Capítulo n°45: "Parte 1: El pasado trae de vuelta a los enemigos".
Pasado.
Si Andromena hubiera elegido bien de que bando pertenecer, Adén no estaría quitándole su voluntad tampoco lloraría suplicando para que la dejen ir.
─Por favor...te lo ruego me iré y no le diré a nadie tu ubicación.
La chica de piel morena estaba siendo retenida por muchas cadenas, sus manos eran suplicas aterradoras y una enorme fogata se encendía a su espalda, asustándola todavía más.
─ ¿Para que necesitas el fuego...? ─interrogo en un balbuceo, su labio inferior temblaba sin lograr la piedad del príncipe.
─Mejías dale su libertad. No la necesitas para tus planes. ─ intervino su madre siendo la principal espectadora de su crueldad.
─Si, por supuesto, que se ira, pero antes cumplirá con su última voluntad.
Sonrió de lado mientras en su rostro se reflejaba las llamas generando un contraste malvado. Luna desconocía a su hijo y le tocaba ver porque ya no podía persuadirlo. Fue conquistado por el odio, el rencor y la ambición.
Adén arrodillado a un lado de la fogata encapuchado y sus manos entrelazadas junto a un amuleto negro invocaba a los dioses del Intinio.
─El hechizo que hare será letal así que solicito un pago de sangre para obtener toda la energía posible. Tiene que ser la de la reina, Luna.
Su rostro horrorizado lo decía todo. Mejías la arrastro del brazo aventándola encima del brujo, cayo de rodillas, Adén saco una navaja de su túnica y pasando el filo por su piel arrugada de la palma corto primero en cruz, luego hizo un cuadro alrededor de la cruz clavándolo al centro.
El brujo lo disfrutaba, ella sufría, la sangre brotaba deslizándose hasta caer en un recipiente de madera. Junto todo el líquido rojo posible para lanzarlo al fuego.
Eso avivo las llamas. Adén comenzó a recitar su plegaria, Andromena permanecía confusa de rodillas atada a un poste. Estaban lejos de la guarida, un sitio conocido como la boca del miedo, allí practicaban todo tipo de magia y él que quisiera usarlo daba una ofrenda al dios Pany, divinidad de la muerte.
─Pany fuerza bruta del mas allá, ven y toma tu sacrificio ─ murmuraba de pie y caminando en círculos. ─Pany solicitamos tu ayuda, como recompensa toma la sangre de esta reina marchita por el tiempo. Ven, te invocamos en nombre de Mejías y Andromena.
Al oír su nombre ser pronunciado, se queda callada mientras sus mejillas están bañadas en agua, las cuencas se abren enormemente y tira de su atadura para huir, pero solo obtiene más marcas en sus muñecas.
Mejías no borra su sonrisa malvada de su rostro escuchando atentamente a Adén.
Las llamas se vuelven de un color naranja intenso pasando a rojo para dar en negro definitivamente, el brujo sonríe al ver que su invocación al dios de la muerte le respondió.
─Por favor, no. Te lo imploro...
Lloraba Andromena levantándose para esconderse detrás del poste, sin embargo, era inútil evitar aquello que ella misma provoco.
Una figura completamente de negro salió de entre las llamas. Aparto de sopetón a la reina Luna al interponerse en su camino. Lanzo un grito estrellándose contra el suelo polvoso de la cueva, Andromena temblaba apretando fuertemente sus ojos para no abrirlos, pero ya era demasiado tarde para detenerlo.
Cada vez que avanzaba contenía el aire, la figura rodeaba el poste y extendió una mano, la cual brillaban huesos y la piel desgarrada mientras goteaba sangre. Adén le dio con manos temblorosas el sacrificio.
Bebió y se oía su garganta tragársela, luego la tiro. En su cabeza cubierta por una capucha comenzaron a aparecer dos cuernos y en lo que sería su rostro dos ojos rojos. Andromena tiritaba, pero de terror. Sus labios temblaban soltando lágrimas silenciosas manteniéndose quieta sin hacer ruido como si así nadie pudiera oírla.
Aunque estaba ha vista de todos. La figura vestida de negro tomo su rostro e hizo abrir sus ojos a la fuerza, luchaba por no mirarlo, pero le era imposible. Clavo sus uñas amarillas y puntiagudas en su piel dejando una marca negra debajo de sus ojeras.
─Yajan san meni pura venti tinan. ─ murmuro en un tono de voz ronca y retorcida.
