#4. Abrazo Reconfortante
Los personajes de fairy tail no me pertenecen más los one-shots si
#4. Abrazo Reconfortante.
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Ser la chica solitaria de todo el Instituto era difícil, ver como los demás tienen a alguien con quien desahogarse, alguien que pueda escucharlos, apoyarlos y darles un fuerte abrazo. Para ella todo era diferente... Ella estaba completamente sola sin nadie con quien poder contar ni siquiera sus propios padres, ellos siempre están fuera de la ciudad... ¿Siquiera saben que ella Esta viva? La repuesta es un si, ellos le mandan el dinero necesario pero ella no quería dinero ¡Simplemente A sus padres! Pero no, la realidad la golpea en la cara cada vez que llega a esa mansión completamente desierta a excepción de los empleados, esos que la cuidaron y criaron a su manera pero, no era lo mismo, ellos no le contaban cuentos para dormir, no la abrazaban cuando tenía miedo, ella no podía esconderse en sus camas después de una pesadilla, su autoestima esta por los suelos aunque no tuviera razón para ello, su cuerpo era hermoso, su cabello y ojos eran perfectos, solo que ella no sabía apreciarlos. Su mirada no tiene sentimientos, ella no tiene una personalidad concreta, sus sentimientos la controlan... Pero nadie lo sabía, absolutamente nadie la entendía siempre decían el típico "Pronto pasará" O el "Que estupidez" Nadie la entendía, solo ponían excusas para alejarse de ella. Odiaba cada vez que sus compañeros maldecían a sus padres solo porque los hicieron enojar sin saber que eran dichosos de tener su amor y cariño mientras ella daría todo lo que fuera por un minuto con sus padres, aunque fuera un solo segundo lugar bastaba, lo único que llenaba un poco ese gran vacío era la actuación, si, el club de actuación era el único lugar donde ella podía manifestar diferentes personalidades intentando encontrar la suya.
—¿Señorita Hearfilia?
Logró escuchar saliendo de sus pensamientos notando toda el aula completamente vacía salvó un chico pelinegro que estaba a unos 3 taburetes al lado de ella y la maestra que la miraba esperando su tardía respuesta.
—¿Si?
Fue lo único que sus labios lograron formular, la docente solo la miro con algo de tristeza, oh como odiaba esa mirada, derrepente unas inmensas ganas de voltear a un lado la dominaron encontrándose con la mirada de un Moreno de ojos color sangre el cual simplemente cerro los ojos levantándose para luego abandonar el aula, extrañada volvió a prestarle atención a la profesora la cual la miraba igual.
—La clase ya acabó pero antes de que te vayas quisiera charlar contigo sobre unas cosas.
La mirada de la rubia se volvió mucho más confusa, era extraño ese tipo de conversaciones con su docente de Biología, no es que se llevarán mal, al contrario se llevaban de lo mejor solo que no solían hablar cuando termina la clase.
—he... Claro señorita, ¿Que desea hablar?
La adulta de unos veinticinco solo observo por unos instantes la ventana para luego volverla a mirar a ella, su mirara era indescifrable pero no para la rubia la cual ya sabía que esa cara significaba algo malo.
—Señorita hearfilia, al ser la mejor estudiante que tengo quisiera que hicieras algo por mi.
Recibe un asentamiento por parte de la rubia, la docente solo se apoyó sobre su escritorio mirándola con total seriedad, la rubia solo se Mantuvo neutral.
—Se lo que te sucede y quiera, no, te pido de favor que vayas a una terapia.
Rápidamente la rubia toma su brazo que era cubierto por un largo suéter de color Vinotinto sencillo, esa acción no pasó desapercibida por la mujer.
—Si señorita hearfilia, a eso me refiero... Ya puede retirarse, su padre la esta esperando afuera y ya está al tanto.
La hearfilia maldijo en voz baja a esa profesora, mientras salía del Salón se dirigió a su casillero pasando al lado de algunos estudiantes que todavía se encontraban en la institución, ella caminaba lentamente bajo la mirada de burla a su alrededor, su sistema auditivo logró escuchar algunos susurros como: "La chica rara ya está aquí", " Miren la señorita emo", "La actriz fracasada que no a llegado a presentarse en otro lugar que no fuera el auditorio del Colegio". Estaba harta de todo eso pero ¿Que podía hacer? Su mirada se poso sobre el mismo chico de la clase, parpadeo por un segundo y el ya no se encontraba «Que chico más raro, aunque ¿que puedo decir yo?» Pensó para si misma siguiendo su camino hasta su casillero, al ya estar enfrente de el un escalofrío le recorrido toda su espina dorsal, odiaba esa parte del día «Aquí voy» Abrió su Casillero con cuidado, una carta salió de el y era sumamente extraño, siempre a esa misma hora que abría su casillero caían muchísimas cartas de insultos y burlas hacia su persona, raramente habían pocas pero esta vez... Había solo una, la tomó entre sus manos con delicadeza, no tenía el nombre de quien la envió, solo se encontraba en la parte trasera con letras separadas en mayúsculas la palabra "Hearfilia", un debate mental se llevó a cabo en ella sobre si leer o no la Carta, por la letra ya sabía que era una de insultos, esa letra la reconocía donde fuera, era la misma letra que la primera y muchas más cartas de odio. Tomando todo el valor que tenía la abrió mirando por encima de esta, logró distinguir algunos insultos, sin querer leerla completa la arruga con sus manos convirtiéndola en una bola lanzándola al suelo, toma sus cosas y cierra el casillero tomando camino hacia la limusina que se encontraba en la entrada de la institución.
