Cuando en lo alto el cielo no había sido nombrado, no había sido llamada con un nombre abajo la tierra firme.

Mucho antes de la llegada de Lynn Minmei y las legendarias hazañas de Richard Hunter y Maximilian Sterling, mucho antes de la revolución científica de Zor y el ascenso del Imperio de los Maestros de la Robotecnia, esta es la leyenda de cómo surgió la primera civilización de toda la Galaxia, la civilización de la Protocultura.

Esta civilización, que surgió hace un millón de años en el planeta Dulkug, ubicado en las Pléyades, realizó una campaña civilizadora con la conquista de cientos de planetas, con el fin de realizar experimentos científicos y establecer colonias. Con la excesiva expansión de la República Estelar, comenzó a haber diferencias entre dos grupos, que eventualmente se dividieron por la mitad, convirtiéndose en grandes enemigos: Por un lado se encontraban aquellos que eran leales al sistema republicano y por el otro se encontraban aquellos que formaron el autoproclamado "Ejército de Supervisión".

La guerra duró varios años, misma que terminó con la destrucción mutua de ambos bandos, así como también de la misma civilización de la Protocultura. Sin embargo, de entre los restos de ambos bandos, surgieron también varios remanentes; Tiamat y Apsu, dos generales que pelearon al lado del Ejército de Supervisión, formaron una dinastía espacial que dio paso a nuevas generaciones de guerreros, mismos que lograron derrocar a Apsu y pusieron al tataranieto de éste, Enki, como su líder. La guerrera Tiamat, en venganza por la muerte de su esposo Apsu, juró eliminar a toda su descendencia.

El hijo de Enki, un joven guerrero llamado Marduk, fue elegido por su padre para hacerle la guerra a Tiamat y a su aliado Kingu, otro general del Ejército de Supervisión. Marduk buscó apoyo de su pueblo así como también de miembros de los remanentes de la República Estelar, mismos que más tarde formarían el llamado Imperio Robotech. Tras una cruel y sangrienta guerra que llegó incluso hacia nuestro Sistema Solar, Marduk finalmente logra eliminar a Tiamat y Kingu y, acto seguido, fue homenajeado por su propio padre, Enki, quien le otorgó a su hijo el poder absoluto sobre todos los demás guerreros de su clase.

Una vez finalizada la guerra, Marduk puso sus ojos en el tercer planeta del Sistema Solar, la Tierra; ahí Marduk, en compañía de una misión de reconocimiento compuesta por muchos científicos de su raza, decidieron crear una nueva raza nativa, capaz de adaptarse a su medio, para después colonizarla y estudiar los resultados. Marduk dijo a su padre:

Amasaré la sangre y haré que haya huesos. Crearé una criatura amable, 'hombre' se llamará. Tendrá que estar al servicio de los demás, para que ellos vivan con cuidado. 

Enki, con la supervisión de su hijo Marduk, creó al Ser Humano, mas no sin antes realizar varios intentos hasta por fin dar con el resultado deseado. Para celebrar dicho éxito, se construyó el Templo de la Creación, el cual se ubicó en la región de Mesopotamia, donde después se fundaría la ciudad de Babilonia. Pero los tiempos de paz para Marduk y su gente no durarían demasiado: Enlil, hermano de Enki y tío de Marduk, ambicionaba con ser el líder absoluto de toda la Tierra, por lo que orquestó una serie de guerras contra Marduk y su estirpe, una serie de guerras en las que lamentablemente, la naciente raza humana también se vio implicada.

La llegada de la Era Glacial y el acercamiento de un asteroide a la Tierra trajo una tregua entre ambos bandos, pero después de finalizar el Gran Diluvio ocasionado por el impacto del asteroide en el Atlántico, ambos bandos siguieron con la cacería: Marduk impulsó la construcción de una torre de lanzamiento espacial conocida como la Torre de Babel, como símbolo de desafío hacia la tiranía de Enlil, pero éste acabó por derribarla. Los hijos de Enlil, Ninurta e Ishkur, se habían encargado de hacerles la vida difícil a Marduk y a su séquito, quienes anunciaron que no darían tregua hasta eliminar a Enlil y a todo su clan.

