Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 13: Última travesura


<<Días antes...>>

Drei abrió con cierto esfuerzo la puerta de metal que da hacia la azotea del edificio en medio del bosque. Su cabello entrecano se alborotó con la fuerza del aire y tuvo que sostener el aliento por un segundo al ser golpeado con la frialdad del exterior.

Su corazón ya alterado aceleró su marcha al ver la joven figura sentada en la orilla del techo con los pies colgando hacia el vacío. Parecía distraído con algo que rondaba en su mente, así que prefirió no acercarse para no tomarlo por sorpresa.

—Sabía que te encontraría aquí, Nueve —dijo para llamar la atención del joven.

—¿Me estabas buscando? —El chico de cabellera negra se puso de pie al borde y giró hacia él—. ¿Surgió algún problema?

—De hecho, quien te busca es Peter.

La mención de aquel nombre hizo que Nueve se tensara en su lugar.

—Me parece que es importante esta vez, está en la enfermería.

Nueve se encamino hacia la salida con actitud y postura desgarbada, aunque se detuvo un segundo antes de pasarle por un lado a Drei, pues este los sostuvo del brazo impidiendo su avance.

—Nueve, necesito pedirte que sea amable con él. Le he dicho que no tiene que preocuparse de nada, pero no es verdad. —Esperó hasta que la mirada confundida del chico se dirigió hacia él—. Tiene una herida muy grave en el abdomen, y no tenemos morfina, me temo que no... no sobrevivirá.

Los ojos del mayor se oscurecieron ante la impotencia.

Nueve se soltó del agarre con brusquedad.

—¿¡Por qué demonios no lo dijiste antes!? —Nueve retomó su camino—. ¡Díle a alguien que prepare la camioneta! Iré a conse-...

El agarre del mayor lo interrumpió de nuevo.

—¿Qué?

—Aunque la tuviera no puedo hacer nada, ya no. Es tarde —su voz se cortó—. Solo pido que, si te confía su última voluntad, lo escuches y hagas lo posible para cumplirla.

Dejo ir con lentitud el brazo del chico. Quien salió disparado por la puerta, hacia el interior del edificio.

Nueve bajó los escalones saltándolos de tres en tres, corrió por los pasillos internos ignorando a las personas que le decían que fuera con más calma y casi se fue de bruces al frenar cuando llegó al área de la enfermería.

Tomó un momento antes de entrar, excusándose en que tenía que recuperar el aliento, pero estaba preparándose para lo que podría decirle el chico en la última camilla.

Cuando empezó a caminar hacia el fondo, unos ojos canela lo miraron. Los oídos de Nueve se prepararon para uno de esos comentarios mortíferos que solía soltar aquel chico cuando se cruzaban, pero en lugar de eso, una sonrisa lo recibió.

—Los círculos del infierno en uno... Nueve en persona —comentó con cierta alegría, haciendo a su vez, un leve movimiento con una mano invitando al otro a acercarse.

—La pesadilla sonriente... Júpiter —fue lo que contestó con un tono precavido.

Había pasado tanto tiempo desde que no jugaban de esa forma con sus sobrenombres que Nueve cayó en la cuenta de lo infantil que sonaba hacerlo.

Nueve se acercó a la camilla para corroborar que la mancha oscura en el vendaje de Júpiter se trataba de sangre. El de pecas en el rostro parecía tan pálido como las sábanas que cubrían la parte inferior de su cuerpo.

—Quería... quiero disculparme por un par de cosas que dije en el pasado. Cosas que no se le dicen al mejor de tus amigos —un tono avergonzado se filtró en la voz de Júpiter.

<<La vergüenza no te va, Peter>>. Pensó Nueve con ganas de comentarlo.

—¿Quieres recuperar el tiempo perdido? —El chico de ojos grises se sentó en el borde de la cama, teniendo cuidado de no mover al otro.

—No, claro que no. Yo no creo en esas cosas. —Negó con la cabeza—. Quiero irme con la mente en paz, eso es todo. Para hacerlo debo disculparme contigo.

—¿A dónde mierda piensas ir? —Una sonrisa ladina abordó los labios Nueve—. Drei dice que en unos días podrás salir de aquí, pero no me imaginé que ya tuvieras en mente irte a algún lado.

Una risa airada se desprendió del interior de Júpiter.

—Mi tío, quiero decir, Drei, ha podido engañarlos a todos siempre, menos a mi —confesó manteniendo la sonrisa—. Puedo ver a través de él. Y no soy ningún tonto.

