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Capítulo 12.- Juramento Roto

La batalla entre las Fuerzas Armadas de la Tierra y la Flota Imperial Marduk ha entrado a una nueva fase, con la llegada de nuevos refuerzos para los Marduk. En estos instantes, los Terrícolas y sus aliados comienzan a preparar estrategias nuevas para aprovechar la desventaja en la que se encontraban, y así poder tratar de tocar el punto débil del enemigo.

- ¡Alerta, ha aparecido una segunda oleada de naves enemigas, y van a atacar! ¡Unidades del Escuadrón Gladiador, es momento de que vayan a la zona de combate! -

- ¡Entenido! ¡Sirena Metálica, lista! - exclama una voz masculina. Ésta voz es de ni más ni menos que del piloto Nexx Gilbert, quien acelera su caza a la velocidad de la luz, con el fin de enfrentarse hacia el enemigo.

Flota Imperial Marduk

Mientras tanto, en varias naves Marduk, se encontrabas las cantantes conocidas como  Emuladoras, entre las cuales se encontraba Ishtar. Inmediatamente, ellas escuchan, desde sus propias mentes, la potente voz del gran Lord Ingues, amo y señor de todos los Marduk.

- ¡Cantad, Emuladoras! ¡Cantad el Grito de Guerra de Marduk! -

En ese momento, todas las Emuladoras comenzaron a cantar aquella misma canción que provocara la derrota de las fuerzas terrícolas hace ya varios días. Sin embargo, sólo una emuladora se rehusó a obedecer las ordenes del dictador Ingues. Ésa emuladora era Ishtar.

- ¡Nuestra emuladora no está cantando! - exclamó el Consejero de la nave - ¿Por qué no canta? ¡Es su deber cantar para la gloria de nuestro Emperador! ¡Si ella no canta, nuestros esclavos Zentraedis estarán confundidos! -

- ¡No se preocupe, éste no es asunto nuestro! - respondió Feff - ¡Que nuestros soldados salgan a combatir de todos modos! -

Ishtar se mostraba completamente desinteresada en la guerra. Su convivencia en la Tierra la ha hecho cambiar radicalmente, como si dicho cambio hubiera ocurrido de un día para otro. En ese momento, Ishtar se levantó de su silla y comenzó a pensar de manera decidida:

- ¡Ya no tengo más deseos de cantar canciones para la guerra! -

En ese instante, comenzó a ver en su mano un artefacto musical; e inmediatamente, Ishtar comenzó a pensar en Hibiki, aquél humano que conoció en la Tierra y le enseñó que la guerra no era el único camino que podían tomar los Marduk. Ishtar siguió pensando y hablando dentro de su mente:

- Dime, Hibiki... ¿Qué puedo hacer? -

Ishtar se mostraba demasiado triste. Parecía que ya no había solución para poder detener esta guerra que llevaría a ambos bandos a una destrucción mutua asegurada.

Centro de Reclusión Temporal del Cuartel General de las Fuerzas Armadas Unidas de la Tierra

En la pequeña prisión en la que se encontraba recluso, el periodista Hibiki Kanzaki comenzó a ser fuertemente interrogado por uno de los generales de las Fuerzas Armadas Unidas de la Tierra.

- Responde de una vez: ¿Cómo has conseguido estas imágenes y de dónde las tomaste? - cuestionó el general.

