Capítulo n°32: "Escapando de las Migrañas para llegar al rey Zodian".
Miurse se retorcía de dolor, sin embargo, lograron sacarlo a tiempo de que llegara esa bestia de aspecto horroroso. Sakí estaba en lo cierto cuando dijo que sus vidas corrían peligro, pero su imaginación se quedó corta en comparación con lo vivido hasta el momento.
-Ahora tendremos que esperar para que se regenere y sane sus heridas – Horón lo sujetaba de su cabeza y Rojo de las patas traseras alejándose del lago negro – El arco de la prosperidad se encuentra a unos dos kilómetros de distancia – aseguraba el ex consejero del rey Zodian.
-Teniendo en cuenta que casi muero por segunda vez creo que es mejor descansar – sugirió Pluto sosteniéndose de los árboles que escasa sombra proporcionaban ya que sus hojas lucían quemadas, cortadas y se caían con el simple movimiento del aire.
- ¿Dónde estamos exactamente? – preguntó la chica recargándose en una piedra, que al mínimo roce hizo chispas. - ¿Qué rayos fue eso? Este planeta es muy extraño.
-Aun no vieron nada – susurro Horón mirando a sus alrededores – Fuego contiene una de las esferas más poderosas, tu llevas el libro – señalo a la chica - entonces muchos ya habrán identificado su esencia sabiendo que estamos aquí. Incluido el rey Zodian.
- ¿A que huele? – Pluto agoto sus últimas reservas de energía, necesitaba dormir y curarse su herida, pero Miurse dormía entre quejidos que esta vez no lo salvaría - ¿Valdrá la pena todo este recorrido? El profesor nunca mintió al respeto.
-Concuerdo contigo – le paso la cantimplora con agua – El libro empezó a brillar de la nada, su energía es muy...no sé cómo explicarla, pero es pesada y huele a quemado.
-Los dragones de fuego ya reconocieron el olor – comento Horón mirando hacia el espacio cuando paso uno soltando llamas al aire, Pluto trago varias veces y Rojo no encontraba fuerzas para emprender una carrera nuevamente por el calor sofocante en el ambiente – Hay que movernos de día no nos encontraran porque son ciegos, pero en la noche no escaparemos con mucha suerte.
- ¿Cómo los llevaremos a los dos? Están heridos y agotados – protestó Rojo resignada, quizás arrepintiéndose de haber iniciado esta locura.
Todavía no tenía la primera esfera, pero ya quería renunciar.
-Iré a ver si puedo encontrar ayuda entre los soldados que custodian el arco, volveré lo más pronto posible – colocándose ramilletes de hojas sobre su cabeza empezó a caminar colina arriba, pero se detuvo para hacerles una advertencia – Rojo no saques el libro o se esfumara antes de que lo tengas en la mano.
Ella solamente asintió pensando como ese hombre sabia tanto del libro tampoco entendía sus palabras cargadas de misterio y secreto.
-Aparentemente Horón conoce más que nosotros de ese libro que comienza a darme miedo que lo tengas – ella parpadeo comprendiendo su aflicción – Ojalá no tarde tanto mis parpados no aguantaran mucho abiertos.
-Perdón por haberte arrastrado a esta locura – su voz se oía como un susurro tan lejano y bajo que tuvo que leer sus labios para entender lo que decía.
Realmente, la chica se sentía culpable de lo que paso, sin embargo, Pluto le sonreía con las pocas fuerzas que le quedaban.
-No me hubiera perdonado que te pasara algo así que no es tu culpa, yo decidí por mí, no tú.
Los segundos que esperaron se hicieron eternos. Horón caminaba con las palmas en alto cuando vio los soldados apuntándolos y murmurando cosas inentendibles, cayó al suelo mientras ellos corrieron a socorrerlo.
- ¿Horón eres tú? – uno lo reconoció y quedo asombrado por su aspecto tan deplorable en el que estaba – Siéntenlo en el suelo – les ordenó a sus hombres.
-Soy yo...amigo...mío... - su voz cansada y sin fuerzas imposibilitaban su fluidez en el habla – Mis amigos están heridos – respiro profundo entre cerrando sus ojos volvió a hablar – necesitamos tener una audiencia con el rey Zodian, es urgente.
-Temo que el rey no recibe visitas por seguridad, pero puedo enviar un mensaje y creo que a ti no te negaría nada – el hombre de orejas largas y puntiagudas vestido con el uniforme naranja y negro le sonrió como en los viejos tiempos.
-Gracias Trinity – él le hizo un ademan con la mano – Puedes buscar a mis amigos están cerca del lago negro.
-Pero ¿Cómo lograron entrar y escapar de los guardianes del lago? – interrogo incrédulo de la hazaña que hicieron él y sus amigos – Deberán tener una buena explicación para el rey, Horón.
-Créeme que la tengo, él será el más interesado en conocer nuestras razones de esta visita a su planeta.
Horón ya recompuesto de la deshidratación que sufrió al estar expuesto a los rayos del sol acompaña a su Trinity guiándolo hasta la periferia del hueco de arena y el lago.
Las fuertes pisadas despiertan a Pluto y Rojo de golpe, el chico iba a entrar en pánico si le decían que debía volver a correr por su vida, pero viendo a Horón que venía acompañado por otros se tranquilizó.
-Al fin saldremos de aquí – Miurse continuaba en el mismo estado ni un musculo movía, sin embargo, respiraba - ¿Crees que despertara en algún momento?
-Eso espero sino perderemos a nuestra brújula también Sakí se volverá loco cuando le contemos que por mi culpa su amigo murió – la tristeza de Rojo se reflejaba en sus ojos y voz, pero nada podía hacer solo esperar.
Trinity y Horón llegaron con comida, un curandero que reviso a Pluto después a Miurse que abrió sus ojos, aunque no pudo ponerse de pie.
-Siendo su naturaleza un lobo sanara pronto – comento el joven de pañuelo blanco, piel azulada y ojos pardos. Llamaba mucho la atención de su apariencia física, pero eso no lo intimidaban – Soy Marón, curandero del planeta Fuego.
-El chico es Pluto, Miurse el lobo y ella es Rojo – al oír el nombre todos se quedaron callado – Es la hija de quien te imaginas Trinity.
Sin esperar un segundo más ellos le hicieron una reverencia a la chica que los contemplaba con cara seria y sorpresa, luego se dispusieron a emprender el camino hacia la capital.
Miurse iba cargado sobre una cama improvisada de palos y unas mantas cubría su cuerpo, Pluto retrasaba al grupo, pero no fue necesario cargarlo como al lobo. Entrada la noche ingresaron con pasos cansados a la calle principal de la capital, Moranero y Platearde, es una avenida con doble mano que lleva al castillo de Fuego también a la plaza Rojizo.
El rey Zodian ya los esperaba en la sala del trono junto a sus concejeros. Sentía curiosidad por conocer los motivos de la inesperada visita de Horón.
¿Qué lo traerá por aquí? ¿tendrá problemas? Se pregunta moviéndose a la par de su cetro.
- ¡Rey! – el soldado Trinity hace una reverencia acercándose poco a poco – Horón y sus amigos necesitan verlo con urgencia y traen a la hija de un viejo amigo suyo.
- ¿Quién es? – cuestiono – Hazlo pasar así se termina el misterio de una vez.
Zodian vestía una túnica con llamas que en las terminaciones se difuminaban en amarillo, sus ojos naranjas expresaban mucho más de lo que podían decir y su piel oscura y pequeñas marcas en su rostro inspiraban miedo. La cantidad de anillos en sus dedos desprendían una luz que encandilaba bajo el sol siendo la llave del laberinto de brasas.
-Rey Zodian – anuncio Horón quien abrió los brazos hacia el que una vez fue su amigo - ¿Cómo has estado?
- ¿Te sucedió algo? – inquirió frunciendo sus cejas no creyendo lo que veía. Un fueguino andrajoso, abandonado y sucio – No pareces Horón, mejor dicho, el que yo conocí cuando eras mi concejero.
-Ya sé, pero tuvimos muchos inconvenientes para llegar con decirte que las migrañas nos atacaron en el lago negro.
Pensó un momento el rey, sin embargo, surgió una pregunta y una alarma.
- ¿Qué medio usaron para llegar? No serán enviados de los oscuros ¿verdad?
-Tranquilo – se detuvieron en el centro de la sala del trono – Tenemos una misión que cumplir y no es mala.
Rojo comenzaba a impacientarse bajo la mirada de todos. Intuía que uno de ellos la observaba con odio y no paso desapercibida esa mirada también el tiempo se les acababa.
-Horón debemos darnos prisa – intervino Rojo saliendo de las sombras – Rey pedimos tener una audiencia con usted por la esfera de su planeta – decidió ser directa.
El rey se tensó, pero su apariencia le recordaba a alguien y eso le inspiraba confianza.
-Ella ¿Quién es? Su rostro me parece familiar, me recuerda a alguien.
-Es la hija de Neptuno, su amigo – Horón sonrió orgulloso de decirlo – ¿Puede ser privada la reunión?
El rey iba a contestar, pero Miurse entro dando grandes zancadas hacia ellos. Zodian lo reconoció, todo le resultaba extraño y misterioso.
-Retírense debo hablar con ellos – pidió, pero alguien se resistía a irse e hizo saber su postura.
-Rey me parece que está arriesgando su vida al quedarse solo con... - los miro de reojo tapando su rostro – estos intrusos.
-Mangi, Horón no es ningún desconocido – respondió a su cuestionamiento – Minan y Padian se quedarán conmigo, ahora sino nos disculpa déjenos solos.
Mangi se va sin rechistar enojado con el rey Zodian, pero al pasar por el lado de Rojo intercambian miradas y ella cree reconocerlo, aunque no sabe exactamente donde lo vio.
Ya solos el rey toma asiento en su cetro y le da indicaciones para que empiece a explicarse.
-El rey Neptuno fue uno de mis mejores amigos y aliado para nuestro planeta. Gracias a él pudimos mantenernos en paz hasta que su hermano lo traiciono – recordaba Zodian con tristeza – pensé que moriste en esa guerra que destrozo al universo.
Rojo no sabía cómo afrontar que todos conocían a sus padres, menos ella y eso le causaba mucha desolación embargándola una ira que debía controlar, pero le resultaba imposible.
-Rey nosotros necesitamos que nos entregue la esfera de forma voluntaria – explico Miurse – antes de que ella venga y llene de oscuridad el planeta, no usaremos su energía o contenido para una maldad. Si eso es lo que le preocupa.
-No son los únicos que quieren la esfera – dijo el rey viéndolo a los ojos – Critonita le lleva ventaja ya que tiene en su poder algunas, pero no será fácil obtenerla.
-Somos muchos para atravesar el laberinto de brasas – aporta Horón – Rojo lleva el libro y eso representa un gran problema.
- ¿Cuál? – pregunta la chica de cabello de fuego – No se lo dejare a nadie.
-El libro atrae bestias, enemigos y el laberinto está lleno de monstruos. El camino es largo y alguien debe hacer el pago de sangre o entregar su alma.
-Teniendo en cuenta que Miurse es el guía, tu Zodian el rey y Rojo y su amigo los que se embarcaron en una aventura y esperanza, seré yo. No tengo nada que perder.
-Gracias por sacrificarte por todos, Horón el universo te recordara por la eternidad – Zodian palmeaba su espalda – Hay que partir al laberinto, primero debemos atravesar el bosque Tizne.
-Hay algo que no me gusta – para Rojo era demasiado raro la confianza en ellos del rey tampoco hizo preguntas ni se negó a entregarla - ¿Por qué cree en nosotros? No nos conoce, está depositando su vida y la de su planeta en nuestras manos ¿no cree que lo podríamos traicionar?
-Neptuno nunca lo hizo ¿lo harías tú? – ella dudo por un instante, pero no respondió – Tu silencio habla por ti.
El rey se adelantó llevándose al capitán Padian para preparar su entrada en el laberinto.
El bosque Tizne brillaba por sus piedras negras y cristalina en la oscuridad. El camino pedregoso dificultaba el andar así que descendieron de los caballos para adentrarse en un silencio que daba escalofríos y miedo.
-Estén atentos, abran bien los ojos y no hablen – aviso el capitán Padian – Aquí las bestias nunca duermen.
Pluto trago en seco aún seguía adolorido, aunque haber reposado mientras sus amigos hablaban con el rey le permitió dormir el tiempo necesario que estuvieron adentro de la sala del trono.
Encendieron antorchas, en parejas se cuidaban la espalda y Rojo sujetaba como su vida el libro. Solo se oía las pisadas en las piedras, el aire gélido que se adueñaba del cuerpo congelando sus huesos, pero el ambiente cambio tan drásticamente cuando pasaron del frío intenso al calor agobiante.
A medida que avanzaban el volcán que se hacía grande aparecía en lo más alto de la montaña y poco a poco iban llegando al laberinto. La entrada rodeada de postes de Tiznes obstruía la entrada, pero el rey conocía el secreto.
- ¿Cómo pasaremos? – interrogo Rojo ya con el latido de su corazón en los oídos y el presentimiento de que algo pasaría no la dejaba respirar.
-Yo tengo la llave – Zodian mostro su mano con los anillos – Después de abrirlo Horón tendrás que hacer el pago de sangre.
Él asintió y espero. Las antorchas iluminaron el lugar mientras Zodian encajaba el anillo dorado en el hueco decorado con piedras blancas en forma de llamas. Al abrirse un destello naranja apareció y apago las antorchas, algunas pisadas pesadas comenzaba a llegar.
-Rápido Horón haz el pago de sangre en la piedra blanca del lado derecho – Zodian le dio un corta pluma para cortar su mano, el chorro cayo en la piedra y el guardián se desvaneció haciéndose polvo.
Horón hiperventilaba su cuerpo perdía fuerza y equilibrio. Una sensación de calambre retorció su espina dorsal y cayendo al suelo de rodillas dejo de respirar.
El rey corrió a auxiliarlo, pero ya fue demasiado tarde. Era el precio por salvar a su planeta y amigos.
El libro aumentaba su brillo y energía empujando hacia el laberinto, Rojo ya no tenía control de sus habilidades ni de su voluntad. Algo estaba por cambiar.
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