
◉ El juego de la botella || Homura x Madoka ◉
Historia ganadora del tercer lugar en el Reto: "El Juego de la Botella" de WattpadFanfictionEs.
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La idea de hacer una pequeña reunión para celebrar el día de San Valentín fue de Mami y la del juego de la botella, realizada a mitad del evento, se le había ocurrido a Homura.
Kyoko encontró la botella que usarían y Sayaka estableció la regla de que la persona señalada por el pico de la misma al detenerse debía ser besada por quien la hubiera hecho girar.
—Que empiece Madoka —sugirió Homura y todos estuvieron de acuerdo.
Preguntándose a quién tendría que besar, Madoka hizo girar el recipiente encima de la pulcra cerámica. Fue cuando empezó a detenerse que el tiempo dejó de fluir y sólo una persona fue consciente de ello.
Homura sonrió con malicia, tomó la botella y la colocó apuntando en su dirección.
«Ahora sí que podré saborear los deliciosos labios de mi querida Madoka», pensó y tuvo que tragar fuerte porque se le hizo agua la boca de solo imaginarlo.
El tiempo retomó su curso y, curiosamente, nadie pareció sorprenderse demasiado al notar hacia qué lado apuntaba la botella. Lo que sí impresionó fue ver a Madoka, qué siempre parecía tener vergüenza y dudaba para hacer cualquier cosa, levantarse de su lugar, decidida, como si lo que fuera a hacer no era besar a su amiga.
Homura no se movió cuando su crush se le acercó. Tampoco lo hizo cuando se acuclilló frente a ella y, apoyando las pequeñas manos en sus hombros, posó sus labios encima de los suyos.
De inmediato, Homura, para quién desaprovechar esa oportunidad no era opción, tomó el control y besó a Madoka como si no hubiera un mañana.
Los espectadores observaban, mudos de la impresión, como la Mahou Shoujo del tiempo se alejaba de la sonrojada pelirrosa por unos escasos segundos antes de atrapar nuevamente sus labios.
Sayaka, que estaba más cerca, fue la única en notar como Homura metía su lengua en la boca de la más baja de una forma que tenía de discreta y pudorosa lo que Kyoko tenía de delicada.
Finalmente, Homura dejó libre a su pequeña y adorable presa.
Madoka quedó tan atontada, que ni siquiera supo cuando se había sentado en las piernas de Homura.
«¿En qué momento...?», se preguntó, recuperándose poco a poco.
—Besas muy bien —le susurró una sonriente Homura en tono seductor—. Podemos continuar cuando quieras... y dónde quieras. —finalizó y entonces le lanzó un guiño.
Esperaba cualquier cosa, más no lo que pasó a continuación. Pues, Madoka, que aún no se movía de su lugar, le devolvió la sonrisa de una curiosa forma que la desconcertó.
—Está bien, Homura-chan —asintió, usando el mismo tono—. Lo tomaré en cuenta~.
Acto seguido, como si no quisiera dejar de tomar desprevenida a la pelinegra, depositó un casto beso en la punta de la nariz ajena antes de levantarse y volver a su sitio.
Ese día, por primera vez, Madoka logró algo que no todos podían conseguir: descolocar a la imperturbable Akemi Homura.
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