recuerdo de aquella primera vez en que sintió el deseo de beber sangre — supe que... había algo diferente — confesó ahorrándose los detalles de esa primera vez en que sació su sed.

Al ver que Kazuto había callado repentinamente y para indicarle que ella estaba ahí para él, tomó sus manos y le dedicó una sonrisa comprensiva, entendiendo ahora el motivo por el cual él nunca comía nada a menos que ella lo obligase — Lo siento —  se disculpó —  debió ser asqueroso para ti tener que comer todo lo que te daba —  volvió a sonreír esta vez avergonzada.

Kazuto negó con la cabeza — Lo hice por gusto —  le regresó el gesto y prosiguió con su explicación —  con el pasar de los días, fui dándome cuenta de las diferencias de mi actual cuerpo comparada a la de cuando era humano —  La muchacha lo miró con la confusión pintada en toda su cara lo cual a él le pareció tierno —  mi velocidad y fuerza sobrepasan con creces a la de una persona normal.

— Pero el día que me trajiste aquí por primera vez —  refutó Asuna algo inquieta al recordar que él la había cargado hasta ahí corriendo como una persona normal lo haría si estuviera en peligro y la adrenalina se apodera de ella —  ese día, tú me cargaste y...

—  Solo me contuve para que no te dieras cuenta, además no me digas que te olvidaste de como mandé a volar a ese sujeto —  sonrió amargamente para luego callar por completo a la joven con ese simple comentario — en los días de invierno, me mantengo caliente para poder soportar las bajas temperaturas es por eso que normalmente llevo ropa ligera aun cuando todos están congelándose —  rió divertido — y cuando hace calor lo contrario. Sé que te diste cuenta de ello — le sonrió incómodo cuando a la mente se le vinieron los momentos en que ambos se mantenían juntos cuando Asuna tenía frío y él le brindaba el calor que necesitaba envolviéndola entre sus brazos y ella gustosa se dejaba. Y ella parecía recordar también, ya que un leve sonrojo se hizo presente en sus mejillas en tanto asentía tímidamente.

—  Es por eso que quiero que te alejes.

—  ¿De qué hablas? Te dije que no lo haría.

—  ¿Que no lo ves? —  exclamó desesperado —  ¡Soy un monstruo! — acotó con pesar —  Una perfecta máquina para matar, no en vano tengo todas estas características. No se me hará difícil alcanzar a... a mi presa. Puedo soportar todo tipo de climas para que no se me haga problema a la hora de... —  calló de forma abrupta, pero sabía que ella entendería a qué se refería — yo solo no quiero hacerte daño — recostó su cabeza sobre el hombro femenino. Se estaba aguantando las ganas de llorar nuevamente hasta que ella volvió a abrazarlo. Y muy al contrario de lo que creía Asuna no vaciló en su respuesta —  te dije que sería más cuidadosa — la dulzura que transmitía en su voz, logró calmar las inquietudes del joven pero aun así se permitió replicar.

— Tú no entiendes —  soltó un suspiro cargado de cansancio.

—Te amo... y no me importa lo que seas. Conozco quien eres en realidad y eso me basta para saber que puedo confiar plenamente en ti. Por eso... —  sujetó la mejillas masculinas y le dedicó una mirada tan decidida e intensa que convencería a cualquiera — no habrá nada que lamentar. Te lo prometo.

—  Asuna... — Kazuto se sintió perdido y derrotado ante esa mujer, quien para cortar con ese ambiente de tristeza que se percibía soltó su agarre, desvío la mirada y aclaró su garganta —  además, dijiste que me ayudarías con Sugou — sonrió dedicándole un guiño travieso.

Al recordar su promesa el pelinegro asintió con más ánimo para luego ser él, el que esta vez fundiera sus labios con los de ella.

Desde ese momento supieron que ya no podrían separarse del otro. Mucho menos ahora que habían expresado sus sentimientos por el otro y descubrir que estos eran completamente correspondidos.

***

Asuna volvió a la residencia Yuuki y aunque trató de hacer lo posible para no encontrarse con sus padres, pareciera que el mundo la odiaba porque ni bien puso un pie en la entrada, ellos estaban ahí para reclamar su falta de educación y de clase por salir corriendo de esa forma vaya a saber uno donde y aun peor teniendo el descaro de volver ya entrada la noche.

Ahora ella era una mujer comprometida y no podía darse el lujo de seguir comportándose como una chiquilla malcriada y dejar que los demás hablasen de ella a sus espaldas, esparciendo rumores y así dañando el buen nombre y la reputación de la familia que con años de esfuerzo se habían ganado.

Como consecuencia, sus padres habían tomado ciertas medidas con ella, ya no podía salir pasada las cinco de la tarde, mucho menos podía hacerlo sola y ni hablar de visitar lugares desconocidos por sus progenitores. Por lo que sus encuentros con Kazuto corrían peligro; debía asistir puntualmente a todas sus clases, esas que ella había abandonado en algún momento, para convertirse en una esposa ejemplar y digna de alarde, pero lo peor de todo era que la obligaban a pasar tiempo con "su prometido".