- Yo mismo las filmé dentro de la nave enemiga. - responde Hibiki - ¡Ya se los he repetido una y otra vez hasta el cansancio! ¿Cuándo dejarán de ser insistentes? -

- ¡Basta! ¡Lo único que has dicho son puras mentiras! - replica el general - ¡No te vamos a dejar ir hasta que nos digas la verdad! -

- ¡Pero si todo lo que digo es la pura verdad! -

- Entonces dime, ¿Para quién estás trabajando? ¿Qué intereses hay detrás de usted? -

- ¡Por un comino! - exclamó Hibiki parándose de la silla en la que se había sentado y golpeando la mesa con sus manos - ¡Nadie me ha dado ordenes porque yo nunca recibo ordenes de nadie! ¡Sólo quiero que todo el mundo sepa la verdad y que estén preparados para lo peor! - Hibiki hace un puño con su mano izquierda - ¡Porque si no estamos preparados, lo único que nos esperará es nuestra completa extinción! -

- ¡Espera un momento! - continuó el general - ¿Por qué estás tratando de decir que nuestras Fuerzas Armadas podrían ser derrotadas? -

- ¡Por que no tengo duda de que nuestras fuerzas se encuentran en total desventaja frente al enemigo! - responde Hibiki - ¡No lo digo nomas por decir! ¡Lo digo porque yo mismo he entrado al corazón del enemigo! ¡Y créanme cuando les digo que ustedes sólo conocen una pequeña fracción de su poderosa fuerza! ¡Nadie conoce el verdadero poder que tienen! ¡Son capaces hasta de destruir planetas enteros con tal de continuar con su sed de guerra! ¡No tienen llenadera! -

Mientras tanto, en el espacio...

La batalla entre los Terrícolas y los Marduk continúa. Cada vez más aumentan las bajas en ambos bandos. No obstante, en medio de la masacre, la Sirena Metálica, piloteada por el capitán Nexx Gilbert, se encontraba escapando de la zona de peligro; pero su escape se está viendo dificultado por otra pequeña flota de cazas Marduk que lo estaban siguiendo.

- ¡Bien, Marduk! ¡Tu tiempo está por acabar! -

En este momento, la Sirena Metálica de Nexx se transforma a modo guerrero, y comienza a derribar a todos y cada uno de los cazas Marduk que se interponían en su camino. Sin embargo, por cada caza que Nexx derribaba, aparecían otros dos; y por cada dos que derribaba, aparecían cuatro. Era como el cuento de nunca acabar. 

- ¡Maldición, son demasiados! - exclamó Nexx - ¡Es como si no se acabaran nunca! -

Nexx siguió derribando a todos los cazas Marduk que se encontraban a su alcance. En lugar de rendirse y retirarse, Nexx tomó la que él mismo considera como su mejor opción, y era seguir peleando hasta agotarse.

- ¡No me importa cuántos de ustedes sean! ¡Yo haré todo lo que esté a mi alcance para impedir que todos ustedes se acerquen hacia la Tierra! - contesta afirmativamente Nexx.

Nexx sigue descargando todos los misiles y cohetes que tenía en su Veritech, logrando derribar a todos los cazas Marduk que estaban en el lugar. No muy lejos de ahí, se encontraba la nave madre Marduk, la cual es la nave donde se encontraba el Emperador Ingues, quien comenzaba a ver todo desde su mega-radar.

- Mi Lord, las fuerzas enemigas están luchando por su supervivencia; pero más que un simple combate, se trata de una acción desesperada. - dijo la Conciencia.

- No. Todavía no terminaremos esta lucha. - contesta Ingues - No sin antes hay que dejarlos escuchar la Canción de la Muerte. -

- ¿La Canción de la Muerte? ¿Pero por qué, Señor? - cuestiona la Conciencia - ¡No será necesario exterminarlos a todos! ¡Nuestra victoria está completamente asegurada! ¡El enemigo no será capaz de vencernos! -

- Tengo un mal presentimiento de esto. - contestó Ingues - Siento que el poder del Alús se encuentra en aquél planeta en el que ellos viven. -

- ¿El Alús? -

- Sí. - responde Ingues - Es la famosa nave legendaria de la que nuestros ancestros habían hablado. No tengo duda de que se encuentra en aquél planeta. ¡No podemos seguir tolerando la existencia de éste planeta ni de su gente, pues representan una amenaza! ¡Llegó la hora de destruirlos a todos! -

- ¡Hágase tu voluntad, Señor! - 

En ese instante, las Emuladoras comienzan a cantar la Canción de la Muerte, con el propósito de eliminar a las Fuerzas Terrícolas; sin embargo, los Marduk se llevaron la inesperada sorpresa de que los esclavos Zentraedis y Meltrandis que peleaban para los Marduk comenzaran a alterarse y atacar repentinamente a varias naves Marduk. Los capitanes de las naves terrícolas quedaron perplejos ante dicha acción, ya que nunca habían visto ver cómo el enemigo al que esperaban vencer terminó por lanzarse contra sus propios aliados.

