#7
Sin ningún cuidado le quitan la cinta de embalaje de la boca, pero rápidamente otro hombre le cubre la boca para así poder ahogar sus gritos a causa del dolor provocado a propósito. El vídeo continúa, el mismo hombre que le tapó la boca con su mano, antes de retirarla le susurra algo, ella sólo asiente mientras el otro hombre sólo observa, a pesar de que lleve un pasamontañas puedo jurar de que ha sonreído.
Puede ver sus lágrimas salir de esos ojos oscuros como la noche, debido a que, la estúpida persona que estaba grabando se acerca dónde ella para enfocar su rostro. Al hacerlo puedo ver pequeños morados en algunas partes de la cara. Es como si quisieran que yo viera cuánto sufrió mi madre en sus manos.
Pauso por unos cuantos segundos el vídeo Para poder contemplar su rostro, sus ojos que piden a gritos que se detengan, que la dejen en paz; pero ellos se rieron de ella, de su sufrimiento. No tuvieron corazón como de seguro tampoco lo tuvieron con sus anteriores víctimas porque estoy 100% segura de que mi madre no es su primera víctima. No es la primera y sé que tampoco será la última.
¿Por qué te hicieron esto, madre?
¿Qué era lo que buscaban?
¿Cuál fue su motivo?
¿Qué les llevó a hacer algo así?
Preguntas que ahora no hay ni una sola respuesta, ni una pista para poder deducir el por qué del crimen.
¿Quiero seguir viendo ese vídeo? ¿De verdad quiero ver como matan a mi madre?
Todos los humanos en algún punto llegamos a ser masoquistas, queremos sentir ese dolor inexplicable que no nos hace bien emocionalmente. Pero a veces se requiere un poco de sufrimiento para despertar esa sed que llevas guardada muy dentro de ti. Es una sed peligrosa, una que no se detiene y no para hasta poder saciarse por completo, lo cual es muy complicado acabar con eso una vez que se empieza. La venganza es la peor sed que un ser humano puede llegar a experimentar.
Repito lo que una vez había escuchado en un programa animado en la televisión cuando todavía era una niña feliz.
“La venganza no es buena, mata al alma y la envenena”
Pulso play una vez más al vídeo. Se aleja un poco de ella, ahora sólo está uno de los hombres, le está hablando a mi madre al oído mientras que una de sus manos está sobre el cuello de ella aplastándolo, no se detiene hasta que vuelve a aparecer el otro hombre.
Observo un martillo en la mano derecha del hombre que acaba de llegar, seguro ellos lo trajeron y se lo llevaron debido a que los policías no lo encontraron en la escena del crimen.
El hombre que se encontraba aplastando el cuello de mi madre se retira para no recibir ningún golpe. Eso es lo que se avecina, puros golpes, sangre salpicando el sofá en dónde se encuentra tirada, manchando las cortinas que se encuentran atrás del mueble por dónde la luz solar llega a pasar, una pequeña mancha de sangre llega a alcanzar el lente de la cámara que inmediatamente es limpiado por la persona que graba.
No puedo ver más por la barrera de lágrimas agrupadas en mis ojos saliendo una por una cada milisegundo. Sollozo varias veces hasta tal punto que me empieza a dar hipo.
Me aseguraré que ellos vivan un infierno que les dure un poco más de lo que le hicieron vivir a mi madre, una persona dulce, tranquila, amable, bondadosa, todas las características que te puedas imaginar que logren describir a la persona más pacífica y luchadora del mundo. Esa era mi madre, una persona que no merecía morir de esa forma, que no se merecía pasar por ese sufrimiento, que no se merecía vivir un infierno.
¿Por qué?
Dos palabras, una pregunta, ninguna respuesta.
Necesito un poco de aire, me dirijo hacia la ventana que queda detrás del escritorio y silla en la que me encuentro. Me levanto y abro la ventana. Inhalo hondo y suavemente voy soltando el aire, lo hago varias veces para estar tranquila y no seguir llorando que debo salir de aquí sin llamar la atención.
El aspirar aire no me ayuda. Siguen cayendo pequeñas gotas de agua salada por mis mejillas, pero esta vez tardan un poco más en salir.
No me siento tranquila, siento que alguien me observa, busco alguna persona que me esté mirando, pero todas las personas que pasan por la calle ni siquiera me notan; busco entre los edificios y casas que están al frente, pero con el mismo resultada nadie, no hay nada.
Toc toc
— Me llevaré esto —es lo primero que dice, camina hacia mi laptop que está la memoria conectada, se encarga de cerrar el video y expulsar la memoria.
— ¿Por qué me ayudaste? —lo veo fijamente, pero este no se voltea, sólo me muestra su espalda.
— No te ayude, sólo te hice un favor a cambio de otro
— Pero ¿por qué? —está vez logro que se voltee y me mire.
— Ya te lo dije, a cambio de algo —está serio, más de lo normal que suele estar conmigo— por cierto el jefe del grupo B viene para acá
— ¿Por qué? —hace rato lo vi, pero no me dijo nada.
— Ya se dieron cuenta de que falta la memoria, su única pista —al hablar utiliza un tono algo irónico para mí, ya que, está hablando del asesinato de mi madre y él se lo toma como si no importara y eso me fastidia.
Luis se acerca dónde estoy, me hace a un lado de la ventana para poder cerrarla. Se pone al frente mío y me mira detalladamente, se acerca un poco más de lo normal. Con el borde de la manga de su camisa me limpia las mejillas que se encuentran mojadas, su tacto me provoca escalofríos, saber que está así de cerca hace que mi respiración falle.
La puerta se abre sin que alguien la haya tocado o hablado, me separo rápidamente de Luis.
— Tengo que hablar contigo, Sofía —informa López— a solas
— Yo ya me iba —mientras Luis camina hacia la puerta, el agente no le quita la mirada de encima; antes de que Luis cierre la puerta me enseña la memoria y me guiña uno de sus ojos sonriendo picaramente.
Casi me olvidaba de la memoria.
— ¿Qué pasó? ¿Encontraron algo?
— Al contrario, perdimos la única pista —su semblante es serio, su voz es dura y su mirada está posada en mí.
— ¿Cómo? ¿De qué hablas?
— Ya no está, ayer desapareció
— No puede ser, pero ¿cómo es posible?
— Eso es lo que quiero que me lo digas tú
— ¿Qué?
— No te hagas la desentendida que por algo tus ojos están rojos, tus mejillas rosadas. ¿Quién te ayudó?
— Si mis ojos están rojos y mis mejillas rosadas se debe a que he llorado por la muerte de mi madre, todavía sigue doliendo y así va a seguir hasta que los responsables paguen por todo lo que le hicieron a mi madre.
~~
<A. C>
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