Era detestable el tiempo que le obligaban a pasar con Sugou. Solo hablaba de sí mismo, no le importaba en nada su opinión y siempre la miraba con ojos lascivos, como si ella solo fuera un objeto de sus deseos. Afortunadamente y para alivio de Asuna, Sugou nunca se atrevió a hacerle nada ya que siempre había alguien con ellos, ya sea sus padres, hermano o las personas que se encargaban de atender a la familia.

Así, como el tiempo que quedaba para sí misma se había reducido bastante y no podría ver a Kazuto regularmente, aprovechaba el tiempo en que su madre, quien generalmente se quedaba en casa, saliera a sus reuniones con "sus amigas de la alta sociedad", y como sabía que esas reuniones tardaban al menos unas dos horas ella iba junto a Kazuto o el pelinegro lograba colarse por la ventana de su habitación sin que nadie se diera por enterado. Sin embargo la castaña prefería mil veces ir ella a su encuentro que viceversa, puesto que sentía la casa de Kazuto más como un hogar que su propia residencia.

Desde aquella vez en que confesaron lo que sentían, habían pasado ya otros dos meses, tiempo durante el cual habían empezado una relación; aun y cuando Asuna estaba comprometida. De todos modos ese matrimonio nunca se daría. Sus encuentros seguían iguales, lo único que cambiaba era que ahora no hacía falta ocultar sus sentimientos, podían expresarse libremente y los besos y caricias se hacían presentes cada vez con más confianza y frecuencia.

***

Londres-Inglaterra. Julio de 1876

Sus rostros se hallaban unidos, sus respiraciones se escuchaban agitadas. Habían estado así por varios minutos que si seguían de esa forma perderían el control de sus acciones y aunque ambos lo desearan, Asuna aún se sentía insegura, nunca antes había sentido algo semejante por otra persona y el hecho de que ella fuera pura e inocente la hacía dudar ya que Kazuto parecía tener experiencia. Lo supo por la forma tan natural en que la tomaba de la cintura y la forma tan apasionada en que la besaba mientras ella luchaba con su timidez, inexperiencia y rigidez. Pero no le molestaba que él haya tenido alguna experiencia previa, le importaba más el hecho de que ella no pudiera satisfacer sus demandas por eso trataba de seguir el ritmo en cada beso.

Y cuanto más rápido le agarraba el ritmo, más se dejaba llevar por aquellas sensaciones que la invadían cuando sus bocas parecían danzar al unísono en perfecta armonía.

Pero debían hacer las cosas bien y no dejarse llevar plenamente por lo que sentían. Por lo que terminaban separándose y optaban por hacer otras cosas como hablar.

Además, en algún lugar de su corazón Asuna guardaba la pequeña esperanza de que su matrimonio con Sugou fuera revocado, pero a estas alturas era prácticamente imposible, sus padres jamás la tenían en cuenta, claro porque solo importaban los negocios y muy a su pesar, su matrimonio era un negocio para ellos.

Ya solo faltaban dos meses más para que Asuna cumpliera la mayoría de edad y su inminente compromiso se concretara y en la residencia Yuuki, los preparativos se llevaban a cabo sin retrasos y las visitas constantes de Sugou y las miradas sugerentes que le daba la tenían inquieta. ¡Definitivamente no quería compartir su vida con ese hombre!

— Debo irme — susurró Asuna una vez las campanadas de una iglesia cercana retumbaron marcando las cuatro de la tarde, a lo que el pelinegro no pudo mas que asentir decepcionado.

Una vez la castaña cruzó el umbral de la residencia, su madre la recibió con una mirada des-aprobatoria. Y entonces supo que se encontraba en problemas. ¡Su madre había llegado antes de lo previsto!.

— ¿Dónde estabas Asuna? — su voz sonaba molesta y su postura daba a entender lo mismo.

La joven se quedó estática en su lugar. ¿Qué podía decir?. Realmente la había tomado desprevenida y es que su madre siempre llegaba cerca de las cinco de la tarde por lo que ella siempre que salía procuraba estar en casa antes de esa hora.

Pero lo que Asuna no sabía es que la señora Kyouko se había enterado de sus constantes escapadas y aunque en un principio no le dio importancia, ahora las cosas eran diferentes, faltaba tan poco para la boda por lo que debía terminar con aquello definitivamente.

— Te hice una pregunta Asuna— la severidad en el tono de su voz hizo que la nombrada comenzara a sudar frío y ante su silencio continuo hablando esta vez en un tono mas calmado — ¿sabes Asuna? — su madre la miró directamente a los ojos y comenzó a caminar a su alrededor, ocasionando que la joven tragara en seco — creo que he sido muy comprensiva contigo — poso su mano sobre la mejilla derecha de su hija y Asuna no podía despegar su vista de ella.

— Es por eso que he decidido adelantar tu boda — soltó con tanta tranquilidad y con una leve sonrisa que por un momento Asuna creyó que le estaba tomando el pelo.

