#21
— ¿A dónde me llevan?
— Deja de hablar —responde un hombre de cabello negro, pero tez blanca, su acento no pertenece a uno colombiano, no puedo distinguir de dónde es.
— Solo quiero saberlo —presiento que se acerca Andrés, ya que, me irrita que no me contesten más de lo habitual.
— A tu nueva vida —me sonríe la mujer que ha conducido hasta el aeropuerto y me ha dirigido a un pequeño avión privado. Bueno, no era tan pequeño, habían demasiadas personas con ese color característico como si fuera parte de su uniforme, pero en esta ocasión era con un estilo deportivo. Todas aquellas personas llevaban entre su calentador y su cintura una pistola que se podía notar muy fácil para mí... lo podían notar cualquier policía por la forma que se veía debajo de su camiseta apretada.
Eso creo que es demasiada seguridad para solo estar yo, claro, al menos que haya más personas secuestradas... o puede que solo tengan una gran seguridad con sus rehenes cuando no están esposados.
— Aunque puede que se rinda —habla el hombre sonriéndole a la mujer, ella solo se rie como ganza, su risa es demasiado estruendosa.
— Si, es verdad, parece que será capaz de hacerlo a la mínima —deja de reir, toma algo de la copa que le sirvieron.
¿De qué hablan?
¿De que seré capaz?
¿Qué es lo que me van a hacer?
— Duerme mejor y deja de escucharlos —dice un hombre que se había mantenido al margen, solo se dedicaba a oír. Este hombre es de una tez oscura, es rapado y llevaba tatuajes alrededor del cuello.
— Ahora que puedes —comenta de manera burlona la mujer. —Luego no podrás.
》》》
— Por tu bien no digas nada, solo escucha —me habla un nuevo hombre, está sentado junto a mí en un gran sofá negro, al frente de nosotros se encuentra una habitación con la puerta cerrada.— ¿Entendiste?
— Si
Una mujer sale de la habitación, no alcanzo a ver lo que hay al otro lado. Ella se acerca al hombre que me acompaña, hace un asentimiento de cabeza parecido a una reverencia cuando queda al frente de aquel.
— Ya puede pasar, Señor Álvarez —frunzo el ceño al escuchar su apellido.
¿Acaso será posible que tenga alguna relación con el hombre asesinado en su misma casa en Cucuta?
¿Podrán ser familiares?
Lo empiezo a analizar, su rostro no se me hace para nada parecido con las fotos que me había enseñado la ex cónyuge de la víctima.
— Vamos —me miran ambos esperando que me levante.
Lo hago, me acerco a él, mi mirada cae en su cintura buscando algún bulto que me avise que lleve una arma, pero no hay nada, sin embargo, tampoco puedo intentar algo.
— Es un placer tenerla aquí, señorita Ramírez —sonríe el líder, en el escritorio logro observar su placa.
Antonio Medina.
Asociados Abogados
Al leer las pequeñas letras grises, no intento ocultar mi sorpresa en mi rostro.
— Si, soy abogado —esa sonrisa solo transmite cuan poderoso se cree— Soy una caja de sorpresas.
El hombre toma asiento en uno de los sillones que se encuentran a un costado de la habitación. Medina me hace un gesto hacia la silla que se encuentra delante mío, quiere que me siente y no ha utilizado la fuerza de sus hombres para que lo haga. Es un progreso, me empieza a tratar como una persona.
— Estoy bien, parada.
— Como tu quieras, creo que te preguntas por qué estás aquí, aún no has querido recordar viejos tiempos —mira detrás mío, volteo para ver que mira, pero no hay nada interesante, parece que se acuerda de algo. Pero lo que ronda en mi cabeza es que supuestamente debo recordar.
— ¿Gusta que salga, jefe? —pregunta levantándose de dónde se encontraba.
— No, ella tiene la misma historia que tú y ese hermano que tuviste.
¿Hermano?
Hay una posibilidad que de verdad sea hermano de Kevin Alvarez.
— En mi historia no hubo ninguna venganza de por medio —contradice de manera educada a Medina, siempre cuidando el tono de voz.
— Tienes razón, alguien ajeno a nosotros se unió por voluntad propia al equipo más temido de latinoamérica, todo eso por una venganza, el chico realmente estaba demente.
¿Chico?
O sea, que el que esté detrás de todo esto puede ser alguien de mi edad o cercano a ella.
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