Epílogo
Medina no olvidará mi nombre y se arrepentirá de haberme dejado entrar a su casa, le haré pagar por todo lo que le hizo a mi familia y que mejor que hacerlo con la misma moneda. Destruiría su familia como él lo hizo con la mía, la única diferencia será que yo no las asesinaré, haré que ellas se quiten su vida por no aguantar con la verdad de su padre, nadie quiere a un asesino como padre.
Como Medina no está aquí para ver a sus hijas suicidarse, le haré un vídeo para que no se pierda de ningún detalle, para que pueda torturarse repitiéndolo una y otra vez, para que siempre lo recuerde. Ya lo tengo todo listo y ellas ya no quieren existir, un buen trabajo realice al convencerlas en poco tiempo; estamos en el cuarto prohibido, ahí lo harán, en el mismo lugar donde vieron las atrocidades realizadas por su ‘héroe’.
— ¿Listas? —les pregunto con la tablet en las manos, está ya en la cámara y con la opción de grabar, después de grabar le mandaré a Medina sin ningún tipo de edición. Ambas asienten.— Muy bien , ya saben que hacer.
Les hago una seña que les avisa de que he empezado a grabar, ellas empiezan a hablar con la voz algo entrecortada, su decepción se logra ver a través de las palabras, expresan todo su odio que sienten por su padre.
— No te quiero como mi papi —dijo la menor, al pronunciar aquella última palabra aprieta con más fuerza el cuchillo, con una increíble determinación alza su mano en la que lleva el objeto que he decidido darle para terminar con mi venganza, lo acerca a su cuello y sin pensarlo más veo como lo entierra en él. Su otra hermana la mira antes de hacer lo mismo. Decidieron escapar de este mundo lleno de robots.
Terminó de grabar y busco el contacto de su padre para mandar este pequeño regalito. Salgo de ahí sin cerrar bien la puerta con la intención de que cuando alguien pase se extrañe de ver la puerta abierta, para que no pase desapercibida dejó encendidas las luces que alumbran aquel escenario.
Y en esta guerra con el más respetado robot logré encontrar su punto débil, aquel sentimiento de venganza me motivó para cobrarle lo que me hizo sin importarme que vidas me estaba llevando.
Unos pasos había avanzado cuando el sonido de unos zapatos me avisaron que ya había alguien que se acercaba. Mi sorpresa fue enorme cuando me di cuenta de quién era el que se acercaba, en cambio el rostro de mi compañero no llevaba la misma expresión.
Se detiene a unos pasos de mí, sin embargo el ruido de zapatos aún se sigue escuchando, una sonrisa se asoma en su rostro una tan grande que me deja ver su dentadura. Volteo mi cabeza solo un poco para ver de reojo quien es el siguiente individuo que me acompaña. Se me escapa un pequeño ¿qué?, que con suerte Luis no logra oír. No solo me causa sorpresa de ver a Víctor aquí en el mismo lugar que un agente de policía, sino toda mi atención está puesta en aquella arma que no pasa desapercibida, un hacha que parece ser la siguiente protagonista de un nuevo crimen.
Las piezas se van uniendo, no me está gustando la respuesta que aparece. De todas las personas tenía que ser tan ilusa como para enamorarme de quien tenía que ver con esa extraña venganza contra mi familia.
— ¿Sorprendida? —pregunta esa persona que debería luchar por el bien y la justicia.
— No puedo creer que estés enrollado en esto —respondo preocupándome que ya haya avanzado hasta estar tan cerca de mí.
— ¿Enrollado? ¿Piensas que soy su cómplice? —mis ojos se abren con sorpresa, al darme cuenta de mi equivocación cuya consecuencia es demasiado veloz, una puñalada me manda al suelo.— No te equivoques otra vez, él solo quiso ayudar, pequeña ilusa.
Se coloca encima de mí anulando cualquier posible escape, mi ex novio se acerca y le entrega el hacha. No siento las ganas de llorar, solo soy capaz de recriminarme por qué no pude ver antes quien era, si siempre estuvo ahí en cada una de las escenas. El hacha se iba acercando a mi cuello, pero esa mirada lo describía todo, tenía deseo de venganza.
— Siempre quise tenerte así, no tienes idea cuanto esperé por aquel momento, tengo ese privilegio de quitarte la vida físicamente porque ya te la arrebaté la otra tal cual hizo tu padre conmigo.
Siento un inmenso dolor que aunque no quiera gritar, el grito sale ni bien logra introducirse el hacha. El aire me empieza a faltar y no espero mucho para cerrar mis ojos y es cuando todo termina. Ambas venganzas se dieron y una de ellas me convirtió en un robot y la otra me quitó la vida.
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