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Capítulo n°41: "Cerca de un secreto".

Pasado.

Rojo y Critonita llevan el mismo collar a todos lados. Entre madre e hijas existe una fuerte conexión y no cualquiera puede romperla, sin embargo, la chica de pelo oscuro ha sido robada del castillo.

Han pasado exactamente cinco días. No hay rastro, Marte ya no la puede sentir y teme por su vida, la desesperación aumenta cada vez más. Sin obtener una respuesta favorable iniciaran una búsqueda, pero la rebelión del príncipe Mejías tiene a todos en dudas e incertidumbre.

--Es posible que sea una estrategia de Mejías para causar pánico en Loto. - hablo el consejero del rey. - Aunque no hay certezas de quien pudo ser el ladrón que se llevó a la niña.

--Por favor necesito encontrarla. Te lo suplico no dejes de buscarla. - suplicaba entre lágrimas la reina a su rey.

Marte sorbía su nariz repetidas veces. La sala del trono se encontraba sumida en un doloroso silencio por la desaparición de la niña, la reina lloraba todo el tiempo, Venus trataba de consolarla, pero ante semejante dificultad no lograba calmar a la mujer.

Últimamente lucia tan desarreglada, su llanto era de una persona enferma y hasta le costaba levantarse sabiendo que su hija alguien se la había robado.

--Interroga a todos en el castillo. - ordeno el rey al jefe del ejército. - Alguien debe haber visto algo, quiero al ladrón antes del anochecer.

--Como ordene, majestad.

Manny se retiró para organizar el interrogatorio. Antón lo acompañaba, ya habían agotado sus fuerzas de tanto recorrer kilómetros y kilómetros sin encontrar nada.

Ni rastro ni una mínima posibilidad de dar con el atrevido que se llevó a la hija del rey.

--Si me permite, majestad. Debo decirle algo importante. - entre tanto revuelo, Tulio, otro de sus concejeros se hizo oír.

--¿Qué es tan urgente aparte de mi hija?

--Nuco, rey. Ha desaparecido exactamente los mismos días que la princesa y no hemos sabido nada. Es sospechoso, quizás él tomo a la niña en venganza por su despido del ejercito ¿no lo cree?

--Nunca pensé que lo tomaría a mal. Su despido fue justificado, pero si tiene a mi niña seguramente pedirá una recompensa para devolverla.

--¡Por favor, por favor! - la reina se arrodillo sujetando su ropa frente a todos. - Dale lo que sea y trae de nuevo a mi hija, te lo ruego.

--Mi reina será como tú lo mandes.

Y agarrándola por sus brazos la hizo poner de pie, seco su rostro empañado de agua y trato de peinar su cabello, apagado igual que ella.

--Vayan por Manny. Iniciaremos por la casa de Nuco.

Venus abrazo a Marte para sostenerla mientras el rey se despedía con la promesa de traer a su hija.

Nuco, anteriormente había hecho contacto con Mejías. Se la entregaría si le daba el mando de su ejército. La guerra se retrasó por ese percance, aunque el príncipe tenía otros planes para él.

--Ya tiene un jefe al frente de tu ejército. Generas discordia si lo aceptas. - vociferaba Adén por verse afectado sus planes. - Todos ya dudan de ti así que no lo pongas más difícil o perderás antes de haber iniciado tu venganza.

Adén se puso su capucha y salió furioso de la cueva. Afuera el gélido aire congelaba hasta el alma bien caliente. Luna llego con la noticia de su nieta secuestrada, pero su hijo omitió decirle la verdad.

--Su hijo es un ser confuso. No tiene espíritu para estar en un trono.

--También lo sé, pero ya no nos podemos arrepentir. - aseguro la reina Luna.

--No me arrepiento. - suspiro cubriéndose más con su gorro. - Solo trato de hacerle ver lo contra producente que puede ser negociar con Nuco, perteneció al ejercito de Neptuno y quizás sea una trampa.