- ¡A esto le llamo Justicia! - exclamó Ingues - ¡Aquellos que defienden al Alus y al planeta que lo posee, serán reducidos a polvo y cenizas! -

- ¡Lord Emperador Ingues! - contesta la Conciencia - ¡Las Emuladoras de la unidad Groog se niegan a cantar la Canción de la Muerte! ¡Nuestros esclavos se resisten a tu voluntad! -

- ¡Castigadles a todos! - exclamó Ingues ante la inesperada respuesta de su asesor.

La Nave Madre comienza a llenarse de energía, y lanza el golpe final contra las flotas Marduk que supuestamente se habían rebelado contra la voluntad del Emperador. 

- ¡Una energía de calor incontrolable se está desviando hacia nosotros! - exclama una voz que proviene de una de las naves Marduk rebeldes - ¡No hay escapatoria! -

El rayo abrazador golpeó a la flota rebelde, borrándola del mapa en un abrir y cerrar de ojos. No muy lejos de ahí, se encontraba la nave insignia Sarride, la cual está liderada por el comandante Feff, quien estaba acompañado de la emuladora Ishtar y de muchos soldados Marduk. Tanto Feff como Ishtar fueron testigos de cómo la flota rebelde había sido reducida a nada.

- Conozco esta canción... - dijo Ishtar - ¡Es la Canción de la Muerte! -

- Ishtar, ¿Qué haces tú aquí? - cuestiona Feff - ¿Por qué razón has venido hasta aquí? -

- Yo sé cual es la razón. - comenta Ishtar - Y es que Ingues siento un temor absoluto hacia ése planeta. Y sé con claridad que la intención del Emperador es destruir ése planeta, aunque esto implique el exterminio total de los Humanos, o peor aún, el exterminio total de los Marduk. -

- ¿Pero de qué estas hablando? - replicó Feff - Todos sabemos que, tarde o temprano, ésta guerra está a punto de terminar. -

- Sí, lo sé. - respondió Ishtar - Pero, aunque termine ésta guerra, luego comenzará otra guerra, y esto se traducirá en más muertes de los que son de nuestra especie. -

- ¿Pero qué locuras estás diciendo? ¡La guerra es la base de nuestra existencia! ¡Sin guerra, no tenemos identidad! ¡Y sin identidad, no somos nada! -

- Existen otros caminos para nosotros además de la guerra. Las personas que viven en el planeta donde se encuentra el Alús me han enseñado ésto, Feff. - ella continúa - Y todo lo que ellos tienen es el principal temor de Ingues. -

- ¡Basta! ¡Tus palabras son una ofensa para nuestro Emperador, Ishtar! - exclamó el Consejero ante las cálidas palabras de Ishtar - ¡Todo lo que dice el Emperador es la verdad absoluta!¡La mente de Ishtar está completamente contaminada! ¡Lord Feff, ya no puedes seguir protegiendo a una traidora como ella! -

El Consejero saca un arma, con el fin de asesinar a Ishtar, pero inmediatamente se oye un flash, y ese proviene del arma que poseía Feff. Ishtar, quien pensó que sería eliminada por el Consejero, finalmente se percató de que Feff la había salvado, ya que Feff disparó contra el Consejero quien, sorprendido, exclamó sus últimas palabras:

- ¡Señor Feff, ¿Cómo pudiste traicionarnos?! -

Inmediatamente, el Consejero cayó muerto, ante la sorpresa de todos los que se encontraban presentes en aquella nave.