Nueve no podía sostenerle la mirada al que una vez fue su más cercano amigo, así que posó los ojos en una de las pecas en el cuello de Júpiter, para que este no sintiera que lo estaba ignorando, aunque no lo viera a los ojos.

—Debiste llevarme contigo, idiota —reclamó Nueve con voz airada—. Tú... no estarías así. Pero no puedo pedirte que confíes en mí, ¿cierto?

—No digas tonterías. Nueve, ey —llamo la atención del chico, cuando sus ojos y los de nueve se cruzaron su sonrisa creció—. No importa el rencor, no importa cuantas veces te manchaste las manos antes o después, jamás, en serio, jamás dejé de confiar en ti.

Nueve soltó una risa carente de humor.

—Cuando mataste a Venus... me sentí traicionado. El dolor de su perdida me cegó. Odiarte me ayudó a superar su muerte porque era lo más fácil que podía hacer en ese entonces, pero mi rencor estaba mal dirigido. Lo entendí cuando descubrí que ellos se habían llevado a mi hermano gracias a la información que ella había juntado. —Júpiter negó con la cabeza—. Comprendí que sólo habías hecho tu trabajo como protector de este refugio. Yo había sido un egoísta que sobrepuso a una desconocida por encima de la seguridad de mi gente.

—La querías, lo hiciste desde el primer momento.

—Pero era una desconocida. Todos decían que había algo extraño con ella y no quise escucharlos. —Júpiter se llevó una mano temblorosa al centro del pecho—. Si hubiera escuchado mi hermano estaría aquí, conmigo. —Presionó su dedo contra la camilla—. Estoy muriendo y ni si quiera recuerdo su rostro.

Los ojos de Júpiter se llenaron de lágrimas que amenazaron con caer. Mientras tanto, Nueve continuo en silencio. Pero relajó la tensión de su cuerpo.

—¿Recuerdas lo que te dije después de su muerte? —Júpiter sonrío con tristeza cuando Nueve asintió—. Dije que ojalá algún día te quiten lo que amas, que te hieran de esa forma como tú lo hiciste conmigo. Te deseaba que sintieras la desesperación y el dolor de perder a alguien así de importante como lo fue ella para mí.

—Ah... sólo recuerdo los insultos.

—¡Estoy tratando de disculparme, carajo, Nueve!

Nueve levantó las manos en son de paz, ganándose una risa comprensiva por parte de Júpiter.

—Lo que trato de decir es que, no debí irme contra ti como lo hice. Debí escuchar tú versión de los hechos. Perdóname, desde el fondo de mi alma, te pido perdón.

<<Si fuéramos normales, no me habría perdonado por matar a su novia, aunque si lo fuéramos, tampoco habría tenido razones para matarla, ¿o sí?>>. Prefirió guardarse aquel pensamiento.

—La verdad, también hice las cosas mal. Pero no me atrevía a decirte nada sobre la traición de Venus, creí que pensarías que era un invento mío porque estaba celoso de que ella te eligiera a ti y no a mí. —Nueve se rasca la cabeza—. No hay nada por lo que debas pedir perdón. Aunque me tranquiliza que hayas comprendido que solo cumplía con mi deber para con los del refugio.

Un silencio cómodo se situó entre ambos tras compartir un par de sonrisas como un par de niños tras hacer una de las suyas.

—¿Ya puedo decirte mi última travesura? —dijo de pronto Júpiter.

—Siempre dices que será la última.

—Dudo que haya una más. Esta vez sí creo que es la última.

Un puñetazo invisible dio de lleno en el estómago de Nueve. En tantos años de peleas territoriales y encuentros con Imperio, nunca un oponente le había acertado un golpe así de fuerte como el que sintió cuando cayó en cuenta de que Júpiter tenía razón. Esta sería la última cosa loca que haría, que harían juntos, como cómplices.

—Hay una chica-...

—No puede ser. —Nueve rodó los ojos.

—No se trata de eso. —Los ojos de Júpiter se posaron en el techo—. Bueno, quizás... —Una sonrisa traviesa se asomó en sus labios. Solo intentaba molestar a Nueve.

—¿Te ayudo a trascender más rápido? —Demostró su molestia con un gesto.