Miraban los muros congelados por el crudo invierno desde la altura. Lo único apreciable para los ojos es el blanco, todo se cubrió por el manto blanco de la nieve y el frío helaba sus huesos, hasta sus almas.

--Ojalá no cometa una locura.

Con eso la reina se volteó ingresando a la cueva, un poco más cálida que afuera por el calor de un enorme fogón.

--¿Qué harás con la niña? - interrogo sin vueltas.

Mejías veía el crispar de las llamas apoyando su cabeza en la pared de piedra y con el pie empujaba los troncos para aumentar el calor.

--No la matare. Por ahora.

--Sería una tragedia vengarte contra una niña. - irguiéndose busco sus ojos. - Si, todavía tengo algo de compasión.

--Te volviste débil estando con tu hijo, madre.

Su mirada desafiante intimidaría a cualquiera.

--Es mi hijo. También tú con la diferencia que conseguiste disuadirme para tenerme de tu lado, ahora ya es tarde para arrepentimientos.

--Si piensa de esa forma jamás debiste haber venido porque matare a tu hijo frente a tus ojos. - grito alto haciendo cerrar los ojos de su madre. - No habrá dioses en el universo que lo pueda salvar.

--Tu envidia hizo que Marte eligiera a Neptuno. - comento en un tono suave, pero Mejías reacciono de manera inesperada acorándola contra la pared y ahorcándola con su mano. - No puedes...tener todo... Ella vio el monstruo en que te convertirías por eso se enamoró de un corazón noble, bondadoso y tierno como el de tu hermano...

Apenas podía respirar. La soltó, cayo sentada y trataba de llevar aire a sus pulmones. Los orbes de Mejías resplandecían por el agua acumulada y apretaba fuertemente los dientes como si así exprimiera el veneno en su interior.

Luna luchaba para ponerse de pie mientras su hijo permanecía petrificado por lo sucedido. Su madre confirmaba lo que todos alguna vez le dijeron y se negaba a ver, ya no tenía dudas.

--Matare a todos. Serás la principal testigo de mi guerra para recuperar el trono.

--Iníciala y veremos quién gana.

Mejías avanzo a la salida lleno de ira. Su corazón lloraba de enojo sintiendo un desprecio desmedido hacia su familia.

Partió rumbo a su encuentro con Nuco. En la galaxia negra se llevaría a cabo el intercambio.

Critonita no paraba de llorar. Nuco se la había cansado de pasearla, mecerla en sus brazos y darle comida. Andromena se alió con él queriendo llegar a Mejías para unirse a su horrorosa causa.

--Hazla callar o la aventare por el precipicio. - murmuro Nuco a la expectativa de su invitado. - Mejías ya se ha demorado más de lo acordado.

--La niña quiere a su madre. La extraña sino se dan prisa no sé qué haremos.

Adromena lucia afligida por los gritos de la niña. La galaxia negra es al norte del universo, a escasos kilómetros del planeta Marte, los planetas forman un circulo y, por ende, giran en órbita cambiando de acuerdo a la noche o la luz del día.

Hicieron una hoguera para iluminar el camino al castillo de carbón. Atravesaron un puente colgante en mal estado, por el cual, corre un rio desconocido y al que pocos se atreven a mirar, ya que, traga toda cosa viviente.

Critonita al fin se durmió. Andromena estaba impaciente, su corazón inquieto y Nuco lleno de miedo. Al oír un ruido salió con una vela para alumbrarse.

--Al fin están aquí. - dijo mostrando una sonrisa. - Iré a recibirlos cuida de la niña y no se las entregue a menos que yo te lo diga ¿sí?

La mujer de trenzas largas, ojos saltones de diferentes colores y harapos grasientos asintió.

Corrió hacia el interior del castillo, agarrando a la niña entre sus brazos volvió cuando Mejías y Adén discutían el trato con Nuco.