Uno a uno, Enlil y sus hijos y nietos fueron eliminados por Marduk y sus ayudantes, algunos de ellos humanos y otros de ellos híbridos, logrando de esta forma el dominio total del mundo. Sólo Ishtar, la nieta favorita de Enlil, pudo convencer a Marduk de que perdonara su vida a cambio de que éste la tomara como consorte, a lo que Marduk accedió. Finalmente, la guerra entre Marduk y Enlil finalizó con la unión entre Marduk e Ishtar; de dicha unión nacerían siete hijos, entre los cuales se repartirían la Tierra, dando origen a las siete civilizaciones-madre en la historia moderna de nuestra especie; en cuyo orden de aparición, estas son: Sumeria, Tahuantinsuyu, Egipto, China, India, Creta y Anahuac.

El inicio de las primeras civilizaciones humanas (como las ya mencionadas anteriormente) y de los primeros imperios humanos (como el Babilónico, el Aqueménida, el Helenístico y el Romano) dio paso a una nueva etapa en la que los humanos ya no necesitasen de tanta dependencia hacia el pueblo de Marduk, y en ese mismo momento, Marduk y su pueblo abandonaron la Tierra, vagando por las galaxias y perdiendo, de manera progresiva, los principales sentidos de la civilización y dirigiéndose a una nueva época de barbarie que llevó a esa raza, ahora llamada Marduk (en honor a aquél guerrero legendario), a hacerles la guerra a todos aquellos que se atravesaran en su camino con el único fin de destruirlos. 

Durante ese largo viaje, los Marduk habían logrado esclavizar a varios Zentraedis y a varias Meltrandis mediante el uso de las canciones cantadas por sus sacerdotisas denominadas Emuladoras. Durante cientos de años se difundió, entre las clases más bajas, una leyenda sobre el lanzamiento de una nave legendaria conocida como el Alús, que se veía como una nave espacial que traía la paz a los demás. Bajo el liderazgo del dictador Ingues, la armada de los Marduk atravesó el espacio donde libraron una interminable serie de guerras contra otros mundos. Un profeta legendario de su pueblo habló de una profecía en la que predijo que un ser de un mundo azul podría poner fin al reinado de terror y guerra de los Marduk a través del Alús y marcar el comienzo de una nueva era de paz. Como tal, Ingues llegó a temer la amenaza planteada a su gobierno por el Alús y esta otra cultura pacífica.

Sin embargo, dicha leyenda no era más que una completa realidad: Aquella nave no era otra que el SDF-1, el cual fue diseñado por un habitante de Tirol, Zor Derelda, un destacado científico del Imperio Robotech quien inició, junto a un grupo leal de Zentraedis, una rebelión contra los Maestros de la Robotecnia. Zor diseñó la nave para llevar a cabo su programa de resembrado de la Flor de la Vida, esperando regresar la Flor al planeta de donde se había originado, la Tierra. Pero ante la amenaza de que la fortaleza de combate cayera a manos de los Invid, Zor envía su fortaleza de combate a la Tierra antes de ser asesinado salvajemente por ellos. Y ahí fue donde comenzó todo...

En 1999, el SDF-1 llegó a una Tierra convulsionada por la Tercera Guerra Mundial; los siguientes diez años fueron de una tensa paz marcada por pequeñas guerras realizadas por las grandes potencias, al mismo tiempo que los más grandes científicos, empresarios, ingenieros y militares, al darse cuenta de el enorme avance tecnológico que tenía la nave, rescataron la nave e iniciaron los preparativos para una invasión alienígena, cosa que finalmente ocurrió.

En 2009, los Zentraedis habían iniciado la invasión a la Tierra; ante un panorama oscuro, una chica joven había realizado un milagro, y había salvado la Tierra de su destrucción; su nombre era Lynn Minmei, cuya bonita canción se extendió atravesando un universo sin esperanza, y guiando a la Raza Humana hacia la victoria en la mayor batalla jamás combatida. 

Y ahora, han transcurrido más de ochenta años. Después de un periodo de 40 años de guerra contra 4 razas alienígenas, y otros 40 años de varias rebeliones y guerras intestinas, es que finalmente se ha establecido una paz real y duradera en la Tierra... Hasta ahora.

Estamos ahora en el año 2092, y la Tierra pronto entrará a una nueva era; sólo el tiempo dirá cuál será la suerte que le toque a la Tierra...