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Capítulo 15.- La Traición

Dos meses más tarde sucedió lo inimaginable, algo de lo cual no se tenía ningún antecedente. Fue un día en el cual parecía que haríamos una más de las misiones de prevención de Xenio en contra de un nido de VR. Para ello se dispuso al Agrigento, escoltado por unas 500 naves... rutinario.

Los Ceraunia despegamos desde la nave insignia. El objetivo era un asteroide de 20 kilómetros de diámetro, en la cual se había encontrado un numeroso nido de VR. Nosotros éramos la punta de lanza, pues detrás nuestro venían otros escuadrones. Conforme nos aproximamos es que empezamos a notar las rarezas. El primero en comunicarlo fue Panoptes.

— Señora, tengo extrañas lecturas en las inmediaciones del nido de VR. ¿Podría corroborarlas conmigo? — dijo Panoptes a Iselda. 

— ¿De qué se trata? — 

— Bueno... tal vez es un error, pero en frente de ese asteroide he detectado la señal de una nave de la Fundación. — 

— Seguramente son algunos insensatos que se metieron por aquí sin prever nada, y fueron destruidos los muy tontos. — interrumpió Gabriel. 

— Es que eso es lo raro. La señal es el de una nave... intacta... — 

— Panoptes, páseme sus coordenadas — dije.

Sin demora dirigí mis sensores a las misteriosas coordenadas. Era verdad, ahí había una nave de la Fundación de la misma clase que el Quorum... eso era muy raro. Sin embargo no pude alcanzar a decir nada cuando detecte que esta había disparado su arma principal... ¡Sobre nosotros!

— ¡Todos los combatientes!, ¡rápido, maniobras evasivas! — exclamó con prontitud Iselda.

Los Ceraunia logramos evitar el haz de energía, pero otros escuadrones no fueron tan afortunados, así como más de una docena de naves que escoltaban al Agrigento y que fueron completamente destruidas... incluso el Agrigento mismo fue dañado. Pero no tuvimos tiempo de recuperarnos cuando múltiples VR se abalanzaron contra nosotros. Varios de los escuadrones restantes entraron en pánico y emprendieron la retirada, los únicos que nos mantuvimos en nuestra posicione rechazando al enemigo fue el escuadrón de Iselda.

— ¡¿Qué demonios significa esto?! — grito Gabriel mientras se encargaba de un VR de clase 10. 

— No tengo la menor idea, pero ese disparo ha desordenado a nuestra fuerza. ¿Habrá sido un accidente? — dijo Maya por la radio. 

— No, eso no fue ningún accidente. Fue completamente deliberado. — declaró un seguro Panoptes.

Todo el escuadrón comenzó a maniobrar. Panoptes, Gabriel, Alma y yo nos lanzamos al combate cuerpo a cuerpo. Mientras que Iselda, Maya, Haya y Pablo nos cubrían las espaldas. Sin embargo otra rareza se hizo presente, y esto fue que los VR se movían en formaciones... lo que presencie en RM la última vez que Iselda estuvo a bordo no fue mi imaginación, pues lo estaban haciendo de nuevo. Pese a todo lo estábamos sobrellevando bien, y algunos escuadrones al ver que los Ceraunia no se retiraban, comenzaron a regresar. Y contra todas las probabilidades sucedió la tercera y más fatal de las rarezas... ¡Lightings se abalanzaron contra nosotros! ¿Qué rayos estaba pasando?

Evadimos los primeros ataques, pero persistieron y no nos dejaron más opción que derribarles. Sin previo aviso Maya y Haya fueron alcanzadas por un Lighting de color negro con rojo, que las derroto solo empleando los sables de plasma. Panoptes intento dispararle, pero este otro fue más rápido, y cerceno los brazos de su Lighting. Los demás al darnos cuenta de lo sucedido, lo rodeamos y le disparamos todo lo que teníamos, pero este reacciono antes y alcanzo a evadir todos los disparos. Cuando me di cuenta estaba frente a mí, y como si fuera una danza, desmembró a mi unidad con increíble facilidad.

Su siguiente objetivo fue Iselda, sobre la cual se abalanzo sin dudarlo. Cuando vi esto, sentí que caía en un profundo agujero. No podía hacer nada... no, los asistentes, lance los asistentes para protegerla, pero ese sujeto con el mínimo esfuerzo los destruyo todos. Pensé que sería alcanzada sin remedio y sentí uno de los más marcados miedos de toda mi vida, pues estaba completamente impotente de hacer algo por ella. Justo cuando nuestro enemigo estuvo por lanzar su ataque contra Iselda, un disparo se interpuso entre ambos.

Nuestro atacante se echó para atrás, y fue un alivio ver el Lighting de Xenio, el Celestis. Xenio abrió todos los canales intentado hablar con el misterioso user del Lighting negro con rojo.

— Vaya, todos pensábamos que habías muerto. —

No hubo una respuesta inmediata. Los dos oponentes permanecieron inmóviles, haciendo caso omiso de la batalla que se desencadenaba alrededor de ellos.

— Supongo que los reportes de mi muerte fueron más que exagerados —respondió por fin nuestro atacante. 

— ¿Por qué haces esto, Armand? — pregunto Xenio con tristeza en su voz. 

— Sabes bien por qué lo hago. Además no he matado a ninguno de tus preciosos user. Preferiría mantener las cosas así. — 

— ¿Pero aun no me has dicho por qué? — 

—No tiene caso que lo discutamos nuevamente, te dejaré marchar con los sobrevivientes por ahora. Por los viejos tiempos, pero la próxima vez que te vea, será la última. — 

— ¿Seguro no hay otra forma de que solucionemos esto? — 

—Ya pasamos por esto Xenio, estamos más allá del punto de retorno tras de esto, y lo sabes. No tuvimos más opción, nos orillaste a esto. — 

— Si ese es el caso... sabes que no te puedo dejar ir tras lo que has hecho aquí. —

— ¿Pretenderás detenerme? — 

— ¡Yo no te aconsejaría que hicieras eso Xenio! — Interrumpió Mariane.

Detrás del Celestis se encontraba el Lighting de Mariane, equipado con armamento pesado, armamento que bien podría destruir hasta naves, y todas estas armas apuntaban al Celestis.

— ¿Entonces tú también? — dijo Xenio. 

— No solo yo, todo el escuadrón de Vivian y muchos más — respondió Mariane. 

— ¡Eso es traición! — 

—Lo sabemos, pero tratándose de ti, no es tan importante que lo veas de esa forma. —

El Lighting de Iselda se puso entre las armas de Mariane y el superado Xenio, en un intento por hablar con ella.

— ¡¿Por qué haces esto Mariane?! — 

—¡Iselda!... es necesario, no hay otro camino... nadie más que Vivian puede salvar a la humanidad... por favor, únete a nosotros — declaró Mariane sin dejar de apuntar sus armas.

Iselda permaneció en silencio. La batalla continuaba, y los Lightings enemigos, así como aliados se mantenían al margen de esta escena. Aun así, para los que estábamos atestiguando esto con nuestras maltrechas unidades, la tensión era de lo más palpable, una tensión que fue prolongada por el largo silencio de Iselda.

— Lo siento... no puedo — pronunció Iselda con algo de tristeza. 

— ¿Sabes lo que esto significa? — 

— Si... lo sé. — 

—Pues hasta la próxima, sabes que te quiero mucho, pero la próxima vez, sabes que seremos enemigas. Armand, dejémoslos, no vale la pena acabarlos tan pronto. —

El Lighting de Armand comenzó a retirarse con suavidad, mientras los Lightings enemigos y VR regresaban de donde habían venido. Una vez Armand estuvo lejos, Mariane también se retiró. Xenio los dejo ir, pues para ese momento, todas las naves escolta del Agrigento habían sido eliminadas, dejando una nave insignia apenas funcionando. Aquel día fue el principio de un número de cambios que nadie previo, pues nunca había pasado algo así.

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