--No te daré a la princesa sino obtengo lo que quiero. - emitió Nuco en un tono moderado. - Es lo acordado traidor.

Esa palabra hizo eco en Mejías, quien tuvo una alteración con su madre y él se echaba la soga al cuello por desafiarlo.

--Trae a la niña. - le hablo a Andromena. - Quiero verla de cerca.

Nuco le indico a su aliada que diera unos pasos entre tanta oscuridad. La llama apenas iluminaba así que el visitante encendió otra vela para asegurarse si era su sobrina o no.

--Adén dale lo que se merece.

El brujo sonrió avanzo tres pasos a su derecha, Nuco ni se lo esperaba, Adén clavo la daga en sus costillas. Volvió a sacarla dándole otra puñalada. Nuco había terminado de la peor manera, Mejías triunfaba llevándose a Critonita y Andromena.

La venganza fue silenciosa, fría y trabajada a la medida del enemigo, pero Nuco nunca quiso serlo. Quito un obstáculo, ahora la guerra empezara.

************

Presente.

En el salón del trono del castillo Pink, la reina ingresaba para el gran banquete, no es una celebración, sin embargo, los invitados deben alimentarse si quieren sobrevivir.

Andromena porta un cinturón dorado en su cintura. Cambio su vestido por uno plateado con franjas amarillas claras, sus trenzas están enrolladas y sostenida por un broche de mariposa, sus ojos demuestran una profunda tristeza.

Ha pasado mucho tiempo desde la guerra, pero ella aun siente las espinas clavadas en su corazón. Traiciono a su hermana cegada por la ambición, envidia, rencor y odio por sentirse inferior a Marte. No hay momento en el que no se arrepienta, no obstante, son pocos los que conocen su historia.

--Mi reina ¿quiere más jugo de flores? - pregunta su sirviente con una reverencia.

--No, gracias. ¿Ya ha despertado la chica?

--No, majestad.

Se marcha dejándola sola con sus pensamientos. Tener a Rojo tan cerca evoca muchos recuerdos, uno es cuando la obligaron a entregar a su sobrina a un desconocido.

--¿En qué piensa, reina? - en la mesa larga, cinco escalones hacia arriba donde se ubicaba el trono, Miurse se ubicó a su lado. - Desde que llegamos esta distraída. Es por la chica de cabello de fuego ¿verdad?

--Aún tengo remordimientos por lo sucedido. Mi padre nunca me perdono, ella murió sabiendo lo que hice. - observaba a su pueblo beber y comer como en una festividad. - Rojo me odiara tanto como yo lo hago. Es igual a su madre.

--Si lo es. Es habilidosa, terca, además heredo grandes poderes capaz de destruirse a sí misma.

--Marte también poseía esa rareza en su cuerpo. Será más poderosa que su madre. - Andromena describía a su hermana con una triste sonrisa. - Recuerdo haberme burlado de ella, sus manos se volvieron fuego e incendio todo un bosque. Tuve mucho miedo...y creo que un poco de envidia despertó en mí. - su voz se volvía aguda, entre cortada. - Solíamos ser inseparables, pero se casó y no quiso llevarme con ella. Mientras vivía bien, yo padecía hambre y mi padre no quería aceptarme en su casa por no considerarme su hija. Era una bastarda por ser hija de una de sus tantas amantes.

El bullicio distraía a los demás de verla tan vulnerable. Seca el agua que corrían por sus mejillas con sus dedos, Miurse se quedó sin palabras, pero había una pregunta recurrente en su mente.

--¿Por qué entregaste a Critonita al rey Criptón? Nadie comprende tu justificación para hacerlo, era una niña y ahora es un monstruo, cortesía del rey que quiere destruirnos una vez más.

Lamia sus labios húmedos y colocándose de costado lo miro directo a los ojos.

--Sentía tanto odio hacia su familia que no supe diferencia entre lo bueno y lo malo. Quería que sufriera, que le doliera perder a alguien importante para ella, no obstante, termine perdiéndome yo y una inocente niña.

--Para mí no es suficiente tu odio. - dejo su copa en la mesa. - Claro, Marte te hubiera recompensado si, en vez, de llevársela al rey hubieras ido con ella ¿no lo pensaste?

--Sí, pero Mejías utilizo magia para quitarme mi voluntad. Él no quería a la niña, era un estorbo y se la vendió a Criptón por un ejército para comenzar la guerra.

--Rojo debe conocer la verdad. - sugirió el lobo. - Sospecha, aunque sus ideas no están claras, todavía.

--¿Qué le diremos sobre Critonita? - pregunto la reina seriamente.

--Lo meditaremos hasta que despierte.

*************

Cinco días pasaron desde el desastroso aterrizaje en ese bosque. Pluto cuida de su amiga velando su sueño. Ni siquiera ha salido a tomar agua. Al mínimo movimiento se precipita a ver como se encuentra.

--Rojo. - susurra tomando su mano entre la suya. - ¡Despierta! No podemos demorarnos tanto en un mismo lugar.

La puerta se abrió revelando a la reina. De inmediato, Pluto se puso de pie e inclinándose la saludo, aunque ella le pidió volver a su lugar.

--¿Cómo ha estado? - interrogo al joven de rostro cansado y soñoliento. - Deberías ir a dormir un momento.

--Ella no puede quedarse sola. - respondió mirando su cuerpo inerte por el sueño. - Continúa durmiendo ¿Qué haremos sino despierta?

--Tranquilo, en cualquier momento lo hará. El límite es hoy, tiene que hacerlo de una forma u otra.

El silencio inundo la habitación. Después de unos minutos, la reina se marchó y Rojo comenzaba a moverse lentamente. Primero movió sus dedos, sus parpados se abrieron al sonido de la voz de Pluto.

--Rojo. - dijo con tanta alegría y regocijo en su corazón. - ¿Te duele algo?

--Mi cabeza... - levantándose sostenía su cabeza con ambas manos junto a gesto de dolor. - Mis ojos no quieren responder a mis ganas de abrirlos, es como si quisieran seguir durmiendo.

--Es normal. El hechizo es poderoso afectando principalmente los músculos del rostro, pero poco a poco iras recuperando tu movilidad.

Hablo el sirviente encargado de atenderla mientras dormía. Se retiró dejándolos solos y pudieran conversar de lo ocurrido.

--No entiendo nada. - Rojo recostaba su cráneo contra la pared, aun se sentía cansada y con ganas de seguir soñando. - Debo caminar o nunca se acabará este estado de atontamiento.

--Hazlo con cuidado.

Pluto ayudo a su amiga en todo lo que necesitaba. A Rojo les costaba mover sus piernas, dolían a cada paso e intentaba recordar lo sucedido.

--Lo último que me acuerdo es la caída en ese bosque y Miurse hablándome...en un tono - reproducía la escena que presenciaron. - distorsionado. A los segundos, otra voz me llamaba diciendo ser mi madre.

--Si, nos asustamos cuando tú te ahogabas, después caíste en un sueño profundo...

--Ya pasaron varios días ¿verdad? - lo interrumpió y su mirada lo delato. - Tenemos un retraso de tiempo importante. Los oscuros no tardaran en venir por nosotros, nos pisaban el rastro antes de venir aquí.

--Andromena nos está protegiendo, por cierto, vi una complicidad entre ella y el lobo Miurse, ¿se conocerán?

--Tal vez.

La chica sintió curiosidad por conocer a la reina. No había tenido la oportunidad, pero la odiara cuando sepa la verdadera historia. Esta frente al mayor secreto de su linaje, sin embargo, ardera en fuego al descubrir la traición de su hermana a Marte.

El secreto a ser revelado cobrará sentido y su hermana estará más lejos que nunca.


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