Dios Pany quito sus dedos de la mujer, la cual cayo inconsciente para despertar con enormes ojos y retintos de oscuridad.
─Listo. Andromena ya no tiene voluntad.
─ ¿Cuánto durara el hechizo? ─ quiso conocer el tiempo para actuar lo más rápido posible.
─Sin contar que la sangre fue poca...calculo mínimo ocho horas. ─ respondió, Adén. ─ Pany se tiene que quedar hasta que ella recobre por completo su voluntad.
─Estoy bajo sus órdenes, príncipe. ─ dijo la mujer sin parpadear.
Luna despertaba del letargo al que la mando Pany viendo a Andromena sometida a su hijo y al brujo, quiso impedirlo, pero el quitarle sangre de su sistema la debilito hasta desmayarse.
─ ¿Qué fue lo que hicieron? ─ cuestiono con voz desgarrada, de horror absoluto.
─Andromena ira a entregar a Critonita al rey Criptón. Como no podía obligarla tuve que recurrir a Pany, ahora nada interferirá en mi camino.
─Eres un monstruo... ─ vocifero debatiéndose entre darle una bofetada o no. ─ Que le proporciones un sacrifico a Pany no te garantiza nada, él volverá y las consecuencias serán severas, Mejías.
─Ya pensare en como deshacerme de él cuando llegue ese momento. Ahora debemos darnos prisa o Pany nos matara.
─Neptuno tenía razón. ─ escuchar su nombre al príncipe Mejías lo enfurecía, debía recordar que es su madre para no hacerle daño. ─Estoy del lado equivocado, él jamás hubiera atacado a su familia por la espalda como tú lo haces. Tu odio desmedido está matando la poca humanidad dentro de ti.
Mejías oída cada palabra salida de sus labios manteniéndose quieto de espalda hacia ella. Adén se adelantaba seguido por un cuerpo sin voluntad propia atravesando el puente de piedra a una altura de 30 metros, descendían por las escaleras con cuidado y el aire dificultaba el respirar al ser tan helado. La cueva estaba caliente, pero al descender el aire gélido dañaba sus rostros.
Adén volteo a ver al príncipe, sin embargo, ya habían bajado muchos metros de la escalera faltándole pocos para llegar a la nave. Por debajo de la escalera corría un río azul, que en sus aguas transportaba huesos, piel desgarrada y partes de cuerpo desembocando en una laguna. Muchos se olvidaban de cumplirle a Pany lo que derivaba en arrebatarle a sus víctimas una parte de su cuerpo o todo, se comía sus almas y arrojaba sus huesos al río.
─Sube. ─ ordeno, Adén.
Andromena no opuso resistencia. La impaciencia del brujo se reflejaba en sus dedos mordidos, la ansiedad por no ver al príncipe bajar lo mataba por dentro. Cuanto más se demoraban, más perdían y Andromena no estaría bajo su poder eternamente.
Su corazón se calmó al verlo corriendo hacia él. Apresurándose a ir con la mujer y la niña.
─Vamos directo a la galaxia perdida ahí nos espera el rey Criptón.
─Y la reina, Luna ¿dónde está?
─Pany la tomo con rehén hasta volver y Andromena se recupere del hechizo.
Adén eso no le dio buena vibra, pero no podía oponerse porque al fin y al cabo estaba tan metido como él en esto y no era momento para retroceder. Asintió y tomando el mando de la nave se dispusieron a volar al punto de encuentro.
Criptón vestido con una túnica bordo, corona reluciente de rayos dorados y cetro en la mano no disimulaba su felicidad por obtener lo que tanto deseaba. Esa niña sería un prodigio sin saber que se convertirá en su mayor enemiga.
La oscuridad no es buena cuando se educa por medio del odio. Creará a un verdadero monstruo para manipularlo y a la vez será su debilidad cayendo a sus pies.
La galaxia perdida es la más alejada del sistema planetario. Aunque es peligroso visitarla se ha utilizado para reuniones de los desertores de la Junta Lunar, allí conviven los Trules, enanos de colores marrones de ojos negros y cabos suspendidos en el aire, que no se mueven ni con una fuerte ráfaga de viento. Huelen a tierra mojada después de llover, visten con pieles de zorros, siempre andan descalzos y defienden su territorio con trampas. Huecos que al caer te lleva a sus hogares debajo de la tierra. Los mayores tienen bigotes terrosos, cejas blancas, cara redonda con enorme nariz y orejas grandes colgando un aro de metal. Los jóvenes lo llevan en la izquierda mientras que las mujeres se diferencian por tenerlo en la nariz.