- ¡Eres un idiota! ¡El Emperador ya no significa nada para mí! - exclamó Feff ante el cadáver de su antiguo consejero - ¡Aquí el que manda en esta nave soy yo! - después se dirige hacia los demás soldados Marduk - ¡Ustedes se encargarán de dejar libres a los demás Zentraedis para que se unan a las canciones de las demás Emuladoras! ¡Yo me ocuparé de proteger a Ishtar! ¡Sólo hagan lo que yo les diga, ¿Les quedó claro?! -

Los demás tripulantes, ante el temor que les implicaba Feff, comenzaron inmediatamente a obedecer a Feff.  Por otra parte, las demás unidades Marduk que aún operaban bajo las ordenes de Ingues comenzaron a lanzar rayos contra las naves terrícolas. Muchos de ésos rayos impactaron a flota del comandante Balser, que aún resistía los ataques Marduk.

- ¡No me importa tener que usar la Gloria como un escudo! - exclamó Balser - ¡No permitiremos que el enemigo destruya las pocas defensas que nos quedan! ¡Así que vamos a detener el avance enemigo repeliendo sus propios ataques! - se dirige a los operadores - ¡MOTOR PRINCIPAL! ¡A LA MÁXIMA POTENCIA! -

La Gloria comenzó a avanzar hasta tomar una ruta diferente a la establecida; esto hace que los operadores de otras naves se comunicaran con el capitán Nexx Gilbert, que se encontraba en el lugar disparando contra otros enemigos Marduk.

- ¿Capitán Nexx, me escuchas? ¡La Gloria ha cambiado su camino para dirigirse a máxima velocidad hacia la flota enemiga! -

- ¡¿Qué?! ¡¿La Gloria?! - exclamó Nexx.

Inmediatamente, Nexx comenzó a acelerar también a la máxima velocidad, con tal de dirigir su apoyo hacia la nave insignia Gloria. Sin embargo, en ese mismo instante, la Gloria, que ya se encontraba cerca del enemigo, comenzó a ser atacada por los rayos provenientes de las naves enemigas. Para cuando Nexx había llegado, la nave había recibido varios daños.

- ¡Capitán Balser, ¿Me copias?! ¡Habla el teniente Nexx! ¡Lo que vas a hacer será un suicidio! ¡Capitán Balser, si aún estás a tiempo, deberás de retirarte ahora! -

- ¿Estás loco, niño bonito? ¡No me voy a retirar! - contestó Balser - ¡La salvación de la Tierra dependerá de la protección de ésta nave! ¡Es imposible retirarme, pues hacerlo sería poner en peligro a la Tierra! -

- Pero... El enemigo está... - la comunicación de Nexx se vio interrumpida por una explosión proveniente de la cabina principal de la Gloria - ¡Capitán Balser! ¡Noooo! - Nexx grita de la impotencia al ver cómo toda la nave insignia Gloria comienza a ser destruida y hecha pedazos por los enemigos, llevándose también a todos los que estaban en esa nave, incluyendo a Balser. La explosión de la Gloria se pudo ver a lo lejos por las demás naves terrícolas, causándoles un fuerte golpe a su moral, ya que se había echado por tierra la idea de que las Fuerzas Armadas de la Tierra eran invencibles.

Mientras tanto, en la nave insignia Sarride, de la flota Marduk...

Feff se había dado cuenta de que lo que decía Ishtar era completamente cierto. Así que decidió llevarla al vestíbulo de la nave, donde se encontraba una pequeña nave de reconocimiento, en la que Ishtar tomaría para poder regresar a la Tierra y reencontrarse con Hibiki y Silvie.

