Las luces del segundo piso están encendidas como nos habían dicho, justo en la habitación que esperábamos. Nos miramos, mis dos compañeros se adelantan con paso vacilante, nerviosos ven hacia los lados, no hay nadie cerca. Hago lo que me ordenaron, no solo está en juego mi vida, sino también la de ellos.

Sin mucho esfuerzo cede la puerta ante una llave que nos fue entregada. Entramos dejando cerrada la puerta tras nosotros, caminamos hacia el segundo piso en busca de las tres niñas. Voy delante con un pañuelo en la mano con cloroformo, se escucha el teléfono que suena tal como decía el plan, me pongo en posición para dormirle ni bien salga. Al otro lado están ya listos para entrar al cuarto en el que se hallan las niñas.

Siento algo raro en el pecho, algo me aprieta ahí.

Sale a paso rápido para dirigirse al cuarto del frente, antes de que llegue a alcanzar el tomo de la puerta, mi mano se dirige a su boca y espero a que caiga en mi otro brazo. Le arrastro hasta el mismo cuarto en el que iba a entrar, le ato las manos con cinta de embalaje y le pongo un pedazo en su boca. La escondo debajo de la cama como me lo dijeron.

Voy a ver como van los otros. Uno ya va por las escaleras con la niña en sus brazos, el otro está saliendo con la menor de ellas.

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La cabeza me da vueltas, los ojos no se me quieren cerrar, la cama me parece lo más incómoda.

“— No confíes tan rápido en las personas, incluso alguien que consideras tu mejor amigo te puede traicionar cuando menos lo necesitas —recuerdo la voz de mi madre al decírmelo, me acariciaba la cara con sus manos, su voz era firme, pero sus ojos tenían un brillo que anunciaba que las lágrimas se acercaban.

No pregunté qué le pasaba, veía en su mirada dolor. Me lo había dicho después de que mi hermana desapareciera como si eso estuviera unido a su secuestro.”

Nunca hubiera pensado que si, que alguien le traicionó a mi padre y que tuvo que ser así por quien fue en este país.

Ahora entiendo sus reclamos en las noches después de que mi padre me contará una historia en mi cama, sus miradas de reproche tienen sentido después de saber la verdad. Siempre había culpado a mi madre por ser tan dura con mi padre, sin embargo, tenía razón para hacerlo.

“— Deja de mirarme así —oía desde mi cama como le volvía a repetir lo mismo a mi madre.

— ¿Y cómo quieres que lo haga? Si eres el único responsable de que haya desaparecido mi primera hija, a la que más quiero, es por tu culpa que vivo con miedo de salir de la casa con la que me queda —gritaba ella en forma de reproche, se olvidaba que mi habitación se encontraba a lado, nunca se imaginó que escuchaba cada pelea que tenían, solían reclamarse muchas cosas, cosas que no tenían sentido para mí, pero siempre me grababa sus palabras para algún día entender.”

Sus peleas no aparecieron después de la desaparición de mi hermana, empezaron antes, pero no gritaban, sólo hablaban.

Me había puesto del lado de mi padre sin conocer lo que había hecho, sin saber toda la historia.

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— Un placer tenerla aquí —dice a modo de saludo aquel hombre que asesinó a mi padre.

— ¿Para qué me llamabas? —me siento en uno de los asientos que están frente al escritorio de él.

— Para hablar —sonríe como si fuera un niño, sé que lo que tenga que decirme no me hará sentirme mejor. — Ya es hora de que sepas casi todo, pero obviamente no revelaré quién es el causante de la muerte de tu madre, eso él te lo dirá de frente.

— ¿Y ahora que tienes para decirme?

—  Que tu padre se hubiera sentido decepcionado de lo que has hecho a esas pobres niñas, realmente no esperé a que lo hicieras, pensé que escaparías —se ríe mientras toma pequeños tragos de aquel líquido transparente del vaso que lo tiene en su mano derecha.

— ¿Para qué después me atraparan?

— Yo no lo iba a hacer, ese es el trabajo de él —lo dice para luego tomar todo lo que queda de un solo trago.

— Así que lo hubiera conocido —asiento lentamente con la cabeza. Debí haber escapado, de paso conocía a aquel robot con alma de monstruo y terminaba con todo aquel misterio y de paso con su vida.

— Exacto, pero es mejor que sepas todo. Hace años tu padre y yo éramos mejores amigos, viejos tiempos que él no supo valorar, arruinó nuestra amistad por hacer supuestamente lo correcto. Pero que idiota que fue. Tenía todo, sin embargo, se fue y no solo eso, nos traicionó delatándonos ante las autoridades, quienes nos persiguieron durante meses hasta que se rindieron, aunque solo lograron atrapar a 10 de mis hombres. Pero lo único bueno fue que secuestramos, violamos y matamos a su primer amor que le convenció de dejarnos.

Me quedo en silencio sin saber que decir, nada se me viene a la mente para contestarle. Él sonríe al ver que no hago ni siquiera el intento de hablar, se ríe.

— El amor puede ser tu peor enemigo, ya que, te vuelve vulnerable a la maldad de los demás.

— ¿No sientes amor? —sonrío esperando que su respuesta sea afirmativa, así sabría a quién atacar.

— No me casé por amor, solo dos personas son importantes para mí —sonrío, él arquea una ceja mostrando su confusión.

No sabe que me ha dado lo que necesito para vengar la muerte de mi padre y el secuestro de mi hermana.