La lealtad y amor por la familia los mantienen unidos. No están a la vista de los misteriosos visitantes tampoco se unirán en una guerra sin sentido.
El rey se impacienta. Camina de un lado a otro sujetándose el manto al dar pasos imprecisos.
Adén se preguntaba mentalmente por Luna, quien no abordo con ellos, pero al príncipe parecía no importarle su ausencia.
─ ¿Cuándo emperezara la invasión en Loto? ─ investigaba con cautela el brujo.
─El primer ataque de advertencia ya fue dado, a partir de ahora solamente contaremos los minutos para destruir a mi hermano.
**********
Presente.
Andromena intentaba abrir sus parpados, le costaba, sin embargo, su visibilidad era nula y borrosa, las manos atadas en su espalda impedían cualquier movimiento incrustándose en su piel el hilo usado para amarrarla.
─Alguien ya empieza a recobrar el conocimiento. ─ advierte alguien.
La reina luchaba por no volver a dormirse. Eran incontable los bostezos que soltaba y veía una silueta difuminosa, sonreía macabramente frente a sus orbes.
─ ¿Quién... quién eres? ─ balbuceo, atacada por la tos.
Tosía porque su garganta picaba sintiendo frío, pero su preocupación no es su estado actual sino su sobrina. Desde que se quedaron profundamente dormida en el bosque no supo nada.
─No es importante. ─ respondió. ─Solo queremos algo y tú no puedes dar, dejaremos el bosque cuando tengamos en nuestro poder la esfera.
─Eres un oscuro...seguramente el rey Criptón te envió por ella. ─ dijo, fallando su voz en ser dura.
Él chasqueo la lengua soltando una carcajada. Andromena identifico cinco risas, de pronto una ventica helo por completo su cuerpo y no se contuvo en castañear sus dientes.
─Podemos calentar tus huesos si nos das lo que queremos.
Al oír un golpe cerca se giró para ver lo que sucedía. Venían aproximándose pasos entre la neblina que cubría el verde dándole un aspecto tenebroso.
─Hemos llegado justo a tiempo para la diversión. ─ comento el joven de cabello rojo, lumbreras amarillas y una marca atravesando su rostro de un extremo a otro, acompañado por tres más.
─Eigon Luar. ─ el oscuro lo llamo por su nombre sorprendido. ─ Tenemos todo cubierto ¿Por qué has venido?
─Vine en representación del príncipe ¿algún problema? Te recuerdo que él también forma parte del trato.
─Jamás lo olvidaría, pero... ─ pensó un instante. ─Como sea no vamos a lastimar a nadie, queremos la esfera y la obtendremos bajo ningún tipo de problema ¿sí?
Eigon blanqueo sus ojos avanzando a la reina algo perturbada porque no podía aclarar su vista y sus oídos no se agudizaban como ella quería.
El hermano menor de Eigor, Manus se acercó a la chica de fuego en el otro extremo. La colgaron de un árbol y respiraba con normalidad sin despertarse. Rojo continuo en su letargo de fantasía mientras Pluto y Miurse seguían perdidos.
Manus se caracterizaba por ser callado, misterioso y perverso. Su piel tersa de algodón reluciente de blanco resaltaba sus orbes de una mezcla extraña de colores, verde y amarillo, de cabellera oscura. La intensidad del color en sus hebras le llamaba la atención.
─ ¡Bonita belleza! ─ exclamo pasando su piel tibia por la helada de la chica.
Ella se sacudió pretendiendo liberarse de sus cadenas, pero soltó un pequeño quejido. Sus brazos estirados por sobre su nuca fueron sujetados por gruesas cadenas desde un frondoso árbol muriendo lentamente por la contaminación de la oscuridad.
Son una distracción y cayeron en una trampa. Eigon vio a su hermano entretenido con el fuego y fue a apartarlo.
─Ella no es tu juguete, Manus. Es alguien muy poderosa y puede quemarte si le respiras a milímetro de su rostro.
─ ¿Así de tan poderosa es? ─ cuestiono incrédulo.
─Posiblemente despierte en unas horas o tal vez no, primero empezaremos con la reina.
─Pensé que no era tu estilo torturar a las personas, Nio.
─La reina se resiste a entregarnos lo que pedimos. ─ mascullo cuadrando sus hombros.