- Ishtar, debes de saber que la única vida que he conocido hasta éste momento fue la de ser un orgulloso soldado Marduk, que mi única lealtad fue hacia el Emperador Ingues, y que la única forma de abandonar la guerra era cuando yo muriese. - dijo Feff - Pero ahora, me acabo de dar cuenta, de que todo lo que acabas de decirme era la verdad, pero no cualquier verdad, sino una verdad que no he podido conocer, una verdad que tú misma has podido descubrir, y que tal vez, sólo tal vez, pueda poner fin a esta guerra sin sentido. -

- Pero Feff, quiero decirte... - 

- No digas nada, Ishtar. Debes irte de aquí antes de que cambie de opinión. Yo le hice un juramento al Emperador Ingues, y aunque él ya no signifique nada para mí ahora, no quiere decir que yo deje de cumplir con su deber, así que trataré de convencer al Emperador de que pare con esta guerra. Todos los demás comandantes Marduk van a pensar que te hemos sometido a juicio, que fuiste hallada culpable de traición, que fuiste condenada a la pena capital, y que yo te he ejecutado. Nadie se va a enterar de que te dejé ir; nadie se va a enterar de que les mentí a mis semejantes y a mis superiores; nadie se va a enterar de que fracasé en mi misión de llevar a mi pueblo a la victoria, y todo por esa decisión que acabo de tomar. -

- No puedo creerlo. - contesta Ishtar con lágrimas en los ojos - ¿Acaso lo haces sólo para tu propio beneficio? -

- No. - responde Feff - No lo hago por mi beneficio propio. ¡Lo hago porque te amo! -

- ¿Me... amas? - pregunta Ishtar.

- Sí. - contesta Feff - Me atreví a amarte a ti, antes que seguir manteniendo mi lealtad al Emperador. Ishtar, si es verdad que la nave Alús está en este planeta, necesito que me lo demuestres; sólo así podré ganarme tu amor y tu confianza. -

Sin dudarlo, Ishtar se sube a la nave de reconocimiento y abandona la nave, por lo que Ishtar se pone en rumbo hacia la Tierra, con el fin de poder demostrarle a Feff que la leyenda del Alús era una realidad.

Centro de Reclusión Temporal del Cuartel General de las Fuerzas Armadas Unidas de la Tierra  

La teniente Silvie Gena, que se encontraba reclusa en aquella prisión improvisada, recibió una inesperada visita, pues un par de solados entraron a su puerta, y la llamaron para que viniera a ver a alguien en la sala de visitas. En dicha sala se encontraba el superior de Silvie, el comandante Exxegran. 

- ¡Gracias por venir a verme, Silvie! - responde Exxegran ante la sorpresiva visita de su alumna; luego Exxegran se dirige al par de soldados - ¡Caballeros, déjenme hablar a solas con ella! - 

Acto seguido, los soldados hicieron un saludo militar y procedieron inmediatamente a acatar las ordenes se su superior. Después, Silvie habló:

- ¡Comandante Exxegran! ¿Qué ocurre? -

- Antes de continuar... - dijo éste mientras tomaba asiento - déjame decirte que esto se trata de una reunión extraoficial y confidencial. Por lo tanto, nadie se enterará de lo que pasó en este lugar. -

- ¿Como el del incidente del hotel? -

- Así es; pero esperemos que ésta vez no existan periodistas amarillistas que filtren la información como si se tratase de una revista de farándula. -

- Comandante, debemos actuar de inmediato, o de lo contrario, seremos aniquilados. - dijo Silvie - Todos sabemos que estamos en completa desventaja frente al enemigo. -

- Es probable que estés en lo cierto. - dijo Exxegran - Sólo es cuestión de tiempo para que el enemigo se adentre hasta romper con nuestra última línea defensiva. -

- ¿Y qué hay de los civiles? - 

- Ellos no lo saben todavía. Los soldados son capaces de reconocer que pueden morir luchando, pero nunca admitirán que pueden ser derrotados. El verdadero enemigo no viene de afuera, sino que está aquí, en medio de nosotros. -