Sin notarlo un chico de cabello completamente oscuro sale de un pilar del cual minutos atrás estaba apoyado mirando a la nada, cuando su mirada viaja hacia la bola de papel en el suelo la toma, sin importar que la abre empezando a leer.
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Hola hearfilia
¿Como estuvo tu día?
Eso diría si tú presencia no me molestara tanto, ya sabes lo que diré, aunque bueno se que ya no lees mis cartas, que triste:(
Como sea
Eres una maldita, este colegio no te necesita, creeme si te vas nadie lo notará estúpida, solo eres el maldito cero a la izquierda, es triste el hecho de que nunca fuiste ni serás nada por ser la maldita suicida que eres.
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El Moreno fruncio su ceño al reconocer la letra, tendría que hablar seriamente con sting. Su mirada viajó al camino por el cual salió la rubia, un suspiro salió de sus labios empezando su caminar hasta cierto parque, durante el camino de cinco minutos miro al cielo, los autos que pasaban a su lado derecho a sus propias velocidades, las personas que pasaban a sus lados eran tan diferentes en aspectos pero aún así su mirar siempre Lucía aburrido. Al llegar al parque se sentó en una banca cualquiera sacando un cigarro de la Caja que se encontraba en su bolsillo, lo encendió mientras lo posicionaba en su boca, su mente divagaba en la Carta «¿Porque todos la tratan así?» Esas palabras pasaban por su mente era injusto, siempre veía como ella se divertía en la clase de actuación, también notaba sus sonrisas tristes cuando algo le salía mal pero luchaba por hacerlo bien, cuando su mirada cambia a tristeza cuando camina por los pasillos, todo eso por alguna razón... Le afectaba.
—¡Rogue hermano! ¿Que estuviste haciendo todo el día? Te echaba de menos.
El Rubio soltó una carcajada mientras que el Moreno solo lo miraba, las palabras de la Carta pasaron por su mente y unas ganas inmensas de golpearlo eran retenidas por el de ojos carmesí, el Rubio al notar el común silencio del azabache dice.
—Aunque sea habla ¿No?.... ¿Que es ese papel que tienes en la mano? No me digas que es una carta de amor que no pudiste entregar.
El Moreno miro hacia su mano izquierda, era verdad, por estar tan ensimismado en sus pensamientos no noto que aún poseía la Carta, lo pensó por varios minutos hasta que por fin decide extenderle la Carta Soltando un simple "¿Te parece conocida esta letra?" El Rubio solo sudo frío mientras su tez parecía tornarse un poco más clara, con esa reacción el Moreno aclaro sus dudas, sus cejas se tensaron, su mirada cambio a una seria, apretaba los labios tan fuerte como podía mientras sus manos se tornaban puños hasta que sorpresivamente golpea el rostro del chico enfrente suyo tan fuerte ocasionando que este cayera, sinceramente el Rubio no se lo esperaba para nada.
—... ¿Porque?...
Su voz sonaba molesta sus puños seguían tensos, el Rubio solo atino a quedarse callado y bajar la mirada, un suspiro sale del Moreno mientras bajaba su brazo «Oh sting, como el decepcionas, te creí mejor persona» se dijo para sus adentros, aunque no lo dijera en voz alta su mirada denotaba decepción, volviendo a suspirar empieza a alejarse a paso lento, su paciencia estaba en sus límites.
•[♥]•
La rubia al entrar a la limusina se sienta encontrándose en frente a su padre que la miraba con seriedad y algo de molestia el la recorrió con su mirada, ella solo lo miraba fijamente, derrepente una guerra de miradas se establece bajo el ambiente tan tenso que había en ese espacio, tanto que hasta el chofer tuvo que levantar el vidrio negro que lo separaba de la parte de atrás, el primero en empezar la conversación fue el adulto.
—Tuve que volver a la cuidad después de resivir la llamada de tu maestra... ¿Deseas contarme? Recuerda que soy tu parte y puedes contar conmigo, después de todo eres mi única hija.
—Ja ¿Yo? ¿Contar contigo? ¿Para que? ¿Porque soy tu única hija y supuestamente me amas? Esas mentiras no van conmigo, siempre que te necesite ¿Donde estuviste? ¡Lejos! ¡Ocupado! Sin tiempo... Para mi, dime ¿Como puedo confiar en ti si ni siquiera estuviste en mis peores momentos? Dime, ¿porque te quedas callado? ¿Es porque tengo razón?.