Andromena se resistía porque ya entrego la bola esperando que este a salvo. Miurse es el único protector, pero su paradero es desconocido.
Manus no dejaba de admirarla. Su cabello de fuego era de un color intenso pocas veces visto, él había escuchado la leyenda, sin embargo, le parecía imposible que alguien sobreviviera a tan desbastadora guerra. El joven seguía arrodillado viendo la belleza de Rojo toco su pelo fino y suave, pero una pequeña chispa salto quemando su túnica azul.
─ ¡Increíble! ─ murmuro viendo las yemas de sus dedos colorados.
Manus ansiaba que despertara para ver sus ojos, pero escucharon un estallido y pronto comenzó a ver una colmena de humo negro.
─ ¿Por qué los oscuros vinieron con ustedes? ─ reclamo Eigon a Nio.
─A ellos no les tiembla la mano cuando se trata de destruir. Créeme son los mejores aliados que podrás hallar.
Nio sonreía de lado, Eigon movía su cabeza y luchaba con su pequeño hermano para apartarlo de ahí. Por su parte, Andromena buscaba la manera de zafarse las manos mientras ellos conversaban. Debía escapar y salvar a su sobrina sino estarán perdidas. También su planeta.
Eigon y Nio quitaron con un movimiento de mano la neblina siendo más visible el sitio, aunque la poca vida que quedaba se sumía en la tristeza. Los árboles tenían sus hojas marchitas, pájaros muertos tirados en la tierra, otros agonizaban aleteando entre las hojas secas y las lagunas mantenían sus aguas contaminadas. Es un hechizo poderoso que provoca sueño mandándolos a dormir por muchas horas incluso días.
─ ¿Y Adén donde se encuentra? ─ Andromena no daba credibilidad a las palabras de uno de ellos. Se negaba a creer en esa posibilidad remota de que el brujo después de ayudar a un desertor siguiera con vida.
─Aquí estoy. ─ dijo saliendo de entre los arbustos. Vestía sotana gris sus manos siempre iban metidas una dentro de la otra manga y su calva le proporcionaba una edad avanzada, pero seguía siendo tan efectivo en su magia. ─Temo que la niña no vaya a despertar.
─Yo también.
Por fin la reina lograba ver las figuras allí presentes. El terror sucumbió en su corazón porque no se trataba de una distracción por parte de los oscuros sino alguien más intervenía con ellos y necesitaban la esfera de su planeta para liberarlo a él, al traidor.
Ella trago saliva atorándose en su estómago un nudo. Si estaban ahí harían lo que fuera para obtenerla sin importar a lo que tengan que recurrir.
─La chica no forma parte del experimento es demasiado fuerte sin contar que domina el fuego así que ella queda descartada. ─ miro a su vieja conocida. ─ ¿Qué hay de la reina? Ya debe haber recobrado el sentido por completo.
Andromena y él se miraron profundamente, le sonrió con maldad y un escalofrío recorrió su cuerpo por cada vertebra. Verlo ahí sin un ápice de remordimiento le traía malos recuerdos sin contar la traición que le hizo a su hermana.
─Mi vieja amiga ─ hablo dando pasos en su dirección. ─ es bueno volverte a ver, sin embargo, esta ocasión es diferente. Danos la bendita esfera y saldrás con vida también tu amada sobrina.
Y miro de reojo a la chica aun consumida por el sueño.
─Una vez los ayude...y me pagaron quitándome la voluntad para entregar a una niña a la oscuridad...no cometeré ese mismo error.
─Veremos que dice Pany. ─ oír su nombre estremeció su cuerpo al borde del pánico, pero si tiene que morir por salvarla, lo hará.
─Antes muerta que entregarle lo único que sostiene a nuestro pueblo y al universo, Kopy no tardara en estar aquí.
─Pues...bebió de una de las lagunas durmiéndose al instante. Ni sus poderes pudieron resistirse.
Andromena balbuceo y nada salió de sus labios. Adén se puso de pie volviendo a cubrir el cielo de neblina, pero esta vez más intensa dejándola sola con su angustia. Lo conoce mejor que nadie, no es un juego y es decidido. Costará detenerlo.
Observaba a su alrededor buscando algo con que cortar las cuerdas. Rojo había desaparecido de su rango de visión, la desesperación despertó en su interior e hizo tan fuerza que termino lastimando su frágil piel porque no la alimentaban bien.
Apoyándose en la corteza del árbol hizo un impulso para pararse. Caminaba lentamente corriendo el riesgo de que volvieran y la pillaran tratando de encontrar a Rojo.
─Rojo ─ grito con voz ronca.
Dio dos pasos más en línea recta, pero la neblina no le permitía ver con claridad. Continuando a una caminata lenta y desesperante iba sintiendo una opresión en su pecho, como si el terrible final se acercara.
─No moriré sin obtener su perdón. ─ murmuro en voz alta.
Tiro con todas sus fuerzas y corto la cuerda dañándose las manos. La sangre corría por sus brazos, aunque eso no le importaba en absoluto. Desato sus piernas para tener más libertad. Ese dolor era insignificante en comparación con lo que estaba por acontecer.
Yéndose con cuidado caminaba entre la niebla. Alzo un palo y lo clavo en la tierra cubierta de hojas secas para orientarse por si se perdía. Comenzó su búsqueda, cinco vueltas dio sin encontrarla, pero algo llamo su atención.
Un bulto se movía, algunos mechones rojos le confirmaron de quien se trataba quitando un peso de encima a su naufragante vida. El alivio llego tan pronto como un suspiro para irse al verla semidormida.
─Rojo despierta. ─ dijo tomando su rostro entre sus manos.
La chica abrió sus parpados, pero no reaccionaba. Andromena la soltó porque ardía su piel, Rojo estaba viviendo una pesadilla. De pronto, las llamas se comenzaron a crepitar, señal que Adén ya había dado inicio a su hechizo.
─Debemos sacarla de aquí. ─ esa voz creía reconocerla y nunca se sintió tan alegre al voltear comprobando sus pensamientos. ─Estoy bien, aunque Pluto se llevó la peor parte.
─Pensé que los oscuros los habían llevado con ellos.
─Nos atacaron y caímos, pero los oscuros trabajan con alguien más.
─Adén...y es lo que estas pensado. ─ se hizo un breve silencio. ─ ¿Cómo la hacemos volver? Sus mejillas lucen rojas, su piel quema, pero su cabello no tiene llamas.
─Adén sabe cómo hacer su trabajo, además es un poderoso hechizo. Únicamente cortándolo podremos despertarla de la pesadilla que sueña.
─ ¿Cómo lo haremos? Ya prepara su próximo paso.
Las llamas se elevaron por lo alto cayendo cenizas a su alrededor y el calor se intensificaba por estar tan cerca. Rojo convulsionaba con los ojos abiertos, Miurse se apresuró en volver a ser un humano para cortar sus amarres.
─Si realizas un corte en alguna parte de su cuerpo perderá sangre debilitando el hechizo y podremos devolverla a la realidad. Es un viejo ya y eso le impedirá recuperarse rápidamente.
─Es poderoso, Miurse. ─ dice en una agonía de impotencia.
─Si quieres obtener su perdón esta es tu mejor oportunidad. ─ depositaron su cuerpo en una superficie fría para que no pierda el control.
Miurse volvió a su naturaleza. Andromena lo seguía de cerca y el lobo no tenía dificultad en caminar. Llegaron a un circulo cubierto por llamas y en el centro Adén recitaba el hechizo.
─Necesitan la esfera para completar la brujería y que se abran las puertas del Equen. ─ comento la reina viendo los ojos desorbitados del brujo.
─Pues ya la tienen. ─ murmuro Miurse en su mente. ─ ¡Shhhhhh!
─Estamos perdidos, entonces.
─No.
Dejaron que Adén terminara su recitado para encararlo, pero sus aliados aparecen en escena. Ellos se ocultan detrás del verde marchito de hojas, Eigon le hace entrega de la bola a Adén, Manus muestra una risa de suficiencia y Nio permanece serio.
─Yasun tiran nebo tabier. ─ soltó la esfera dentro de una olla hirviendo con hojas de merlón y palos secos de cetro siendo rodeado por las llamas. ─Yasun tiran nebo tabier. Yasun tiran nebo tabier.
─Ya está en proceso es el tiempo suficiente para encontrar una distracción y traer de vuelta a la chica.
─Yo me encargo del brujo, tú de los demás.
─Ellos no son problema, pero el niño me preocupa. Maneja el hielo y es capaz de congelarme para arrancarme el corazón.
─Ten cuidado.
Miurse rodeo a la reina y fue por su objetivo. Andromena espero escondida rezando poder llegar a su cometido sino perdería para siempre a su sobrina.
Es ahora o nunca.
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