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#19

Unas ganas inmensas de vomitar invaden mi organismo, siento como me empieza a doler algunas zonas a los lados de los ojos. Estoy agotada, pero no sé si del infierno que se llama vida o del trabajo que me cuesta respirar.

Aún recuerdo lo que pasó.

Y mi mente como si fuera mi amiga ha empezado a echar culpables… yo soy la principal.

No me iba a quedar con los brazos cruzados sin hacer nada, yo tenía que luchar para que se detuvieran y la dejaran en paz. Apliqué lo que sabía, funcionó, logré liberar mis manos gracias a la sangre que había empezado a brotar de ambas muñecas. Era libre y mi misión era salvarla. No pensé en algo evidente, pero si en otra opción que ellos podrían tomar para detenerme. Claro, sólo olvidé que soy parte de una venganza, no me iban a matar de un solo balazo, ellos ya me han dado a entender que eso no es lo que buscan. Lo único que les interesa es ver mi desesperación al estar inmóvil hasta que decidan que ya ha sido suficiente. Me pregunto cuáles serán sus límites.

Después de haber avanzado unos cuantos pasos lo peor se acercó, el final le alcanzó y vi ante mis ojos como mi misión fracasó al observar cómo las gotas de sangre que salían de su cabeza, empezaban a manchar en dónde su cuerpo estuvo recostado.

La habían matado y fue por un impulso mío, fue por querer salvarla. Hice lo contrario, logré que la dispararan, lo había hecho esa persona que me dio una paliza el primer día que estuve aquí, esa persona que estaba junto a la ventana antes de que me trajeran aquí, esa persona que parece ser la responsable de la muerte de mi madre.

“— Nunca dejes de luchar por lo que quieres, no permitas que una persona controle tu vida, no permitas que te lastimen, ni que te humillen”

Las palabras que alguna vez mi madre me dijo cuando era una niña indefensa y demasiado vulnerable, llegan a mi mente.

Por fin abro los ojos, me fijo en dónde he estado acostada y no me sorprende que sea en un suelo con baldosa blanca como la que está en el pasillo. Me encuentro en una nueva habitación, una más espaciosa que en la que me hallaba, en esta hay una pequeña ventana como si fuera una del baño. La observo como si fuera mi única escapatoria, quiero acercarme, quiero ver que hay afuera de estas paredes.

De poco a poco me voy levantando, siento un increíble dolor en mis muñecas, pero lo siento más intenso en la derecha, no me las han atado. Me sorprendo al darme cuenta que las llevo vendadas, nunca hubiera pensado que lo harían, aunque empiezo a creer que alguien lo hizo a escondidas. Camino hasta allá, me paro de puntillas para ver si es que así alcanzo a observar algo, pero mi estatura no colabora mucho y eso que no soy tan enana. Después de haber intentado mirar algo y no haberlo conseguido ni de cerca, me deslizo por la pared hasta quedar en el suelo.

Empiezo a sentir los ojos pesados, unos cuantos bostezos escapan de mi boca, puede que parezca un león al hacerlo. Me acuesto y me hago bolita al sentir algo de frío. Al estar con los ojos ya cerrados un sonido proveniente de la manija al girar me los hace abrir de golpe. Es como si tuvieran un pequeño detector para justo atinarle cuando estoy por descansar.

— Veo que has despertado —el líder del grupo hace su presencia con un traje negro.

— Déjeme felicitarle por su buena visión —la sonrisa que llevaba en el rostro al entrar desapareció al escuchar mi comentario. Suelo ser sarcástica cuando estoy de mal humor o no he dormido o cuando las personas no me caen bien. Creo que en este caso es una mezcla de las 3.

— ¿Hasta qué punto aguantarás? —al decirlo me observa desde la puerta con superioridad, creo que también le ayuda que yo me encuentre sentada.

— Todos lo que me pongan, no ganarás.

— ¿Y a qué jugamos?

— Tú dime ¿quiénes estamos en esto?

— Buen intento, pero aún no es hora de que conozcas a tu enemigo —revisa algo en el celular, escribe algo en él.

Por la puerta aparece otra persona y es cuando me doy cuenta de la oportunidad que perdí para escapar, aunque pensándolo mejor necesito un plan si quiero vivir.

— Tu comida, todavía quiere divertirse —lo dice dándole paso al chico que acaba de llegar, este deja la comida que se encuentra en una bandeja negra en el suelo a una distancia prudente de dónde me encuentro.

— ¿Quiere? —una persona, pero estoy segura que cuando me llevaron a esa sala eran más de una. O tal vez sólo me lo imaginé.

— Si, es su pasatiempo favorito, claro, cuando no se encuentra trabajando —sonríe y es como si quisiera que entendiera algo, como si me dijera una pista.

A. C.

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