El adulto estaba pasmado nunca espero que su dulce hija le hablara así, la pequeña que corría y saltaba feliz estaba ahí enfrente de el, totalmente cambiada siendo lo opuesto a su niñita, ahora que lo pensaba ¿Cuando fue que su pequeña había crecido tanto? Justo ahora se daba cuenta de lo mucho que falto en la vida de su adorada hija, tanto que ni a su graduación de primaria fue. Ahora se encontraba totalmente decepcionado de si mismo, ella lo estaba mirando en busca de su respuesta, sus labios temblaban no tenía ni idea de que responder por suerte para el la ventanilla que separa al chofer fue bajada mientras las palabras de este salían como lo mejor que le pudo haber pasado.
—Ya llegamos a la mansión señor
Un simple gracias salió de el mientras bajaba del auto, debía pensar en muchas cosas si quería volver a ver la cara de su pequeña, la chica por su parte solo bajo la mirada y cerro la puerta del auto con un poco de fuerza, unas pequeñas lágrimas amenazaban con salir de sus ojos, esos ojos marron cual chocolate que tantas veces húmedos estuvieron, el chofer la miro por el espejo el no pregunto, solo empezó a conducir.
Ella agradeció internamente al joven chofer, sus pensamientos estaban revueltos sus ojos denotaban la misma tristeza que todos los días poseía apoyo su brazo en el pasamanos de la puerta mientras su mirada se perdía en las calles llenas de autos, su mirada se nublaba por lo cristalizados que se encontraban sus ojos, solo tenía un lugar al que ir cuando quería llorar a mares, el chofer pelirosa ya se sabía todo el camino de memoria por lo que solo conducio sin decir nada.
Al llegar al pequeño bosque la joven se baja del auto cerrando la puerta detrás de ella, se adentra en el bosque llegando a un pequeño Prado donde se recuesta en un árbol, las lágrimas no dejaban de salir de sus hermosos ojos chocolate, unos gemidos de tristeza salían de su boca junto a pequeños sollozos, su rostro estaba caliente mientras su cabeza dolía muchísimo y sus ojos ardían. Un ruido la hace sobre saltar levantando su mirada hacia donde provenía encontrándose al mismo chico de hoy.
—¿Que te sucede?
Sorpresivamente el habló mientras se sentaba a su lado sin mirarla, el solo tenía un objetivo, que ella desahogara todo ese dolor que tenía dentro, que dejara de sufrir sola, porque el la entendía no porque sus padres lo ignorarán, si no que el no los tenía consigo y no puede cambiar eso, sabiendo como de siente ella era horrible no poder desahogarse
—...Mi vida es una mierda, así de simple...
El ahora se encontraba mirándola, ella no quería decirlo todo completo tampoco quisiera obligarla. Era su decisión si decírselo o no, así que lo respetaría.
—¿Sabias que ya nos conocíamos?
La rubia lo mira con confusión ignorando el hecho de que había dejado de llorar, el Moreno solo sonrió sinceramente hacia el cielo, había logrado su primer cometido, hacer que dejara de llorar.
—Nos conocimos en este pequeño prado, éramos unos niños de diez años apenas, yo estaba sentado bajo este mismo árbol tu llegaste corriendo sonriendo pero por accidente caíste.
•Flashback•
La pequeña estaba sollozando, el azabache solo se levantó y Empezó a acercarsele, al estar lo suficientemente cerca observa con detenimiento el raspón, no era tan profunda así que solo rompe un poco de su camiseta y la coloca en su rodilla.
"—Listo llorona, deja de sollozar."
La chica seguía sollozando tanto que ni cuenta se dio de la presencia del chico o de lo que ahora estaba cubriendo su pierna, ella solo se concentraba en el dolor y ardor de su rodilla. El pequeño solo bufo de molestia al ser ignorado así que solo se resignó a sentarse a su lado a hacerle compañía, pero antes la rodeó con sus brazos y hundiendo su cabeza en el cuello de ella dándole un calor tan cómodo que la pequeña dejó de llorar al instante, para ella fue un abrazo tan... Cálido, tan reconfortante.
•Flashback End•
La rubia estaba anonadada una historia tan corta pero adorable a la vez según su punto de vista, ahora la recordaba con exactitud, recordó esa hermosa calidez que sintió en ese entonces, lo feliz y cómoda que estuvo, sin pensarlo se acerca al pelinegro que seguía mirando el cielo y lo atrapa en una abrazo el cual sorprendió muchísimo al chico que se sonrojo hasta más no poder, su impresión fue tanta que ambos cayeron, ella ahora se encontraba encima de el abrazándolo el solo se dejó llevar y la rodeó con sus brazos en un Abrazo reconfortante en el cual estuvieron bastante tiempo hasta quedarse dormidos.
Este era el hermoso comienzo de una linda amistad... Y quien sabe si algo más, pero ella ya no estaba sola. Tenía a alguien que ahora la entendía, alguien que la abrazaría cuando lo necesitará y con el cual poder contar.
End
Cuarto one-shot
Escrito: 06/11/18
Publicado 06/11/18
Numero de palabras: 2521
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