- ¿Qué es lo que dices? - preguntó Silvie - Si es verdad, ¿Qué debemos hacer ahora? -

- Nuestras fuerzas terrestres son nuestra última línea defensiva, y si se derrumba, será nuestra completa derrota. - contestó el comandante - Pero todavía nos queda una esperanza, tal y como usted misma me lo dijo. ¿No es así? -

- Sí. - respondió Silvie - Verá, los Marduk tienen como líder a un dictador llamado Ingues. Éste tirano controla a todos los miembros de su pueblo mediante su política del terror y su deseo de hacerle la guerra a sus enemigos, poniendo a ambos conceptos por encima de sus voluntades. La única forma de detener la despiadada máquina bélica de Ingues es uniendo fuerzas con aquellos Marduk que desean vivir en paz. Sólo así podemos derrotar a Ingues y acabar con ésta guerra. -

- Estás hablando de... ¿Combinar nuestras fuerzas para concentrar los ataques hacia él? -

- Si, pero no exactamente. - respondió Silvie - ¡Debe de ser un ataque sorpresa! -

- ¿Qué? -

- Comandante, tengo una idea que tal vez sonará descabellada: ¡Usar el SDF-1 para atacar al enemigo! -

En la órbita de la Tierra...

- ¡Hibiki! - dijo Ishtar mientras estaba en la nave de reconocimiento - Voy a regresar a la Tierra para poder cantar la canción del Alús. Lo haré por los humanos y lo haré por los Marduk. -

Centro de Reclusión Temporal del Cuartel General de las Fuerzas Armadas Unidas de la Tierra    

Hibiki todavía seguía preso en su celda. Ahí, con su cámara de vídeo, comienza a grabar un último mensaje. Hibiki sentía que ya nada podía hacer para detener la aniquilación de la Tierra y de la raza humana. 

- Damas y Caballeros, soy Hibiki Kanzaki. Si están viendo esto, es por que el enemigo atacará la Tierra. No es culpa de los militares, ni de los periodistas, ni mucho menos de los enemigos. ¡Se trata de mostrar la realidad! Ésta grabación va dirigida a todos los que viven en el planeta Tierra... No importa si son Caucásicos o Etíopes, Amerindios o Mongoles, Semitas o Malayos, Zentraedis o Meltrandis, Tirolianos o Invids... Tampoco importa si pertenecen a aquella raza alienígena conocida como los Marduk... Éste mensaje va dirigido hacia todos aquellos que pelearon en ambos bandos, y que sacrificaron sus vidas en ésta guerra... También va dirigido a las millones de personas que no saben nada de ésta guerra ni de la existencia de esa raza y que también están a punto de perecer... Cuando ésta guerra acabe, los humanos que se encuentren fuera de la Tierra se darán cuenta de que su civilización original repitió los mismos errores que dejó la historia, y para entonces ya será demasiado tarde. Pero mientras ésta cámara siga grabando, seguiré diciendo la verdad tal cual es, y no me importa que ya no sirva de nada el evitar nuestro cruel destino. Todos tenemos derecho de conocer la verdad, y ésa verdad es... -

Hibiki comienza a estallar de la impotencia, se gira hacia la puerta de su celda, comienza a golpearla y rompe en llanto. Acto seguido, Hibiki lanza fuertes gritos de desesperación ante el dolor que le provoca el saber que su planeta sería arrasado. Hibiki siguió golpeando la puerta con sus puños, y de los puños comenzó a brotar sangre.

Inmediatamente, el SDF-1 comenzó a lanzar una potente descarga de energía. Todos los que estaban en la ciudad comenzaron a darse cuenta, incluyendo también a Silvie y Exxegran. Desde la órbita de la Tierra, Ishtar comienza a ver la potente luz; incluso el dictador Ingues comenzó a presenciar ésto. Será cuestión de horas para que se inicie la batalla decisiva por el destino de la Tierra y de sus habitantes.

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