— ¿Qué...? — logró susurrar apenas.

— Si, verás...— retiró su mano y retomó su ligera caminata a su alrededor, con las manos detrás de su espalda y mirando el suelo como si fuera la cosa mas interesante del mundo — he estado pensándolo bastante... — levantó la cabeza para mirarla nuevamente mientras Asuna inconscientemente se tensaba — y de todas formas te vas a casar, por lo que unos días menos no hacen la diferencia — dijo restandole importancia al asunto.

— No... — Asuna negaba mientras retrocedía lentamente con la mente completamente confusa por lo que le acaban de decir — no puedes... no puedes hacer eso...

— Esto no está en discusión Asuna, tú padre ya me dio su consentimiento y Sugou ya está enterado — dijo con una expresión fría en el rostro.

— ¡No puedes! — reclamó la castaña — acepté este compromiso sólo porque no tenía elección, acepté que me escogieras el vestido — la joven cegada por la ira comenzó a caminar en dirección de su madre, alzando la voz cada vez más — acepté que tú te encargaras de todos los preparativos porque definitivamente no me interesa ponerme a planear mi sentencia de muerte, pero... — la miró unos segundos antes de continuar con voz arisca — ¡definitivamente no puedo aceptar que hagas lo que se te de la gana siempre!.

En ese momento su madre la sujetó del brazo con fuerza acercándola completamente hacia sí, mientras la castaña forcejeaba intentando soltarse — escúchame bien Asuna — Yuuki Kyouko había perdido la paciencia — ¡te vas a casar, la boda será en una semana eso ya está decidido y tú vas a obedecer porque para eso te educamos!.

No podía creer lo que acababa de escuchar, sabía que para su familia los negocios eran lo mas importante, sabía que su matrimonio era justamente eso y definitivamente estaba consciente de que realmente para sus padres su opinión no contaba, pero... ¡esto era el colmo!. Su madre le había dicho prácticamente que solo era un objeto para ellos de una manera muy descarada.

Y ante su mirada llena de incredulidad su madre comenzó a reír descontroladamente — ¿qué? — habló por fin la mayor — ¿acaso creíste que te dejaría hacer lo que quisieras y mas cuando se que has estado saliendo a mis espaldas? — la castaña abrió los ojos en sorpresa. ¿Cómo sabía su madre que había estado saliendo por las tardes? — ¿Me crees estúpida Asuna?, ¿pensaste que no me daría cuenta de que sales sola todos los días aún cuando te prohibí salir sin compañía? — la mujer imprimió mas fuerza en si agarre, logrando arrancarle un gemido de dolor a Asuna por el acto — ¿crees que no sé que te vas a encontrarte con un hombre?, ¡que para el colmo es un don nadie!.

¡No puede ser!. ¿Ella sabía sobre Kazuto?. Si era así, entonces ya no había porque ocultar lo que sentía — entonces si sabes eso, también sabrás que no tengo la menor intención de casarme — con un jalón por fin logró safarse de su agarre — ¡y también sabrás que ni tú ni nadie podrá separarme de Kazuto!.

— ¡Es suficiente! — estalló en ira Kyouko y volvió a recalcar — ¡te vas a casar, la boda será en una semana y no está a discusión!.

— No me voy a casar. ¿Me escuchaste? — habló con la voz arisca — NO-ME-VOY-A-CASAR — Dicho esto salió corriendo hacia las escaleras y subió a su habitación cerrando la puerta con seguro mientras a lo lejos aún podía escuchar los gritos de su madre.

Una vez sola, se dejó caer en la cama intentando aclarar su mente y pensar que podía hacer. Tras la revelación del adelanto de su matrimonio, todos sus planes de escapar con Kazuto se venían abajo, porque una semana era muy poco tiempo. ¡Por Dios una semana!.

Y tras analizarlo detenidamente, a estás alturas sólo había una cosa por hacer.

***


Nota:

¡Holaaa!

Se que ha pasado mucho... muuucho tiempo realmente desde que subí el primer cap de este fic (dos años ya 😅) y realmente me disculpo, puesto que este cap ya lo tenía prácticamente hecho hace mucho.

No quería tardar tanto y sé que no es excusa, pero en estos dos años de ausencia pase unos momentos que realmente fueron difíciles para mi  y es ese el porque no había subido nada de ninguno de mis otros fics. Pero ahora quiero volver a retomar mis historias de a poco empezando por esta, que es la que más me habían pedido (realmente lo agradezco💕).

Agradezco a Sumi por hacer de Beta en este cap (aún cuando se supone que este fic era tu regalo desde un principio 😅) y por escucharme o mejor dicho leerme todo este tiempo que estuve ausente, gracias 💕

En fin, quería subir esta actu hoy, antes de que acabe el día, como conmemoración del aniversario de nuestra amada parejita 💕💕... Espero no haberlos aburrido demasiado 😅 y que el cap haya sido de su agrado 🌚 y en el siguiente cap se viene lo bueno o eso espero xD

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro