2. One way or another
Girando a la izquierda, JongIn vio los escalones, y en lugar de subirlos, decidió alejarse entre los arboles y la tierra fangosa. Optó por el camino más corto y más difícil para salir al otro lado de la carretera, perdiéndolos de vista.
Una sonrisa afloró de sus labios, la cual se borró en un momento de vacilación cuando los mismos tipos de los cuales huía, volvieron a aparecer en su campo visual.
¡Maldición!
No había sido un buen plan.
—Oh vamos. —Sonriendo para ellos, JongIn se detuvo mirando a los dos hombres—. Estoy seguro que podemos resolver esto de la manera más pacíf-.
Ni siquiera pudo terminar la frase, cuando el más alto lo pateó muy cerca de su hombría.
¡Eso era caer muy, muy bajo!
La vista se le inundó de puntos negros y sus pies trastabillaron.
—Ni de coña, Kim. Dile a tu jefecito que aquí está su paga. —Y otro golpe aterrizó en su cara.
Su trabajo no era de los más queridos, ni algo que él hubiese deseado. Hasta un poco hipócrita de su parte teniendo en cuenta su educación en un hogar donde la paz, el amor y el "estado zen" reinaban por sobre todo.
Nadie más podía juzgarlo, salvo él.
Con su mano en puño y toda su fuerza contenida, sumado a una agilidad envidiable, JongIn derribó al sujeto con un par de golpes en su cara, y el último directo a su mandíbula, provocando que esta crepitara.
El otro hombre se impulsó para golpearlo, sin embargo JongIn fue más rápido y lo esquivó, contraatacando con un golpe bajo las costillas, lo que le hizo retroceder con los ojos bien abiertos por la súbita pérdida de aire. Todo esto mientras el primero aún seguía tirado en suelo, sujetando su mandíbula fracturada entre sus manos y soltando quejidos que provocaron agrieras en el estómago de JongIn.
La violencia no era la solución, se cuestionó en su mente. Por fortuna, nadie estaba mirando, así que pretendería que eso jamás ocurrió.
JongIn ya estaba acumulando más de esos momentos, desde que decidió que no era tan malo ser el cobrador de un prestamista en un barrio popular, para nada seguro, valga la aclaración.
Protagonizar peleas callejeras era algo a lo que se estaba acostumbrando.
Se regocijó de regreso a la guarida de su jefe, cuando del bolsillo interno de su chaleco sacó la cartera que había tomada prestada de uno de esos gorilas en medio del forcejeo, y extrajo el fajo de dinero que contenía, deshaciéndose del resto de su contenido en un contenedor de basura.
Idiotas.
Probablemente JongIn nunca se enteraría que durante su encuentro anterior, una persona había estado siguiendo sus pasos, mostrándose interesado ante tal muestra de habilidades que, aunque impresionantes, había que pulir.
Que KyungSoo haya estado allí, en el lugar y momento correcto no había sido obra del destino, lo que sí podía atribuirle al desti... ¡no! A su mala suerte, era al hecho de descubrir que la persona por la cual se había interesado para ser su próximo diamante en bruto en su academia, era también el hombre que había disfrutado avergonzándolo en una calurosa tarde de mayo que había intentado olvidar.
Verlo nuevamente con su porte de galán de barrio, con un short verde y una camisa apretada sin mangas de color amarilla, mientras le sonreía al fajo de dinero frente a sus narices; no había hecho nada para aminorar el latido de su corazón.
Conforme el verano se intensificaba en los últimos días de junio, este también traía un tipo de fiebre diferente pero no nueva para el antiguo boxeador.
Tendría que controlarse si decidía seguir adelante con lo que tenía en mente.
No tenía opción, pronto iniciarían las preliminares y KyungSoo inscribiría a su equipo de boxeadores titulares.
Sin WooBin de su lado tendría que arriesgarse. Solo esperaba que sus planes salieran bien.
++🥊++
Era inusual la lluvia en pleno verano que había empapado su ropa y cabello. Cuando llegó a la guarida, JongIn escurrió su camiseta y cabello, dejando un rastrillo de agua a su paso. No había notado que el lugar permanecía en silencio hasta ese momento.
Su ceño se frunció ante la nula vista de los allegados al jefe Im, pese a que la puerta de su despacho estaba cerrada, lo que indicaba que estaba allí. Dudó si debería anunciarse o esperarlo afuera. No queriendo molestarlo o interrumpir lo que sea que estuviera pasando al interior, optó por esa la última opción.
Con un largo suspiro se sentó en el viejo y maloliente sillón. Tomó una de las revistas de la mesa frente a él, perdiendo rápidamente el interés ante el par de mujeres prácticamente desnudas en la portada.
Sin sus otros compañeros allí, se aburrió al cabo de un par de minutos.
Escuchó la chirriante puerta de la oficina y en seguida risas escandalosas que resonaron en toda la bodega. ¿Qué? Era tan extraño escucharlo reír, que JongIn pensó por un momento que no era Im. Desestimó ese último pensamiento cuándo lo vio y este hizo señas para que se le acercara.
JongIn se levantó del sofá y fue hacia su jefe entrado en años, quien lo había citado a las 3 de las tarde, aunque estaba seguro que ya había transcurrido una hora entera.
Sus palabras murieron en la punta de su lengua cuando estaba por saludarlo, y su mirada se detuvo en el boxeador de la vez pasada, lo había reconocido al instante.
Esos grandes ojos escrutándolo, no eran fáciles de olvidar.
¡Qué carajos hacía él en su lugar de trabajo!
Su sorpresa no pasó desapercibida para el viejo Im, quién sonrió con más ganas.
—Mira, KyungSoo. Es el peleador de quien te he hablado, Kim JongIn.
¡¿Cómo?! ¿Le había estado hablando de él?
—Un placer conocerte finalmente, JongIn. —KyungSoo habló educadamente, intentando no verse afectado ante la presencia del chico de piel olivácea—. Im HyunSik me ha comentado algunas cosas de ti —agregó con una media sonrisa.
JongIn lucía más extrañado.
—¿Qué significa esto, jefe Im? —cuestionó arisco dirigiéndose al mayor, evitando el saludo del otro.
—KyungSoo es un... amigo —dijo vacilando—, y ha venido a reclutarte, JongIn... Uhm, no sé cómo decirte esto, lo diré sin más, estarás trabajando medio tiempo conmigo, y la jornada restante, estarás en sus manos —aclaró HyunSik mirando al antiguo boxeador—. Y si no estás de acuerdo, te despido.
—¡¿Qué?!
JongIn no pasaba de una sorpresa para entrar a otra completamente aterradora que lo dejó boqueando en busca de una explicación a ese sinsentido
—¿Cómo que medio tiempo? Un momento ¡¿Me va a despedir?!
¿Las manos de KyungSoo en dónde? Pensó, mas no lo dijo en voz alta.
—Tengo una academia de boxeo profesional —explicó tranquilamente—, en la que podrás entrenar y-.
—¡No pueden decidir esto sin mí! —dijo sin dejar que terminara de hablar.
Esperaban que fuera un boxeador ¡ja! No, no lo era.
—No soy un esclavo. No me interesa ser un boxeador —vociferó mirando a Im—. ¡No pueden decidir esto sin mí!
—Escúchalo primero —intentó interceder Im—. Verás que es la mejor opción, ¿o esperas ser un matón de poca monta toda tu vida?
Por supuesto que no, ni siquiera se le acercaba a sus planes. Y a pesar de dedicarse a pelear prácticamente todos los días, no era algo que disfrutara completamente.
¿Por qué él?
—Prefiero enlistarme a la guerra —protestó, haciendo un mohín con sus labios.
—La guerra de Vietnam ya terminó, no seas un pelmazo, y escucha a KyungSoo.
Esto era inaudito. JongIn se cruzó de brazos.
KyungSoo se irritó con el bocazas de HyunSik, sin embargo no lo demostró.
Llevó dos dedos al puente de su nariz, intentando serenarse, ya que no habían quedado en que el viejo lo amenazara con despedirlo.
¡Maldición!
Primero JongIn tendría que escuchar su propuesta. Él podría entrenar en su academia para después tomar una decisión frente al torneo y si no aceptaba, Im lo amenazaría con despedirlo.
¡No al revés!
—¡No voy a escuchar a nadie! —Se quejó cual berrinchudo.
—Entonces pelea con él —propuso HyunSik con la emoción burbujeando en su cara—, si ganas mantendrás tu puesto aquí, no, mejor te subo el sueldo —agregó impulsivamente el adicto a las apuestas.
—¿Y si pierdo? —JongIn se vio remotamente interesado.
—Te conviertes en mi boxeador. Sin quejas, ni reclamos, entrenarás en mi academia hasta que yo lo diga—intervino seriamente KyungSoo.
—Acepto —respondió de inmediato mirándolo desafiante.
En realidad JongIn no tenía mucho que perder, si lo pensaba mejor. De hecho, no tenía nada que perder. Él no había buscado a KyungSoo, sin embargo, allí estaba frente a él.
Así no debieron desarrollarse lo eventos, pensaba el dueño de la academia de boxeo, ajustando los vendajes en sus manos.
JongIn, desde el otro lado del improvisado cuadrilátero, no dejaba de mirarlo mientras HyunSik vendaba sus manos. El brillo de sus ojos seguía firme allí, KyungSoo había reconocido esa mirada antes y sonrió complacido.
Tal vez a JongIn no le gustaba pelear, pero sí que le atraía el hombre más bajo. Su pequeño placer culposo que pensó se había evaporado con el calor de ese verano, aún seguía allí, amenazándolo con arruinarlo... Y esa fue la razón por la que terminó aceptando esa pelea.
Serían solo 3 rounds de dos minutos cada uno, no tendrían guantes, los golpes más abajo de la cintura estaban prohibidos. JongIn asentía conforme KyungSoo le aclaraba las reglas.
—¿Entendido?
El más alto empezaba a balancearse con sus pies al tiempo que mantenía sus brazos flexionados hacia su pecho, aparentemente preparado.
—Sí, KyungSo. Cuando quieras —susurró esto último en tono retador.
Al nombrado, los colores se le subieron a su rostro, mas no fue suficiente para perder la concentración.
Había pasado al menos cuatro años desde la última vez que KyungSoo peleó y ciertamente no esperaba que el estúpido de HyunSik propusiera una pelea.
El más bajo apretó la mandíbula. Sus ojos se estrecharon ante el hombre situado en el centro del cuadrilátero.
Entre tanto, el viejo Im tenía una botella de ron a la cual le dio un trago antes de dar inicio a la contienda. Él también sería el único juez. KyungSoo no se fiaba de su cordura, pero no tenía más opción ¿o sí?
Su pierna izquierda estaba unos centímetros más adelante que la otra, intentando balancearse, por último, KyungSoo flexionó sus brazos frente a su cara, intentando protegerla.
Observaba a JongIn, quien meneaba la cabeza de un lado a otro. Ninguno de ellos dispuesto a dar el primer ataque. solo midiéndose a través de los ojos.
—¿Se van quedar mirando o qué? —les gritó Im irritado, dando otro trago.
Un momento de vacilación fue lo que necesitó JongIn para que su puño izquierdo aterrizara sobre el pómulo derecho de su contrincante. Y solo un segundo fue suficiente para que esos enormes ojos le miraran con furia, desarmándolo al siguiente. JongIn recibió un certero golpe en su mandíbula que le hizo ver estrellas, y luego recibió un par de golpes en su rostro y pecho.
JongIn inclinó su cuerpo y puso sus manos vendadas alrededor del los hombros de KyungSoo, intentando alejarlo. Ni siquiera sabía si esto estaba permitido.
Su rostro bronceado se contrajo en una mueca, y empezó a tomar aire por la boca, le hacía falta el oxígeno en sus pulmones.
—No querrás que te vuele los dientes —gruñó KyungSoo propinándole un golpe en su pectoral.
JongIn tambaleó a punto de perder el equilibrio. Para su alivio, Im se interpuso entre los dos, finalizando el primer combate, en el que el punto se lo había llevado el más bajo.
HyunSik anunció el segundo round, los dos estaban nuevamente en el centro del cuadrilátero con rastros de cansancio, especialmente en JongIn.
KyungSoo sintiendo la ventaja del primer asaltó, no tardo en propiciar un gancho con su brazo derecho, que por poco no logra su cometido, ya que JongIn se deslizó velozmente hacia un lado intentando esquivarlo. La experiencia del más bajo había hecho que pudiera anticipar su próximo movimiento y así saber en qué dirección golpear.
¡Mierda!
JongIn se estaba desesperando al dar golpes al aire, sin poder encajar uno en el pecho pálido del otro o en su cara. Lo único a su favor, era que tampoco KyungSoo había logrado su cometido luego de ese único golpe en el segundo round que aún sentía vibrando bajo la piel.
Vio sus tupidas cejas uniéndose en el centro, sus labios convertidos en una fina línea, acercándose en un golpe directo a su pecho, que esta vez JongIn no pudo evitar.
¡Joder!
Su vista se cegó por un momento luego que KyungSoo le sacara todo el aire en un jadeo. Su pecho ardía y su contrincante seguía dándole golpes certeros en estos últimos segundos antes de finalizar el segundo asalto.
JongIn estaba tan agotado que con un último golpe que recibió en el centro su pecho, movió cada fibra de su cuerpo y no pudo resistir más, cayendo de espaldas en la lona.
La fuerza se le había drenado de su cuerpo. El de piel oliva percibió un sabor metálico en su boca y a lo lejos, escuchó a Im, diciendo su nombre. Entreabrió los ojos, y allí estaba el viejo a escasos centímetros de su cara.
—¡Knockout!
Escuchó claro en sus oídos.
Y en ese momento fue como si un baldado de agua fría cayera en su cara. Sus ojos se abrieron grandes, encontró a dos personas que le miraban desde arriba, uno evidentemente contento y el otro con un ligero ceño fruncido y labios apretados con la piel pálida brillando bajo una capa de sudor.
Maldición, JongIn no pudo contener el jadeo que salió entre sus labios agrietados.
Maldito KyungSoo, que se joda. El lío en que lo estaba convirtiendo allí, porque ya no había ni una sombra del tímido hombre que conoció, no cuando lucía tan intimidante y excitante a la vez.
HyunSik perdió rápidamente el interés, luego que la pelea se definiera en dos asaltos, esperando tal vez que hubiese sido más explosiva, pero lo único explosivo en ese momento era su vejiga, así que se retiró a su despacho, dejando al par de peleadores en el cuadrilátero. De seguro, KyungSoo querría hablar en privado con su secuaz.
—Perdiste —dijo con ligera ronquera luego que el viejo Im los dejara solos.
KyungSoo extendió su mano para ayudarle a levantarse, pensando si tal vez se había apresurado al elegirlo justo a él.
JongIn aún tenía un poco de fuerza y en un acto impulsivo de su parte, lo tomó de la mano que le ofrecía y lo atrajo al suelo, cayendo parcialmente sobre él.
—¿Qué crees que haces? —inquirió ofendido, sobre el pecho sudoroso de JongIn, quién le mostraba una sonrisa torcida.
Negó con la cabeza, y en seguida apoyó las palmas de sus manos a los lados del rostro de JongIn, extendiendo sus brazos. Su rostro a escasos centímetros del otro, su aliento cosquilleando su piel, y el corazón que seguía trabajando a toda marcha, sin haber esperado que su cercanía se sintiera como fuego y gasolina.
—No lo sé —susurró JongIn, siendo extra sensible en los puntos en que el cuerpo del más bajo presionaba el suyo—, tú dime. —Acercó su rostro, mirando directamente a esos labios carnosos ligeramente entreabiertos—. Me quieres a mí y has peleado por ello... creo que te lo has ganado ¿o no? —sonrió pícaro, arqueando una de sus cejas.
Su ceño se frunció y cuando sus bocas estuvieron a un suspiro de conectarse, fue consciente de la tontería que estaba por hacer. Enojado por la reacción de su propio cuerpo y la comodidad de la posición en la que había terminado; KyungSoo se apresuró a ponerse de pie, dándole la espalda a JongIn por algo de aire.
Fue por un par de toallas dejadas en un banco por HyunSik, y le lanzó una al más alto para que limpiara los restos de sangre de un par de cortes alrededor de su ceja y otra en su mejilla izquierda.
—Tu técnica es bastante deficiente —espetó seriamente, sin mirarlo directamente.
KyungSoo decidió concentrarse en la razón por la que estaba allí, y no dejar que extraños pensamientos llenaran su cabeza.
—Aunque he de reconocer que eres rápido, tienes un buen balance de tus pies. Te falta contundencia en los golpes—continuó sumido en su apreciación de lo que había captado— y eso es porque tu cuerpo inconscientemente te deja en evidencia antes de hacer un siguiente movimiento.
JongIn se vio sumamente interesado en lo último que escuchó. Sigilosamente se acercó al contrario.
KyungSoo se encontraba demasiado concentrado, con la vista perdida en el suelo como para notar a alguien más a su lado, hasta que volteó a un lado, y allí estaba JongIn invadiendo su espacio personal.
—Con que mi cuerpo me deja en evidencia —expresó sumamente curioso—, entonces dime ¿Cuál es mi siguiente movimiento?
Desarmado, sin modo de defenderse, KyungSoo sintió el nudo en la garganta cuando dos dedos de JongIn, con una delicadeza que no esperaba, sostenía su mentón. KyungSoo alzó la vista, y encontró un par de ojos brillantes mirándole con evidente coquetería.
JongIn inclinó su rostro, y él terminó por ceder a los deseos que exigía cuerpo y cerró los ojos en anticipación cuando el tibio tacto de los labios ajenos casi hicieron contacto con los suyos.
El estridente sonido de la puerta les advirtió del regreso de HyunSik, y eso fue lo que necesitó KyungSoo para alejarse dando un brinco hacia atrás. Aterrado por lo que estaba a punto de hacer y no tanto por el hecho que el viejo los descubriera.
A JongIn ni siquiera le había sorprendido la reacción del otro.
—¿Aún siguen negociando? —preguntó Im viéndolos con una expresión aburrida—. Como sea. Solo para que te quede claro, JongIn. No te voy a subir el sueldo —dijo señalando con un dedo acusador a su dirección.
—Eso lo sé —dijo entre dientes.
—Seguiré en mi despacho y ustedes... pónganse una camisa o algo. —señaló a sus pechos descubiertos con cierta desagrado.
KyungSoo suspiró cansino y fue directo por su camisa blanca y antes de fajársela dentro de su pantalón, se puso el anillo que había dejado guardado en el bolsillo de esta.
—Sé que tienes buenas habilidades para el boxeo, lo sé, lo he visto antes —comentó—. Esperaba que aceptaras ser un boxeador de mi academia. Si empiezas a ganar las peleas recibirás bonificaciones de las apuestas a tu favor —Intentó persuadirlo, pero JongIn se mantenía serio—. HyunSik, el dijo que-.
—¿Qué pasa si estoy en desacuerdo con todo esto de pelear? —preguntó cruzándose de brazos.
KyungSoo pensó que era un chiste, lo había visto pelear, trabajaba para HyungSik, lo que lo involucraba en peleas constantemente; sin embargo, el rostro del otro hombre mantenía la misma expresión.
—No me gusta las peleas y si lo hago es por necesidad, no porque en verdad las disfrute —agregó con cierta acidez.
El más bajo parpadeó repetidamente, aún sorprendido por su cambio de actitud.
—¿Entonces no? —Se lamentó por haber sonado tan débil.
—Acepté esta opuesta y perdí. No tienes nada qué preocuparte, soy un hombre de palabra... solo no esperes que me adapte. Convertirme en boxeador no es algo con lo que haya soñado —agregó contundente.
A KyungSoo no le agradaba el tono entre disgusto y reacio con el que se dirigía. Podía entenderlo pero no completamente, porque parecía molesto por algo más.
JongIn había visto el momento en el que KyungSoo se había puesto la argolla en su dedo, sintiéndose estúpido ante el recordatorio de la clase de hombre que era el contrario. El haberse olvidado de ese pequeño pero decisivo detalle, fue lo que le terminó por enfadarlo consigo mismo.
—En cuatro semanas vence el plazo para inscribirse al torneo local de boxeo, entrenarás como un boxeador más, y si aún no estás convencido para ese entonces, puedes dejarlo y regresar a tiempo completo con HyunSik. Eso fue lo que acordé con él antes.
No esperaba que JongIn estuviera tan reacio en aceptar, honestamente pensó que lo más difícil era mantenerse a raya y no dejarse provocar.
—Entendido. ¿Cuándo empiezo?
—Mañana mismo. —KyungSoo se apresuró hacia el escritorio al fondo, y en un pedazo de papel anotó la dirección de su academia—. Te espero a las 7 de la mañana... hablaremos con más calma allí.
JongIn aceptó el papel y lo guardó en el bolsillo trasero de su pantalón corto de jean.
—¿Es un trato?
KyungSoo extendió su brazo frente a JongIn, quien pareció no vacilar al tomar su mano, sintiéndola cálida al tacto.
—Tenemos un trato.
Le fue inevitable sonreír, lo que provocó la misma reacción en el otro.
Se miraron con sus manos aún juntas, esperando algo que desde luego no sucedió.
Esa misma noche, JongIn no podía dormir, preguntándose más de una vez qué era lo que había visto KyungSoo en él para moverlo a hacer una especie de trato con su jefe.
Para, literalmente, pelear por él.
¿Valía la pena? ¿Él valía la pena?
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