—No, es en serio esta vez. Hay una chica a la que prometí ayudar. Es un Ascendido, pero no conoce nada de nuestro mundo, y ahora Imperio está buscándola por mi culpa —el tono de preocupación en la voz de Júpiter logró despertar la curiosidad de Nueve—. Estuve yendo al otro lado de la ciudad por los rumores de mi hermano. Me encontré con ella dos veces, una de esas veces fue justo cuando tenía a Imperio detrás de mí.

—Creo saber por dónde va la cosa. —Nueve soltó un suspiro—. No me hagas esto, Peter. Pídeme que traiga la cabeza de alguien, que salte por la azotea, todo... menos esto.

—Tráela. Ayúdala... —Júpiter negó con la cabeza—. Protégela como yo no pude hacerlo.

—¿Estás diciendo que por ayudar a una desconocida estas así?

Nueve se puso de pie de golpe cuando Júpiter se quedó callado.

—No puedo creerlo —gruñó en respuesta al silencio—. Y ahora me pides que cuide de ella, debes estar loco.

—De nuevo fui egoísta y estoy por pagar las consecuencias como aquella vez —murmuró el chico de las pecas—. ¿Me harás ese único favor?

—Podrías pedirme algo más simple. No soy el tipo de protector que te estás imaginando.

—Confío en que podrás, te lo he dicho antes: jamás dejé de confiar en ti. —Júpiter le dedico una sonrisa tranquilizadora—. Eres bueno leyendo a las personas, sabrás cómo tratar con ella y, al tener un origen similar, eres tú el más indicado para ayudarla a adaptarse.

—Origen similar —repitió Nueve como probando aquellas palabras—. ¿Qué demonios se supone que significa eso? —Sus ojos se encontraron con los de Júpiter, los cuales parecían haber perdido un poco del brillo que tenían cuando llegó.

Otro golpe en su estómago casi lo dejó sin aire. Nueve ya había visto esa pérdida de brillo en los ojos de una persona, sabía que Júpiter estaba dado todo de sí para mantenerse consiente cuando la muerte lo estaba tentando con un placentero sueño eterno.

—Bien, lo haré —aceptó con miedo a que su amigo se fuera con la incertidumbre manchando su conciencia—. Debo estar igual de loco que tú, pero lo haré.

—Exone y la sala de control están buscándola en estos momentos —finalizó Júpiter entrecerrando los ojos.

—¿Sabías que aceptaría?

—No, pero tenía la esperanza de que... lo hicieras —su voz bajó de volumen de forma abrupta—. ¿Podrías dejarme solo? Toda mi vida he estado acompañado de las personas que he amado, pero ahora me apetece marcharme estando en soledad.

Nueve no quería dejarlo, algo en su interior le impedía marcharse. Pero una sonrisa más de Júpiter le hizo saber que era lo que realmente quería el chico. Y no tenía la fuerza para negarle otro de sus últimos deseos.

El joven de ojos grises posó una de sus manos en el hombro del chico sobre la camilla. Sentía un extraño nudo en su garganta y el inevitable deseo de poder hacer algo más por su viejo amigo. Jamás había querido regresar en el tiempo como lo hacía mientras veía palidecer el rostro del chico con pecas.

—Buen viaje, hermano —su voz salió ronca, colmada de las emociones que se arremolinaban en su interior—. Nos veremos luego, espérame en el otro lado.

—No vengas demasiado pronto —dijo en un suspiro Júpiter.

Eran más que palabras, eran parte del ritual de despedida que se tenía por tradición en el lugar que llamaban hogar.

Soltar a su amigo se le tornó amargo, molesto y a la vez triste. Sentía la piel fría de Júpiter contra la palma de su mano, antes de soltarlo trató de recordar la última vez que habían podido conversar como lo habían hecho. Y cuando no pudo recordarlo, el pecho le dolió. Le dolió más que aquella vez que se rompió una pierna, más que aquella vez que una bala atravesó su estómago.

Y comprendió algo...

<<Es cierto, Peter... perder a alguien que quieres duele mucho>>, no tuvo la fuerza para decirlo en voz alta.

Se alejó dos pasos de la camilla, no pudo darle la espalda a su amigo, avanzó cuanto pudo de espaldas a su camino.

—Nira... te dejo en buenas manos —susurró Júpiter—. Con suerte tú ayudarás a mi hermano a volver con los suyos.

A pesar de la distancia, Nueve pudo escuchar aquellas palabras. Y podría casi jurar que escucho el momento exacto en el que el corazón de su mejor amigo, al que había considerado un hermano tiempo atrás... se detuvo para siempre. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro