12
24 de diciembre 2007
En la casa de los Park todo se encontraba en armonía, había luces de colores y regalos bajo el árbol, todo indicaba que la familia Park iba a tener una navidad perfecta, como siempre, ellos eran perfectos en todo.
El entonces castaño esperaba pacientemente dentro del vivero a que su padre, el jardinero de los Park, terminara de fertilizar las noches buenas.
— No toques nada hijo, déjame todo el trabajo a mí. —Hablo cansado, pues llevaba varias horas trabajando.
— Padre, déjeme ayudarle, ya son las 6 de la tarde, mamá nos espera con bulgogi. —Se comenzó a arremangar su suéter blanco— Sé que es su platillo favorito.
— No, no, déjame, ve a vagar por el jardín, te llamaré cuando termine.
No quería hacer enojar a su padre, prefería esperar pacientemente, como dicen, mucho ayuda el que no estorba. Así que se paseó por el jardín, la verdad no había mucho que ver, solo ramas y hojas secas.
Siempre había sentido curiosidad por entrar a aquella casa, ahí habían trabajado sus padres desde que tenía memoria, sin embargo, a él jamás se le había permitido el pase más allá del jardín. Una regla que siempre le habían recalcado todos, jamás entrar a la casa de los Park.
— ¿Tienen escondido al jefe de la mafia acaso? —Se burló— Tontas reglas.
Planeaba quedarse sentado cerca del árbol junto al vivero, pero aquella ventana abierta llamaba demasiado su curiosidad, podría escalar fácilmente por el árbol hacia la ventana, pero ¿debería?
— Al diablo todo. —Dijo antes de comenzar a escalar— La curiosidad mato al gato, yo soy el gato, espero no terminar muerto.
No fue tan difícil llegar arriba y para su fortuna la habitación de la ventana estaba sola.
No parecía interesante, una habitación grande con una cama matrimonial y sobre ella peluches de todas formas y colores, las paredes y sábanas de la cama iban a juego, eran de color menta, había un pequeño ropero y un escritorio de madera con conejos de origami y un viejo libro.
— ¡Yo también sé hacer de estos! —Susurró observándolos a detalle— Pues esto no parece la habitación de un jefe de la mafia.
Sabía que no debería, pero quería husmear un poco más, así que tomo el libro del escritorio con cuidado, era de portada dura color marrón y sus hojas ya estaban amarillas, el castaño suponía que era un libro viejo. Después de observar cada detalle leyó el título en letras doradas.
"Guía para ser un buen doncel"
— ¿Qué diablos es esto? —Se cuestionó y comenzó a leer.
Un buen doncel debe:
Obedecer a su hombre.
Ser respetuoso.
Ser educado.
Ser sumiso.
Ser delicado.
Ser callado.
Mantener su figura esbelta y apariencia inocente.
Un doncel bajo ninguna circunstancia debe:
Gritar.
Insultar.
Desobedecer.
Mirar directamente a los ojos a su hombre.
Alzar la voz.
Mostrar piel a alguien más que no sea su hombre.
Maquillarse o hacerse modificaciones físicas sin el consentimiento de su hombre.
Así mismo se les prohíbe:
Recibir educación después de los 12 años.
Trabajar.
Salir de casa solos.
Recibir atención médica por parte de un hombre.
Si el doncel incumple estás reglas debe ser castigado fuertemente.
— ¿Quién mierda escribió esto? —Cerró el libro decidiendo no leer más.
Aún con el libro en las manos, se acercó a la cama, paseando sus dedos por la suave sabana, cerca de la cama se encontraba una mesita de noche, en ella no había nada más que una foto enmarcada, un pequeño niño aparecía sonriente, estaba apuntó de tomarla cuando escuchó voces.
— ¡Eres un incompetente!
El chico abandono la habitación, llevando el libro consigo, olvidando dejarlo de nuevo en su lugar. Y como lo imaginó los gritos venían del vivero.
— ¡Maldito muerto de hambre! No te conformas con arruinar mi jardín, sino también te atreves a robar.
— El trabajo que yo hago es honesto. —Contestó el jardinero— Jamás tomaría cosas que no me pertenecen.
— ¿Me estás llamando mentiroso? —Se acercó amenazante.
— Le pido respeto. —Habló sereno— Podemos hablarlo, no intente intimidarme porque no lo logrará señor. ¿Cuál es el problema?
— ¡A mí no me hables así! —Lo tomo del cuello— Admite que te has estado robando mis malditas flores, ¿qué robarás después? ¿Dinero?
— Son flores secas, igual irían a la basura. —Contestó firme sin mostrar temor— Jamás tomaría cosas valiosas. Señor, le respeto mucho para robarle.
— Aunque estén secas son mis malditas flores, crecen en mi jardín y mueren en mi jardín. —Lo soltó bruscamente haciendo que se tambaleará— ¡Eres un ladrón! ¡Tú y toda tu familia! —Gritó.
El castaño se mantenía observando desde lejos, no sabía si debía interrumpir.
— Usted no tiene derecho a ofender a mi familia así.
— ¡No permitiré que alguien como tú me hable así! No tenemos el mismo estatus social.
— No tendremos el mismo estatus, pero aquí y en roma el respeto se gana y usted jamás ha sido humilde. El egoísmo lo ciega.
— Estás cavando tu propia tumba. —Seung apretó la mandíbula.
— Bien, señor lo entiendo, no sé volverá a repetir. Si me permite terminé mi trabajo, iré a casa con mi familia, feliz navidad. —Salió del vivero dispuesto a buscar a su hijo.
— ¡Claro que no se volverá a repetir! —Seung alzó la voz— No acostumbro a trabajar con ratas.
Seung sacó el arma que traía consigo y a sangre fría le disparo tres veces en la espalda a aquel hombre, matándolo al instante.
— Debí despedirte junto a tu esposa hace dos años. —Se acercó al cadáver— Ahora estamos a mano, debiste respetarme más, te di varías oportunidades, lástima que todo terminó así.
El sonido llamó la atención del equipo de seguridad de Park Seung, por lo que no tardaron en llegar al lugar.
— Hagan que parezca un asalto. —Ordenó— Vi al chiquillo por aquí, mátenlo si lo ven, no quiero testigos. —Dijo con voz fría y se retiró.
El chico vio como aquellos hombres levantan el cuerpo inerte de su padre, estaba aturdido, aún procesando lo que acaba de ver.
En sus ojos no había lágrimas y aunque sus pies estaban pegados al piso, se forzó a huir del lugar.
Con todas sus fuerzas salió corriendo de ahí, su gran ventaja fue estar cerca del portón de la entrada, corrió sin ver a donde, corrió hasta que sus piernas dolieron, corrió hasta caer de rodillas.
Arrodillado en el suelo gritó, gritó por frustración, por dolor, porque debido a su cobardía no pudo salvar a su padre, Min Yoongi jamás se lo perdonaría.
Taehyung vagaba por el computador, fingiendo trabajar.
Quería encontrar una forma de acercarse a Jimin sin que fuera demasiado evidente, lo mejor era tenerlo vigilado, deseaba tener poder sobre él nuevamente.
Su celular comenzó a sonar, indicando que alguien llamaba.
— Estoy en el trabajo y muy ocupado, habla rápido. —Contestó Taehyung.
— Hoy no estás de humor, bueno eso no es novedad.
— ¿Necesitas algo en especial? Solo pídelo bonito.
— Solo quería saber como estabas, tenías cita para hoy y no llegaste. —Fue directo al grano.
— Oh...
— ¿Solo oh? ¿Solo dirás eso? —Dijo Jungkook por la línea.
— ¿Nos vemos el próximo mes?
— Kim, esas citas son mensuales por algo, no puedes descuidar tu salud así.
— De todas formar todos vamos a morir. Bonito no te tienes que preocupar por mí.
— Como tu médico claro que me tengo que preocupar por ti. Te agendaré para mañana.
— Sal a cenar conmigo. —Sugirió Taehyung— A manera de disculpa, te invito a cenar conmigo.
— Si es otro de tus estúpidos trucos para llevarme a la cama, te juro que–
— Claro que no. —Le interrumpió— Bonito, solo será una cena, una cena de amigos.
— No soy igual de fácil como las personas con las que acostumbras salir.
— Eso me ha quedado claro, pero nunca perderé la esperanza de tenerte sobre mí.
— ¡Jamás va a pasar! —Exclamó Jungkook.
— Cómo tú digas bonito. —Taehyung no se rendiría tan fácil, siempre obtenía lo que quería— Te paso la información por texto, lugar, fecha y hora.
— Tengo que colgar. —Avisó Jungkook pues el deber lo llamaba.
— Bien. Pero una última cosa, me gustaría que fuera una cita doble. Con tus amigos, los de la fiesta de cumpleaños.
— ¿Jimin y Yoongi? ¿Dijiste cita? Habías dicho cena de amigos.
— Es lo mismo bonito. —Soltó una risa ante el pequeño reclamo de Jungkook, sí que era un chico difícil.
— Como sea me tengo que ir, le comentaré a Yoongi y mañana te digo, ¡no olvides venir mañana! —Dijo y colgó.
A Taehyung le gustaba Jungkook, se repetía a sí mismo que solo era un deseo carnal, pero el no poder tenerlo hacía que ese deseo carnal se convirtiera en obsesión. Taehyung conseguía siempre todo lo que quería y Jungkook no iba a ser la excepción.
Pronto tendría sus dos mayores deseos, el poder de la empresa y a Jungkook comiendo de su mano, solo tenía que ser paciente.
— ¿Quieres tomar un descanso? —Dijo Yoongi.
Jimin y Yoongi habían salido a caminar durante la tarde con el propósito de hacer un poco de ejercicio, entre risas y pláticas de temas triviales, el tiempo había pasado rápido, tanto que ya había anochecido. Yoongi había logrado conocer un poco más a Jimin, sus gustos, disgustos e intereses.
Aunque ya lo sabía amaba escuchar a Jimin hablar de su amor por la repostería, en realidad disfrutaba escucharlo hablar de cualquier tema.
— No, estamos bien, aún podemos seguir.
— Creo que es mejor ir a casa, el clima se está volviendo más frío. —Dijo Yoongi abrazandoce a sí mismo, pues no traía puesto un abrigo solo una de sus clásicas camisas color blanca— No quiero que te enfermes.
— Está bien. —Asintió el rubio— Yoongi, ¿ya viste el cielo? Es muy bonito.
— Sí, hoy hay muchas estrellas. —Dijo mirando al cielo.
Yoongi dejó de mirar el cielo para observar el perfil de Jimin, el chico era muy bonito y aunque Yoongi intentará no caer por él, eso era algo inevitable, en estas semanas su corazón se había encaprichado más, se había memorizado cosas tan simples como que Jimin no podía dormir sin abrazar algo, que le gustaba cantar mientras cocinaba, odiaba que sus pies se pusieran fríos y que lo despertarán de su siesta.
Jimin le hacía sentir vivo, le hacía querer llegar a casa temprano para verlo, su aroma a flores ya estaba impregnando en su hogar, le gustaría mentir y decir que solo lo veía como un amigo, ni él mismo se explicaba como había pasado eso tan rápido, como se había enamorado de él en tan poco tiempo, pero Yoongi dudaba de que el sentimiento fuera mutuo, por eso prefería olvidar el tema y dejarlo pasar.
— Cuando era niño, mi nana decía que cada estrella es una persona que te quería mucho, tanto que manda su amor al cielo y lo inmortaliza, esa persona pudo amarte en esta vida o en la pasada, si las estrellas siguen brillando significa que aún te quiere. —Habló Jimin rompiendo el silencio.
— Mi madre me contaba algo similar. —Susurró observando nuevamente el cielo— Supongo que tendrás que agregar una estrella más a tu cielo Jimin, porque yo también quiero inmortalizar mi cariño por ti.
— ¿Eso significa que también me quieres?
— ¿Cómo no hacerlo? Te has ganado mi corazón. —Miró a Jimin— Si un día estás solo y me extrañas, solo tienes que buscar mi estrella, de esa forma siempre estaré contigo.
— ¿Y cómo sabré cuál es?
— Tu corazón te dirá, el corazón siempre es sabio, es bueno escucharlo.
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